No sé cuánta gente oirá mi programa. A veces sospecho que no está oyéndolo nadie, lo que se dice nadie: cero personas en total, y eso me produce una sensación de afantasmamiento: la voz inútil que suena en la noche vacía. Y entonces me siento como un turista belga que tocase el acordeón o similar en mitad del desierto de Nafud o similar. (Felipe Benítez Reyes)
martes, 26 de mayo de 2009
IDEA VILARIÑO Y TINDERSTICKS EN UN OCÉANO DE DIMINUTAS LÁGRIMAS
La última sesión de Buscando leones en las nubes dedicada a la poesía de Idea Vilariño tiene también, como hace siete días, a los Tindersticks como invitados. Seré escueto y no me explayaré esta vez ni sobre la escritora ni sobre los músicos, ya bastante he escrito estas semanas anteriores. Dejadme deciros, tan sólo, que el título del programa hace referencia a una de las canciones más conocidas, si no la que más, del grupo británico, Tiny tears, una de cuyas estrofas habla de las minúsculas lágrimas que acaban completando un oceáno. Y es que la tristeza, la pena, la separación, la espera, el desamor son algunos de los temas comunes a la poesía de Idea Vilariño y la música de los Tindersticks.
Con respecto a los acostumbrados vídeos, quiero estrenar hoy un nuevo sistema de presentación que permite mostrar un número amplio de ellos en una sola pantalla. Veremos qué tal funciona, aparentemente todo va bien, es muy sencillo… y además es mucho más vistoso y elegante, al menos desde mis parámetros estéticos… Por otro lado, no sé si este nuevo mecanismo me libra de las 'desactivaciones' de YouTube... aunque no creo... En fin, ya veremos...
De modo que como la infraestructura técnica nos facilita estas posibilidades voy a aprovecharlas ofreciéndoos seis vídeos, ni más ni menos. En primer lugar, abriremos el menú con una interpretación en directo de esa espléndida Tiny tears, aunque grabada en solitario por el líder del grupo, Stuart A. Staples, en un concierto en Estambul (un Estambul que supondríamos ajeno a estos trasiegos de la modernidad, pero en el que el público corea la canción y se sabe la letra con fidelidad encomiable… una buena prueba, creo, de que, frente a los pronósticos de los agoreros, cabe un Islam civilizado; ojalá se conviertan de una vez en una sociedad laica… ojalá nos convirtamos nosotros también, definitivamente. A propósito, ¿recordáis qué significa ojalá?). A continuación suena la magnífica Travelling light (con la estupenda voz de Carla Torgerson), en un vídeo del realizador Martin Wallace, que ha dirigido nueve cortos sobre canciones de los Tindersticks. En tercer lugar aparece The flicker and the little girl, registrada en directo en un programa de una televisión (belga, creo, dada la rotundidad estropajosa de la dicción de la presentadora; ¿será el sufrimiento que aparenta el bueno de Staples debido a la sequedad fonética de la flamenca?). Continúa nuestra increíble oferta de esta semana (¡ya es primavera en Buscando leones en las nubes!) con otro vídeo de estudio, de nuevo con Martin Walllace en la realización, Can our love, otra maravilla. La pieza que da título al último disco de los Tindersticks, The hungry saw, suena en quinto lugar en una muy mesurada versión acústica (por cierto, os comentaré, entre paréntesis, que pude asistir en el pasado mes de febrero a uno de los conciertos de presentación en España de ese disco, el celebrado en Madrid: fantástico concierto, sonido perfecto, virtuosismo de los músicos, con las acostumbradas y arrebatadoras secciones de viento y cuerdas, tan típicas de los Tindersticks, fascinante la profunda voz de su líder, e impresionantes esas canciones, llenas de pasión y deseo y hondura y emoción; me gustó mucho más que el de Antony, y mira que soy fan de este último). Y para cerrar, un dúo aparentemente insólito, Stuart Staples e Isabella Rossellini, cantando A marriage made in heaven, una canción tan preciosa que hasta nos permite disculpar que la ilustración del supuesto vídeo sea la foto fija de una portada del grupo. (Los dúos de Stuart Staples con voces femeninas son, siempre, memorables. Revisad el estremecedor Sometimes it hurts de la semana pasada, con Lhasa de Sela... pero hay más...).
Idea Vilariño y Tindersticks en un océano de diminutas lágrimas
martes, 19 de mayo de 2009
IDEA VILARIÑO Y TINDERSTICKS. MURIENDO LENTAMENTE
La tercera emisión de Buscando leones en las nubes dedicada a la genial poeta uruguaya Idea Vilariño, fallecida hace unas semanas (como ayer mismo moría Mario Benedetti, gran amigo de Idea, fantástico poeta, muy querido en el programa; prometo un especial de homenaje -ya para el próximo curso- a su inmensa figura), pone su poesía en confrontación con la música de otro grupo que, como Antony and the Johnsons, es uno de nuestros favoritos, los Tindersticks. Dying slowly, uno de sus títulos más destacados y sobre todo una canción preciosa, representa bien el espíritu de un grupo que se mueve de maravilla en los lacrimógenos territorios de la melancolía y que construye canciones muy lentas en las que narran historias tristísimas de pasiones contrariadas, tedio existencial y cruel desamor. Un universo cercano, por lo tanto, al de Idea Vilariño con su eterna desesperanza, su pasión desatada, su hastío vital y sus sueños siempre algo imposibles. Por ello, les dedicaremos no uno sino dos programas, y dentro de siete días, seguiremos aún con más canciones de los Tindersticks para ilustrar el mundo poético de la poeta uruguaya. Os dejo el enlace a un reportaje sobre el grupo, publicado en el año 2004 pero, en lo esencial, absolutamente vigente. Os transcribo también, íntegro, porque es genial, el artículo de Antonio Muñoz Molina sobre Idea Vilariño publicado en El País el 8 de marzo de 2008 y al que me refería en una anterior entrada.
Idea Vilariño
Lo que mejor recuerdo de Montevideo es la mirada de Idea Vilariño. Alrededor de la mesa en la que los comensales hablaban con el fervor rioplatense por discutirlo todo sólo ella permanecía en silencio y observaba, una mujer de setenta y tantos años con la piel lisa y brillante y los rasgos afilados, con unos ojos en los que permanecía intacto el fuego frío de la juventud. Hay personas que nos miran desde una cercanía inmediata; Idea Vilariño miraba como emboscada en el interior de sí misma, y rodeada de gente parecía tan a solas como en esa habitación que es el espacio visible o implícito de casi todos sus poemas: la habitación del insomnio, la de la soledad al mismo tiempo orgullosa y desgarrada, la del amor furioso y sobre todo la de la ausencia y la rememoración pasional y desengañada del amor, la habitación de no esperar nada y sin embargo seguir esperando unos pasos en la escalera y unos golpes en la puerta, debajo de la cual se ha encendido a deshoras la luz del descansillo.
En un viaje anterior a Montevideo yo había descubierto los poemas de Idea Vilariño pero no me había encontrado con ella. Entre la gente cordial y conversadora de esa ciudad ella era una sombra poderosa, como la de Onetti, que aún vivía, omnipresente y a la vez lejano, muy enfermo, en Madrid. Idea Vilariño era el nombre inscrito en la dedicatoria de Los adioses y una leyenda dibujada ambiguamente entre la literatura y el chisme de capital pequeña, densa de vapores intelectuales y sentimentales. Hablaban de ella, pero Idea Vilariño no aparecía. Contaban que tenía la salud frágil y que no era muy frecuente verla en público. En la exposición de homenaje a Onetti su cara seria y su mirada de cuarenta años atrás estaba en los márgenes de algunas fotografías. Fotos de escritores jóvenes, urgidos por una cierta vocación de posteridad, con el cosmopolitismo extremado y un poco melancólico de quien se sabe muy lejos de las capitales veneradas del mundo; fundadores de revistas de vida corta y difusión escasa, muy buscadas al cabo de muchos años por investigadores obstinados; acompañante de algún viajero eminente al que agasajan con temerosa devoción y junto al que posan en las fotos como exponiéndose al resplandor solar de su celebridad. En la foto de la visita de Pablo Neruda a Montevideo Idea Vilariño está entre los literatos jóvenes que lo acompañan: también en otra junto a Juan Ramón Jiménez y a Zenobia Camprubí, los dos afables y viejos, cansados de destierro.
Querida Idea enlutada con verde mirar lento, le escribió Juan Ramón en una carta. En esas fotos antiguas que yo veía antes de conocerla Idea Vilariño tiene, a diferencia de quienes la rodean, una conciencia muy clara de estar posando, una actitud de mirada intensa y presencia ensimismada y letárgica que parece aprendida de Virginia Woolf o Greta Garbo o Juliette Gréco: la musa distinguida y pálida que toma de pronto las riendas de su propia vida imponiendo su presencia en un círculo de hombres, escribiendo poemas que al cabo de muy poco tiempo ya se han despojado de cualquier rastro de retórica y de musicalidad evidente, han adquirido una mezcla de desbordamiento impúdico y rigor expresivo que lo deja a uno sin respiro desde la primera lectura. Volví de mi primer viaje a Montevideo sin haber conocido a Idea Vilariño, pero en el largo vuelo de regreso vine leyendo sus poemas de amor, en el avión casi a oscuras, a la luz de esa pequeña lámpara que sigue encendida para el viajero insomne cuando a su alrededor todo el mundo duerme y por la ventanilla sólo se distingue una noche sin estrellas al fondo de la cual uno sabe no sin aprensión que está la gran negrura oceánica. García Lorca escribió en una carta que quería escribir una poesía "de abrirse las venas": exactamente eso es lo que uno siente leyendo algunos de sus poemas de amor, igual que los mejores de Luis Cernuda o de Pedro Salinas, una celebración simultánea de la ebriedad y de la desgracia, sin complacencia, sin término medio, con una capacidad de iluminación y de estremecimiento que probablemente no puede alcanzarse sin renunciar a la vergüenza, y que tal vez sólo se encuentra en estado puro en algunas formas de canción popular, en el bolero y en el tango.
Ese es el mundo en el que uno queda atrapado como en un cepo al leer los poemas de Idea Vilariño. Su respiración es sincopada, con algo de los heptasílabos de Pedro Salinas, o con las cadencias todavía más quebradas de William Carlos Williams, como un aliento que se ahoga a causa de la excitación y de la impaciencia y de la imposibilidad de decir. No hay paisaje exterior, ni explicaciones, ni adornos, ni nombres, sólo los amantes encerrados en esa habitación que será también la de la soledad y la espera, y la de un dolor demasiado cruel como para que lo designe la blanda palabra añoranza: Por qué / aún / de nuevo / vuelve el viejo dolor / me rompe el pecho / me parte en dos / me cubre de amargura. / Por qué / hoy / todavía. El pudor expresivo multiplica el efecto de la falta de vergüenza: en un poema titulado Seis la mujer cuenta las veces que su amante ha gemido al correrse; en otro se está viendo en un espejo al arrodillarse delante de él.
Guardé y releí durante años aquel libro que había traído de Montevideo, y que tenía algo de revelación clandestina. Hace unos días, inesperadamente, en una librería de Madrid, encontré una edición flamante de la poesía completa de Idea Vilariño, publicada en uno de esos volúmenes hermosos y austeros de Lumen. Y al mismo tiempo y también por sorpresa me llega un libro de homenaje a ella editado por Ana Inés Larre Borges para la Academia Nacional de Letras de Uruguay, lleno de fotos, de cartas, de fragmentos de diarios, de tajantes afirmaciones políticas inmunes al descrédito de la realidad y no mitigadas por el paso del tiempo.
Las fotos, los poemas leídos de nuevo, me han devuelto el recuerdo preciso de la mirada de Idea Vilariño, en un segundo viaje a Montevideo del que ya va haciendo demasiados años. Hay ciudades que se le quedan a uno tan presentes que pierde la conciencia del tiempo que lleva sin volver a ellas. Onetti había muerto y yo hablaba de su literatura en una sala donde estaban mirándome, sentadas en la primera fila, la mujer que había vivido con él más de cuarenta años y la que había escrito para él esos poemas de amor descarado y clarividencia sin consuelo. En uno de ellos cuenta las noches que pasaron juntos: no más de nueve. En otro, escrito en 1958, profetiza lo que ocurrirá en 1994: No te veré morir. El "verde mirar lento" que había visto Juan Ramón Jiménez mantenía su fulgor muchos años después del final de la juventud: la atención afilada en la cara muy seria, la furia nunca apaciguada que traspasa como una herida cada uno de esos poemas.
En la cada vez más efímera sección de vídeos (pareciera que YouTube estuviese esperando a que yo colgase aquí un vídeo para decidir su fatídica ‘inserción desactivada’) os dejo los correspondientes a tres de las mejores canciones de los Tindersticks que han salido al aire en el programa de esta semana. En primer lugar, el Dying slowly que da nombre a la emisión, con un fondo de imágenes de animación por ordenador que recrean la triste atmósfera de la canción. Además, otro vídeo de estudio, en un blanco y negro muy ajustado al tono de la estremecedora Sometimes it hurts. Por último, una grabación en vivo y de no demasiada calidad, realizada en un concierto en Colonia, que recoge la impresionante Yesterday tomorrows con la que hemos cerrado el programa.
NOTA FINAL (y también lamento y aviso y exabrupto y vaya usted a saber qué más...):
Archive.org, el sitio en el que alojo mis programas para que podáis escucharlos y descargároslos, me envía un correo diciéndome que, por exigencias de los abogados de Van Morrison (¡¡¡¡), han eliminado el programa Van Morrison/James Joyce de sus archivos, dado que su presencia en el blog infringe todas las leyes habidas y por haber en materia de derechos de la propiedad intelectual. En consecuencia, por ahora, me temo que puede haber dificultades si queréis acceder a él.
Dado que el conocimiento de mis emisiones por parte del ubicuo Sherif de la Web que ha detectado la supuesta irregularidad llega, no a través de este modesto blog que casi nadie lee, sino directamente desde la página de Archive, sabed que, de ahora en adelante, los programas que aquí aparecerán con su título íntegro serán alojados en Archive/Ourmedia con nombres que no permitan identificar el contenido y en consecuencia hagan difícil impedir su emisión. En resumidas cuentas, que no os sorprenda que cuando os descarguéis el programa de este lunes, que en el blog aparece -como habéis visto- bajo la rúbrica Idea Vilariño y Tindersticks. Muriendo lentamente, os encontréis que en la página de Ourmedia se llame tan sólo Muriendo lentamente. Así ocurrirá también, en el futuro, con todas las emisiones. Bajáoslas, el contenido auténtico será el que se indique en el blog. (He vuelto a colgar el de los dos irlandeses geniales. Cae la nieve, se llama ahora en Ourmedia; espero que no me detengan)
No obstante, además de esta trivial estrategia de diversión, en lo sucesivo, y para paliar las negativas consecuencias de este tipo de sucesos, si alguien quisiera algún programa que pudiese estar siendo objeto de una actuación así (por ahora sólo me ha ocurrido con el de Morrison y Joyce) debe ponerse en contacto conmigo y pedírmelo a la dirección de correo del programa (buscandoleonesenlasnubes@gmail.com) y se lo enviaré con mucho gusto y con toda la prontitud posible.
No olvidéis, por otro lado, que los programas que se cuelgan en el blog han sido emitidos previamente por Radio Universidad, una emisora ‘oficial’ que cuenta con todos los permisos oportunos para difundir música (se paga a la SGAE, por cierto). Asimismo, sabéis que no me mueve el ánimo de lucro, ni en Radio Universidad, donde no cobro por mis programas, ni, obviamente, en el blog, en el que no inserto publicidad. Soy un amateur, todo esto lo hago por afición: el tiempo, las ganas, el esfuerzo y, a veces, incluso, el dinero que la elaboración de Buscando leones en las nubes implica, corren de mi cuenta. Sed conscientes también de que, pese a la limitada influencia del blog, en muchos casos (tengo testimonios directos de ello), algunos de vosotros habéis comprado discos y libros de artistas y escritores a los que habéis conocido gracias a mis recomendaciones y a su divulgación en esta bitácora (dicho sea, insisto, con toda la modestia). Sinceramente, más allá de las discutibles y espinosas cuestiones de la propiedad intelectual, muchas veces no se entiende el comportamiento de los autores. Acabarán pretendiendo cobrarnos por silbar una melodía en la calle. En fin…
Idea Vilariño y Tindersticks. Muriendo lentamente
martes, 12 de mayo de 2009
IDEA VILARIÑO Y ANTONY: UN RÍO DE TRISTEZA
Esta semana, la segunda en que Buscando leones en las nubes se centra en la deslumbrante poesía de Idea Vilariño, los versos de la magnífica poeta uruguaya, recientemente desaparecida, se ofrecen en el espejo de la magnética obra musical de Antony and the Johnsons, uno de los grupos más relevantes, si no el más destacado, para mi gusto, de los aparecidos en los últimos diez años; un personaje, el propio Antony Hegarty, extraordinariamente interesante y sugestivo, muy complejo y poliédrico, lleno de misterio y encanto. Y en efecto se trata de una mirada en el espejo pues Idea Vilariño y Antony and the Johnsons comparten, pese a pertenecer a territorios artísticos, geográficos y temporales muy diversos, un universo común. Ambos son responsables de una obra que rezuma belleza y sensibilidad, intensidad y emoción; ambos son delicados y sensibles, sufridos y dolientes; ambos, en sus canciones el uno, en sus versos la otra, tocan nuestra alma, describen sentimientos comunes a todos los seres humanos: la tristeza, la soledad, el lamento, el pesar, el desamparo, la nostalgia, el sufrimiento, la desesperanza, el dolor, la melancolía, el desamor, la angustia, la desolación, la pena… un río de pena fluyendo en sus poemas y canciones. River of sorrow, como en la formidable canción con la que se cierra el programa de esta semana.
En la vida de Idea Vilariño hay dos circunstancias que explican y nos ayudan a entender esa desolación, esa turbulencia emocional que rezuma su obra entera. Por un lado, su enfermedad. Aquejada durante años de una terrible dolencia, que logró superar, Idea Vilariño muestra en sus poemas todo ese dolor, la dramática crisis, la desazón de la angustiosa experiencia, el patético desgarro que produce la vida que parece escaparse, el anticipo de la muerte, ese muro glacial donde termina la existencia, como dice uno de sus versos de esa época.
Por otro lado, la tormentosa presencia en su vida de Juan Carlos Onetti, como sabéis, también uruguayo, también escritor, también genial, fue decisiva en su existencia. Uno de los libros esenciales de Idea Vilariño, quizá su obra mayor, incluido, obviamente, en esta Poesía Completa publicada por Lumen de la que he entresacado todos los poemas de los cuatro programas de la serie, lleva el título de Poemas de amor y está dedicado a Onetti. En un encuentro informal esperable en dos personas que se desenvolvían en el círculo de escritores de Montevideo, surgieron la atracción, el deseo y la pasión. Desde ese momento inicial, fueron amantes durante años; años hechos de explosivas separaciones y desencuentros, de amenazas y reconciliaciones, vividos por Idea con desesperación e impotencia, con dolor y soledad. Es el último hombre de quien debí enamorarme, declaró, porque éramos lo más imposible de ligar que había. Nunca entendió el ABC de mi vida, nunca me entendió como ser humano, como persona. Y así teníamos nuestros grandes desencuentros. Si yo hablaba de algo sumamente delicado él me salía con una barbaridad. Decía cosas que me hacían echarlo, imposibles de soportar. Todavía me pregunto por qué aguanté tanto, por qué volví tantas veces. Nos peleábamos y volvíamos a juntarnos, lo echaba, regresaba. Una noche me llamó desesperado para que fuera a verlo. Yo estaba con alguien que me amaba y lo dejé por ir a pasar una noche con él. Y recuerdo que lo único que hicimos fue ponernos de espalda, leyendo un libro él, y yo otro. A la mañana siguiente le agarré la cara y le dije: burro, perro, bestia. Y me fui. Sin duda estas palabras os ayudarán a entender aún mejor una poesía que por otro lado es en sí misma nítida y expresiva, muy clara y directa, muy sencilla. Dice también la propia Idea Vilariño, en una carta dirigida a su compatriota y amigo Mario Benedetti, a propósito de esta sencillez: Pero tengo como claras dos o tres cosas: que un poema debe decir una sola cosa, que no debe explicar, desarrollar, definir -¿estaré tan segura?-, que debe quedar en la memoria. Vida doliente e intensa en el fondo de sus poemas y despojada austeridad y muy trabajada simplicidad en las formas: he ahí dos de las claves de la poesía de Idea Vilariño.
Y qué decir de Antony. Lo he visto en circunstancias y en conciertos muy distintos. La primera vez, actuaba Lou Reed en Salamanca y, en una especie de descanso entre dos de sus piezas, dio paso a un personaje, para mí era entonces desconocido, no pude percibir siquiera si se trataba de un hombre o una mujer (él se define como ‘transgénero’), que interpretó un par de canciones con una voz deslumbrante. Era Antony. Me maravilló. Escuché su música, me interesé por su vida, caí fascinado por su figura. Un año después, creo recordar, estuve en un concierto, él ya era el invitado estelar, actuaba con sus Johnsons en La Mar de Músicas, el ejemplar festival veraniego de Cartagena. Cantó muchas piezas de sus dos primeros discos, Antony and The Johnsons y I am a bird now. Impresionante, estremecedor, excepcional concierto, sus melodías preciosas sonando bajo la luna en el cielo limpio del fantástico verano de Cartagena. Hace un par de años, las fechas me bailan, lo vi en Madrid, en un espectáculo sorprendente, su maravillosa voz punteando la aparición en escena de unos seres aparentemente femeninos, andróginos estáticos, misteriosos, con un fondo de imágenes inquietantes en una pantalla, algo muy teatral, vanguardista. Él ya se había convertido en un icono de la modernidad, un artista inclasificable (la Wikipedia señala que el género musical en el que se encuadra es simultáneamente pop de cámara, dark cabaret, soul, música alternativa). Todo el mundo se lo disputaba para colaborar en sus discos, Joan as a Police Woman, Bjork, Rufus Wainwright, y más adelante, Bryan Ferry y Cocorosie y Marianne Faithfull y hasta Franco Battiato. Isabel Coixet lo incluía en la banda sonora de sus películas, sonaba en los anuncios de Massimo Dutti, y en los conciertos veías a Almodóvar y a futbolistas del Real Madrid y a ministros (al menos a subsecretarios) y a lo más cool del universo artístico español.
Ayer, también en Madrid, también con un ambiente de culto, con las entradas agotadas desde hace meses (yo pude conseguirla en navidades) presentó su último disco, The crying light. Un concierto que me gustó mucho, pero que no me pareció sublime (por recoger el calificativo de una de las seguidoras de Buscando leones en las nubes que lo vio hace una semana en San Sebastián). La opción por tratamientos musicales de sus canciones más contundentes de lo habitual, con una percusión poderosa y guitarras eléctricas, difuminó para mí en ocasiones la gracia y el encanto de su voz, de su piano delicado, de una sección de cuerda exquisita. Un gran concierto, aunque, a mi juicio, no especialmente memorable. Os dejo los enlaces de las crónicas de sus recientes actuaciones en España, la de San Sebastián mencionada, la de Barcelona, hace un mes, y la de anoche en Madrid.
Os dejo también tres vídeos de entre los cientos de él que podéis revisar en YouTube. En primer lugar una interpretación, precisamente, del River of sorrow con cuyo profundo sufrimiento terminamos esta segunda emisión de Buscando leones en las nubes dedicada a Idea Vilariño; se trata de un vídeo de no muy buena calidad, grabado en directo en Londres en 2008, pero que permite apreciar la fascinante singularidad del personaje, aparte de la belleza de la canción. A continuación, grabada también en directo, una versión, magistral, y que he ofrecido también en el programa, del If it be your will de Leonard Cohen. Por último, la impresionante Fistful of love, que muestra la enorme potencia expresiva, el tierno encanto, la sublime delicadeza, la emotiva sensibilidad, el íntimo lirismo de este artista único.
Idea Vilariño y Antony and the Johnsons. Un río de tristeza
martes, 5 de mayo de 2009
IDEA VILARIÑO ENTRE LEVES NOTAS DE JAZZ
En febrero de 2008, coincidiendo con la aparición en España de la Poesía completa de Idea Vilariño, publicada, en una edición ejemplar, con su corrección y su cuidado habituales, por la editorial Lumen, decidí hacer algunos programas para divulgar (digámoslo así con toda modestia; una modestia derivada de la escasa audiencia y la aun menor influencia, seamos realistas, de Buscando leones en las nubes), para difundir una obra que me parecía excepcional e injustamente poco conocida. Después de meses de rumiar la idea, de encontrar el tono de las emisiones, de seleccionar poemas, de escoger canciones, de ensamblar música y textos, ‘confeccioné’ cuatro programas que, por fin, iban a ver la luz en este mes de mayo. (Entre paréntesis, he ahí una muestra significativa -por si os puede interesar- de mi modo de proceder en la gestación de Buscando leones en las nubes: surge una idea de un modo inopinado, un fogonazo, una especie de iluminación casi siempre; le doy vueltas, pienso en el tratamiento radiofónico más adecuado; busco textos, pacientemente, a veces durante meses; recojo piezas musicales, con idéntica pausa: allí surge una canción que encaja en el espíritu y el motivo del programa, allá aparece otra también idónea, me sobreviene acullá el recuerdo de una tercera que puede servir para ilustrar el tema central de la emisión; escribo el guión, asocio cada texto a una música, introduzco modificaciones, altero lo previsto, incorporo nuevos hallazgos, pondero conexiones, contrastes, complementos, mido tiempos… y así, muy sosegadamente, mucho tiempo después… una emisión se cierra, lista para salir al aire)…
… y el martes pasado, el martes 28 de abril, hace hoy una semana, con los programas ya elaborados, con todo decidido, con los guiones escritos, pocos días antes de radiar la primera emisión de la serie… moría en Montevideo Idea Vilariño. Tristísima coincidencia, desafortunado azar, que van a permitir, no obstante, que lo que nació como un mero intento de reconocimiento y divulgación de su obra se convierta también en un homenaje a su figura poética y a su personalidad humana con ocasión de su fallecimiento.
Idea Vilariño había nacido en Montevideo en 1920. Pese a haberse desempeñado con éxito en diversas facetas intelectuales y en distintos campos profesionales, crítica literaria además de poeta, traductora, profesora en enseñanza secundaria primero, en la universidad más adelante, escritora de canciones, fundadora y colaboradora de revistas literarias, eligió mantenerse en un discreto segundo plano, celosa de su intimidad, y rechazó la promoción de su obra, negándose a entrevistas y al resto de peajes que la fama y la popularidad llevan consigo. Hasta el año 1997, con setenta y siete años ya, no aceptó un encuentro con periodistas para hablar de su producción literaria. Sin embargo su obra poética es conocida y valorada en el mundo entero, sobre todo en Iberoamérica, pero también en Estados Unidos y Europa, en donde se multiplican sus traducciones y se la respeta y valora como un clásico de las letras hispanoamericanas, pese a que, desde la perspectiva del gran público, digámoslo así, es poco menos que desconocida.
Los poemas de Idea Vilariño son formalmente austeros y sencillos, sin aparente complejidad técnica, muy directos, muy claros y explícitos, muy cercanos, intensos. Poemas breves, de escasos versos, sin rima, sin apenas puntuación, despojados, escuetos, descarnados, cincelados con un extraordinario rigor, pero a la vez con un intenso ritmo interno, con una cadencia hecha de repeticiones, de frases cortas, con una envolvente musicalidad que los hace muy atrayentes, muy asequibles, que hace que penetren profundamente en el lector.
Sus versos repiten una serie de motivos recurrentes: la muerte que todo lo impregna, que es el horizonte fatal de toda aventura humana, el amor imposible y a la vez esperanzado, el sexo mencionado sin pudor, la memoria de una felicidad que quizá ya sólo cabe en el recuerdo, una profunda angustia existencial, el miedo, el fracaso, la lucidez y su correlato natural, el pesimismo, el dolor, la soledad, el deseo. Y todo ello, narrado casi siempre desde una habitación vacía, sin más muebles que una cama deshecha, sin adornos, sin paisajes, sin nombres, sin atributos. Una habitación, como señaló Antonio Muñoz Molina en un artículo sobre la escritora, que es la habitación del insomnio, la de la soledad al mismo tiempo orgullosa y desgarrada, la del amor furioso y sobre todo la de la ausencia y la rememoración pasional y desengañada del amor, la habitación de no esperar nada y sin embargo seguir esperando unos pasos en la escalera y unos golpes en la puerta, debajo de la cual se ha encendido a deshoras la luz del descansillo.
Para este primer programa de mayo, el primero de los cuatro con los que en este mes Buscando leones en las nubes homenajea a Idea Vilariño, he elegido la sensibilidad, la delicadeza, la introspección, la melancolía y la apagada tristeza de algunas piezas instrumentales de jazz que me parecían uno de los fondos sonoros más adecuados para degustar los intensos poemas de la autora uruguaya. Así, han sonado en la emisión magníficas obras de Christina Dahl, Giovanni Mirabassi, Till Bronner, Ben Webster, Ludovico Einaudi, Art Pepper, Clint Eastwood, Chet Baker, Bobby Hutcherson, John Coltrane y Bill Evans.
Música de jazz, he dicho. ¿Es jazz lo que hace Ludovico Einaudi? En fin, qué importan las categorías: jazz, música clásica contemporánea, minimalismo, incluso new age… qué más da. Os dejo tres vídeos del músico turinés para que comprobéis por vosotros mismos su adscripción a uno u otro estilo musical y, sobre todo, para que os deleitéis en la maravilla de sus composiciones y su interpretación. En primer lugar el íntimo y tristísimo Divenire que ha salido al aire en el programa de esta semana, grabado en directo en un teatro de Mantua (los nombres de ciudades se traducen al idioma en el que se está hablando, en este caso el castellano; dejadme de Lleidas y Ourenses, no se dice London ni München ni… Mantova… ay, los peajes que hay que pagar a los nacionalismos en aras de la maldita gobernabilidad, malditos también los mediocres políticos; permitidme el arrebatado inciso seudopolítico); luego, una de sus melodías africanas con un fondo de imágenes más bien convencionales del continente negro; por último la deliciosa Love is a mistery sonando sobre una foto fija elegida (la foto) por su anónimo autor con criterios que rozan la banal cursilería (por no decir que entran de lleno en ella). Por cierto, como habréis observado, YouTube hace desaparecer, en ocasiones, por exigencias de las compañías discográficas o de las empresas y productoras de cine, algunos de los vídeos que dejo aquí (inicialmente sin problema alguno, por eso los 'cuelgo' de un modo inocente). Siento que ello ocurra, pero no se puede evitar... y tampoco es cosa de ponernos ahora a debatir sobre los límites de la propiedad intelectual.
Entre las melancólicas notas del piano de Ludovico Einaudi dejamos deslizar nuestro deseo: ¡Descanse en paz Idea Vilariño!