… DUÉRMETE YA
La celebración, el pasado 20 de noviembre, del Día Mundial de la Infancia así como los cincuenta años, profusamente recordados en los medios de comunicación, de la Declaración Universal de los Derechos del Niño (¡¡¡cuántas mayúsculas!!!) nos ha servido de excusa, aquí en Buscando leones en las nubes, para dedicar dos emisiones al mundo infantil con textos y canciones alusivas a la infancia. Si hace siete días leíamos nanas de destacados poetas y escritores hispanoamericanos y escuchábamos, también, canciones de cuna extraídas del inmenso acervo musical de muy variados países del mundo, hoy, en cambio, el enfoque del programa, manteniendo un espíritu similar, presenta sin embargo algunas ligeras diferencias con el de entonces.
Con respecto a los fragmentos literarios, siguen siendo los niños los protagonistas de la emisión, pero unos niños algo, sólo algo, más creciditos. He escogido algunos poemas de grandes nombres de la literatura en castellano como José Moreno Villa, Cristina Peri Rossi, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Gabriel Celaya, José Agustín Goytisolo, Antonio Gamoneda, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, José Ángel Valente, Luis Cernuda y Javier Velaza, en los que los autores se muestran en tanto padres, y dirigen a sus hijos pequeños, recién nacidos en muchos casos, sus palabras esperanzadas, llenas de ilusión, repletas de recuerdos, de promesas, de consejos, pero también de dudas, de incertidumbres, de desconcierto, sentimientos todos provocados por el acontecimiento, trivial pero especialísimo, repetido pero único, del nacimiento de sus hijos.
En la vertiente musical del programa me ha parecido oportuno continuar ofreciéndoos nanas. Sólo que esta vez, frente al tono más o menos tradicional o folklórico (entendido el término en su mejor sentido) de las cancioncillas de hace una semana, el referente que ha guiado mi selección lo constituye lo que podríamos llamar ‘nanas modernas’, es decir canciones de intérpretes pertenecientes a géneros musicales más actuales, como el pop, el rock o el country (en efecto, el vocablo 'pop' está admitido, ya, por la Real Academia como plenamente castellano; no así country o rock... cursivas, pues, para ellos... misterios del DRAE), con una intención, bien directa o tan sólo lateral, vinculada al universo infantil. Así, han sonado Tom Waits, The Dixie Chicks, Marianne Faithfull, Angelo Branduardi, Julie Doiron, Vienna Teng, Fleetwood Mac, Emmylou Harris con Dan Seals, Natalie Merchant, Queens Of The Stone Age, Faith Hill y The Be Good Tanyas.
Y hablando de nanas, permitidme otra recomendación, más allá de los programas de Buscando leones en las nubes. Ya os anticipé en la entrada precedente la reciente publicación de un magnífico volumen, denominado El gran libro de las nanas, y que lleva como subtítulo, que se nos ofrece desde la propia portada, Las más bellas canciones de cuna en lengua española desde sus orígenes hasta nuestros días. El libro está publicado por El Aleph y se trata, como habréis adivinado a partir de su significativa rúbrica, de una completa antología de nanas, fruto de la estupenda labor como editora de la escritora mallorquina y Catedrática de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona, Carme Riera. Para la ardua tarea de compilación de las canciones de cuna recogidas no sólo de la literatura, sino de la tradición oral de tantos siglos, la editora ha contado con la colaboración de una de sus antiguas alumnas en la Facultad, Araceli León, con la que rebuscó en manuscritos, cancioneros, colecciones y textos poéticos varios cuantas nanas pudieran encontrar hasta conformar, con el resultado de dicha pesquisa, un libro que Carme Riera dedica en su prólogo a las madres que desde hace millones de años acunan a sus hijos, a los padres que empiezan a acunarles desde hace poco y, de un modo especial, a los niños y niñas para que sigan durmiéndose arropados por la poesía que destilan las nanas.
El libro, altamente recomendable si os interesa el tema, incluso si no es así, se divide en cuatro grandes capítulos, unidos, cada uno de ellos, por un eje principal, por una idea vertebradora. En primer lugar, bajo el título A la nanita, nana, se recogen canciones de cuna anónimas, procedentes de la tradición. Algunas nos llegan a través de la transmisión oral, otras gracias al trabajo de recopilación de estudiosos del folklore español, de cuyas obras se dan las oportunas referencias bibliográficas por si el lector quisiera profundizar en ellas. En la segunda sección, que se titula El corderillo blanco, se incluyen villancicos populares, villancicos que son, en definitiva, nanas especialmente dedicadas al Niño Jesús. Se trata de composiciones anónimas incluidas en los cancioneros de los siglos XVI, XVII y XVIII. Muchas de ellas tienen un origen claramente profano, pero han sido ‘reformuladas’ a lo divino, adaptadas a las tradiciones religiosas relativas al nacimiento de Cristo y al contexto navideño del Belén. Si me adurmiere madre, es la rúbrica que encabeza el tercer capítulo, dedicado a las nanas, ya con autor identificado, del siglo de oro, con una presencia destacada de Lope de Vega. Son poemas en los que los poetas cultos escriben nanas de carácter religioso, nacidas con una clara vocación de oralidad, para ser cantadas en las celebraciones festivas de la Navidad. El cuarto capítulo, el más extenso del libro, pues ocupa más de doscientas páginas de las cerca de cuatrocientas del volumen, se titula De la cuna a la luna y constituye la demostración palmaria de la pervivencia de la nana como forma poética actual, pues se ofrecen significativas muestras del género en el mundo literario contemporáneo, que incluye desde canciones de cuna nacidas a principios del siglo XIX, bajo la inspiración romántica, hasta la producción poética infantil, podríamos decir, de autores consagrados de nuestras letras en el siglo XX, como Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, José Hierro o Gloria Fuertes, a los que se suman los ya citados con anterioridad y junto a tantos otros, llegando, incluso, hasta el presente 2009 con una nana de este mismo año debida a Luisa María Martín Alonso.
En el acostumbrado espacio de los vídeos os presento la emocionante y tristísima My skin, de la genial Natalie Merchant, que ya ha salido muchas veces en Buscando leones en las nubes y que no es, de ninguna manera, una nana, aunque contiene una mención indirecta a la que me he agarrado para volver a programarla en la emisión de esta semana. A continuación, el Godspeed (Sweet dreams) de las Dixie Chics, grabado en directo en un concierto de 2003 (con una propina, su éxito Landslide). Y para terminar, almíbar a raudales con la estupenda, aunque rozando peligrosamente la cursilería, Lullabye for a stormy night, de Vienna Teng, con un inevitablemente lacrimógeno fondo de imágenes de Bambi, una de las obras maestras de Walt Disney.
El programa de esta semana está dedicado a la menor de mis siete sobrinos, Carlotiña, ese guisantito pequerrecho al que véis en la foto que preside esta entrada.
Duérmete ya
En la vertiente musical del programa me ha parecido oportuno continuar ofreciéndoos nanas. Sólo que esta vez, frente al tono más o menos tradicional o folklórico (entendido el término en su mejor sentido) de las cancioncillas de hace una semana, el referente que ha guiado mi selección lo constituye lo que podríamos llamar ‘nanas modernas’, es decir canciones de intérpretes pertenecientes a géneros musicales más actuales, como el pop, el rock o el country (en efecto, el vocablo 'pop' está admitido, ya, por la Real Academia como plenamente castellano; no así country o rock... cursivas, pues, para ellos... misterios del DRAE), con una intención, bien directa o tan sólo lateral, vinculada al universo infantil. Así, han sonado Tom Waits, The Dixie Chicks, Marianne Faithfull, Angelo Branduardi, Julie Doiron, Vienna Teng, Fleetwood Mac, Emmylou Harris con Dan Seals, Natalie Merchant, Queens Of The Stone Age, Faith Hill y The Be Good Tanyas.
Y hablando de nanas, permitidme otra recomendación, más allá de los programas de Buscando leones en las nubes. Ya os anticipé en la entrada precedente la reciente publicación de un magnífico volumen, denominado El gran libro de las nanas, y que lleva como subtítulo, que se nos ofrece desde la propia portada, Las más bellas canciones de cuna en lengua española desde sus orígenes hasta nuestros días. El libro está publicado por El Aleph y se trata, como habréis adivinado a partir de su significativa rúbrica, de una completa antología de nanas, fruto de la estupenda labor como editora de la escritora mallorquina y Catedrática de Literatura Española en la Universidad Autónoma de Barcelona, Carme Riera. Para la ardua tarea de compilación de las canciones de cuna recogidas no sólo de la literatura, sino de la tradición oral de tantos siglos, la editora ha contado con la colaboración de una de sus antiguas alumnas en la Facultad, Araceli León, con la que rebuscó en manuscritos, cancioneros, colecciones y textos poéticos varios cuantas nanas pudieran encontrar hasta conformar, con el resultado de dicha pesquisa, un libro que Carme Riera dedica en su prólogo a las madres que desde hace millones de años acunan a sus hijos, a los padres que empiezan a acunarles desde hace poco y, de un modo especial, a los niños y niñas para que sigan durmiéndose arropados por la poesía que destilan las nanas.
El libro, altamente recomendable si os interesa el tema, incluso si no es así, se divide en cuatro grandes capítulos, unidos, cada uno de ellos, por un eje principal, por una idea vertebradora. En primer lugar, bajo el título A la nanita, nana, se recogen canciones de cuna anónimas, procedentes de la tradición. Algunas nos llegan a través de la transmisión oral, otras gracias al trabajo de recopilación de estudiosos del folklore español, de cuyas obras se dan las oportunas referencias bibliográficas por si el lector quisiera profundizar en ellas. En la segunda sección, que se titula El corderillo blanco, se incluyen villancicos populares, villancicos que son, en definitiva, nanas especialmente dedicadas al Niño Jesús. Se trata de composiciones anónimas incluidas en los cancioneros de los siglos XVI, XVII y XVIII. Muchas de ellas tienen un origen claramente profano, pero han sido ‘reformuladas’ a lo divino, adaptadas a las tradiciones religiosas relativas al nacimiento de Cristo y al contexto navideño del Belén. Si me adurmiere madre, es la rúbrica que encabeza el tercer capítulo, dedicado a las nanas, ya con autor identificado, del siglo de oro, con una presencia destacada de Lope de Vega. Son poemas en los que los poetas cultos escriben nanas de carácter religioso, nacidas con una clara vocación de oralidad, para ser cantadas en las celebraciones festivas de la Navidad. El cuarto capítulo, el más extenso del libro, pues ocupa más de doscientas páginas de las cerca de cuatrocientas del volumen, se titula De la cuna a la luna y constituye la demostración palmaria de la pervivencia de la nana como forma poética actual, pues se ofrecen significativas muestras del género en el mundo literario contemporáneo, que incluye desde canciones de cuna nacidas a principios del siglo XIX, bajo la inspiración romántica, hasta la producción poética infantil, podríamos decir, de autores consagrados de nuestras letras en el siglo XX, como Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Gerardo Diego, José Hierro o Gloria Fuertes, a los que se suman los ya citados con anterioridad y junto a tantos otros, llegando, incluso, hasta el presente 2009 con una nana de este mismo año debida a Luisa María Martín Alonso.
En el acostumbrado espacio de los vídeos os presento la emocionante y tristísima My skin, de la genial Natalie Merchant, que ya ha salido muchas veces en Buscando leones en las nubes y que no es, de ninguna manera, una nana, aunque contiene una mención indirecta a la que me he agarrado para volver a programarla en la emisión de esta semana. A continuación, el Godspeed (Sweet dreams) de las Dixie Chics, grabado en directo en un concierto de 2003 (con una propina, su éxito Landslide). Y para terminar, almíbar a raudales con la estupenda, aunque rozando peligrosamente la cursilería, Lullabye for a stormy night, de Vienna Teng, con un inevitablemente lacrimógeno fondo de imágenes de Bambi, una de las obras maestras de Walt Disney.
El programa de esta semana está dedicado a la menor de mis siete sobrinos, Carlotiña, ese guisantito pequerrecho al que véis en la foto que preside esta entrada.
Duérmete ya