NOSTALGIA DE AQUELLAS TARDES DE DOMINGO
Con la excusa de los Oscars, el cine es esta semana (y lo será la próxima), al igual que en años anteriores por estas fechas, el protagonista de Buscando leones en las nubes. Y lo es en la doble vertiente, literaria y musical, en la que se desenvuelve habitualmente nuestro programa.
Desde el punto de vista literario, os ofrezco, en los dos programas de la serie, una selección de poemas de autores españoles que tienen al cine, a la magia de las salas cinematográficas, a la fascinación que nos provocan las películas, al encantamiento y la seducción de las historias que vemos en las pantallas, como centro de su expresión poética. El cine ha tenido una presencia constante y destacada en la poesía española desde principios del siglo XX. García Lorca, Alberti, Gerardo Diego, Pedro Salinas, entre otros nombres destacados de nuestra literatura; el surrealismo, la generación del 27, los poetas sociales de los 50, los novísimos, entre otros movimientos poéticos, se han ocupado de un fenómeno que, desde sus orígenes, resultaba muy sugestivo y evocador y de una extraordinaria capacidad poética. Sin embargo, estas dos emisiones de Buscando leones en las nubes se van a centrar, exclusivamente, en autores contemporáneos, en poetas relativamente jóvenes, en poetas que, en cualquier caso, y al margen de su edad, han publicado algún libro en los últimos 20 años. La mayor parte de los versos han sido extraídos de algunos libros imprescindibles que os recomiendo apasionadamente. Por un lado, los dos completísimos números de la revista Litoral que, con los títulos de La poesía del cine y Los poetas del cine, editó en 2003 la ejemplar y magnífica publicación malagueña. En ambos volúmenes podréis encontraros el menú habitual de la pionera revista: poemas, estudios, análisis, documentos, referencias musicales, imágenes, cuadros, opiniones... presentado todo ello en unas ediciones cuidadísimas que rezuman belleza y que aúnan contenido interesante y continente precioso. Por otro lado, el programa se nutre también de una extraordinaria antología, Viento de cine. El cine en la poesía española de expresión castellana (1900-1999), que vio la luz en la editorial Hiperión en 2002. La selección de autores y poemas, la esclarecedora introducción y las ilustrativas y profusas notas corresponden al escritor José María Conget, que presenta un volumen imprescindible para rastrear la presencia del cine en la obra de nuestros poetas a lo largo del siglo XX. En el libro aparecen poemas en los que, como señala la propia editorial, el cine se constituye en referencia central o esquinada de la inspiración lírica: las salas cinematográficas como locus amoenus de la infancia o prado oscuro del amor, el deseo imposible por las estrellas de la pantalla, los títulos que se enlazan con momentos clave de nuestra biografía, la metáfora del sueño y de la memoria, los primeros planos del recuerdo, el travelling que desemboca en el crimen, la sesión de noche que fluye hacia el silencio del fracaso, la risa muda de los grandes payasos en que se convierte la carcajada de la existencia. Todo está en los versos, todo estuvo en el cine. Para completar el programa de esta semana he elegido poemas -entresacados, como digo, de los libros citados- escritos por Jesús Lizano, Ana María Navales, María Sanz, Pere Rovira, José María Merino, Harkaitz Cano Jaúregui, Felipe Benítez Reyes, Miguel D’Ors, Javier Benítez, Karmelo C. Iribarren y Manuel Sánchez Chamorro.
En el terreno musical, la emisión gira sobre el jazz. He escogido, para acompañar los poemas leídos, piezas de jazz interpretadas por algunas de las más importantes figuras de la historia de ese estilo, grandes clásicos que han aparecido en películas, no necesariamente vinculadas a los Oscars, pero siempre magníficas. Se trata, y la sola enumeración resulta impresionante por la cantidad de obras y artistas que forman parte de lo mejor de la cultura universal del último siglo, de Willow weep for me, interpretada por Billie Holiday en El criminal, de Joseph Losey; He’s younger than you are, con el saxo de Sonny Rollins sonando en Alfie, de Lewis Gilbert; Theme from I want to live, la banda sonora compuesta por Gerry Mulligan para la película del mismo título, Quiero vivir, dirigida por Robert Wise; Looking at you, en la voz de Lee Wiley, que aparece en L.A Confidential, excelente film de Curtis Hanson; I got it bad & that ain't good, con Nina Simone, recogida en El gran Lebowski, de Joel Cohen; Why did she choose you, la intensa presencia del saxo de Gato Barbieri en El último tango en Paris, de Bernardo Bertolucci; Nuit sur les Champs Élysées, una estupenda manifestación de la fecunda colaboración del trompetista Miles Davis con el director Louis Malle en Ascensor para el cadalso; Almost cried, con el maestro Duke Ellington en Anatomía de un asesinato de Otto Preminger; Still time, una pieza en la que se emparejan el saxo de Dexter Gordon y el piano de Herbie Hancock, en una de las mejores películas sobre el jazz que he visto en mi vida, Round midnight, del casi siempre genial Bertrand Tavernier; I only have eyes for you, con el saxo de Gerry Niewood construyendo el sugerente fondo sonoro para Una historia del Bronx, esa pequeña gema cinematográfica que dirigió Robert de Niro en 1993; There’ll be another spring, en la que la voz de Dianne Reeves contribuye a crear el clima profundo de Buenas noches y buena suerte, la magnífica aparición de George Clooney en su cada vez más frecuente e inspirado rol de director.
Cerramos esta presentación con otra muestra de la presencia del jazz en el cine. Se trata de Diana Krall, que no aparece en ninguno de los dos programas, pero que va a tener pronto una emisión monográfica en Buscando leones en las nubes, interpretando Let’s fall in love (con un subtitulado de traducción mejorable) que formó parte de la banda sonora de la prescindible Otoño en Nueva York que, con Richard Gere y Winona Ryder, dirigió en 2000 la actriz Joan Chen.
Nostalgia de aquellas tardes de domingo