martes, 28 de enero de 2020


UNA BANDADA DE PÁJAROS 

Hoy cerramos, algo apresuradamente, para variar, la serie de tres programas que desde principios de enero, cuando los atosigantes rituales de la Navidad, esa permanente reminiscencia del tiempo cíclico, aún ejercían sus últimos y perniciosos efectos, estamos dedicando a tan inaprensible y sin embargo rotundamente constatable magnitud. 

Partiendo de textos entresacados de Los sueños de Einstein, el más que apreciable libro de Alan Lightman, en los que el científico explora, en su imaginada duermevela en la Berna de 1905, en los días en que urdía los primeros esbozos de su teoría de la relatividad, las repercusiones prácticas que tendría en las vidas de sus conciudadanos la estricta aplicación de sus novedosos y entonces revolucionarios descubrimientos, la emisión que ahora da comienzo os ofrece nueve de esos sueños, entrelazados con otras tantas canciones alusivas también al paso del tiempo, a su inexorable dictadura, a la añoranza de los días pasados, al temor por el rápido agotamiento de los que quedan por venir, a, en definitiva, lo sustancial de nuestra consciente condición humana. The Everly Brothers, Cindy Lauper, Kansas, Joni Mitchell, Neil Young, Coldplay, John Mayer, Rebekka Bakken y Ella Fitzgerald, que cierra el programa con la preciosa September song, el clásico de Kurt Weill. 


La familia hace un pícnic en la orilla del Aar, diez kilómetros al sur de Berna. Las niñas han terminado de comer y se persiguen unas a otras alrededor de un pino. Al final, mareadas, se tiran sobre la hierba, recuperan el aliento un segundo y se ponen a rodar por el suelo hasta que se marean de nuevo. El hijo, su obesa esposa y la abuela están sentados sobre un mantel, comen jamón ahumado, queso, pan ácimo con mostaza, uvas y tarta de chocolate. Mientras comen y beben, una brisa amable cruza el río y ellos respiran el dulce olor del verano. El hijo se quita los zapatos y agita los dedos de los pies sobre la hierba. De pronto una bandada de pájaros pasa a toda velocidad sobre sus cabezas. El joven se pone en pie de un salto y corre tras ellos, sin tiempo a ponerse los zapatos. Desaparece sobre la colina. Enseguida se le une más gente que ha visto los pájaros desde la ciudad. 

Un pájaro se ha posado en un árbol. Una mujer trepa por el tronco y trata de agarrarlo, pero el pájaro salta inmediatamente a una rama más alta. Ella trepa detrás, se sienta sobre la rama y se arrastra con cuidado. El pájaro vuelve a saltar a la rama inferior. Mientras la mujer está subida sin remedio en el árbol, otro pájaro se posa para comer semillas. Dos hombres se acercan sigilosamente por detrás con un enorme frasco de cristal. Pero el pájaro es demasiado astuto para ellos, echa a volar y se une de nuevo a la bandada. 

Ahora los pájaros vuelan sobre la ciudad. El pastor de St. Vincent está en el campanario de la catedral y trata de persuadir a los pájaros para que pasen bajo el arco. Una anciana ve que los pájaros se posan un instante sobre un arbusto en los jardines Kleine Schanze. Se acerca muy despacio con un frasco de cristal, pero se da cuenta de que no tiene ninguna opción de atrapar ninguno, deja caer el frasco y se echa a llorar. 

No está sola en su frustración. Todos los hombres y mujeres desean atrapar un pájaro. Esta bandada de ruiseñores es el tiempo. El tiempo aletea inquieto y no para de moverse con estos pájaros. Si una persona consigue atrapar uno en un frasco de cristal, el tiempo se detiene. El momento se detiene para todas las personas y árboles y el terreno en el que se encuentran. 

En realidad, muy rara vez alguien consigue atrapar un pájaro. Los niños, que aún poseen la agilidad necesaria para hacerlo, no tienen ningún interés. Para los niños el tiempo ya se mueve demasiado despacio. Se apresuran de un momento a otro, hambrientos de cumpleaños y nocheviejas, incapaces de esperar para vivir lo que les queda. Los más viejos desean detener el tiempo con desesperación, pero son demasiado lentos y están demasiado cansados como para atrapar ningún pájaro. Para los viejos el tiempo pasa demasiado rápido. Ansían detener un solo minuto en la mesa del desayuno tomando el té, o un momento en que su nieta se atasca al quitarse el disfraz, o una tarde en la que el sol de invierno se refleja en la nieve e inunda de luz la sala de música, pero son demasiado lentos y se ven obligados a contemplar cómo el tiempo salta y vuela lejos de su alcance. 

Cuando alguien consigue atrapar un ruiseñor, se deleita en ese momento congelado. Saborea el lugar preciso que ocupan su familia y amigos, sus expresiones, la felicidad cautiva de un premio o un nacimiento o un romance, el olor cautivo de la canela o de las violetas de Parma. Los que lo atrapan se embelesan ese instante, pero descubren enseguida que el ruiseñor se está muriendo y que a medida que su canto aflautado se desvanece, también el momento se marchita y muere.

martes, 21 de enero de 2020


UN MUNDO SIN TIEMPO 

Buscando leones en las nubes os ofrece esta semana una acelerada segunda emisión, que nace irónicamente apremiada por el reloj, de la serie de tres que desde hace siete días estamos dedicando al tiempo, a partir de Los sueños de Einstein, el magnífico libro de Alan Lightman, presentado el pasado 2019. 

En la muy atractiva obra, de la que dentro de diez días tendréis una completa reseña en mi otro espacio de Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro, vemos al científico alemán en 1905, cuando en pleno frenesí creativo, asaltado su cerebro por las novedosas ideas que conformarán su teoría de la relatividad, se adormece en la oficina de patentes de Berna en la que trabaja. En sus sueños, el entonces jovencísimo Albert explora las consecuencias prácticas que produciría en la vida cotidiana la completa realización de sus revolucionarios postulados. 

En el programa de esta noche os propongo nueve de esos sueños, envueltos en las también ensoñadoras canciones de otros tantos músicos, temas todos que tienen igualmente al tiempo como motivo central, tanto en su concepción más abstracta y filosófica como en sus dimensiones más comunes: la tiranía de los relojes, la infancia que perdimos y añoramos, la vejez que nos vence, la fugacidad de una vida que se nos escurre entre los dedos, y tantas otras manifestaciones de nuestro obligado sometimiento al inexorable paso de las horas, de los días, de los años. Sus intérpretes son Barbra Streisand, Dayna Kurtz, Frank Sinatra, Madredeus, Harry Chapin, Chico Buarque, Bob Dylan, Scott Walker y Enya, con su música atmosférica y bellísima que nos transporta a evanescentes paisajes sonoros. 


En el número 27 de la Viktoriastrasse, en Berna, una joven está tumbada en la cama. El sonido de la pelea de sus padres llega hasta su habitación. Se tapa los oídos y mira la fotografía que hay sobre la mesa, una fotografía de sí misma cuando era una niña, agachada en la playa, junto a su padre y su madre. En una de las paredes de su cuarto hay una mesa de madera de castaño. Sobre ella hay un lavamanos. La pintura azul de la pared está cuarteada y ha empezado a caerse. A los pies de la cama hay una maleta abierta, medio llena de ropa. Mira la fotografía y luego hacia el tiempo. El futuro es sugerente. Se decide al fin. Sale de casa a toda prisa sin terminar de hacer la maleta, directa hacia el futuro. Se apresura a avanzar un año, cinco, diez, veinte, hasta que de pronto echa el freno, pero viaja a tal velocidad que no consigue detenerse hasta que tiene cincuenta años. Los episodios han pasado tan rápido que apenas ha podido verlos. Un abogado calvo que la deja embarazada y luego se marcha. La sombra de un año en la universidad. Un pequeño apartamento en Lausanne durante un tiempo. Una amiga en Friburgo. Unas visitas aisladas a unos padres que envejecen. La habitación de hospital en la que muere su madre. El húmedo apartamento de Zúrich con olor a ajo en el que muere su padre. Una carta de su hermana, que vive en algún lugar de Inglaterra. 

La mujer recupera el aliento. Tiene cincuenta años. Está tumbada en la cama, trata de recordar su vida, contempla su fotografía de niña, agachada en la playa junto a su padre y su madre.

martes, 14 de enero de 2020


LOS SUEÑOS DE EINSTEIN 

Buscando leones en las nubes os da la bienvenida a un nuevo año con este primer programa de 2020, una emisión con la que queremos ofreceros, como hacemos cada semana desde hace ya dos décadas, una interesante selección de música y literatura. 

Los consabidos rituales navideños que dejamos atrás hace solo unos días, sus recurrentes rutinas, reiteradas una y otra vez, año tras año, con cíclica y monótona insistencia, constituyen el emblema de un tiempo circular cuyo eterno retorno de lo mismo se repite en un desasosegante e interminable bucle que por un lado nos da seguridad -el confort que deriva del plácido desenvolverse en un ámbito conocido-, pero por otro nos aterra, en cuanto convierte nuestras vidas en un inexorable camino en apariencia trazado de antemano, una asfixiante cárcel de la que resulta imposible escapar. 

Esta por otro lado trivial reflexión sobre el tiempo a la que siempre inducen las fiestas navideñas, es la excusa de la que he querido servirme para organizar en torno a ella el ciclo de tres emisiones que ahora se abre y que tiene a los complejos e inescrutables entresijos del tiempo como protagonistas. La editorial Libros del Asteroide publicó el pasado 2019, en traducción de Andrés Barba, Los sueños de Einstein, un estupendo libro del que tendréis a finales de este mes la correspondiente reseña en mi otro espacio de Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro

En él, el autor, Alan Lightman, nos presenta al popular científico en 1905, adormilado en la oficina de patentes de la Speichergasse, en Berna, de la que es empleado. Mientras fuera del local la vida discurre por los habituales cauces de la normalidad más anodina, Albert, que con solo veintiséis años esboza su teoría de la relatividad, agotado por la intensa actividad mental de los últimos meses sueña, en un constante duermevela, con imaginados universos en los que toman cuerpo sus controvertidas teorías, hasta el punto de que la realidad de sus estudios e investigaciones acaba por imbricarse y hacerse indiscernible con el difuso escenario de sus fantasiosas visiones. 

El libro recorre las distintas derivaciones de las, para los profanos, inconcebibles hipótesis sobre el tiempo que postula la teoría de la relatividad, inventando, en una operación muy atractiva literariamente, rezumando lirismo y belleza, su posible plasmación práctica en diferentes escenarios de un universo conocido y familiar pero descabalado y fantástico, incomprensible y enigmático, trastocado por ese inusitado desplazamiento de la convencional noción del tiempo.

Algunos de esos sueños del Einstein de Lightman integran las emisiones que componen la serie, envueltos en canciones que hablan, cómo no, de la inaprensible y abstracta magnitud, pero también de sus manifestaciones más concretas: los recuerdos, la añoranza de la infancia, las ocasiones perdidas, el transcurrir de los años, las vidas que se agotan y se deslizan inapreciablemente hacia su extinción, y tantos otros temas adyacentes a la idea central que nuclea los programas. Sus intérpretes han sido Billie Holiday, Pink Floyd, Claudine Longet, Johnny Cash, Isobel Campbell con Mark Lanegan, Paulinho Moska, Rolling Stones, Keren Ann, Fleetwood Mac y Chet Baker.