EN LA SOLEDAD DE LOS LIBROS
Todos los años, cuando llega la Feria del libro a Salamanca (en esta ocasión a partir del próximo 8 de mayo y con Torrente Ballester, en su centenario, como referencia central), Buscando leones en las nubes dedica un programa a la lectura. En esta época de prisas, de frenética rapidez, de presente desbocado e insensato, de dominio de la inmediatez, en estos tiempos de imágenes efímeras, del fugaz y evanescente brillo de las pantallas, la lectura se ofrece, a quienes aún la disfrutamos, como una especie de anacronismo, un resto, por fortuna aún vivo en muchos espíritus, de otras etapas de la civilización, si exagero levemente. Porque, ¿qué sentido tiene en nuestros días sumergirse en un libro durante unas horas, degustar lentamente historias manifiestamente irreales, demorarse en la fantasía introspectiva o en la evocación soñadora a la que siempre inducen las palabras, abandonando el fragor de la batalla, el canto tentador de las sirenas internáuticas, la irremisible atracción del abismo al que nos llama ese monitor tras el cual se esconden todos los misterios, toda la magia, todas las promesas, todas las ilusiones, todo el universo? Y sin embargo, lo tiene, sigue teniendo sentido para muchos que, como yo mismo, creen encontrar tras las páginas de un libro idénticas (y aun mayores) aventuras, y también emoción y conocimiento y diversión y entusiasmo y pasión y encantamiento y saber y consuelo y alegría y placer y... vida, mucha vida en cada libro.
Desde hace muchos años llevo entresacando de todos los libros que leo citas relativas a la lectura, reflexiones sobre el hecho de leer, sobre el placer de la lectura, sobre la magia y las maravillas que aportan los libros a nuestra vida. En el programa de ayer se ofrecen algunos de esos fragmentos, extraídos de la obra de Ann-Marie Mac Donald, Orham Pamuk, Alicia Villoldo-Botana, Juan Carlos Onetti, Xavier P. Docampo, Antonio Ferres, Andrés Trapiello, Philip Roth, Mary Ann Shaffer, Michele Petit, Eduard Márquez, Mario Vargas Llosa y Alan Bennett.
Entre las citas, y con la intención de crear una atmósfera relajada e intimista que nos permita degustarlas mejor, presento algunas canciones muy dulces y también encantadoras, llenas de sensibilidad y ternura, preciosas. Sus intérpretes, que de un modo absolutamente casual (o quizá no tanto) han resultado ser, en todos los casos, mujeres, son Renee Olstead, Mayra Andrade, Melody Gardot, Sophie Zelmani, Eliane Elias, Norah Jones, Stacey Kent, Sade, Paula Morelembaum, Anjani Thomas, Souad Massi, Emmylou Harris y Lizz Wright.
Para la sección de vídeos he tenido la tentación (y me he resistido, no sin dificultades, a ella) de ofrecer una muestra de cada una de las trece cantantes que han aparecido en el programa. Me he conformado (a regañadientes) con sólo (¡¡sólo!!) ocho: Mayra Andrade, Melody Gardot, Sophie Zelmani, Norah Jones, Sade, Paula Morelembaum, Anjani Thomas y Lizz Wright. En todos los casos he escogido actuaciones en directo, y en todos salvo en el de Lizz Wright, que repite, piezas distintas a las que habéis podido escuchar en la emisión.
En la soledad de los libros
"Una de mis preocupaciones constantes es el comprender cómo es que otra gente existe, cómo es que hay almas que no sean la mía, conciencias extrañas a mi conciencia, que, por ser conciencia, me parece ser la única. Comprendo bien que el hombre que está delante de mí, y me habla con palabras iguales a las mías, y me ha hecho gestos que son como los que yo hago o podría hacer, sea de algún modo mi semejante. Lo mismo, sin embargo, me sucede con los grabados que sueño de las ilustraciones, con los personajes que veo de las novelas, con los personajes dramáticos que en el escenario pasan a través de los actores que los representan.
ResponderEliminarNadie, supongo, admite verdaderamente la existencia real de otra persona. Puede conceder que esa persona está viva, que siente y piense como él; pero habrá siempre un elemento anónimo de diferencia, una desventaja materializada. Hay figuras de tiempos idos, imágenes espíritus en libros, que son para nosotros realidades mayores que esas indiferencias encarnadas que hablan con nosotros por encima de los mostradores, o nos miran por casualidad en los tranvías, o nos rozan, transeúntes, en el acaso muerto de las calles. Los demás no son para nosotros más que paisaje y, casi siempre, paisaje invisible de calle conocida.
Tengo por más mías, con mayor parentesco e intimidad, ciertas figuras que están escritas en los libros, ciertas imágenes que he conocido en estampas, que muchas personas, a las que llaman reales, que son de esa inutilidad metafísica llamada carne y hueso. Y "carne y hueso", en efecto, las describe bien: parecen cosas recortadas puestas en el exterior marmóreo de una carnicería, muertes que sangran como vidas, piernas y chuletas del Destino."(Fernando Pessoa)