ÁFRICA, 50 AÑOS DE INDEPENDENCIA
Desde el 1 de enero de 1960, en que lo hizo Camerún, hasta el 28 de noviembre de ese mismo año cuando el protagonismo correspondió a Mauritania, diecisiete países del África negra alcanzaron la independencia de las colonias europeas después del ejemplo inaugural, en el ámbito subsahariano, de Ghana, que había accedido a su autonomía en 1957, abriendo un proceso que, de un modo siempre controvertido, ha llegado hasta nuestros días. Senegal, Malí, Costa de Marfil, Burkina Faso, Togo, Benín, Níger, Mauritania, Nigeria, Chad, la República Centroafricana, Madagascar, el Congo Brazzaville, la República Democrática del Congo, Camerún, Gabón y Somalia llevan, pues, cincuenta años de existencia libre e independiente, aunque en muchos casos extraordinariamente problemática. Es tan rica, tan compleja, tan interesante, tan dramática, tan esperanzadora y fecunda, tan dolorosa y erizada de dificultades esta peripecia descolonizadora que no cabe aquí ni siquiera un mero resumen de sus causas y, menos aún, de sus consecuencias futuras. Os dejo una interesante entrevista, publicada en Le Monde (podéis encontrarla en francés y en inglés), con el profesor senegalés Ibrahima Thioub en la que se desvelan algunas de las claves de estos cincuenta años de soberanía africana y se anticipan los retos a los que se enfrenta en el futuro el continente negro.
Para celebrar este importante aniversario, en la emisión de esta semana de Buscando leones en las nubes (que tendrá su continuación, con algunos matices, dentro de siete días) os ofrezco algunos textos extraídos de diversos reportajes publicados en el periódico La Vanguardia por el periodista Xavier Aldekoa con ocasión de esta conmemoración de la independencia africana. Se trata de una larga serie de crónicas escritas en cada uno de los países afectados, en las que el reportero capta, con inusual agudeza, algún elemento aparentemente menor, casi anecdótico de la vida del país analizado, pero que gracias a su destreza profesional, a su penetrante visión de la realidad africana es elevado a la condición de categoría y sirve como emblema ejemplificador del arduo, del complejo, del todavía no bien cerrado, proceso de las independencias. No dejéis de visitar el blog del periodista, en el que, aparte del texto íntegro de los artículos que he utilizado para conformar el programa, podréis encontrar muchos más reportajes sobre África y sus gentes no circunscritos a los diecisiete países a los que, sin embargo, nos ceñimos en la emisión.
Como complemento a los interesantes y evocadores textos el programa recoge una muestra de la música de la mayor parte de los países independizados hace ahora cincuenta años. Como podéis imaginar resulta imposible concentrar en dos horas de radio la inmensa riqueza musical de diecisiete naciones. He escogido mi propuesta para estas dos semanas teniendo en cuenta, por lo tanto, de manera consciente algunas restricciones. Por de pronto, y como la independencia festejada me parece un hecho jubiloso, he seleccionado canciones alegres, movidas, optimistas y efervescentes. He combinado, además, grandes éxitos africanos de todos los tiempos, con algunas aportaciones más actuales y que por ello aún no llegan a poder ser calificadas como clásicos, aunque sin duda lo acabarán siendo. Y por último, ante la austera, y a mi juicio no demasiado interesante, oferta musical de algunos de los países invitados, caso del Chad o de la República Centroafricana, observaréis en ambos programas una mayor presencia de territorios con una tradición musical e incluso un mercado discográfico potentísimos, como Senegal, Malí o la República Democrática del Congo. En definitiva, escucharéis las burbujeantes y entusiastas canciones de Pierre Akendengue de Gabón, Angelique Kidjo de Benín, el grupo Kotoja de Nigeria, Papa Wemba de la República Democrática del Congo, Alpha Blondy de Costa de Marfil, Amadou y Mariam de Malí, Les frères Coulibaly de Burkina Faso, el grupo Touré Kunda de Senegal y Zytany Neil que siendo originario del Congo Brazzaville recrea en su canción el pintoresco barrio marfileño de Marcory.
La mención al Marcory de Abiyán me trae a la memoria mi primer viaje al África negra (ya había estado varias veces en Marruecos), hace ahora exactamente veinte años. En noviembre de 1990 pedí un mes de permiso sin sueldo en mi trabajo y me fui a Costa de Marfil con mi amiga Paula (con la que estos días pasados recordábamos la formidable aventura), su hermano Goyo (que acaba de ser padre primerizo... ¡¡enhorabuena, Goyo!!) y Esther, una prima de ambos. Llevábamos el billete de ida y vuelta y una idea sólo aproximada de qué queríamos ver y a dónde queríamos llegar. En la entrada de la semana próxima os contaré algunos de mis recuerdos de aquel viaje deslumbrante e inaugural, pues desde entonces, irremisiblemente atraído por el encanto africano, volví varias veces a visitar otros países del continente negro. Dejadme ahora que os adelante una breve semblanza de Marcory y sus mil maquis. El maquis es un típico restaurante africano, con mesas de madera e infraestructura limitada, con comida de origen muchas veces incierto, de higiene al menos discutible y con condiciones sanitarias inexistentes, pero siempre muy apetitosa, que se cocina al pie de la calle. Pese a su precariedad, o precisamente por ello, resulta el lugar de encuentro por excelencia para dar comienzo en él a una animada noche, pues, en particular los de Abiyán, suelen funcionar también como discotecas (nada que ver con las que aquí conocemos) y albergan una multitud que canta, baila y se divierte mientras come y -sobre todo- bebe entre el calor agobiante y la humedad intensísima, que discute y flirtea, que grita y bromea y se ríe, conformando, la gente que fluye sin cesar, el humo de los puestecitos de comida, la tenue luz de los farolillos de gas en la oscuridad de la noche circundante, un panorama abigarrado, bullicioso y sorprendente, siempre ajetreado y colorista, con un ambiente ruidoso en el que la música suena sin interrupción. Guardo un recuerdo inolvidable de lo que probablemente fue mi primera noche africana (en cualquier caso la segunda: veinte años después los detalles se me escapan) en uno de esos sorprendentes y fascinantes lugares. Dentro de siete días os ofreceré algunas otras estampas de aquel viaje que acabó llevándome (en trenes locales y autobuses de línea, también en algún todoterreno alquilado), a Burkina Faso y Malí.
Precisamente, el vídeo con el que hoy cierro esta entrada nos muestra uno de estos muy atractivos maquis (en veinte años las cosas han cambiado, los maquis que encuentro en YouTube, con un ambiente ciertamente espectacular pero demasiado ‘moderno’, no se parecen demasiado a los que yo viví entonces... ni aun después, en otros países del golfo de Guinea). Antes de las estimulantes imágenes de la noche africana, otros cuatro vídeos correspondientes a otras tantas energéticas actuaciones en directo de la beninesa Angelique Kidjo, el marfileño Alpha Blondy, los malienses (la Academia sigue sin admitir el término) Amadou y Mariam, y los senegaleses Touré Kunda, todos auténticos ídolos no solo (ya sin tilde, dicen, ahora sí, los académicos) en sus propios países sino en el África entera. He estado en conciertos de los tres primeros y, creedme, olvidaos de U2 o Bruce Springsteen (a quienes, por cierto, también he visto en directo, puedo comparar), si queréis vivir una experiencia -no solo musical- inolvidable localizad la próxima actuación de cualquiera de los grandes músicos africanos y no os la perdáis. Pasado mañana, precisamente, me espera uno de esos conciertos que confío en que resulte formidable; mantengo aquí un ligero suspense, dentro de siete días os hablaré de él. Aunque los que ya me vais conociendo seguro que os atrevéis a apostar... con muchas probabilidades de acierto.
África, 50 años de independencia
Para celebrar este importante aniversario, en la emisión de esta semana de Buscando leones en las nubes (que tendrá su continuación, con algunos matices, dentro de siete días) os ofrezco algunos textos extraídos de diversos reportajes publicados en el periódico La Vanguardia por el periodista Xavier Aldekoa con ocasión de esta conmemoración de la independencia africana. Se trata de una larga serie de crónicas escritas en cada uno de los países afectados, en las que el reportero capta, con inusual agudeza, algún elemento aparentemente menor, casi anecdótico de la vida del país analizado, pero que gracias a su destreza profesional, a su penetrante visión de la realidad africana es elevado a la condición de categoría y sirve como emblema ejemplificador del arduo, del complejo, del todavía no bien cerrado, proceso de las independencias. No dejéis de visitar el blog del periodista, en el que, aparte del texto íntegro de los artículos que he utilizado para conformar el programa, podréis encontrar muchos más reportajes sobre África y sus gentes no circunscritos a los diecisiete países a los que, sin embargo, nos ceñimos en la emisión.
Como complemento a los interesantes y evocadores textos el programa recoge una muestra de la música de la mayor parte de los países independizados hace ahora cincuenta años. Como podéis imaginar resulta imposible concentrar en dos horas de radio la inmensa riqueza musical de diecisiete naciones. He escogido mi propuesta para estas dos semanas teniendo en cuenta, por lo tanto, de manera consciente algunas restricciones. Por de pronto, y como la independencia festejada me parece un hecho jubiloso, he seleccionado canciones alegres, movidas, optimistas y efervescentes. He combinado, además, grandes éxitos africanos de todos los tiempos, con algunas aportaciones más actuales y que por ello aún no llegan a poder ser calificadas como clásicos, aunque sin duda lo acabarán siendo. Y por último, ante la austera, y a mi juicio no demasiado interesante, oferta musical de algunos de los países invitados, caso del Chad o de la República Centroafricana, observaréis en ambos programas una mayor presencia de territorios con una tradición musical e incluso un mercado discográfico potentísimos, como Senegal, Malí o la República Democrática del Congo. En definitiva, escucharéis las burbujeantes y entusiastas canciones de Pierre Akendengue de Gabón, Angelique Kidjo de Benín, el grupo Kotoja de Nigeria, Papa Wemba de la República Democrática del Congo, Alpha Blondy de Costa de Marfil, Amadou y Mariam de Malí, Les frères Coulibaly de Burkina Faso, el grupo Touré Kunda de Senegal y Zytany Neil que siendo originario del Congo Brazzaville recrea en su canción el pintoresco barrio marfileño de Marcory.
La mención al Marcory de Abiyán me trae a la memoria mi primer viaje al África negra (ya había estado varias veces en Marruecos), hace ahora exactamente veinte años. En noviembre de 1990 pedí un mes de permiso sin sueldo en mi trabajo y me fui a Costa de Marfil con mi amiga Paula (con la que estos días pasados recordábamos la formidable aventura), su hermano Goyo (que acaba de ser padre primerizo... ¡¡enhorabuena, Goyo!!) y Esther, una prima de ambos. Llevábamos el billete de ida y vuelta y una idea sólo aproximada de qué queríamos ver y a dónde queríamos llegar. En la entrada de la semana próxima os contaré algunos de mis recuerdos de aquel viaje deslumbrante e inaugural, pues desde entonces, irremisiblemente atraído por el encanto africano, volví varias veces a visitar otros países del continente negro. Dejadme ahora que os adelante una breve semblanza de Marcory y sus mil maquis. El maquis es un típico restaurante africano, con mesas de madera e infraestructura limitada, con comida de origen muchas veces incierto, de higiene al menos discutible y con condiciones sanitarias inexistentes, pero siempre muy apetitosa, que se cocina al pie de la calle. Pese a su precariedad, o precisamente por ello, resulta el lugar de encuentro por excelencia para dar comienzo en él a una animada noche, pues, en particular los de Abiyán, suelen funcionar también como discotecas (nada que ver con las que aquí conocemos) y albergan una multitud que canta, baila y se divierte mientras come y -sobre todo- bebe entre el calor agobiante y la humedad intensísima, que discute y flirtea, que grita y bromea y se ríe, conformando, la gente que fluye sin cesar, el humo de los puestecitos de comida, la tenue luz de los farolillos de gas en la oscuridad de la noche circundante, un panorama abigarrado, bullicioso y sorprendente, siempre ajetreado y colorista, con un ambiente ruidoso en el que la música suena sin interrupción. Guardo un recuerdo inolvidable de lo que probablemente fue mi primera noche africana (en cualquier caso la segunda: veinte años después los detalles se me escapan) en uno de esos sorprendentes y fascinantes lugares. Dentro de siete días os ofreceré algunas otras estampas de aquel viaje que acabó llevándome (en trenes locales y autobuses de línea, también en algún todoterreno alquilado), a Burkina Faso y Malí.
Precisamente, el vídeo con el que hoy cierro esta entrada nos muestra uno de estos muy atractivos maquis (en veinte años las cosas han cambiado, los maquis que encuentro en YouTube, con un ambiente ciertamente espectacular pero demasiado ‘moderno’, no se parecen demasiado a los que yo viví entonces... ni aun después, en otros países del golfo de Guinea). Antes de las estimulantes imágenes de la noche africana, otros cuatro vídeos correspondientes a otras tantas energéticas actuaciones en directo de la beninesa Angelique Kidjo, el marfileño Alpha Blondy, los malienses (la Academia sigue sin admitir el término) Amadou y Mariam, y los senegaleses Touré Kunda, todos auténticos ídolos no solo (ya sin tilde, dicen, ahora sí, los académicos) en sus propios países sino en el África entera. He estado en conciertos de los tres primeros y, creedme, olvidaos de U2 o Bruce Springsteen (a quienes, por cierto, también he visto en directo, puedo comparar), si queréis vivir una experiencia -no solo musical- inolvidable localizad la próxima actuación de cualquiera de los grandes músicos africanos y no os la perdáis. Pasado mañana, precisamente, me espera uno de esos conciertos que confío en que resulte formidable; mantengo aquí un ligero suspense, dentro de siete días os hablaré de él. Aunque los que ya me vais conociendo seguro que os atrevéis a apostar... con muchas probabilidades de acierto.
África, 50 años de independencia
Maravilloso y espléndido programa el de anoche, somos las tres amigas que nos encantan el programita...
ResponderEliminarComo buena persona, profesor y amigo que eres, nosotras disfrutamos de tus programas como locas.
Aunque ciertamente nos apasionan los viajes y el contacto con otras culturas.
Saludos,
Iria, Paula y María.
Cómo se nota que África te fascina Alberto... y se nota en el trabajo en la búsqueda de textos y la música. Valoro el empeño y lo bien que lo haces y al igual que las tres oyentes anteriores, a mí me ha encantado.
ResponderEliminarUn saludo de un vallisoletano
Hola de nuevo!
ResponderEliminarMe ha encantado el programa de esta semana, con ganas ya del siguiente dedicado a los 50 años de la independencia de África! Ciertamente todo lo relacionado con este contienente es altamente evocador...
Un abrazo!
Será muy interesante (e
ResponderEliminarinstructivo para los que desconocemos el África negra)leer tus andanzas por esas tierras (¿te darían incluso como para un tercer blog?) y, por supuesto, lo sería aún más si fuesen acompañadas de documento gráfico que refleje el paso por esos trenes,supongo que malolientes y atestados, y por los 'impolutos' maquis (este término sólo -lo lamento sigo acentuando- lo asociaba a grupos de resistencia).
Gracias por la lección geográfico-política-etnológica y cultural.
Esperando la segunda entrega.
Gracias a todos por participar. Espero que también os guste el segundo programa africano.
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