No sé cuánta gente oirá mi programa. A veces sospecho que no está oyéndolo nadie, lo que se dice nadie: cero personas en total, y eso me produce una sensación de afantasmamiento: la voz inútil que suena en la noche vacía. Y entonces me siento como un turista belga que tocase el acordeón o similar en mitad del desierto de Nafud o similar. (Felipe Benítez Reyes)
domingo, 31 de julio de 2011
300 PROGRAMAS
Durante el mes de agosto este blog cierra sus puertas a nuevos programas. Serán treinta días, pues, en los que sólo podréis 'alimentaros' (si es que hay alguien que lo quiera hacer) de emisiones antiguas ya depositadas aquí con anterioridad. Volveremos con una nueva edición radiada, la correspondiente al lunes 5 de septiembre, al día siguiente, el 6, en el que dejaré aquí ese nuestro primer programa del curso 2011/2012.
Pocas semanas después de esa fecha, de nuestra vuelta de las vacaciones de verano, Buscando leones en las nubes cumplirá la insospechada cifra de trescientas emisiones. Como en otras ocasiones en estos aniversarios ‘redondos’, pretendo que seáis vosotros, los oyentes fieles del programa y los seguidores asiduos del blog, los que participéis de manera decisiva en la celebración; es más, que seáis vosotros los que elaboréis con vuestras aportaciones una -o quizá dos- emisiones conmemorativas de nuestra tricentésima edición. Para ello, desde hoy mismo y hasta el 15 de septiembre (el programa trescientos está previsto para el día 3 de octubre de 2011, pero preferiría que hicierais vuestras propuestas lo más temprano posible, a fin de poder organizar adecuadamente todas las colaboraciones), recibiré gustoso en buscandoleonesenlasnubes@gmail.com (y sólo por esta vía del correo electrónico, quiero preservar el secreto, mantener un punto de sorpresa; preferiría que no desentrañarais aquí, en el blog, el núcleo de los programas), recibiré, digo, vuestras recomendaciones de los textos literarios y las canciones que queráis ver radiadas, conformando así, como digo, al menos un programa de Buscando leones en las nubes elaborado íntegramente por los oyentes.
En el caso de los fragmentos literarios debéis enviarme su autor y el texto completo, sin que éste sea demasiado largo (debe poder leerse en un minuto o minuto y medio como máximo). Con respecto a la música, me basta con que me señaléis el título de la pieza y su intérprete. Podéis enviar propuestas mixtas, cerradas, con una canción y un texto relacionados y que a vuestro juicio deban emitirse conjuntamente, o bien, referencias aisladas que me permitan posteriormente encajarlas según mi criterio en las hechas por otras personas. A partir de las sugerencias recibidas, seleccionaré las que más me gusten para cerrar una o varias ediciones del programa. Contestaré, obviamente, a todos los que escribáis, e indicaré en antena -si así lo queréis- quiénes son las personas responsables del envío de cada texto y cada canción.
Espero que os animéis a colaborar. Así ocurrió en los casos de las celebraciones de los programas cien y doscientos de Buscando leones en las nubes y el resultado fue, a mi juicio, magnífico. En este sentido, y por si queréis comprobar el experimento, os diré que la emisión cien está perdida, vagando para siempre en las ondas. Podéis encontrar aquí, en cambio, el programa doscientos (Doscientos paseos por las nubes) y el doscientos uno (Doscientos un leones entrevistos), elaborados según esta misma lógica que ahora os propongo.
Y hecho de nuevo el aviso y reiterando mi deseo de que participéis, me despido hasta dentro de un mes. Gracias por vuestro seguimiento tan constante y fiel. ¡¡Feliz agosto a todos!!
viernes, 29 de julio de 2011
MAYO DEL 68. EL ÁLBUM BLANCO DE LOS BEATLES
Con la presente entrada cerramos Buscando leones en las nubes, esta vez ya de manera definitiva, por este curso. Os ofrezco ahora la cuarta y última entrega de la serie de programas especiales que durante el mes de mayo de 2008 dedicamos al recordatorio y celebración de otro mayo, el de 1968, con ocasión del cuadragésimo aniversario de aquel acontecimiento planetario que cambió el mundo. La edición de Buscando leones en las nubes que ahora recupero constituyó en su momento, además, una suerte de doble homenaje, pues no sólo queríamos festejar el aniversario de los acontecimientos parisinos, sino también celebrar un magnífico disco de los Beatles publicado en aquellas fechas ‘sesentayocheras’.
En efecto, de 1968 es un álbum magnífico, el segundo álbum doble de la historia del rock -el primero fue, en 1966, el Blonde on blonde, de Bob Dylan-, uno de los mejores discos de los Beatles, repleto de canciones excelentes y que más de cuarenta años después siguen sonando con la misma frescura, con la misma vigencia y con la misma intensidad que entonces. Se trata, claro, de The White Album, el Álbum Blanco, de cuyas treinta canciones el programa muestra una selección muy escogida.
Del mismo modo, los textos todos del programa también pertenecen a los Beatles. Cada una de las canciones suena precedida de la lectura de su correspondiente letra. Unas letras, las del grupo de Liverpool que, directamente en unos casos y de un modo indirecto en otros, recogen también el sentir del mundo, el sentir de los jóvenes en aquellos días. Los Beatles fueron fieles representantes, fueron la avanzadilla de una juventud que, en aquellos años, experimentaba otros modos de vida, buscaba caminos nuevos, en las modas, en las costumbres, en el sexo, en -claro está- la música. Ciertamente los Beatles no fueron nunca un grupo de ruptura, nunca plantearon un enfrentamiento abierto y visceral con el establishment, nunca chocaron frontalmente con los valores de la sociedad de su tiempo, pero en sus letras, en sus textos del Álbum Blanco, en estas letras de 1968 están presentes -como veréis- muchas de las inquietudes de los jóvenes de la época, está la crítica y la oposición a la guerra del Vietnam, y está el amor libre, y también la vuelta a la naturaleza, y -cómo no- las drogas. Está, en definitiva, la rebeldía -esa constante de la década prodigiosa-, aunque, es verdad, de un modo ligero, educado, podríamos decir, sin las disonancias, sin las tensiones, sin las violencias, sin los excesos de tantos otros grupos, los Rolling Stones -su otro rostro, el perverso- sin ir más lejos. En este sentido es especialmente significativo -y a mi juicio define el modo de ser, fotografía el espíritu del grupo- el mensaje de la primera canción que hoy escucharemos, Revolution, sin duda una revolución pacífica, nada militante, incluso algo blanda, bienintencionada: Ya sabes que todos queremos cambiar el mundo. Ya sabes que nos encantaría cambiarte la cabeza. Pero cuando hablas de destrucción entérate de que no podrás contar conmigo. Si quieres dinero para gente con la mente llena de odio, lo único que te digo, hermano, es que tendrás que esperar...
Por entre las espléndidas canciones (repletas de influencias y citas, tocando múltiples géneros y estilos, abiertas a ritmos, a instrumentaciones, a experimentos musicales variados) de los cuatro de Liverpool aparecen así, en mi interpretación, y en consonancia con el espíritu de aquellos tiempos, chicas malas que rompen todas las reglas (Sexy Sadie; aunque al parecer no se trata en realidad de una chica y sí de un furibundo ataque al que había sido uno de los inspiradores espirituales del grupo, el Maharishi Mahesh Yogi, por su conducta polémica y reprobable), alusiones desenfadadas, ligeras, festivas y aun algo frívolas a la Unión Soviética en un clima de guerra fría (Back in the USSR), la devoción hippie por la naturaleza (Mother nature’s son), el poderoso e impaciente grito primario del sexo (Why don´t we do it in the road?), el dulce lamento por un imposible mundo de paz y amor (While my guitar gently weeps), la crítica de la conformista sociedad establecida y burguesa personificada en funcionarios y ejecutivos de camisas limpias y modales educados (Piggies), las irreverentes y disparatadas historias protagonizadas por personajes surrealistas y entreveradas con cuentos de infancia, en una mezcla muy de la época (Rocky Raccoon, Cry, baby, cry y The continuing story of Bungalow Bill, que admite, esta última, un lectura en términos de oposición, manifestada de modo encubierto e irónico, a la guerra del Vietnam y a la belicista política norteamericana), y, por supuesto, estando Paul McCartney de por medio, las a veces rozando lo empalagoso y casi siempre algo cursis declaraciones de amor (Honey pie, I will, I´m so tired, en la que el enamorado es John, y Don´t pass me by, una poco usual aportación de Ringo).
Muchas de ellas podéis degustarlas también en los vídeos que os dejo (en total varias horas registradas) que recogen en imagen (el primero de ellos) y sonido (los diez restantes) las delirantes sesiones de grabación del disco, plagadas de comentarios insulsos, bromas y chistes diversos, esbozos de canciones, fragmentos de frases, pasajes incompletos, tediosas repeticiones, pruebas e intentos varios, infinidad de descartes, interrupciones, irritantes comienzos y recomienzos, equivocaciones, risas, y también, claro está, magníficas piezas, redondas y perfectas, conformando el conjunto un documento sonoro de extraordinario interés para entender la génesis de las canciones nacidas de la inmensa potencia creativa de los Beatles.
La recuperación, durante este mes de julio, de los programas dedicados hace algunos años a Mayo del 68 llega a su tercera entrega, que consistirá en una nueva aproximación -quizá, esta vez, muy tangencial y algo forzada- a la revuelta parisina. Si en el primer episodio de la serie os ofrecíamos algunas de las pintadas que, en las paredes y de un modo sintético, como emblemas casi, concentraron y resumieron el espíritu de aquel movimiento que se pretendía liberador, y en la segunda, la semana pasada, nos adentrábamos en alguno de los referentes ideológicos, intelectuales, de esa marea de rebeldía juvenil que, con centro en París, inundó el mundo entero hace cuarenta años, en esta tercera edición, en cambio, vamos a acercarnos a aquella época desde una perspectiva, como os digo, lateral e inesperada.
En efecto, la emisión que ahora os ofrezco de Buscando leones en las nubes pretende trasladaros al mundo de 1968 a través de la poesía. Y así, todos los textos que aparecerán en el programa corresponderán a poemas de escritores españoles publicados, los más, en el propio año 1968, y el resto en años cercanos a lo que constituye el motivo central de nuestra emisión, esto es, poemas de 1966, 1967 o 1969. De todas formas, ni unos ni otros quieren ser representativos de nada, no son un resumen, no son una muestra científica. No están aquí las tendencias diversas, los autores significativos (aunque sí, como podréis comprobar, muchos de los más importantes nombres de nuestra poesía), no se presentan, sistematizados, movimientos ni estilos ni generaciones (pese a que a bastantes de los seleccionados podíamos encontrarlos en aquella ya legendaria antología, Nueve novísimos, publicada en 1970 por José María Castellet, cuya portada original -hay una reedición de hace un par de años- encabeza esta entrada). No hay análisis o estudio riguroso por mi parte, no hay criterios objetivos de clasificación; esto es un programa de radio sin pretensiones, no un trabajo académico, no una clase de literatura, no soy un experto en la materia. Se trata, solamente, de mostraros unos poemas que, con esa constricción apriorística y ciertamente arbitraria -haber sido escritos en aquellos días convulsos-, en cualquier caso, me emocionan, tocan mi sensibilidad (algunos, ciertamente, más que otros)... como espero que lo hagan con la vuestra. Y además, en la medida en que los versos que escucharéis fueron creados en el caldo de cultivo de aquella sociedad franquista, opaca y anhelante de libertad, oscura y sin embargo esperanzada, quizá permitan, de un modo indirecto, saber cómo era España en aquellos días, tanto en el siempre reducido y minoritario ámbito de la poesía como, por extensión, en otras dimensiones no tan específicas de la vida del país entero. Comparecen en el programa Guillermo Carnero, Antonio Carvajal, Antonio Colinas, Félix de Azúa, José Agustín Goytisolo, Manuel Vázquez Montalbán, Pere Gimferrer, Jaime Gil de Biedma, Antonio Martínez Sarrión, Ana María Moix, Juan Luis Panero, José Ángel Valente y Leopoldo María Panero, poetas todos muy jóvenes en 1968 (entre los veinte y los veinticinco años ocho de los trece escogidos; Goytisolo el mayor de todos, con sólo 40), y que son hoy figuras reconocidas de la poesía española del siglo XX.
Y aunque la temática de los poemas elegidos es muy variada, la juventud de sus autores propicia el que de un modo más o menos consciente afloren en los textos, aparte de las preocupaciones existenciales propias del ser humano, intemporales y no vinculadas a ningún momento histórico concreto, algunas de las notas características del mundo en que se gestó el movimiento desencadenado por el mayo parisino. Y de esta manera, surgirán en la lectura poderosas imágenes que evocan una época: el inevitable abandono de la juventud y el rechazo frente a la necesaria incorporación a una madurez sólida, razonable y estúpida; el amor liberador, los besos y los abrazos; la aventura de la belleza; la sangre en los periódicos; el penoso marchitarse con los años; las neurosis de la edad adulta; los sueños imposibles, Ítaca siempre perdida; las referencias cinéfilas y literarias; la educación sentimental a través de la música popular; y más besos y más enamorados y más intenso temblor y el amor más poderoso que la vida; la alocada vivencia del presente y el peso, aún ligero pero ya doloroso, de la memoria y sus traiciones; el aburrimiento y la grisura de aquel país maldito: las lentas tardes, las gastadas palabras, los gastados abrazos, en un tiempo ya perdido; los héroes inesperados, rebeldes ahora en su juventud herida, nostálgicos años después de esa misma juventud perdida; los Peterpanes permanentes que reclaman el mundo entero ahora, sin dilaciones, sin renuncias, devorando a bocados la dulcísima primavera ...
Por otro lado la música del programa, al igual que la de semanas anteriores, respetará la premisa aceptada en dichas emisiones: todas las canciones que escucharéis se publicaron originariamente en ese 1968 que tan bien evocamos a través de las voces de Janis Joplin, Jefferson Airplane, Simon & Garfunkel, The Mamas & The Papas, Leonard Cohen, Smokey Robinson & The Miracles, Van Morrison, Tammy Wynette, Judy Collins, The Byrds, The Temptations, Fleetwood Mac y Bob Dylan.
Os dejo igualmente, en el espacio de los vídeos y para trasladaros en imágenes el espíritu de la época, un larguísimo (3 horas y 35 minutos) pero formidable documental sobre el legendario festival de Woodstock, celebrado en agosto de 1969 y representación ejemplar del mundo de aquélla década esperanzada y espléndida. En la película, Oscar al mejor documental en su momento y titulada Woodstock, tres días de paz y música, podréis ver a The Who, a Jimi Hendrix, a Janis Joplin y a Joe Cocker, entre otros muchos músicos. Además, se puede percibir con detalle el mágico ambiente de aquella celebración trascendental, modelo para todos los demás festivales de música (incluso los actuales) que desde entonces han sido. Desgraciadamente (o no), la versión que os ofrezco sólo está disponible en su inglés original (podréis encontrar en Youtube la película traducida aunque fragmentada en vídeos diversos).
Para la segunda entrega de la serie -recuperada de las emisiones de hace algunos años- dedicada a nuestra peculiar celebración de los 40 años de mayo del 68, he elegido un enfoque algo más ‘consistente’ que el de hace siete días. Si la semana pasada, sobre el fondo sonoro de las canciones de la época, os mostraba algunas de las reflexiones -intuitivas, espontáneas y casi siempre magníficas- plasmadas en las pintadas, en los grafitis de la capital francesa, el programa de hoy quiere haceros llegar un planteamiento, como digo, de mayor enjundia, más meditado, de mayor hondura. Mayo del 68, más allá de los acontecimientos de las calles parisienses, fue el punto más alto de una explosión universal, de un fenómeno planetario que convulsionó la sociedad francesa, claro está, pero también las de Alemania y Japón, Estados Unidos y Checoslovaquia y hasta México e incluso España, la católica, aburrida y férreamente reprimida España de Franco. Y ese pronunciamiento generalizado, esa juvenil revuelta global fue, en palabras de Fernando Savater, sobre todo -al margen de sus indudables perfiles políticos-, una rebelión contra la grisura de la vida cotidiana, monótona y productivista; una sublevación contra la violencia institucional de los estados y contra la tarea de domesticación y adocenamiento llevada a cabo en las aulas; una solidaridad activa con las víctimas de la explotación y la desigualdad, vietnamitas, negros, obreros industriales; un hartazgo radical y generalizado del maniobrerismo acomodaticio de los partidos políticos de izquierda, burocráticos, autoritarios e ineficaces para conseguir cualquier objetivo que no fuese la perpetuación más o menos maquillada de lo mismo; fue en una palabra, lo que se llamó en aquellos días el Gran Rechazo.
Pues bien, la emisión de Buscando leones en las nubes que ahora os ofrezco constituye un intento de trasladaros -más allá de los estrictos límites del fenómeno parisino- al ambiente en el que se desenvolvía la juventud de entonces, un intento de recrear la atmósfera de aquel impulso colectivo que se quiso -con más o menos éxito, esto es obviamente discutible, y más desde la perspectiva actual- un movimiento emancipador. Para ello podréis escuchar textos que se relacionan de un modo u otro, abierta o tangencialmente, con las ideas, con el espíritu de la época. Un espíritu alguna de cuyas manifestaciones ha perdurado, ha extendido sus efectos hasta nuestros días. Así, aparecerán -en una mezcolanza aparentemente dispersa- varios de los grandes temas que formaban parte del ideario -del confuso y heterogéneo y algo asistemático ideario- de todos esos fenómenos de rebeldía -de revolución incluso- que coexistieron en aquellos días: propuestas políticas cargadas de utopía, las promesas presuntamente liberadoras de las drogas, la búsqueda del propio yo, de una identidad más auténtica, el viaje como experiencia vital, la apertura a Oriente, la iniciación mística, el hippismo y los beatniks con su programa/antiprograma de música, flores y paz, y tantos otros rasgos distintivos de aquella época, de aquella Década (con mayúsculas) que no sin razón fue calificada como Prodigiosa. Muchos de esos textos están extraídos de un libro de 1977, que yo leí con devoción religiosa en aquellos días y que ahora consulto en mi ajada edición de Anagrama, Filosofías del underground, de Luis Racionero. En él se dan cita las diversas corrientes de pensamiento que constituían la base filosófica del mayo francés y fenómenos adyacentes, con tres líneas principales (y cito la jerga algo anticuada de la propia contraportada del libro): las filosofías de tipo individualista, románticas, anarquistas y amorales que culminan en Hesse; las filosofías orientales, que más allá de collares y poses, han influido seriamente en el underground al darle una visión alternativa del mundo, basada en flujo y transformación en vez de la inmutabilidad griega y las dualidades judeocristianas; y, por último, las filosofías psicodélicas, nacidas de los experimentos realizados con sustancias que cambian las conexiones cerebrales y que confirman la existencia de diferentes estados de consciencia, planteando un relativismo de la realidad en contra del dogma positivista de la inmaculada percepción. De hecho, todas estas filosofías son irracionales, cuestionan el monopolio del racionalismo como único método de conocimiento y reflejan la lucha del underground contra la razón convertida en gendarme al servicio de las clases dominantes; dominación mucho más perversa y sutil que la física, que no necesita de policías ni cárceles, porque está en el interior del propio cerebro. En fin... qué tiempos aquellos...
Por el libro desfilan, en una mezcla indiscriminada, Herman Hesse y Platón, William Blake y Patanjali, el Don Juan de Castaneda y Lord Byron. En el programa, en cambio, algo más abierto en su selección, aunque igualmente idealista, utópico y probablemente desfasado, podréis escuchar las palabras de algunos de los gurús de la contracultura, escritas en distintas épocas, tanto previas como posteriores al propio 1968, por Gary Snider, Daniel Cohn-Bendit, Allen Ginsberg, Carl Gustav Jung, Arthur Mendel, William Burroughs, Herman Hesse, Deitaro Suzuki, Richard E. Farson, Kabir, Jack Kerouac, el propio Luis Racionero, Erich Fromm y un texto final del Tantra Shastra.
De modo que, insisto una vez más, preparaos a ver aflorar en el programa un batiburrillo de ideas e imágenes en el que coexisten las largas cabelleras de los hippies, sus perfumes y sus flores, la lucha contra la jerarquización y la revocabilidad de los delegados y representantes, el desesperado aullido provocado por la droga, la propensión al riesgo y la rebelión contra toda forma de prohibición, tanto la externa como también la nacida de nuestro interior, la defensa del ocio gozoso frente al productivismo alienante, la apuesta por el libre fluir de la espontaneidad contra la rígida represión de la vida social, los reveladores acertijos del zen, la ética del amor frente a la agresividad y la competencia capitalista, la reivindicación del cuerpo y el placer como únicas fuentes de sabiduría, el viaje -en todas sus dimensiones- como forma de vida: la carretera y la inyección mágica, Easy Ryder y El almuerzo desnudo, la visión y la búsqueda del paraíso en la tierra contra la promesa insatisfactoria y diferida de las religiones, la impotencia del individuo y sus más genuinos valores ante la exhaustiva e irremisible organización economicista y empresarial del mundo...
Y todo ello entre canciones publicadas en 1968, rezumando un inequívoco aire de la época, muchas muy conocidas y que aún resultan identificables cuarenta años después, la mayoría provocando mi nostalgia al escucharlas, y todas excelentes. Sus intérpretes, grandes nombres de la música popular: Love, Eric Burdon & The Animals, Arthur Brown, Steppenwolf, The Who, Jimi Hendrix, Aretha Franklin, The Doors, Donovan, Sly & The Family Stone, Canned Heat, Diana Ross & The Supremes, T. Rex y Stevie Wonder.
Para alimentar el debate sobre los paralelismos y las diferencias entre un mayo y otro, el parisino de hace cuarenta años y nuestro actual 15-M, os dejo tres nuevas aproximaciones: en primer lugar, una vez más, una esclarecedora viñeta de El Roto que acompaña esta entrada. Además, dos artículos, más ceñidos al movimiento ‘indignado’ que al fenómeno sesentayochesco: el primero, El 15-M: defensa radical de un moderado, escrito por Joan Romero, y el segundo, Descifrando la indignación, publicado por José Ignacio Wert. Por otro lado, un luminoso ensayo, que contiene interesantes ideas sobre la pervivencia y los efectos del Mayo del 68 sobre nuestros valores y nuestra actual manera de concebir la existencia, es Ejemplaridad pública, de Javier Gomá, del que ya di cuenta en una reseña entregada y entusiasta en mi otro blog.
Para la sección de vídeos, una larga y muy bien documentada película, El espíritu de mayo del 68, de William Klein, protagonista directo de los hechos.
Aprovecho este veraniego mes de julio, con la programación regular de Radio Universidad interrumpida, para ofreceros, aquí en el blog de Buscando leones en las nubes (sólo aquí: no serán radiadas), una serie de emisiones pasadas, en concreto las cuatro que vieron la luz a lo largo del mes de mayo de 2008 para conmemorar el cuadragésimo aniversario del famoso mayo francés de 1968.
En esas fechas, y durante los cuatro lunes de aquel mes, Buscando leones en las nubes ofreció sendos programas monográficos referidos a diversas vertientes de ese fenómeno cultural, político, social, de esa -en cierto modo- revolución que supusieron los acontecimientos de aquella ya legendaria primavera parisina. Cuatro distintas aproximaciones, de alcance e intención muy diversos, a ese movimiento de rebeldía con tanta vigencia -y por tantos motivos- en nuestros días.
Y a propósito de dicha vigencia, dejadme deciros que los programas, a mi juicio, ya resultaban oportunos entonces, en 2008, en un tiempo en el que empezaban a mostrarse los claroscuros de aquellos hechos memorables pero también mitificados, en una época en la que en nuestras sociedades parecían criticarse los principales rasgos de lo que fue, pese a la controversia, aquel espíritu de revuelta y de libertad, de imaginación, de juego, de poesía y de pasión. No obstante, ahora, sólo tres años después, y a raíz de las movilizaciones del 15-M en España e incluso -antes- de los acontecimientos en los países árabes norteafricanos, aquellas emisiones cobran una mayor actualidad, pues quizá puedan permitirnos establecer comparaciones entre una y otra época, entre las causas, los efectos y las distintas manifestaciones de aquel idealizado mayo francés y este controvertido 15-M nuestro. Por ello, a lo largo de estas próximas semanas no sólo os iré ofreciendo las correspondientes emisiones radiofónicas de hace unos años, sino que os iré dejando aquí también algunos elementos para la reflexión y el análisis de esa corriente de indignación que recorre el mundo... ¿equiparable quizá a la que también convulsionó Francia y Estados Unidos y México y Japón y, en menor medida, la propia España, en aquella década prodigiosa? En particular, son dos las aportaciones al debate que hoy presento: El 15-M, ¿un nuevo mayo del 68?, un artículo escrito por Nigel Townson y Sol visto desde mayo del 68, una entrevista con el pintor Eduardo Arroyo y el editor Mario Muchnik, protagonistas, hace cuarenta años, de la primavera francesa.
Volviendo al programa que hoy os presento, el enfoque elegido para este primer acercamiento al mayo del 68 consiste en ofreceros -siempre a partir del esquema habitual de Buscando leones en las nubes, es decir, de la confrontación creativa de textos y músicas-, por un lado, el lado que podríamos llamar literario, el que corresponde a los textos, una muestra de algunos de los más significativos grafitis que inundaron las calles de París en aquellos días tan lejanos ya en el tiempo, y sin embargo tan próximos, quizá, en su espíritu. He rehuido voluntariamente los más conocidos: La imaginación al poder, Sed realistas, pedid lo imposible, Prohibido prohibir o Debajo de los adoquines está la playa(que, sin embargo, preside esta entrada), para mostraros otros menos obvios pero que precisamente por no haber sido citados tan frecuentemente están menos “gastados” y pueden, por ello, inducir mejor a la reflexión, suscitar de un modo más intenso el pensamiento, el análisis o, sin tanto énfasis pero con idéntica pedantería, el mero disfrute intelectual.
En este sentido, y en paralelo a la línea dibujada en el programa, quiero aportar aquí también algunos ejemplos de carteles, pancartas y viñetas actuales (geniales, como siempre, las de El Roto), de las recientes movilizaciones en tantas plazas de España, para que podáis confrontar la radical diferencia (y anticipo mi juicio en favor del mayo parisino) entre la poesía, la imaginación, el entusiasmo, la sentimentalidad, la inocencia, la inteligencia, la cultura, la ambiciosa y soñadora voluntad de transformar la vida de los eslóganes del 68 y la distancia irónica y algo resabiada, el prosaísmo, la racionalidad, la aposentada y como embridada indignación, el desencanto algo cínico, la descarada y conformista ‘funcionarización’, la ausencia de ilusión presentes en los mensajes de estas últimas semanas. ¿O no es así y la nostalgia me hace equivocarme en mis apreciaciones? En fin...
Y además, y sobre todo, estará la música. Tanto en la de hoy como en las emisiones venideras escucharéis canciones con una característica común, una especie de constricción que entonces, hace tres años, me impuse en razón al -llamémosle así- rigor exigido para un programa que quería ser la celebración de una época. Así, todas las canciones que se oirán tanto en el programa que ahora os presento como -insisto- el resto de los que aparecerán aquí este mes serán piezas publicadas en el año 1968. Un año, como veréis, musicalmente muy fecundo, que nos ha dejado más de un clásico que no dejarán de sonaros -incluso a los muy jóvenes- extraordinariamente familiares. Ahora bien, debo remarcar que mis peculiares opciones musicales suelen discurrir habitualmente por caminos alejados de los circuitos más comerciales y así será también esta vez. Mi experiencia musical se nutre, inicialmente, de las vertientes menos consabidas -y, a mi juicio, de más calidad- del pop, del rock, de la música negra. Y esa será la música que escucharéis hoy y el resto de programas sesentayochescos. No olvidéis, sin embargo, que de 1968 son también otras canciones -instaladas del mismo modo en nuestra memoria colectiva y que igualmente han contribuido a forjar nuestra educación sentimental- que pertenecen a ámbitos musicales más, podríamos decir, “blandos”, que configuraron durante décadas el dominio de la llamada música ligera o música melódica, esto es, el pop más simple y -quizá por ello- más popular. De 1968 son el La, la, la de nuestra Massiel, el Congratulations de Cliff Richards, el Delilah de Tom Jones, el Qué tiempo tan feliz (a la española) de Mary Hopkins. De esa época son las baladas tristes y románticas de Françoise Hardy, las a menudo empalagosas canciones de Adamo, Domenico Modugno o de los muchos clones italianos que fabricaba el festival de San Remo, o -por ceñirnos a España - tantos éxitos de los Brincos, los Mustang o los Sirex. Nada de esto encontraréis en esta edición de Buscando leones en las nubes, y sí mucha música norteamericana e inglesa, fundamentalmente -como digo, y no se trata de snobismo- porque ella (la música cantada en inglés) marcó mi propia evolución musical posterior. Porque, en definitiva, ésta era la música que yo asocio -cuando me pongo nostálgico- a mis pocos años de entonces. Porque, en resumidas cuentas -y de modo breve y esquemático y no del todo cierto-, mi infancia fue mucho más Woodstock que Eurovisión. (Pero no es verdad, por qué excluir, por qué inventar un pasado: yo también compré singles de Massiel, y de Los Bravos, y -¡horror!- de Fórmula V y de los Diablos... ¡¡¡y hasta el Gwendoline de Julio Iglesias!!!; nada, pues, de miradas retrospectivas edulcoradas). No obstante, a Woodstock suenan, sin duda, las muy significativas (y también muy ‘mías’) canciones de It’s A Beautiful Day, The Beach Boys, los Cream de Eric Clapton, Jethro Tull, Otis Redding, Richard Harris, Credence Clearwater Revival, los Rolling Stones, Marvin Gaye, John Mayall, la Velvet Underground, los Traffic de Stevie Winwood y The Marvelettes que integran la emisión.
En la sección de vídeos, un largo y sustancioso documental (con un origen universitario) sobre el mayo francés -y sus repercusiones en España- con interesantes intervenciones de historiadores, sociólogos, catedráticos, escritores, titulado Mayo 1968. Bajo los adoquines, la historia.