ROXY MUSIC. EL AMOR ES LA DROGA
La penúltima emisión oficial (habrá algunas más en julio, pero fuera ya de la programación regular de Radio Universidad) de Buscando leones en las nubes por esta temporada consiste en un programa monográfico dedicado a uno de mis grupos favoritos, Roxy Music, que celebra su aniversario en estos días. En julio de 1972, Roxy Music publicó su primer single, Virginia plain, y en ese mismo año vio la luz su primer álbum con un escueto Roxy Music en el título. Hace cuarenta años, pues, que la música de los británicos acompaña y marca con sus canciones a una generación. Me recuerdo en mis días de Facultad escuchando en la radio a Diego Manrique, Adrián Vogel, Carlos Tena, Rafael Abitbol o Ramón Trecet (grandes clásicos, todos ellos, de la crítica musical española) comentar las noticias sobre la aparición de cada nuevo disco del grupo. Tengo ahora, tantos años después, plena conciencia del hecho de que uno de los primeros elepés (de vinilo, claro está) comprados con mi primer sueldo -recién estrenado como profesor- fue Fresh and Blood, a mi juicio el mejor disco de Roxy Music, con un puñado de canciones memorables que aún siguen resonando en mí con la emoción y la intensidad de aquellos días. Viene a mi memoria también un magnífico concierto de la banda, creo que en 1981 o 1982, probablemente en Getafe o Leganés, en un deplorable campo de fútbol envuelto en nubes de polvo, acompañado de mi amigo Eladio (¿dónde estarás Eladito?) tras un entrañable viaje por Portugal en un flamante R5 que un año después me llevaría a Atenas en otro verano inolvidable. En fin, de nuevo la nostalgia derivada del paso del tiempo que comparece en Buscando leones en las nubes...
Algunas de las piezas del grupo, pese a su muy vívida presencia en mi memoria, pueden, sin embargo, haber perdido vigencia, no deciros nada a los oyentes actuales. Y aun así, las doce que aparecerán en la emisión de hoy son magníficas y estoy seguro de que os interesarán y las disfrutaréis, aunque quizá no tanto, claro está, como me ocurre a mí, para quien todas ellas están, como os digo, tan llenas de evocaciones y recuerdos. Love is the drug, More than this, Same old scene, Ain’t that so, Running wild, The main thing, Avalon, Both ends burning, My only love, Take a chance with me, Manifesto y In the midnight hour (una gran versión del clásico de Wilson Pickett) son las canciones que suenan el programa y son, sin duda, mis preferidas de entre las muchas espléndidas de la banda británica.
Para dar cuenta de la historia del grupo, de su discografía y de la influencia decisiva que Roxy Music ha tenido en el universo de la música y en general de la cultura pop os dejo un largo e interesante vídeo (en inglés) que con el título More than this. The story of Roxy Music ofreció la BBC, con su pulcritud habitual, en 2008. A lo largo de una hora de duración el documental narra la trayectoria de Roxy Music, con entrevistas a los miembros del grupo Bryan Ferry, Andy Mackay, Phil Manzanera, Paul Thompson, Brian Eno o Eddie Jobson. Además, Bono (U2), John Taylor (Duran Duran), Alison Goldfrapp, Martin Ware (Heaven 17), Steve Jones (Sex Pistols) y Siouxsie Sioux aportan su testimonio sobre la banda.
Con idéntica intención divulgativa, aunque desde una perspectiva más ligera, casi frívola, os transcribo aquí, como cierre de esta entrada, dos reportajes, ambos en El País, que tienen como centro a dos de los líderes de Roxy Music. En primer lugar, un artículo de Diego A. Manrique, el pasado 4 de febrero, sobre algunas de las más destacadas peripecias amorosas de Bryan Ferry, cantante y principal inspiración del grupo (y cuya carrera en solitario tendrá, sin duda, un programa monográfico en próximas temporadas de Buscando leones en las nubes). Tras él, una curiosa entrevista de Daniel Verdú a Phil Manzanera, guitarrista de la banda.
Para conformar la vertiente literaria del programa he desechado la idea de presentaros también las letras de Roxy Music, primero porque no me interesan demasiado -lo que siempre he apreciado es su música-, y además porque a estas alturas del curso académico no me sobra el tiempo para su traducción. De modo que como complemento a las fulgurantes canciones del grupo os ofrezco algunos pensamientos debidos a grandes figuras de la música popular y que he entresacado de un librito, sin demasiadas pretensiones pero muy interesante para los aficionados, titulado Aforismos, dichos y refranes del rock, publicado por la editorial Hiperión. En él, su autor, el muy asiduo invitado de Buscando leones en las nubes Alberto Manzano, recoge centenares de reflexiones escritas por grandes mitos de la música rock y pop. Bob Dylan, Jim Morrison, Tom Waits, Tony Joe White, Suzane Vega, Townes Van Zandt, Bruce Cockburn, Rick Ocasek, Sade, Jane Siberry, Jeff Buckley y el inevitable Bryan Ferry son los autores de los brevísimos pero interesantes textos, extraídos casi siempre de algunas de sus propias canciones.
La nueva sirena de Bryan Ferry
El ex cantante de Roxy Music, con 66 años, se casa con una treintañera, antigua novia de su hijo, en una remota isla del Caribe
Lo último que Bryan Ferry (1946) necesita son más controversias, polémicas, escándalos. Así que ha sido hábil a la hora de casarse con alguien a quien dobla en edad. Primero, retiró a la novia, Amanda Sheppard, de su puesto en una empresa de relaciones publicas. El 4 de enero se celebró la ceremonia en una remota isla británica, junto al Caribe. Finalmente, se anunció el hecho consumado.
Es la segunda boda para el fundador de Roxy Music, pero ahora el morbo radicaba en que la nueva Mrs. Ferry fue acompañante fugaz de su hijo, Isaac, allá por 2005. El asunto se trató en una reunión familiar y no hubo objeciones. Los hijos de Bryan lamentaban que su progenitor fuera rodando de novia en novia tras romper con su madre, Lucy Helmore. Ya fue bastante duro el divorcio, motivado por un desliz de Lucy; salieron a relucir temporadas de enganche del cantante al alcohol y la coca. El acuerdo final dejó un apreciable vacío en la cuenta corriente del vocalista: Lucy consiguió 10 millones de libras.
Los cuatro chicos Ferry hacen piña con el padre. Los pequeños, Merlín y Tara, son músicos y tocaron en Olympia, último álbum paterno. Los mayores, Otis e Isaac, se implicaron a fondo en las campañas de la Countryside Alliance, asociación de campesinos y latifundistas que combatía la prohibición de la caza del zorro, que creían motivada por obscuros resentimientos sociales. Isaac fue expulsado temporalmente de Eton por mandar correos amenazadores y Otis, amante de las protestas ruidosas, fue detenido en varias ocasiones, pasando finalmente cuatro meses y medio en la cárcel.
Aun sabiendo que era políticamente incorrecto, Bryan apoyó a sus dos hijos revoltosos. Cualquier simpatía residual que le quedaba por el laborismo se desvaneció con la condena a Otis; al poco, declaró su respaldo a los tories y, especialmente, a David Cameron. El pasado año remachó su deriva conservadora al actuar en un mitin de Letizia Moratti, la candidata (fracasada) de Berlusconi para la alcaldía de Milán.
En Inglaterra, Bryan Ferry es el prototipo del desclasado. Hijo de un granjero que criaba ponis para las minas de carbón, está integrado plenamente en la alta sociedad londinense. Así que muchos se la guardan. Las broncas de Otis le costaron muchas simpatías y hubo un encarnizamiento al reproducirse un fragmento de una entrevista con un periódico alemán, donde Ferry declaraba su admiración por la iconografía nazi, tal como se presentaba en las películas de Leni Riefenstahl. Un arte en absoluto inocente, según Susan Sontag, pero estéticamente defendible. El vocalista debió emitir un comunicado negando cualquier sintonía ideológica con el nacioalsocialismo. El asunto le costó un contrato con la cadena Marks and Spencer.
Pero Bryan Ferry también despierta afectos. Y no solo entre los que asisten a fiestas en su exquisita mansión de Londres, residencia que incluye un estudio ultraprofesional en el sótano. Después de todo, fue propiciador involuntario de una de las más famosas uniones del rock. Entre 1975 y 1977, Ferry desarrolló una relación intensa con Jerry Hall, la belleza tejana que aparecía en la portada de Siren, el quinto elepé de Roxy Music, y en varios de sus vídeos.
Bryan tenía un historial de seducir a las cover girls de sus discos pero esta vez aseguraba ir en serio. Se empeñó en culturizarla, haciéndola listas de libros de lectura obligada. Jerry también pasó por un cursillo acelerado de etiqueta británica para transformarse en una lady. ¡Terminantemente prohibido que bebiera tequila!
Hasta que surgió el depredador: Mick Jagger. Fue una jugada maestra: invitó a la pareja a un concierto de los Stones en Londres. En la fiesta posterior, Jagger flirteó abiertamente con Jerry, ante el desconcierto de Ferry y las risitas de los que conocían esas tácticas. Unos meses después, aprovechando una ausencia de Bryan, Mick y Jerry intimaban tras una cena convocada por el fotógrafo Francesco Scavullo. El tándem generó cuatro hijos y duró veintidós años.
A los ojos del mundo, Bryan Ferry fue visto como el damnificado. En verdad, no se portó muy elegantemente: se quedó con las posesiones que Jerry dejó en su casa, incluyendo la ropa. Y se presentó como la víctima en varias canciones de su posterior disco en solitario, The bride stripped bare. Muchos años después, todavía respondía con canciones a los comentarios de Hall en su libro autobiográfico, Tall tales. El argumento de ella: tampoco Bryan era fiel durante sus giras.
Los detractores de Jagger insisten en que considera las mujeres poco más que como trofeos para colgar en las paredes. Por el contrario, Ferry pertenece al modelo romántico. Sufre. Sufre mucho y públicamente. Ahora se permite sonreír.
La vida real se impuso al éxito de Roxy Music
Solo sabremos por qué han vuelto realmente cuando suban al escenario. Hasta ese momento les acompañará esa sospecha que viaja con las viejas glorias que salen de gira. Pero da igual. Más allá de ese dilema entre la pasión y la recaudación, Roxy Music se ha ganado después de 40 años y continuas entradas y salidas del estudio ser cabeza de cartel del Sónar (actúan en Barcelona este sábado), el festival de música electrónica y "avanzada" más importante de Europa, gracias a un sonido del que son grandes deudores algunos de sus compañeros de programa como LCD Soundsystem o Hot Chip. De aquella formación original, la ausencia más destacada es la de Brian Eno. Pero estarán Bryan Ferry, Andy Mackay y Phil Manzanera (Londres, 1951), el virtuoso guitarrista y productor que atendió hace unos días a EL PAÍS desde su casa en Londres.
Pregunta. ¿Por qué vuelven?
Respuesta. Cada semana entro en un local y está sonando un tema de Roxy, casi siempre son singles, solo tres o cuatro canciones. Pero hemos grabado 80. Así que pensamos que o salíamos a tocar esas canciones que no suenan, o nunca volverían a sonar.
P. ¿Y qué pasa con ese disco que empezaron a grabar?
R. Está terminado. Pero tendremos que revisarlo. Somos una banda disfuncional. No tenemos plan.
P. Esta gira calienta motores para su 40º aniversario...
R. Vamos a ver si queda motor para calentar [se ríe]. Si estamos a gusto, nadie nos puede decir lo que tenemos que hacer.
P. ¿Qué relación tiene con Bryan Ferry a estas alturas?
R. Vivimos a 10 minutos en el campo. Pasamos el día de Navidad juntos y de vez en cuando quedamos para tomar una copa en el pub.
P. ¿Por qué se marchó Brian Eno de la banda?
R. Él no es una persona que quiera estar en un conjunto. No quiere hacer dos veces lo mismo, y lo ha mantenido toda la carrera. No le gusta tocar en directo.
P. ¿Se llevaba mal con Ferry?
R. En su momento no estaba contento. Pero eso se ha resuelto y han vuelto a trabajar juntos. A lo mejor era un poco lucha de egos. Cuando eres joven hay una carrera para ir hacia delante. Pero con madurez, uno entiende las cosas.
P. ¿Se le quedó alguna espina clavada de la época?
R. Nunca tuvimos un exitazo en EE UU. Nos faltaron dos años. Él se casó, empezamos a tener niños, y la vida real se impuso. Así somos.
P. Colabora a menudo con Robert Wyatt, otro grande...
R. Sí. Y está a punto de sacar un disco divino. Es un álbum de cuerdas, con un saxo... Es algo muy distinto a lo que ha hecho. Es lo más bello del mundo.
P. También produce a muchas bandas. ¿Cómo se metió con Héroes del Silencio?
R. Un conocido me llevó a ver un concierto suyo. Miré al público y a ellos y dije: 'Hay una resonancia, suenan bien y fuerte'. Pero escuché el disco y no era lo mismo. Así que mi trabajo fue capturar lo que hacían en directo, pero en el estudio. Utilizamos equipo viejo y tocaron en directo. Me llevé a un ingeniero inglés que grabó a Police y conseguimos capturar su sonido. Me encantó. A partir de entonces empecé con otros españoles.
P. ¿Como Mónica Naranjo?
R. Sí. Vino a Londres. Oí su voz y me pareció un instrumento increíble.
P. ¿Y qué tal fue con Antonio Vega?
R. Estaba todo el tiempo colgado. La discográfica me dijo que grabara todo lo que hiciera porque no sabían cuánto duraría. Me quedé alucinado. Estaba despierto como una hora al día en el estudio. Un día entró mientras sonaba un tema y me preguntó qué era. Le dije que era su canción, pero él no recordaba haberla escrito. Tratamos de ayudarle, pero no tuvimos muchos resultados. Era una persona con tanto talento...
P. En 2004 pidió la mano a su mujer en el transcurso de un concierto de Quimi Portet en Barcelona. ¿Piensa repetir algo así en Sónar?
R. Quimi es tan divertido... es como un hermano, aunque no entiendo nada de lo que canta en catalán. Ella no sabía nada, Quimi paró el show y yo le pedí a Claire si quería casarse conmigo. Suerte que no dijo que no.
Roxy Music. El amor es la droga
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