QUINIENTAS MENTIRAS PARA HACERTE FELIZ
Buscando leones en las nubes llega hoy a los quinientos programas. Desde que en el curso 1999/2000 comenzara su andadura en las entonces muy prosaicas instalaciones de Radio Universidad de Salamanca, y a lo largo de dieciséis ya largas temporadas -la actual es la decimoséptima-, nuestro espacio ha ido creciendo (en los primeros años no llegaban a veinte las emisiones que se radiaban cada curso; ahora son cuarenta y cinco anuales, más o menos, nuestras citas con las ondas) hasta completar esta desmesurada, insólita e inesperada cifra, nada habitual para un programa nacido -y sostenido- sin ninguna pretensión y elaborado con un enfoque amateur y un planteamiento sencillo y hasta elemental por parte de su creador, este Alberto San Segundo que desde aquí os escribe y que durante tanto tiempo se ha deleitado -y el verbo no es exagerado- en compartir con vosotros, nuestra cada vez más variopinta audiencia, sus particulares filias musicales y literarias, bajo la forma de centenares -miles, en realidad- de canciones y textos.
Y como ha ocurrido en los casos de anteriores ediciones centenarias (los programas en los que celebramos nuestras cien, doscientas, trescientas y cuatrocientas emisiones) Buscando leones en las nubes ha querido festejar este tan redondo logro cediéndoos a vosotros, nuestros oyentes, las riendas del espacio, ofreciéndoos la posibilidad de “construir” con vuestras colaboraciones esa señalada transmisión.
Y así, todos los textos y las canciones que aparecen en el programa han sido propuestos por nuestros oyentes ajustándose, en la mayor parte de los casos, a las pautas de estilo más habituales en nuestra larga trayectoria -la sensibilidad, la inteligencia, la capacidad de penetración, la dulzura, la delicadeza, la melancolía- aunque hay fragmentos y piezas musicales muy distintos a los acostumbrados y que de no ser por vuestra aportación difícilmente hubieran aparecido en alguna de nuestras ediciones.
De esta manera, en esta edición de aniversario han sonado los espléndidos temas de Rod Stewart, Adéle, Los Secretos, Stranglers, Amancio Prada con Chicho Sánchez Ferlosio, Ingrid St-Pierre, Fatoumata Diawara, Fryderyk Chopin en el piano de Maurizio Pollini, Charlie Haden con Melody Gardot, Sarah Vaughn y Benjamin Clementine, arropando los textos, como de costumbre lúcidos y penetrantes, muy agudos y evocadores, escritos por Pablo D’Ors, Michel Houellebecq, Jorge Bucay, Arthur Schopenhauer, Giacomo Leopardi, Blaise Pascal, Begoña Abad, Gustave Flaubert, Juana Ciudad, Ernesto Sábato y Jonathan Coe, cuyo espléndido fragmento, que ha sido la inspiración para el título del programa, os dejo como cierre a este comentario.
Quiero agradecer a toda nuestra audiencia su fidelidad de estos años, y singularmente a Marcos, Emilia, Alberto, Yolanda, Chema, Juana, Marina, Bea, Marga y Marisa por sus generosas e interesantes sugerencias que han permitido la conformación de este programa aniversario que espero que podáis disfrutar. Muchas gracias también a quienes han enviado sus colaboraciones y no han podido ver, por problemas de tiempo y composición del programa, radiadas sus propuestas. Gracias sinceras a todos.
“No me importa que llueva en verano. Hasta me gusta. Es mi lluvia favorita.” “¿Tu lluvia favorita?”, dijo Thea. Recuerdo que frunció el ceño sopesando aquellas palabras, y luego exclamó: “Pues la mía es la lluvia antes de caer.” Rebecca se sonrió al oír aquello, pero yo dije (en plan pedante supongo): “Pero, cielo, antes de caer en realidad no es lluvia.” Y Thea me dijo: “¿Y entonces qué es?” Y yo le expliqué: “Pues es sólo humedad. Humedad en las nubes.” Thea bajó la vista y se concentró una vez más en escoger los guijarros de la playa; cogió dos y se puso a golpearlos uno contra otro. Parecía que el ruido y la sensación le gustaban. Yo seguí: “¿Entiendes entonces que no existe la lluvia antes de caer? Tiene que caer para que sea lluvia.” Era una tontería explicarle aquello a una niña pequeña; casi me arrepentía de haber empezado. Pero por lo visto Thea no tenía ningún problema en captar la idea; más bien al revés, porque al poco rato se quedó mirándome y meneó la cabeza con gesto de pena, como si discutir aquellas cosas con una idiota estuviera poniendo a prueba su paciencia. “Ya sé que no existe.”, dijo. “Por eso es mi favorita. Porque no hace falta que algo sea verdad para hacerte feliz, ¿no?”
Enhorabuena por estos 500 programas. Que sigamos escuchando tanta variedad literaria y musical.
ResponderEliminarUn abrazo
Alberto:)
Gracias, Alberto
ResponderEliminarEsperemos que pueda llegar a haber algunos cientos más
Un abrazo