UNA CERILLA QUE BRILLA UN INSTANTE
Esta noche, sin un eje unitario vertebrador del espacio, retomamos nuestro muy favorito esquema misceláneo, hecho de una sucesión de fragmentos literarios y piezas musicales heterogéneos entre sí, sin más hilo conductor que el de su indudable belleza y su alto potencial de sugestión.
En el caso de la literatura, traigo catorce textos, recogidos de lecturas más o menos recientes, en los que comparecen algunos de los temas más queridos y más reiterados en nuestra ya dilatada historia como son el amor, el paso del tiempo, la vejez, las decepciones, el enamoramiento y las ilusiones, la tristeza, los recuerdos, la memoria, la infancia perdida, el destino, las mujeres, la soledad, el miedo… Textos, todos muy sugerentes y evocadores, tristes, también, en su mayoría, escritos por Patrick White, Jonathan Franzen, Frank O’Hara, Graham Swift, Ottessa Moshfegh, Han Kang, Joaquín Berges, George Saunders, Nino Haratischwili, Thomas Hardy, Jennifer Egan, Edward Morgan Forster, Álvaro Enrigue y Antonio Iturbe.
La banda sonora participa también, como no podía ser de otro modo, de los rasgos que habitualmente definen la música de Buscando leones en las nubes: canciones variadas, de orígenes y estilos muy diversos, pero coincidentes todas en la emoción, la dulzura y la sensibilidad, en un común tono melancólico y en una indiscutible belleza. Sus intérpretes son Weyes Blood, Lilah Downs con Norah Jones, Gino Paoli, Beth Gibbons con Rustin Man, Mart'nália con Carla Bruni, Yola, Luisa y Salvador Sobral, J. J. Cale, Seran Fisseau con Vincent Peirani, Lemonheads con Liv Tyler, Diana Krall, Blaze Foley, Baba Sissoko con Rodgers Mighty Mo y Kieran Kane y Rayna Gellert que cierran con su intimista interpretación de la preciosa Can’t live without you este Buscando leones en las nubes de hoy que es también el cierre a la presente temporada del espacio. Este año, por mis cada vez más exigentes apreturas laborales, no habrá la habitual serie de entregas del mes de julio con la que otros cursos continuamos nuestras emisiones en el blog. De este modo, pues, os decimos adiós hasta el próximo 2 de septiembre, cuando volveremos con más música y más literatura. Pasad un estupendo verano.
En Argenton-sur-Creuse, después de cruzar un puente de piedra recoleto sobre el río al que dan las fachadas de las casas, encuentra un estanco con olor a hojas de tabaco de las Américas. La dependienta es una muchacha menuda, con el pelo rubio recogido en una cola de caballo y unas gafas de estudiante eterna. Se queda prendado de su belleza en miniatura y sale de allí con una cajetilla de cigarrillos. Después de dar una vuelta por ese pueblo silencioso donde parece que nunca sucede nada, regresa al estanco a comprar cerillas para que la muchacha se levante del taburete donde hojea una revista de patrones y le sonría. En los dos días que pasa hospedado allí hace tantos viajes al estanco que tiene la mesilla de noche llena de cajas de fósforos. Cree que la última vez que ha vuelto a entrar a pedir otra caja de cerillas, la muchacha lo ha mirado con recelo por encima de las gafas, como si pensara que se trata de un pirómano. Tal vez lo sea. Se siente arder por dentro. Se marcha de ese pueblo y deja atrás a la dependienta encantadora que vende tabaco y fósforos en un estanco minúsculo. Todo en su vida es una cerilla que brilla un instante y después se apaga. Luego queda ese rastro de humo negro. Antonio Iturbe
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