MÁS JAPÓN
Dejo ahora aquí, con algún retraso, el programa del lunes pasado, el segundo de la serie que Buscando leones en las nubes ha dedicado al Japón con ocasión de la exposición de fotografía que durante el mes de octubre se presentó en el Centro Cultural Hispano Japonés de Salamanca. Imágenes del Japón era el título de la exposición y en ella se ofrecían setenta fotografías, realizadas por Carlos Montenegro, en las que se reflejaba de un modo muy amplio la enorme variedad y la riqueza cultural y arquitectónica, natural y humana del país nipón. Una de esas magníficas fotos, la del Torii Itsukushima, en la isla de Miyajima, es la puerta que abre la entrada de hoy al blog, una puerta simbólica que opera a modo de invitación al descubrimiento de una civilización tan fascinante como la japonesa. Los Torii son arcos tradicionales que aparecen normalmente a la entrada de los templos shintoístas japoneses y que delimitan la frontera entre el espacio sagrado y el profano.
En esta segunda emisión se repite el esquema de la primera entrega. Por un lado, piezas musicales con un inequívoco aire japonés, pese a su extracción de ámbitos muy diversos que van desde la electrónica al jazz, desde el folklore tradicional a la música clásica, desde la tonada pop hasta algún no muy atrevido experimento de vanguardia. Los intérpretes de las diversas canciones fueron Aus, Marisha Kosugi con X-Cultures, Haruka Nakamura, Aki Tsukuyo, Piana, Ryuichi Sakamoto con Minekawa Takako, Keiko Matsui, Koto Vortex, Takahiro Kido, Akira Senju y Hako Yamazaki.
Entre las piezas musicales, en la vertiente literaria del programa, he seguido ofreciendo una selección de haikus. El haiku es una de las formas (sin duda la más conocida) de la poesía tradicional japonesa. Aunque hay antecedentes bajo distintas acepciones en el siglo VIII y en diversos clásicos de los siglos X y XI, su popularidad empieza a crecer en el siglo XII. Los grandes nombres del género aparecen, no obstante, a partir del siglo XVII: Matsuo Bashô (1644-1694), Yosa Buson (1716-1783), Issa Kobayashi (1762-1826) y Shiki Masaoka (1867-1902), de cada uno de los cuales he leído tres poemas en el programa. La denominación actual, haiku, surge en el siglo XIX, siendo su manifestación más habitual la de un poema breve, generalmente de diecisiete sílabas, dispuestas en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. No obstante, tanto el número de versos, como su extensión o la distribución de las sílabas en ellos pueden variar, alejándose del patrón métrico habitual. El poema carece de rima y de título así como, originalmente, de signos de puntuación o mayúsculas, en un reflejo externo, con ese despojamiento y esa austeridad de las formas, de la simplicidad, de la expresión sencilla, concisa y clara, que son rasgos destacados del haiku.
La mayor parte de los haikus incorporan un vocablo que vincula el poema a una estación del año. Así, ligados a la primavera aparecen las flores del ciruelo, del cerezo, del sauce, las golondrinas, el ruiseñor, la neblina, las montañas, las ranas, las mariposas. Al verano corresponden las fiestas, el canto del cuclillo y la alondra, las chicharras, las luciérnagas, las lluvias estacionales, los manantiales, las peonías, la plantación del arroz. En otoño se muestran ánsares y garzas, libélulas y crisantemos, la cosecha del arroz, las noches largas, la luna. Por último, el invierno se refleja en las nieves, la escarcha, los campos helados y yermos, el viento glacial, la vejez, la pobreza. Por otro lado, el fondo del poema, su temática, suele centrarse en la descripción de algún suceso o alguna escena real o imaginada. El sentido literal de haiku (o haikai) es “lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”. El poeta recoge de un modo brevísimo e intenso, al modo de un relámpago esclarecedor, un acontecimiento, aparentemente banal, pero al que su mirada, la penetración, la agudeza, la sensibilidad de su mirada dotan de capacidad evocadora, de potencia expresiva, de emoción y espíritu y belleza y sentimiento y ensueño y trascendencia.
La mayor parte de los haikus incorporan un vocablo que vincula el poema a una estación del año. Así, ligados a la primavera aparecen las flores del ciruelo, del cerezo, del sauce, las golondrinas, el ruiseñor, la neblina, las montañas, las ranas, las mariposas. Al verano corresponden las fiestas, el canto del cuclillo y la alondra, las chicharras, las luciérnagas, las lluvias estacionales, los manantiales, las peonías, la plantación del arroz. En otoño se muestran ánsares y garzas, libélulas y crisantemos, la cosecha del arroz, las noches largas, la luna. Por último, el invierno se refleja en las nieves, la escarcha, los campos helados y yermos, el viento glacial, la vejez, la pobreza. Por otro lado, el fondo del poema, su temática, suele centrarse en la descripción de algún suceso o alguna escena real o imaginada. El sentido literal de haiku (o haikai) es “lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”. El poeta recoge de un modo brevísimo e intenso, al modo de un relámpago esclarecedor, un acontecimiento, aparentemente banal, pero al que su mirada, la penetración, la agudeza, la sensibilidad de su mirada dotan de capacidad evocadora, de potencia expresiva, de emoción y espíritu y belleza y sentimiento y ensueño y trascendencia.
Espero que música y textos os resulten agradables e intensos.
Japón II
Hola alberto, modestamente "enriquezco" tu blog con esta interesantísima página dedicada a el haiku, para todos aquellos que cómo yo, hayan descubierto esta maravilla gracias a tí. un abrazo fuerte
ResponderEliminarhttp://www.elrincondelhaiku.org/
Gracias, Jorge, pero si pinchas en el enlace sobre 'haiku', verás que hemos coincidido en la referencia. Gracias, no obstante. Un abrazo
ResponderEliminarEfectivamente, hemos coincidido en la referencia,se nota que tienes buen gusto, ja ja¡un abrazo
ResponderEliminarHablando con mi hija sobre el Haiku me recordó que existía una novela(más bien un cuento)que yo le había recomendadado hace tiempo. Me parece oportuno recomendártelo(si me lo permites)sabiendo que posiblemente ya lo conozcas: "Nieve" de Maxence Fermine.
ResponderEliminarEn este pequeño libro se recuerda a Taigi, Issa, Bashô, así como a Sôseki, Sutejo. De este último es lo siguiente:
La piel de las mujeres
la piel que ocultan
!cuán cálida es!.
En fin, está bien que las adolescentes nos recuerden estas cosas.
Sí María, tienes razón!!! Me uno a tu recomendación...
ResponderEliminarY aprovechando que el Pisuerga pasa por ...de ese mismo autor, "El violín negro", una preciosa y fantástica historia cargada de muchas sensaciones...
Uhmmmm!!!qué bonitos libros. A mí me encantaron
Gracias María, y a tu hija también.
Buenísimos! Alimenticios, casi. Me reclino de nuevo ante este maravillosa demostración de simplicidad japonesa.
ResponderEliminarInconcebibles para una mentalidad como la nuestra, incapaces de resumir en diecisiete sílabas todo lo que está pasando en este momento. En este país un escritor de haikus (a la española) sería como mínimo tachado de inconstante, cuando no de incompetente. Queda claro que un nipón no retrocede nunca ante una hoja en blanco. ¿Y los editores chinos qué? Un premio para ellos por su confianza! Aquí les vas con unos poemillas de dos líneas y te los tiran a la cara. En fin, dejo un humildísimo Haiku otoñal para la crísis: “A los poquitos, los ánsares volaron, sobreviví. “ (no confundir los ánsares con el Trío de las Azores)
Bueno, fuera bromas, creo que algunos programas son perfectos para escuchar por auriculares y ex-ce-len-tes para pasear por la calle sin rumbo perdido entre la gente y así, de paso, el programa se va haciendo. La música muy bien, salvo una canción por la mitad del programa que para mí que la cantante desafina como una cosaca pero bueno, no la he podido identificar y la verdad, viendo los nombres, sospecho de todos pero, en cualquier caso, como no, aplauso, aplausos una vez más.