TODAS LAS NOCHES SOÑABA CON EL MAR
Buscando leones en las nubes os ofrece la última emisión de la serie de cinco que estamos dedicando desde principios del octubre pasado a Doscientas sesenta y siete vidas en dos o tres gestos, un espléndido libro, escrito por el italiano Eugenio Baroncelli en el que se nos presentan las breves biografías de decenas de personajes, reales o de ficción, de notoriedad pública o casi anónimos, todos ellos fijados en el tiempo a partir de una “escena” de sus vidas, un episodio no necesariamente relevante y sí al contrario, muchas veces, anodino y aparentemente trivial.
Buscando leones en las nubes os ofrece la última emisión de la serie de cinco que estamos dedicando desde principios del octubre pasado a Doscientas sesenta y siete vidas en dos o tres gestos, un espléndido libro, escrito por el italiano Eugenio Baroncelli en el que se nos presentan las breves biografías de decenas de personajes, reales o de ficción, de notoriedad pública o casi anónimos, todos ellos fijados en el tiempo a partir de una “escena” de sus vidas, un episodio no necesariamente relevante y sí al contrario, muchas veces, anodino y aparentemente trivial.
Entre las once semblanzas que esta noche os presento, todas penetradas por la sensibilidad, la erudición y el sentido del humor del autor, suenan otras tantas canciones, como siempre elegantes y relajadas, que sirven de magnífico acompañamiento a los muy interesantes textos. En el caso de esta noche, los temas musicales son, además de bellísimos, excepcionales versiones de algunos bien conocidos clásicos de la música popular de los últimos cincuenta años. Cat Power, Antony & The Johnsons, Scarlett Johansson, The Watson Twins, Kate Bush, Rebecca Dorsey, Kirsty Maccoll con Evan Dando, She & Him, Madeleine Peyroux, Pretenders y Norah Jones interpretan títulos ya casi legendarios de Otis Reding, Bob Dylan, Tom Waits, The Cure, Elton John, Carole King, Lou Reed, Alex North, Leonard Cohen, Morrisey y Roxy Music.
Alfonsina Storni, poeta hambrienta
Todas las noches soñaba con el mar. En todos los sueños el mar se la llevaba y la arrastraba hacia el fondo de sus abismos. Se acostumbró a aquel monstruo fascinante como Mitrídates al veneno. Emigrada a Argentina desde la Suiza italiana, donde nació pobre en 1892, para sobrevivir trabajó de maestra de escuela. Sufría el hambre y encontró la poesía, que no se la llevó. El fondo, la ola y el pozo: no en vano ésos son sus símbolos. Del mundo, que la hacía infeliz, cogió sus adjetivos: inquieto, irremediable o dañino. Tenía talento. Entró como una luz en el círculo de los modernistas del Buenos Aires literario.
La tarde del 19 de abril de 1938, postrada por su sueño, decidió hacerlo realidad. Trepó al parapeto del paseo fluvial y desde allí se tiró a las generosas aguas del Río de la Plata. Hoy, reducida a una estatua aún más infeliz que ella, se sienta a una mesa del Tortoni, célebre café literario de Buenos Aires, junto a las glorias de Argentina: Gardel, que nació en Toulouse, y Borges, que a su Suiza fue a morir.
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