NO ESTAR A SALVO
En este 2021 aún incipiente os estoy presentando programas centrados monográficamente en una obra literaria, de la que se extraen todos los textos que completan cada propuesta semanal. Empezábamos el año y el trimestre con Lluvia fina, la por ahora última publicación de Luis Landero, para ceder el protagonismo, hace siete días, a La única historia, una estimulante novela de Julian Barnes. Como comenté el lunes pasado, el libro del autor británico está trufado de abundantes y jugosas reflexiones sobre el amor, razón por la que son dos las emisiones dedicadas a presentároslas. Es por ello por lo que esta semana continuamos con la breve serie de esos dos programas que tienen como centro la muy sugestiva obra de Barnes.
La única historia narra el enamoramiento juvenil de un chico, Paul, de apenas diecinueve años, y una mujer casada, Susan, de cuarenta y ocho y con dos hijas mayores que el chico. El relato, rezumando ternura y sensibilidad, también lucidez e inteligencia, da cuenta no solo de ese acontecimiento iniciático en la vida del muchacho, sino de sus repercusiones posteriores a lo largo de su vida, pues la pareja vivirá su relación durante más de diez años, en un vínculo, de una extraordinaria intensidad sentimental y vital, que marcará sus vidas de manera simultáneamente feliz y dolorosa.
Por el libro desfilan, analizados por la aparentemente fría disección del joven, que, ahora ya adulto, contempla retrospectivamente su decisiva experiencia de entonces, las múltiples facetas del fenómeno amoroso: la magia y el encantamiento, las dudas, los miedos, las vacilaciones, el deseo, la torpeza, la ilusión del amor primerizo, y sobre todo, y en palabras del propio Barnes, la aceleración de la vida, el egoísmo totalmente justificable, el descaro lascivo, la vociferante alegría, la seriedad serena, el anhelo ardiente, la certeza, la simplicidad, la complejidad, la verdad, la verdad, la verdad del amor.
Con la excusa de la relación entre chico joven y mujer madura, he elegido, para acompañar los fragmentos seleccionados, una serie de canciones que, en su mayor parte, tratan directamente dicho tema, aunque en un par de piezas la conexión es meramente tangencial o incluso muy remota. La dificultad de encontrar un número suficiente de canciones que se refieran a un aspecto tan específico de la vivencia amorosa me ha obligado, igualmente, a incorporar al elenco de temas elegidos algunas canciones muy alejadas del estilo habitual de Buscando leones en las nubes, las cuales, en condiciones normales y si no fuera por la oportunidad de su letra, jamás habrían aparecido en nuestro espacio. Dejo al experimentado conocimiento de nuestros más asiduos seguidores el averiguar de cuáles se trata. Sus intérpretes, en cualquier caso, son Fountains of Wayne, Dalida, Paul Anka, Anita Baker, Ready For The World, Zé_Ramalho, Garth Brooks, Ricardo Arjona, Alan Jackson, Serge Reggiani, Emilie Simon y Simon & Garfunkel, que cierran de manera previsible, hasta cierto punto inevitable y, en cualquier caso, espléndida, nuestro programa monográfico con Mrs. Robinson, el gran clásico extraído de la banda sonora de El graduado, la inolvidable película dirigida por Mike Nichols en 1967, que no podía faltar en un programa cuyo tema subyacente -no el principal, que es, sin duda, el de los claroscuros, la felicidad y la desdicha, que casi siempre conlleva el amor- ha sido el de las relaciones sentimentales entre un chico joven y una mujer madura.
Ahí estaba la anotación —una seria— que no había tachado en años. No recordaba de quién era: nunca anotaba el escritor o la fuente; no quería que la reputación lo amilanase; la verdad tenía que sostenerse por sí misma, clara y sin apoyos. Era la frase siguiente: «En mi opinión, todos los amores, felices o desdichados, son un auténtico desastre en cuanto te entregas por entero.» Sí, merecía conservarse. Le gustaba la apropiada inclusión de «felices o desdichados». Pero la clave era: «En cuanto te entregas por entero.» A pesar de las apariencias, no era una sentencia pesimista ni agridulce. Era una verdad expresada por alguien en pleno torbellino del amor, y que parecía contener toda la tristeza de la vida. Recordó de nuevo a la amiga que, largo tiempo atrás, le había dicho que el secreto del matrimonio era «zambullirte y emerger a conveniencia». Sí, comprendía que así podías mantenerte a salvo. Pero estar a salvo no tenía nada que ver con el amor.
No estar a salvo
Varias cosas :
ResponderEliminarEl libro me encanta. Pero los textos están perfectamente escogidos, y la música súper adecuada y sensibles al tema.
Al final, tanta reflexión sobre el amor me llevó a varios pensamientos...
Debería romper la barrera de la edad. Me lo apunto para la próxima historia de amor (jiji), o para la próxima vida.
Tengo mil motivos muy razonables para no amar, y ninguno cuando amo. Amo y punto, sin un solo pensamiento.
Y que el Amor sería perfecto si solo pudiésemos amar cuando somos correspondidos. Así que, siempre empezaría y acabaría al mismo tiempo para los amantes. Y sospecho que algo perderíamos si fuese así, pero no sé qué.