A PROPÓSITO DE NADA
Como sabéis, en condiciones normales febrero suele ser un mes muy cinematográfico, pues en él suelen coincidir las ceremonias de entrega de los más reconocidos premios del séptimo arte. El cambio radical en nuestros hábitos que ha supuesto la epidemia del coronavirus ha obligado, este año, a alterar las fechas de esos populares actos, que, en la mayor parte de los casos, singularmente en el de los Oscar y los Bafta, se han pospuesto a finales de abril. Sin embargo, nuestro espacio sigue siendo fiel a sus costumbres y por ello, a partir de hoy y durante seis semanas consecutivas, os voy a ofrecer programas que están relacionados directamente con el universo del cine.
En el caso concreto de esta noche, con la emisión que ahora comienza abro una serie de dos que se dedican a Woody Allen, el genial creador neoyorquino que hace un par de meses llegaba a unos fecundos ochenta y cinco años, y que ya ha tenido varias ediciones monográficas en Buscando leones en las nubes. Con ocasión de ese significativo cumpleaños, a finales de noviembre presenté en mi otro espacio de Radio Universidad su autobiografía A propósito de nada. A dicha reseña, que podréis encontrar en el blog del programa, todosloslibrosunlibro.blogspot.com, me remito ahora para situar convenientemente el contexto en que se inscriben las dos entregas de este breve ciclo.
Y es que de la interesante publicación, repleta de inteligencia y humor, he entresacado una treintena de fragmentos que constituirán el núcleo central de ambos programas. Siguiendo, más o menos, el hilo conductor del libro, que describe los primeros años de la vida de Allen, los inicios de su trayectoria profesional como humorista y el desarrollo de su deslumbrante carrera cinematográfica, en los textos elegidos afloran los motivos recurrentes de la obra artística, fílmica y literaria del director: la importancia de la radio, el cine y el jazz en su formación y en su vida; sus preocupaciones existenciales, la obsesión por la muerte y sus múltiples neurosis; el psicoanálisis; los referentes culturales, siempre presentados de un modo “rebajado” y desmitificador; la alusiones al mundo judío; la fascinación por las mujeres… y tantos otros.
En particular, la edición de esta semana gira casi en su totalidad en torno a vivencias de la infancia, adolescencia y primera juventud del excéntrico personaje. Son textos que reflejan el entorno familiar, caótico pero entrañable, de una familia judía en el Brooklyn de los años 40, un microcosmos algo disparatado que Woody Allen ya había reflejado en Días de Radio, su emotiva y divertidísima película de 1987.
Entre las descabelladas anécdotas y las hilarantes reflexiones de Allen, sonarán temas que se citan expresamente en el libro o, en caso contrario, cuyos compositores o intérpretes son mencionados de modo directo en él. Todos ellos, en su mayor parte piezas de jazz de los años 20 al 50, contribuyen a conformar una atmósfera musical muy íntima, sugestiva, reconocible y asociada ya, universalmente, a la obra cinematográfica del director. Sus intérpretes son Harry James, Duke Ellington y su Orquesta, Lena Horne con la Teddy Wilson Orchestra, Ella Mae Morse, Georgia Gibbs con Tommy Dorsey, Frank Sinatra, Django Reinhardt, Rosemary Clooney, Dinah Shore, Nat King Cole, Billie Holiday, Louis Prima and His New Orleans Gang, Bud Powell y Eddie Condon con sus All Stars.
A propósito de nada
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