No sé cuánta gente oirá mi programa. A veces sospecho que no está oyéndolo nadie, lo que se dice nadie: cero personas en total, y eso me produce una sensación de afantasmamiento: la voz inútil que suena en la noche vacía. Y entonces me siento como un turista belga que tocase el acordeón o similar en mitad del desierto de Nafud o similar. (Felipe Benítez Reyes)
martes, 24 de diciembre de 2019
AL OTRO LADO DE LA LLUVIA
Con la Nochebuena ya a pocas horas, y en plenas vacaciones navideñas, sale al aire el último programa de Buscando leones en las nubes por este 2019.
El último programa del año es el último también de los cinco que a lo largo de este mes hemos dedicado al poeta Karmelo C. Iribarren, en una serie en la que hemos repasado su obra completa, que cuenta con once poemarios recogidos en una reciente publicación de la editorial Visor. De ellos, nueve han aparecido en semanas precedentes, dejando para hoy los dos postreros, Haciendo planes, su libro de 2016, y Mientras me alejo, que vio la luz en 2017.
En total, serán trece los poemas seleccionados y que sonarán en la próxima hora, en la que aparecerán entre canciones, en la mayor parte recogidas e introspectivas, melancólicas y llenas de sensibilidad, rasgos que comparten con la poesía del donostiarra, aunque difieren abiertamente de ella en el tono, más optimista e ilusionado en los temas musicales, frente a la desesperanza, la ausencia de expectativas, la desolación y el clima de fracaso que impregna los versos de nuestro invitado.
Sus intérpretes son Sufjan Stevens, Enzo Avitabile con Pino Daniele, The Retrosettes Sister Band, Djely Tapa, Sun Kil Moon, Márcio Faraco, Ruth Moody, Ida Redig, Munford & Sons con Jerry Douglas y Paul Simon, Canan Uzerli, Kacy & Clayton, Tame Impala y Rosemary Clooney, una de nuestras invitadas favoritas, con innumerables participaciones en el espacio, cuyo desolado lamento (I'm So Lonesome I Could Cry) cierra el espacio y clausura también las emisiones de este 2019.
The red umbrella, una magnífica fotografía de Saul Leiter, ilustra, con su sugerente imagen de lluvia, esta entrada.
Con la esperanza de que hayáis disfrutado del programa me despido hasta el año próximo, concretamente hasta el lunes 13 de enero. Pasad unas muy buenas navidades, tened un estupendo comienzo de año y volved a Buscando leones en las nubes en 2020. Adiós…
martes, 17 de diciembre de 2019
PARA NO PENSAR EN TI
Esta noche llegamos a la cuarta entrega, la penúltima, de la serie que estamos dedicando desde hace casi un mes a Karmelo C. Iribarren, el intenso poeta donostiarra, esencial siempre y de relativa actualidad en este 2019 en el que ha visto publicados sus poemarios íntegros en la editorial Visor, en donde han aparecido baja la rúbrica Poesía completa (1993-2018).
En emisiones precedentes os ofrecía versos de sus seis primeros libros, y hoy los quince poemas escogidos pertenecen a otros tres, Otra ciudad, otra vida, de 2011, Las luces interiores, de 2013, y La piel de la vida que vio la luz en 2013.
La poesía de Iribarren, de aparente sencillez formal y escritura muy nítida y asequible, de una narratividad casi prosística, resulta, sin embargo, más perturbadora en lo que se refiere al “motivo” de sus versos, que suceden en una atmósfera de derrota hecha de desgastados territorios urbanos, inhóspitas madrugadas en calles lluviosas, bares desolados y desasosegantes habitaciones nocturnas, y surcados por hombres solitarios -a menudo el propio autor; lo autobiográfico muy presente en su obra-, mujeres deslumbrantes pero a menudo corroídas también por el fracaso, seres, en suma, desdichados náufragos, perdedores, sin futuro y, muchas veces, también sin presente. Pese a lo triste, desapacible y desesperanzado del panorama que muestran, los poemas son casi siempre conmovedores y bellísimos y transmiten, en su melancolía, una honda verdad acerca de nuestra naturaleza humana.
Completando el programa, y entre los versos, suenan también quince temas musicales de corte sentimental, muy íntimos y dulces, muy tristes también, que se avienen perfectamente con el clima de amargura de la poesía de nuestro invitado. Rachelle Garniez, Bill Callahan, Mina, Aimee Nolte, Ibrahima Cisshoko con Le Mandingue Foly y Sory Diabate, Etta James, Lana del Rey, Li’l Andy, Stacey Kent, Fernanda Cunha, Better Oblivion Community Center, Brigitte Saint Aubin, Blaze Foley, She & Him y Amy Winehouse, cuya convulsa vida pienso que encajaría en el escenario de los versos de Karmelo C. Iribarren, han sido los intérpretes de la banda sonora de la emisión.
Melancolía, un sugerente cuadro de Edward Munch, complementa, desde el punto de vista de la imagen, este comentario.
martes, 10 de diciembre de 2019
LA SOLEDAD ES ESO Buscando leones en las nubes os ofrece una nueva selección de canciones y textos literarios escogidos con criterios de interés y calidad, en la tercera emisión de una serie de cinco que antes de las navidades estamos dedicando al poeta Karmelo C. Iribarren.
En este mismo 2019, la editorial Visor ha presentado, con el explícito título de Poesía completa (1993-2018), la hasta el momento última recopilación de las obras del donostiarra, once poemarios en los que se muestra su particular universo literario, hecho de crudeza y desnudez, de madrugadas y borracheras, de ventanas y soledad, de mujeres y decepciones, de sexo y tabaco, de calles vacías surcadas por la lluvia, de desesperanza, de fracasos y de ausencia de futuro, también, a veces, muy pocas veces, de fugaces atisbos de una felicidad siempre insospechada.
En el caso del espacio de esta semana quiero presentaros trece poemas seleccionados de entre los muchos interesantes de tres de sus libros, La frontera y otros poemas, de 2005, Ola de frío, publicado en 2007, y Atravesando la noche, de 2009.
Complementado la belleza triste de los versos, os ofrezco otras tantas canciones, algo menos despojadas, más cálidas, aunque también bellísimas, siempre con el tono delicado e intimista que constituye uno de los rasgos más determinantes de Buscando leones en las nubes y que, en general y a mi juicio, tan bien encaja -pese a las muchas diferencias- con la melancólica poesía de Iribarren. Sus intérpretes son Diana Krall, Tinariwen con Warren Ellis, Lila Downs con Gepe, Beth Rowley, María Luiza, Eleri Angharad, Devendra Banhart con Vashti Bunyan, Emeli Sandé, The Jayhawks, Crystal Gayle, Sabina Ddumba, Angus & Julia Stone e Ingrid St. Pierre, una de las favoritas de Buscando leones en las nubes, que cierra el programa con su música tan delicada, tan aparentemente frágil, tan dulce, tan distinta, por tanto, opuesta incluso, a la descarnada rudeza de los versos de Karmelo C. Iribarren.
Q-Train, un cuadro del pintor británico Nigel Van Weick con la soledad como motivo central y con su evidente alusión a Edward Hopper, ilustra este comentario.
martes, 3 de diciembre de 2019
LO REALMENTE DIFÍCIL
Esta semana continuamos con la serie, que nos llevará ya hasta las navidades, protagonizada por Karmelo C. Iribarren, el poeta donostiarra, que este 2019 que ahora termina publicó en la editorial Visor, la por ahora última recopilación de su obra, con el título Poesía completa (1993-2018), un magnífico libro que reúne sus once poemarios publicados hasta la fecha.
Con su inconfundible estilo, hecho de aparente sencillez y claridad, la poesía de Iribarren es muy cruda, algo sórdida y con mucho de realismo sucio. Sus versos están poblados de alcohol, sexo, mujeres fatales, desolados escenarios urbanos, míserosbares nocturnos, gentes desahuciadas, seres rotos, sin presente ni futuro, en una atmósfera que rezuma tristeza, desolación, soledad, y, pese a todo ello -o quizá por ello-, conmovedora melancolía, extraordinaria belleza y desgarrada y convincente verdad.
Habiendo dedicado la emisión de hace siete días a algunas de las significativas citas que encabezan sus libros, en esta ocasión os presento una imposible selección de trece poemas extraídos de sus tres primeras obras, La condición urbana, de 1995, Serie B, de 1998, y Desde el fondo de la barra, que vio la luz un año después, en 1999.
Entre las palpitantes palabras de Iribarren suena una espléndida colección de canciones, también de tono íntimo y recogido, muy aptas, a mi juicio, para degustar -y no sé si el verbo es el más adecuado- la intensidad de los poemas. Sus intérpretes sonn Alba Griot Ensemble con Tony Allen, Kacy & Clayton, Luisa Sobral, Richard Hawley, Kieran Kane & Rayna Gellert, The Wainwright sisters, The Innocence Mission, José James, Luis Emilio Batallán, Bon Iver, The Lemmonheads, Lana del Rey y el inolvidable y ya largamente octogenario Gino Paoli, una auténtica leyenda de la música popular, que cierra el programa con la intensa versión de su Sapore di sale, compuesta a principios de los sesenta y que ahora, despojada ya de su trivial componente de himno veraniego, alcanza en la voz del anciano intérprete su dimensión más profunda y estremecedora, con su alusión al tiempo perdido y ya irrecuperable (Un gusto un po'amaro di cose perdute).
Como comenté el lunes pasado, estoy convencido de que al autor no le gustará el acompañamiento musical elegido para sus versos, que quizá pidan unos temas más áridos, más convulsos, más “provocadores”, no tan complacientes con las maravillas que la vida ofrece como son, en el fondo, los que he seleccionado. Espero, en cualquier caso, que el resultado final de esta extraña conjunción de poemas y canciones pueda interesaros.
martes, 26 de noviembre de 2019
EL INSTANTE QUE SE VA
Con la anticipada cercanía en el horizonte de las fiestas navideñas, con su carga de una siempre algo impostada alegría, con su artificiosa apariencia de felicidad, con su ostensible simulacro, falso por tanto, de armonía, quiero, por contraste, proponeros una mirada más cruda, más realista, más desasosegante e implacable, no ya de estas celebraciones, sino de la existencia en general, a partir de la obra de un poeta excelente, que llevo siguiendo desde años -aunque solo de manera esporádica ha comparecido en nuestro espacio-, dedicando cinco emisiones a su obra, que cuenta ya con once poemarios.
Se trata de Karmelo C. Iribarren (la C nunca desvelada por el autor, que yo sepa), un poeta nacido en San Sebastián en 1959 y que en este 2019 que ahora acaba ha publicado la enésima recopilación de su obra íntegra en la Colección Visor de Poesía, bajo el inequívoco título de Poesía completa (1993-2018). Con el entregado prólogo de Pedro Simón, el libro constituye la última de las antologías y compilaciones de su obra que han ido apareciendo en los últimos años, entre las que quiero destacar las tres ediciones -sucesivamente corregidas y ampliadas- de Seguro que esta historia te suena, que editó Renacimiento en 2005, 2012 y 2015, respectivamente; las también tres antologías de 2008, 2012 y 2014, que bajo la rúbrica de La ciudad presentó la editorial sevillana; y la estupenda selección Los cien mejores poemas de Karmelo C. Iribarren que vio la luz hace un año, en 2018, en el sello Isla de Siltolá en edición a cargo de José Luis Morante.
Iribarren es un poeta, ya lo iréis descubriendo -quienes aún no lo conozcáis- en los distintos programas del ciclo, realista -de un realismo sucio, con su referente principal, Raymond Carver-, sencillo y directo, minimalista y despojado, urbano, desencantado, melancólico y triste, con escasos atisbos de optimismo y entusiasmo vital, que en sus versos -concisos, descarnados, libres y no sujetos a la rígida atadura de la rima, aunque muy musicales- nos habla, en un tono cercano y coloquial en el que sobresalen una distanciada ironía y un humor escéptico, del sexo, de las mujeres -sobre todo de las imposibles-, de la crudeza de la vida, del sinsentido último de la existencia, del inclemente paso del tiempo y la pérdida y el deterioro que conlleva, de los infrecuentes y casi milagrosos fogonazos de felicidad, y de la injusticia de una sociedad degradada, que nos condena a la falta de esperanza, al fracaso, a la soledad, a la desesperación, a la eterna y asesina grisura de unos días sin más futuro que una anónima consunción.
En mi particular escrutinio de la obra completa del donostiarra he escogido setenta poemas, de los que intentaré presentaros unos cincuenta en los programas de este ciclo que hoy comenzamos. En el caso concreto de la actual edición del espacio, he elegido catorce citas que encabezan algunos de los diferentes libros recogidos en el libro. Se trata de frases breves, reflexiones o versos, todos ajenos, que remiten no obstante al universo amargo y desesperado, oscuro y tristísimo de sus propias creaciones. Sus autores son Charles Bukowski, Antonio Molina, Raymond Chandler, James Ellroy, Javier Salvago, José María Álvarez, Jaime Gil de Biedma, Philip Larkin, Manuel Durán, José Miguel García Ascot, Manuel Machado, Nicanor Parra y Luis Alberto de Cuenca, que completan la emisión junto a un último poema, de tintes, creo, autobiográficos, del propio Iribarren.
Entre ellas, suenan otras tantas canciones que transmiten idéntica sensación de nostalgia y de conformista desesperación, en una selección musical en la que, muy probablemente, el autor, menos sentimental, más implacable, más agrio, menos complaciente, no se reconocería. Son temas, no obstante, que contribuyen a completar la atmósfera de derrota y pérdida, de desconsuelo y naufragio, que rezuma su, pese a todo, inspiradora y bellísima poesía. Stranded Horse, Paula Morelenbaum con Joo Kraus y Ralf Schmid, Dr. John, She & Him, Bruce Springsteen, Sadio Cissokho, Cheryl Bentyne, Bill Callahan, Cat Power, Francesca Blanchard, Calexico con Iron & Wine, Celso Fonseca con Analaga, Kadhja Bonet y Glen Hansard son sus intérpretes.
martes, 19 de noviembre de 2019
ENTRE DOS ORILLAS
Hoy cerramos la serie, iniciada hace siete días, dedicada a Gaël Faye y su novela Pequeño país, que gira sobre los sobrecogedores acontecimientos de las matanzas de Ruanda en 1994, de las que, por lo tanto, este 2019 se cumplen veinticinco años, y en las que los hutus acabaron con casi un millón de personas, la mayor parte de la etnia rival, los tutsis, en un brutal genocidio que sorprende por su proximidad en el tiempo, lo que permite constatar que la tendencia del ser humano al mal parece, por desgracia, imperecedera y consustancial a nuestra naturaleza.
En la novela, emotiva y bellísima pese al terrible dramatismo de los sucesos narrados, Faye se “esconde” bajo la piel de su personaje principal, Gabriel, un chico de padre francés y madre ruandesa (en su biografía “real”, la madre de Gaël es de Burundi), que en su trigésimo tercer cumpleaños, viviendo en Francia tras abandonar muy joven los escenarios de la guerra, recuerda sus años infantiles en los que la felicidad absoluta de su vida libre en una África casi edénica se ve cortada de raíz por una guerra absurda, por el miedo y el dolor, por el desgarro y la pérdida, por la ominosa presencia de la muerte.
Dejábamos hace siete días al niño, aterrado, que había empezado a experimentar los primeros signos del odio y el horror, a las puertas de una guerra que se desencadenaría a raíz de la muerte, el 6 de abril de 1994, de los primeros ministros de Ruanda y Burundi, ambos hutus, al ser derribado el avión en que viajaban en un atentado terrorista. Culpables -al decir de la mayoría dirigente hutu- del asesinato de sus líderes, los tutsis e incluso los hutus moderados, fueron masacrados en tres meses de despiadadas matanzas.
De esa realidad objetiva da cuenta la novela de Faye, en paralelo al otro plano, más íntimo y subjetivo, que refleja la pérdida de la infancia, de sus orígenes y su patria por parte de un muchacho que no entiende la locura circundante y que se refugia en los libros para huir de las atrocidades que le rodean.
Los fragmentos que voy a leeros aparecen en esta ocasión acompañados de la música del propio Gaël Faye, que aparte de su dimensión literaria presenta también una importante faceta como músico, en el ámbito del hip hop y el rap, en el cual ya ha presentado tres discos, Pili pili sur un croissant au beurre, Rythmes et Botanique y Des fleurs, de los que proceden las once canciones que sonarán en la emisión, en las que ha contado con la colaboración de otros músicos como Pytshens Kambilo, Julia Sarr, Ben L’Oncle Soul, Ousman Danedjo, Flavia Coelho, Bonga y Saul Williams.
Como aviso para navegantes debo señalar que, dado el género en el que se inscriben las creaciones musicales de nuestro invitado, centradas sobre todo en la palabra, aunque la música no sea ni mucho menos desdeñable, su completa degustación exige el conocimiento del francés o la búsqueda de sus letras en internet. Unas letras, como puede imaginarse, centradas en idéntica temática autobiográfica que la de la novela, con la guerra, la violencia, el odio, la infancia perdida, el desarraigo, la inmigración, el choque de culturas como motivos centrales…
Tres jóvenes que iban delante de mí atacaron de súbito a un hombre, sin razón aparente. A pedradas. Desde la esquina de la calle, dos policías miraban la escena sin moverse. Los peatones se detuvieron un momento, como para disfrutar del espectáculo gratuito. Uno de los tres agresores fue a buscar una gran piedra que estaba debajo del franchipán, sobre la que los vendedores de cigarrillos y de chicles tenían la costumbre de sentarse. El hombre estaba intentando levantarse cuando el pedrusco le reventó la cabeza. Se derrumbó cuan largo era sobre el asfalto. Su pecho se hinchó tres veces bajo su camisa. Rápidamente. Buscaba aire. Luego, nada. Los agresores se fueron tan tranquilamente como habían llegado, y los peatones continuaron su camino, evitando el cadáver como se rodea un cono de tráfico. La ciudad entera se agitaba, proseguía con sus actividades, con sus compras, con su trajín. La circulación era densa, sonaban los cláxones de los minibuses, los vendedores ambulantes ofrecían bolsitas de agua y de cacahuetes, los enamorados esperaban encontrar cartas de amor en sus buzones, un niño compraba rosas blancas para su madre enferma, una mujer vendía latas de concentrado de tomate, un adolescente salía del peluquero con un corte a la moda y, desde hacía algún tiempo, unos hombres asesinaban a otros con total impunidad, bajo el mismo sol de mediodía de antaño.
martes, 12 de noviembre de 2019
PEQUEÑO PAÍS Buscando leones en las nubes os ofrece esta semana una emisión, la primera de una serie de dos, dedicada a Gaël Faye y su novela Pequeño país, un libro formidable, conmovedor, del que no quiero olvidarme en estas últimas semanas de 2019, año en el que se cumplen los veinticinco del brutal enfrentamiento entre hutus y tutsis en Ruanda. Un genocidio perpetrado por la etnia hutu dominante que en apenas tres meses, entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994, asesinaron al setenta y cinco por ciento de los tutsis y de los hutus moderados, cerca de un millón de personas en total, en venganza y represalia por la muerte, el 6 de abril, de los primeros ministros -ambos hutu, de Ruanda y Burundi, países limítrofes-, asesinados al caer derribado el avión en que viajaban por misiles tierra-aire, en un atentado provocado por autores desconocidos que la etnia dirigente atribuyó al activismo tutsi.
Faye, nacido en Burundi de padre francés y madre ruandesa, y que vivió en primera persona aquellos terribles acontecimientos, los rememora, en su ficción, a partir de un personaje, con el que guarda muchas concomitancias, que el día en que cumple los treinta y tres años, desde Francia, donde vive, recrea melancólico tanto su primera infancia africana, feliz y despreocupada, como los días de la guerra y las matanzas, en una novela llena de poesía y belleza, muy triste pero también estimulante, de la que podéis leer mi reseña en el blog de mi otro programa en Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro, en el que apareció hace poco más de un mes.
En esta primera emisión, los textos de Gaël Faye se acompañan de canciones que o bien se escuchan en la novela o bien son interpretadas por músicos de Ruanda y Burundi o, por fin, forman parte de la espléndida película Hotel Rwanda, que trata sobre el conflicto. Faye, que compagina su muy exitosa carrera literaria -el libro ha sido traducido a decenas de idiomas- con su desempeño como músico de rap y hip hop, cierra el espacio con un tema titulado, precisamente, Pequeño país, y protagonizará también, en exclusiva, la banda sonora de la emisión de la semana que viene. Antes de él, podéis escuchar a Kadhja Nin, Cécile Kayirebwa, Afro Celt Sound System con Dorothee Munyaneza, Geoffrey Oryema, Mighty Popo, Canjo Amissi, Corneille, Papa Wemba, Knowless Butera y Teta Diana.
Quiero, antes de invitaros a disfrutar del programa, agradecer a José Luis López Rodríguez el que, en un afortunado encuentro, me haya puesto sobre la pista de la figura, literaria y músical, de Gaël Faye.
Un canal de noticias difunde una serie de imágenes de seres humanos que huyen de la guerra. Observo sus embarcaciones improvisadas llegando a suelo europeo. Los niños que descienden de ellas están ateridos de frío, hambrientos, deshidratados. Se juegan la vida sobre el tapete de la locura del mundo. Yo los miro, instalado confortablemente aquí, en la tribuna presidencial, con un whisky en la mano. La opinión pública pensará que han huido del infierno en busca de El Dorado. ¡Memeces! Nada en ellos nos habla de su país. La poesía no es información. Sin embargo, es lo único que el ser humano retendrá de su paso por la tierra. Aparto la mirada de esas imágenes que hablan de lo real, pero no de la verdad. Quizá esos niños la escriban, algún día. Me siento tan triste como el área de descanso vacía de una autopista en invierno. Cada vez es lo mismo, el día de mi cumpleaños una pesada melancolía se abate como lluvia tropical sobre mí cuando vuelvo a pensar en papá, en mamá, en los amigos, y en aquella fiesta de hace siglos alrededor del cocodrilo destripado al fondo del jardín...
martes, 5 de noviembre de 2019
TODAS LAS NOCHES SOÑABA CON EL MAR
Buscando leones en las nubes os ofrece la última emisión de la serie de cinco que estamos dedicando desde principios del octubre pasado a Doscientas sesenta y siete vidas en dos o tres gestos, un espléndido libro, escrito por el italiano Eugenio Baroncelli en el que se nos presentan las breves biografías de decenas de personajes, reales o de ficción, de notoriedad pública o casi anónimos, todos ellos fijados en el tiempo a partir de una “escena” de sus vidas, un episodio no necesariamente relevante y sí al contrario, muchas veces, anodino y aparentemente trivial.
Entre las once semblanzas que esta noche os presento, todas penetradas por la sensibilidad, la erudición y el sentido del humor del autor, suenan otras tantas canciones, como siempre elegantes y relajadas, que sirven de magnífico acompañamiento a los muy interesantes textos. En el caso de esta noche, los temas musicales son, además de bellísimos, excepcionales versiones de algunos bien conocidos clásicos de la música popular de los últimos cincuenta años. Cat Power, Antony & The Johnsons, Scarlett Johansson, The Watson Twins, Kate Bush, Rebecca Dorsey, Kirsty Maccoll con Evan Dando, She & Him, Madeleine Peyroux, Pretenders y Norah Jones interpretan títulos ya casi legendarios de Otis Reding, Bob Dylan, Tom Waits, The Cure, Elton John, Carole King, Lou Reed, Alex North, Leonard Cohen, Morrisey y Roxy Music.
Alfonsina Storni, poeta hambrienta
Todas las noches soñaba con el mar. En todos los sueños el mar se la llevaba y la arrastraba hacia el fondo de sus abismos. Se acostumbró a aquel monstruo fascinante como Mitrídates al veneno. Emigrada a Argentina desde la Suiza italiana, donde nació pobre en 1892, para sobrevivir trabajó de maestra de escuela. Sufría el hambre y encontró la poesía, que no se la llevó. El fondo, la ola y el pozo: no en vano ésos son sus símbolos. Del mundo, que la hacía infeliz, cogió sus adjetivos: inquieto, irremediable o dañino. Tenía talento. Entró como una luz en el círculo de los modernistas del Buenos Aires literario.
La tarde del 19 de abril de 1938, postrada por su sueño, decidió hacerlo realidad. Trepó al parapeto del paseo fluvial y desde allí se tiró a las generosas aguas del Río de la Plata. Hoy, reducida a una estatua aún más infeliz que ella, se sienta a una mesa del Tortoni, célebre café literario de Buenos Aires, junto a las glorias de Argentina: Gardel, que nació en Toulouse, y Borges, que a su Suiza fue a morir.
martes, 29 de octubre de 2019
NADIE ES FELIZ DEMASIADO TIEMPO
Esta semana Buscando leones en las nubes os ofrece la cuarta edición de la serie de cinco que estamos dedicando a Doscientas sesenta y siete vidas en dos o tres gestos, un peculiar libro en el que el italiano Eugenio Baroncelli retrata, con, como indica el explícito título, apenas unos cuantos rasgos, a varias decenas de personajes singulares, unos, muy conocidos, renombradas figuras del arte, la literatura, la ciencia, la historia o la cultura en general, y otros absolutamente desconocidos, a menudo inventados por el autor.
El resultado final de libro, a partir de estas breves semblanzas de hombres y mujeres que, sea cual sea su condición, aparecen reflejados en lo más humano de sus personalidades, es magnífico, en un texto lleno de sensibilidad, emoción, ironía y erudición.
Para el programa de hoy he seleccionado otros diez protagonistas, cuyas vidas, resumidas en unos cuantos agudos párrafos, aparecen rodeadas de encantadoras melodías, todas recogidas e intimistas, todas melancólicas, todas bellísimas, en consonancia con el “clima” habitual del espacio. Anna St. Louis, Hama Sankare, ZAZ, Fun Lovin’ Criminals, The Jayhawks, Diana Krall, The Innocence Mission, Wanda Sá, J. J. Cale y Van Morrison, músico de recurrente presencia en nuestro espacio, que cierra la emisión, son sus inspirados intérpretes.
Evelyn Waugh, viajero sin esperanza
Nació en Londres en 1903. Como Raymond Chandler o Joseph Conrad, tampoco consiguió suicidarse de chaval: impresionado por el convincente aforismo de Eurípides (“El mar limpia todos los males de los hombres”), dejó su ropa sobre las arenas de la playa de Bournemouth y entró ufano en las aguas del Mar del Norte, pero atacado por un banco de urticantes medusas, volvió a la orilla a rascarse con furia todas aquellas antiestéticas lesiones. No lo interpretó como una señal del destino, que comparaba con una mujer muy parlanchina, porque en el destino no creía.
Si bien no creía ni siquiera en el amor, el 27 de junio de 1927 se casó con una tal señorita Gardner, de aspecto gracioso, líneas menudas, frágil de salud y de nombre Evelyn, como él, por lo que los amigos para distinguirlos los llamaban Evelyn-él y Evelyn-ella. Al año siguiente embarcaron en el Stella Maris, que zarpaba para un crucero por el Mediterráneo. Viajaban en una lujosa cabina de primera clase pagada por la compañía a cambio de que él escribiese un diario del viaje. Evelyn-él no escatimó, hablando de los lugares de postal que visitaron, en aguda y sarcástica ironía. “El trenecito que lleva a Catania echa más humo que el Etna”. “El pianista ateniense, inexplicablemente, viste un inconfundible traje georgiano”. “Dos cabras flacas buscan alimento en el campo de fútbol, sobre el cual tropieza un equipo de muchachos egipcios perfectamente uniformados de jugadores”. El embajador inglés, en la deslumbrante Estambul, se pasó toda la noche felicitando a Evelyn-ella, creyéndola la autora de sus libros.
Comparada con la esperanza, la realidad destaca por su decepcionante y estimulante inferioridad. También su matrimonio, entre traiciones, reconciliaciones y nuevas rupturas, acabó mal. Mientras, hacia el final de su diario, él se disculpó antes de ser acusado: “Nadie es jamás feliz demasiado tiempo”.
martes, 22 de octubre de 2019
UNA VIDA ÚNICA
La tercera edición de la serie de cinco que estamos dedicando desde hace quince días a Eugenio Baroncelli y su muy recomendable Doscientas sesenta y siete vidas en dos o tres gestos, se presenta hoy muy apretada dada la larga extensión de las canciones y los textos seleccionados.
Once biografías más entresacadas del volumen citado, todas singulares, todas interesantes, configuran nuestra emisión de hoy, que se completa con otros tantos temas musicales, muy propicios, por su atmósfera de intimismo y recogimiento, para degustar plenamente el talento de Baroncelli, de su agudeza, de su capacidad de penetración psicológica, de su inabarcable caudal de conocimientos y de su sutil sentido del humor.
Sus intérpretes son The Lemmonheads, Tania Saleh, Arnaldo Antunes, Eleni Mandell, Vincent Peirani con Serena Fisseau, José James, Alba Griot Ensemble con Toumani Diabaté, Angus & Julia Stone, Luisa Sobral, Gino Paoli, y la siempre acogedora y algo hipnótica voz de Sophie Zelmani, en una nueva manifestación de la variedad y el cosmopolitismo musical que caracterizan a Buscando leones en las nubes.
El hijo del hombre, una pintura de René Magritte de 1964, acompaña este comentario.
Ermanno Dinard, pesador culpable
Su vida fue única, como la del todo el mundo.
Nació en Génova, en 1954. Acabada la secundaria encontró trabajo en el mercado como pesador de pescado. Día tras día se levantó en el corazón de la madrugada para no acabar hasta las once de la mañana. La vida le dibujó en el rostro rasgos huraños. El tiempo le endureció las manos como a un púgil. Por las tardes se ponía en las esquinas de las calles a mendigar un poco de pan que no necesitaba, y si alguien le ofrecía esa caridad la rechazaba. Los domingos iba al aeropuerto a ver despegar los aviones. “Así me siento una insignificancia vista desde la ventanilla del avión”, le explicó una vez a su amigo Natalino De Prà, quien ha dado fe del recuerdo. Parecía que con esos caprichosos castigos expiase una culpa inconfesable. Negó que fuese la de haber traicionado alguna vez a una mujer o a un amigo. Los amigos y las mujeres lo confirmaron. No negó que fuese la de haber nacido, porque, según parece, nadie se lo preguntó nunca. El hecho es que la cultivaba con mimo, como sus rosas en el patio. Una mañana lo encontraron muerto, en bata, arrodillado en medio de las macetas.
martes, 15 de octubre de 2019
DOS MINUTOS
Esta semana Buscando leones en las nubes os abre la puerta a una nueva apasionante emisión. Y creo no excederme en el adjetivo, porque pasión suscita la lectura de Doscientas sesenta y siete vidas en dos o tres gestos, un espléndido libro escrito por Eugenio Baroncelli y que presentó en España la editorial Periférica en 2016, en el que el italiano pergeña los rápidos perfiles de esos dos centenares y medio largos de personajes, bastante disímiles entre sí, escritores, artistas, reyes, científicos, inventores, poetas y estadistas, pero también gentes desconocidas, ciudadanos anónimos o directamente inventados, a los que “detiene” en un momento o una situación o un determinado episodio de sus vidas, hechos o sucesos que en ocasiones se revisten con la condición de acontecimientos trascendentes, pero que en otros, probablemente los más, resultan anodinos y triviales, sin más valor que el de su semejanza -a causa, precisamente, de su vulgaridad- con las circunstancias en las que se desarrollan las vidas de cualquiera de nosotros, seres de existencias irrelevantes en el continuo devenir histórico.
Entre los textos, diez hoy, como hace siete días, otros tantos temas musicales, delicados y bellísimos, con los que esperamos completar un programa que aparte de haceros pensar permita vuestro disfrute. Kieran Kane con Rayna Gellert, Dido, Greta Matassa, Calexico con Iron & Wine, Zizi Possi, Glen Hansard, Stranded Horse, Richard Hawley, Laura Avanzolini y Norah Jones componen la banda sonora del programa
Adalinda Bré, la mujer que vivió dos minutos
Nacida en Monza en 1946, el verano de 1964 fue a pasar las vacaciones a Rímini. La noche del 2 de julio se puso una camiseta blanca y una falda azul, larga, que hacía un ruido que la anticipaba, y salió a bailar con sus amigas. De entre las sombras apareció un caballero desconocido que la invitó. Bailaron durante dos minutos, el tiempo necesario para que el providencial vals llegara a su fin. Después de lo cual, él, que calzaba un par de zapatos de punta que dejaban sobre la pista agudas huellas, la acompañó hasta la mesa, y ella se marchitó bajo el sol inexorable de otros cuarenta y cuatro años. Fue un breve incendio en un amplísimo horizonte. No se volvieron a ver. A Rímini, durante años, ella volvería con su marido y los dos hijos que entretanto le dio. Metía en la maleta su larga falda azul, y alguna vez se la ponía, con la intención de comprobar si todavía aquel frufrú atraía a alguien.
Miró el cielo con los prismáticos y vio todas esas cosas inciertas que se ven con los prismáticos. Miró el mar como si fuese una pista de baile. Vivió una vida vaga y un recuerdo exacto.
martes, 8 de octubre de 2019
LA PERSONA MÁS SOLA DEL MUNDO
Esta semana, tras la recién finalizada vuelta al mundo, abrimos una nueva serie, también de cinco emisiones, dedicada a un librito magnífico, Doscientas sesenta y siete vidas en dos o tres gestos, escrito por el italiano Eugenio Baroncelli y presentado en nuestro país por la editorial Periférica en 2016, dos años después de su publicación originaria.
Como su explícito título indica, el libro recoge las sucintas biografías de esos dos centenares y medio largos de personajes, cuyos retratos, siempre muy breves, se dibujan a partir de una anécdota, un momento, un suceso, un detalle, una situación, una circunstancia o un episodio, no siempre significativos y sí a menudo triviales, que permiten al autor, aparte de mostrar su talento literario y su sentido del humor, proporcionar al lector fragmentos de vidas humanas en el fondo comunes, idénticas por tanto, en último término, a las nuestras propias, en uno de los muchos alicientes -el libro como espejo de nuestra existencia- que encierra la obra.
Agrupados por ejes temáticos más bien heteróclitos y hasta disparatados en algún caso -amantes, suicidas, magos, diablos, fantasmas, freaks, incurables, fumadores de puros, predestinados, desaparecidos, mexicanos, voladores y muchos más-, en el excepcional volumen coinciden nombres destacados de la literatura, la ciencia, la historia, la música, el arte o, en general, la cultura, con seres anónimos, desconocidos o simplemente inexistentes, individuos de ficción creados por la magistral inventiva de Baroncelli, que hace gala en todo momento, además, de una sutil ironía, una vasta erudición y una notable sensibilidad.
Es cierto, escribe el autor en el prólogo, explicando el planteamiento con el que encara su obra, durante el último año y medio he vivido la vida de otros. ¿Pero de quiénes? La verdad es que estas biografías o, mejor dicho, simulacros de biografías son fruto del azar, el azar de mi biblioteca y el de mi memoria, que acaso sean la misma cosa. No hay ningún esquema previo. No hay ninguna razón convincente por la que en este libro Marcel Proust conviva con Atahualpa o mi padre aparezca después que yo (culpable capricho del orden alfabético).
En esta primera entrega de la serie os ofrezco diez de estas apasionantes mini biografías, envueltas en otras tantas canciones, caracterizadas, como de costumbre en nuestro espacio, por el intimismo y la delicadeza, por la elegancia y la belleza. Sus intérpretes son Bill Callahan, Adriana Calcanhotto, Paula Morelenbaum con Joo Kraus y Ralf Schmid, Francesca Blanchard, Bruce Springsteen, Mónica Giraldo, Sadio Cissokho, Nouvelle Vague, Prince y Elle & Elles, en una muestra variopinta, una vez más, de la fecunda diversidad musical del mundo.
martes, 1 de octubre de 2019
PIDE QUE TU CAMINO SEA LARGO
El programa de esta noche, la última emisión por el mes de septiembre, constituye también la postrera entrega de la serie de cinco con la que hemos venido conmemorando los quinientos años del inicio de una expedición fundamental en la historia de la humanidad, la primera navegación que recorrió entera la circunferencia terrestre, una gesta que llevaron a cabo, en un proyecto de atrevimiento, coraje y trascendencia enormes, doscientos cincuenta esforzados marinos al mando de Magallanes y Elcano, una heterogénea tripulación de la que sólo dieciocho miembros logró retornar a España al término de la aventura. En el blog de mi otro espacio en Radio Universidad, todosloslibrosunlibro.blogspot.com podéis consultar mi reseña, publicada antes del verano, del libro La primera vuelta al mundo, un breve pero intenso y riguroso y apasionante ensayo del profesor José Luis Comellas que os permitirá conocer mejor el tortuoso, convulso y memorable periplo.
Siguiendo con la pauta que hemos venido marcando en emisiones precedentes, he seleccionado una docena de canciones de ámbitos geográficos muy variados, que abarcan los cinco continentes, tocadas todas con las habituales notas de intimismo y delicadeza que definen siempre la atmósfera musical que respira nuestro espacio. Sus intérpretes son Tama, un grupo multicultural y multiétnico compuesto por Tom Diakite, de Malí, el londinense Sam Mills y Djanuno Dabo, de Guinea Bissau; The Thievery Corporation con LouLou Ghelichkhani, de Estados Unidos los primeros y francesa la vocalista; la brasileña y sensual Astrud Gilberto; el uruguayo Jorge Drexler; Ornella Vanoni, de Italia; la sudanesa Rasha; Satish Vyas, de la India; la excéntrica Björk, islandesa; Susumu Yokota, de Japón; Madredeus, nuestros vecinos portugueses; Latin Quarter un grupo de Inglaterra con querencias africanas; y Rosalía, que comparece una vez más en el programa, con la emotiva interpretación de la popular canción de Los Chunguitos, Me quedo contigo, grabada en la ceremonia de entrega de los últimos premios Goya. Con ella clausuramos de modo circular la vuelta al mundo, en paralelo a la de sus históricos protagonistas, pues empezamos la primera entrega en España, con Javier Ruibal, natural del Puerto de Santa María, muy cerca de Sanlúcar de Barrameda, de donde salieron las naves viajeras, y acabamos también en España, con esta Rosalía que, si bien catalana de origen, rezuma andalucismo por los cuatro costados, siendo Sevilla el destino final de la nao Victoria que, cargada de especias, fue la única que logró arribar al puerto gaditano, casi tres años después de su partida.
Entre ellas, y con idéntico afán cosmopolita, que se quiere representativo de la multiplicidad del mundo, os he leído otros tantos textos literarios que nos trasladan a esos territorios extraños o que, de no ser así, contienen alusiones al viaje, a la fortísima pulsión, que a casi todos alcanza, por conocer, por explorar, por salir de nuestros limites cotidianos, por aventurarse en esas otras dimensiones de nosotros mismos que, tantas veces, ni siquiera llegamos a imaginar. Sus autores, Bruce Chatwin, Alfonso Costafreda, José Carlos Llop, Elizabeth Chatwin, Ricardo Piglia, Robert Louis Stevenson, Luis Antonio de Villena, Paul Theroux, Italo Calvino, José Saramago, Gustave Flaubert y Constantino Cavafis, que con su conocido poema Itaca, quizá el paradigma del buen espíritu viajero, pone punto final a la emisión.
Itaca. Constantino Cavafis (trad. José María Álvarez)
Si vas a emprender el viaje hacia Itaca,
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencias, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A lestrigones ni a cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.
Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en los emporios de Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes,
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.
Ten siempre a Itaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Itaca te enriquezca.
Itaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, no te engañará Itaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Itacas.
martes, 24 de septiembre de 2019
EN UNA CIUDAD OLVIDADA
Bienvenidos al cuarto programa de la serie de cinco que durante el mes de septiembre nos está llevando a recorrer el mundo a través de la música y la literatura, en un correlato radiofónico del viaje que, hace quinientos años, realizó la expedición de Magallanes y Elcano, que en algo más de mil tortuosos días circunnavegaron el orbe entero por primera vez surcando los mares de los cinco continentes. Como en semanas precedentes vuelvo a recomendaros, si queréis una información más completa sobre la memorable epopeya, el apasionante libro de José Luis Comellas, La primera vuelta al mundo, del que podéis encontrar una amplia reseña en el blog de mi otro espacio en Radio Universidad de Salamanca, todosloslibrosunlibro.blogspot.com.
En la edición de esta noche os ofrezco una selección de once espléndidas canciones, todas de espíritu frenético y ritmo bailable, pertenecientes a otros tantos países, muy diversos y, en ocasiones, hasta exóticos (aunque esto del exotismo depende de la perspectiva; para un nativo de Papúa-Nueva Guinea, Vitigudino es el colmo del exotismo), en una banda sonora protagonizada por Khaled, la gran figura de la música argelina; Papa Wemba, de la República Democrática del Congo; Blanquito man y Control machete con Celso Piña y su Ronda Bogotá, originarios de México y Venezuela; Zouk Machine, las alegres chicas de Guadalupe; Coldplay con El Lele, fusionando Inglaterra y Cuba en una magnífica versión a dos lenguas de Clocks; Toure Kunda, de Senegal; Caro Emerald, holandesa; Daúde y Djavan, dos grandes nombres de la música de Brasil; Marce Lacouture, de los Estados Unidos más afrancesados; los efervescente Te Vaka, de Nueva Zelanda y, para cerrar el programa de un modo exaltado y contagioso, la pizpireta Sara Tavares, lisboeta de Cabo Verde, con One love, el trepidante himno que la dio a conocer en el mundo entero.
Entre los temas musicales, fragmentos literarios, pequeñas historias, poemas, reflexiones varias sobre la extraña atracción de los mapas, la pasión por la aventura, el ansia de búsqueda y el deseo de huida, y tantas otras dimensiones del fenómeno viajero, textos entresacados de la obra de Pablo García Baena, Jan Brokken, Miguel Sánchez-Ostiz; Isabelle Eberhardt, Lorenzo Silva, Susana Fortes, Miguel D’Ors, Patrick Leigh Fermor, Javier Reverte, Mauricio Wiesenthal y Marcos Ordóñez.
Ahora, cuando era demasiado tarde y las tiendas de la vida estaban cerradas, lamentaba no haber adquirido cierto libro que siempre había deseado, no haber presenciado ningún terremoto, ningún incendio, ningún accidente de tren; no haber visto Tatsienlu en el Tibet, no haber oído las urracas azules discurriendo en los sauces chinos, no haber hablado a aquella escolar errabunda, de ojos desvergonzados, que encontró un día en un páramo; no haberse reído del mal chiste de una mujer tímida y horrible, cuando nadie había reído en la habitación; haber perdido trenes, ilusiones y oportunidades; no haber tendido la moneda que llevaba en el bolsillo a aquel viejo violinista que tocaba para sí, trémulo, en cierto triste día, en una ciudad olvidada. Marcos Ordóñez
martes, 17 de septiembre de 2019
COSAS QUE NO EXISTEN NI EN LOS SUEÑOS
Como sabéis quienes nos seguís con asiduidad, desde primeros de septiembre os estamos ofreciendo una serie de cinco emisiones dedicadas a recorrer el mundo a través de las dos vertientes habituales en nuestro espacio, la música y la literatura.
Y es que el próximo viernes, día 20, se cumplirán exactamente los quinientos años de la partida, desde Sanlúcar de Barrameda, de la expedición de Magallanes y Elcano, el primer grupo de hombres que lograría la para la época inimaginable hazaña de circunnavegar el orbe entero. Las muchas dimensiones de la aventura se recogen, de modo profundo y ameno, en un libro magnífico, La primera vuelta al mundo, escrito por el historiador y catedrático emérito de la Universidad de Sevilla, José Luis Comellas. Os invito a consultar mi reseña sobre la muy interesante obra en el blog de mi otro espacio en Radio Universidad, todosloslibrosunlibro.blogspot.com.
Continuando hoy con la celebración de la gozosa efeméride vuelvo, como en las dos semanas precedentes, a “construir” el programa con una selección de temas musicales recogidos de los cancioneros de diversos países de los cinco continentes, que arropan mi lectura de fragmentos literarios que describen algunos de los territorios a los que se alude en las canciones o que se refieren al viaje y, en general, a la pasión por viajar.
Así, en la emisión han sonado las voces del norteamericano Michael Stipe con la india Asha Bhosle, juntos en el proyecto One giant leap; la noruega Ane Brun, atreviéndose con el español en su intimista versión de Alfonsina y el mar; Fatoumata Diawara, de Malí; Colin Hay, australiano; la italo-francesa Carla Bruni; los británicos Everything but the girl; el canadiense Leonard Cohen; Dobet Gnahoré, de Costa de Marfil; la diva griega Eleftheria Arvanitaki; y la argelina Souad Massi, cerrando el espacio de un modo melancólico aunque precioso con la bellísima Moudja.
Envueltos en la recogida atmósfera musical os he leído textos de Dominique Lanni, Jean Jacques Rousseau, Pep Subirós, José María Merino, Eloy Sánchez Rosillo, Antonio Soler, Caroline Alexander, Simon Leys, Charles Baudelaire y Juan Cruz, todos ellos muy sugerentes y evocadores y capaces de despertar, por sí solos, el ansia de viajar.
Mi padre decía que le gustaban los viajes, y le gustaba imaginarse viajes. A mí también, desde entonces, desde esos días de la infancia. Imaginarse viajes: estarse quieto, pero ir viajando con la imaginación, ni postales ni nada, ni fotos, la imaginación llevándote por esos mundos. Conociendo gente, saludando, mirando cosas que no existen ni en los sueños. Juan Cruz
martes, 10 de septiembre de 2019
NUESTRA VIDA POR VIVIR
Esta semana continuamos, sin apenas prolegómenos, con la serie que iniciamos hace siete días con la vuelta al mundo como eje central, para conmemorar así, con cinco emisiones, todas las de septiembre, los quinientos años de la primera circunnavegación del orbe, llevada a cabo, en una epopeya memorable y de extraordinaria trascendencia para la civilización humana, por Magallanes y Elcano.
Os recuerdo que en el blog de mi otro programa en Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro, podéis consultar mi reseña sobre un interesantísimo libro, La primera vuelta al mundo, en el que el profesor Comellas explica, con apreciable rigor y acusado talento didáctico, la gran aventura de hace cinco siglos.
Centrándonos estrictamente en la emisión, baste recordar que al igual que hace siete días, os ofrezco una selección de canciones de muy diversas partes del mundo, aderezadas con textos que ilustran literariamente algunos de los espacios recorridos o que constituyen sugerentes reflexiones sobre las bondades y las virtudes del viaje. En lo musical los intérpretes invitados son Africando, el cosmopolita grupo con músicos de Costa de Marfil, Senegal, Benín, Gabón, Cuba, Puerto Rico, Haití o Martinica; Sevara Nazarkhan, de Uzbekistán; Balfa Toujours de la Louisiana estadounidense; el irlandés Van Morrison; Alí Hassan Kuban, de Egipto; los cubanos del Buena Vista Social Club; Busi Mhlongo, la fallecida diva sudafricana; el paquistaní Nusrat Fateh Alih Khan colaborando con los británicos Massive Attack; y la Orquesta de Edmundo Arias, procedente de Colombia que cierra el programa con la estupenda Cumbia del Caribe.
Y entre las canciones, interesantes textos que tras el inicial, de creación propia, han sido escritos por Felipe Benitez Reyes, Marga Font, William Butler Yeats, José María Álvarez, Guillermo Cabrera Infante, Jane Morris, Zadie Smith y Philippe Claudel.
Baudelaire sabía perfectamente que un mundo puede caber en un frasco o esconderse entre los espesos rizos de una cabellera dormida. Y yo siempre llevo sus versos conmigo, como un vademécum más útil que toda guía de viaje, de cualquier viaje, porque viajar también es perderse, desprenderse de lo conocido para renacer sin referencias y dejar que nuestros sentidos domestiquen la tierra. Percibimos entonces, como nunca antes, el aliento de los países nuevos. Durante años me pierdo a menudo, feliz, en los mercados de Estambul, Marrakech, El Cairo, Asuán, Taipei, Huaraz, Shanghai, Denpasar, Bandung, Lima, Saigón, Cholon, Hué o Hanoi, Malatya, Helsinki, Mérida y otras muchas ciudades grandes y pequeñas, achicharrantes, como Diyarbakir, que esconde las rubias y aromáticas pilas de su mercado de tabaco a la sombra de un antiguo caravasar, o gélidas, como esta Cracovia de enero donde busco algo para protegerme las entumecidas manos entre tenderetes atestados de pieles, pesebres de papel de plata o almizcle. Los nombres son poemas. Los olores, barcas a la deriva que nos mecen suavemente. Cuando viajo a alguna parte, hay dos sitios que me atraen en especial, los primeros que visito. La iglesia, si estoy en un país cristiano, y el mercado. La iglesia, porque en ella siempre acabo encontrando el mismo olor a piedra fría, cera, mirra e incienso. En cierto modo, es mi casa portátil, mi hogar permanente, con su imaginería familiar, su paz y su silencio. El mercado, porque en él huelo el alma de una tierra, la piel de su gente y los frutos de su trabajo en una mareante mezcla de repulsivos o deliciosos efluvios de grasa cruda o frita, toronjil y cilantro cortado zafiamente con tijeras, excrementos de pájaros cautivos y carne de reses recién sacrificadas, jazmín y pieles curtidas, azufre y canela, pétalos de rosa y entrañas, almendras naturales o tostadas, alcanfor, éter y miel, salchichas y menta, lirios, aceite, sopas y buñuelos, bacalao y pulpo, algas secas y cereales. Alinear nombres, oler sus sílabas, es escribir el gran poema del mundo y de sus profundos deseos. Cendrars, famélico, lo sabía muy bien mientras escribía su retahíla de Menús soñados tiritando en el corazón de una Nueva York que no lo quería. Cada letra tiene un aroma, cada verbo, una fragancia. Cada palabra trae al recuerdo un lugar y sus olores. Y el texto que tejemos poco a poco, al azar duplicado del alfabeto y la memoria, se convierte en el maravilloso y perfumado río, mil veces ramificado, de nuestra vida soñada, de nuestra vida vivida, de nuestra vida por vivir, que nos lleva y al mismo tiempo nos revela. Philippe Claudel
martes, 3 de septiembre de 2019
EL LUGAR EN EL QUE LA PERDÍ
Bienvenidos un curso más, y con el programa de hoy comenzamos el vigésimo primero, a Buscando leones en las nubes. El espacio de música y literatura de Radio Universidad de Salamanca vuelve otra vez a vuestro encuentro con una nueva selección de textos literarios y piezas musicales escogidos con criterios de belleza y calidad para haceros disfrutar de una hora placentera de radio.
El 20 de septiembre de 1519, hará, pues, dentro de unos días, quinientos años, zarpó de Sanlúcar de Barrameda la expedición que, comandada primero por Magallanes y, a su muerte, por Elcano, habría de dar la vuelta al mundo, la primera conocida realizada por seres humanos. Durante casi tres años, el regreso se produjo el 8 de septiembre de 1522, los expedicionarios se enfrentaron a infinidad de dificultades, pasaron por multitud de peripecias y desafiaron todo tipo de inclemencias, en una hazaña que aún hoy, cinco siglos después, sigue pareciéndonos memorable. Antes de las vacaciones de verano, en mi otro espacio en la emisora universitaria salmantina, Todos los libros un libro, presenté una recensión del espléndido libro La primera vuelta al mundo, un apasionante estudio sobre la formidable empresa a cargo del catedrático e historiador, de vasta erudición y bien ganado prestigio, José Luis Comellas. Os remito al blog del mismo título, todosloslibrosunlibro.blogspot.com, por si queréis ampliar la información sobre la aventura, escuchando el programa y leyendo la reseña.
Con ocasión de este centenario, Buscando leones en las nubes va a dedicar las cinco emisiones de septiembre a otros tantos programas con el viaje como centro. En ellos llevaremos a cabo una extensa vuelta al mundo literaria y musical. Con textos y canciones ya radiados en las dos décadas de existencia del espacio, recorreremos los cinco continentes, con canciones y fragmentos literarios de España, Etiopía, Argelia, Malí, Senegal, Italia, México, Cuba, Puerto Rico, Martinica, Haití, Brasil, Indonesia, la India, Madagascar, Sudáfrica, Estados Unidos, Cabo Verde, Francia, Escocia, Canadá, Egipto, Japón, Inglaterra, Suecia o Portugal, por citar tan sólo algunos de los países que comparecerán en nuestro muy vasto periplo.
Sin ningún orden preconcebido, la serie pretende ofrecer, en lo musical, una selección variada de canciones de todo el mundo, lentas y movidas, folklóricas y tradicionales o más modernas y contemporáneas, eléctricas y acústicas, intimistas y festivas, clásicas y recientes, populares y alternativas, entresacadas todas del enorme acervo cultural de los diversos países, sin circunscribirnos a ningún género en particular, mostrando así una amplia panorámica de la enorme variedad de músicas del mundo.
Entre ellas os leeré textos, que o bien nos transportan literalmente a distintas regiones del mundo, o bien giran sobre el hecho de viajar y los placeres del viaje, en una mezcla también heteróclita que combina fragmentos sobre lugares, países o ciudades, con poemas, anécdotas, historias, reflexiones o pequeños cuentos.
En el caso concreto del programa de esta semana, tras el texto inicial, de creación propia, he leído fragmentos de Ryszard Kapuscinski, Colin Thubron, J.M.G. Le Clézio, Lluís-Anton Baulenas, Antonio Muñoz Molina, Rumer Godden, María Zambrano y Enriqueta Antolín.
Intercaladas entre los textos habéis podido escuchar las espléndidas canciones interpretadas por Javier Ruibal, Ejigayehu “Gigi” Shibabaw, Lila Downs, Les filles de Illighadad, Tribalistas, Norah Jones con The Peter Malick Group, Susheela Raman, Tarika y Fiorella Mannoia, cantantes originarios de España, Etiopía, México, Níger, Brasil, Estados Unidos, India, Madagascar e Italia, en una significativa representación de cuatro continentes, cinco si diferenciamos a las dos Américas.
Echo de menos aquellos viajes que me hicieron tan feliz en otros tiempos, en trenes y en autobuses, entre desconocidos, viajes nocturnos sobre todo, los túneles me encantan en la noche, el traqueteo me parece que te habla y es estar y no estar en ningún sitio, y luego aquella vez que una muchacha pasó junto a mí camino del bar y yo, aunque sólo la había visto de espaldas, la seguí atrapado por el vaivén de sus caderas y luego, cuando se dio la vuelta, era como no se puede contar porque nadie te cree, no bella, sino como uno soñó siempre a la mujer, y qué forma de mirar y ese no saber si estaba diciendo me gustas mucho o por qué no te largas de una vez, ese no definirse tan de hembra a la antigua con lo joven que era, esa sabiduría o esa torpeza, quién lo sabe, yo no, por supuesto, yo veía mi sombra en el cristal recortada contra la noche y no me reconocía. Un rey tenía tres hijas, tres hijas como la plata, y la más chiquirritina Delgadina se llamaba, entero le recité el romance, yo tengo buena voz para cantar bajito pero ya empezaba a sentirme un poco ridículo ante su mirada impasible y aquel rictus que tanto podía ser de guasa como de encantamiento cuando se puso en pie como una reina y se echó a caminar por los pasillos y yo detrás de ella y ella sin volver la cabeza y qué largo era el tren y qué vacío, y ella apenas habló pero se sonreía, no me sonreía, se sonreía, y cuando acabó todo me pasó despacio la mano por la frente y me borró cualquier rastro de arrugas, luego dejó escapar un dedo juguetón a las orejas y después a los labios y yo saqué la lengua y lamí su mano como un perro sediento y ya llegábamos a una estación vacía en el amanecer y no fui capaz ni de leer el nombre que anunciaba el lugar en el que la perdí. Enriqueta Antolín.
martes, 25 de junio de 2019
UNA CERILLA QUE BRILLA UN INSTANTE
Esta noche, sin un eje unitario vertebrador del espacio, retomamos nuestro muy favorito esquema misceláneo, hecho de una sucesión de fragmentos literarios y piezas musicales heterogéneos entre sí, sin más hilo conductor que el de su indudable belleza y su alto potencial de sugestión.
En el caso de la literatura, traigo catorce textos, recogidos de lecturas más o menos recientes, en los que comparecen algunos de los temas más queridos y más reiterados en nuestra ya dilatada historia como son el amor, el paso del tiempo, la vejez, las decepciones, el enamoramiento y las ilusiones, la tristeza, los recuerdos, la memoria, la infancia perdida, el destino, las mujeres, la soledad, el miedo… Textos, todos muy sugerentes y evocadores, tristes, también, en su mayoría, escritos por Patrick White, Jonathan Franzen, Frank O’Hara, Graham Swift, Ottessa Moshfegh, Han Kang, Joaquín Berges, George Saunders, Nino Haratischwili, Thomas Hardy, Jennifer Egan, Edward Morgan Forster, Álvaro Enrigue y Antonio Iturbe.
La banda sonora participa también, como no podía ser de otro modo, de los rasgos que habitualmente definen la música de Buscando leones en las nubes: canciones variadas, de orígenes y estilos muy diversos, pero coincidentes todas en la emoción, la dulzura y la sensibilidad, en un común tono melancólico y en una indiscutible belleza. Sus intérpretes son Weyes Blood, Lilah Downs con Norah Jones, Gino Paoli, Beth Gibbons con Rustin Man, Mart'nália con Carla Bruni, Yola, Luisa y Salvador Sobral, J. J. Cale, Seran Fisseau con Vincent Peirani, Lemonheads con Liv Tyler, Diana Krall, Blaze Foley, Baba Sissoko con Rodgers Mighty Mo y Kieran Kane y Rayna Gellert que cierran con su intimista interpretación de la preciosa Can’t live without you este Buscando leones en las nubes de hoy que es también el cierre a la presente temporada del espacio. Este año, por mis cada vez más exigentes apreturas laborales, no habrá la habitual serie de entregas del mes de julio con la que otros cursos continuamos nuestras emisiones en el blog. De este modo, pues, os decimos adiós hasta el próximo 2 de septiembre, cuando volveremos con más música y más literatura. Pasad un estupendo verano.
En Argenton-sur-Creuse, después de cruzar un puente de piedra recoleto sobre el río al que dan las fachadas de las casas, encuentra un estanco con olor a hojas de tabaco de las Américas. La dependienta es una muchacha menuda, con el pelo rubio recogido en una cola de caballo y unas gafas de estudiante eterna. Se queda prendado de su belleza en miniatura y sale de allí con una cajetilla de cigarrillos. Después de dar una vuelta por ese pueblo silencioso donde parece que nunca sucede nada, regresa al estanco a comprar cerillas para que la muchacha se levante del taburete donde hojea una revista de patrones y le sonría. En los dos días que pasa hospedado allí hace tantos viajes al estanco que tiene la mesilla de noche llena de cajas de fósforos. Cree que la última vez que ha vuelto a entrar a pedir otra caja de cerillas, la muchacha lo ha mirado con recelo por encima de las gafas, como si pensara que se trata de un pirómano. Tal vez lo sea. Se siente arder por dentro. Se marcha de ese pueblo y deja atrás a la dependienta encantadora que vende tabaco y fósforos en un estanco minúsculo. Todo en su vida es una cerilla que brilla un instante y después se apaga. Luego queda ese rastro de humo negro. Antonio Iturbe
martes, 18 de junio de 2019
ROBINSON Y LA ISLA INFINITA
Esta semana Buscando leones en las nubes os ofrece la tercera y última edición de la serie que desde hace quince días os estamos ofreciendo con el protagonismo de Robinson Crusoe, el clásico de Daniel Defoe que hace poco menos de dos meses cumplió trecientos años.
Los textos del programa de hoy están extraídos de Robinson y la isla infinita, el muy interesante ensayo, ya citado en la emisión precedente y publicado en 2018 en el Fondo de Cultura Económica, en el que Rosa Falcón, profesora e investigadora de la Universidad Complutense, explora las múltiples ramificaciones que, en la antropología, la filosofía, la narrativa, la poesía, el cine, y hasta las series televisivas e internet, ha tenido el mito que representa el “ilustre” náufrago. Con enjundiosos capítulos dedicados a las islas, las utopías, el individualismo o los valores económicos y políticos del capitalismo, en la obra se estudia de modo muy sugestivo la figura de Robinson, a partir de su conexión con ciertos “mitemas” a ella asociados, de extraordinario valor metafórico e importancia capital en la vida de los seres humanos, como son el viaje, el mar, la propia noción de naufragio, el exilio o la soledad, rastreados en la obra de un destacado número de novelistas, poetas, filósofos y cineastas. Rosa Falcón, Ian Watt, Gustav Württemberger, Arturo Úslar Pietri, Miguel de Unamuno, Vicente Huidobro, Luis Álvarez Cruz, José Saramago, José Ortega y Gasset, Hans Blumenberg, Enrique Molina y de nuevo Rosa Falcón, son los autores de las reflexiones que conforman la parte literaria del programa.
Entre los muy atractivos textos os dejo con una serie de canciones vinculadas también al universo robinsoniano, bien directamente, con menciones expresas a la creación de Defoe, o de un modo indirecto, a través de referencias de carácter simbólico y que hablan de islas desiertas, paraísos perdidos o soñados y, en general, naufragios más o menos existenciales, buscados o impuestos. Sus intérpretes, Luis Eduardo Aute, Paul McCartney & Wings, Samuele Bersani, Jikäelle, James Taylor, The Magnetic Fields, Zé Rodrix, Bing Crosby, Josh Ritter, Gilbert Montagné, Laurie Anderson y Joaquín Sabina, legítimamente incluido en la serie a partir de la episódica mención que hace a Robinson Crusoe en uno de sus títulos clásicos: Vacío como una isla sin Robinsón, así estoy yo sin ti.
Escribía el poeta inglés W.H. Auden que el héroe característico de la poesía no es el gran hombre ni el rebelde romántico, sino el hombre o la mujer de cualquier clase social que, a pesar de las presiones de la sociedad, logra forjarse un rostro propio y conservarlo. A Robinson Crusoe, nuestro héroe humanizado, podemos atribuirle esta observación, y quizás por esta razón su figura se muestra tan próxima a nuestro tiempo. Nuestra heroína o héroe de hoy, de algún modo, podemos reconocerlos en mil caras cotidianas. Conductores solos sentados frente al volante de su vehículo en las horas punta de entrada y salida de las grandes ciudades. Multitudes de individuos aislados en sus vehículos de soledad. Mujeres y hombres solos en el metro o en los autobuses. Paseantes solitarios en las ciudades o ancianos aislados en sus casas. Jóvenes conectados en la red desde su ordenador y, sin embargo, aislados de la célula familiar que les rodea e incapaces de mantener una relación de proximidad con el “otro” si no es a través de la comunicación de la pantalla del móvil o del ordenador gracias a una conexión virtual sin base real que la consolide. Robinsones y héroes solos en la isla de la sociedad contemporánea. Rosa Falcón
martes, 11 de junio de 2019
ROBINSON YA NO ESTÁ SOLO Buscando leones en las nubes os ofrecer esta semana la segunda edición de la serie de tres que desde el lunes pasado estamos dedicando a Robinson Crusoe con ocasión de la celebración del tercer centenario de su publicación, festejada aquí con un inevitable retraso achacable a las dificultades que siempre lleva consigo el ajuste de la “parrilla” de programación de nuestras emisiones.
Tras el programa de hace siete días, centrado en un interesante libro, titulado Robinsón, con su pronunciación a la española, que presentó en 2004 la editorial Fernando Villaverde, en su colección El jardín ameno, en el que se recogen textos sobre el personaje de Daniel Defoe escritos por muy relevantes nombres de la literatura universal, hoy le llega el turno a otro libro, en concreto a la reciente edición del clásico ofrecida en 2015 por la editorial Siruela en una actualizada traducción de Carlos Pujol.
He de decir que yo ya no puedo leer Robinson Crusoe en otras palabras que las de Amando Lázaro Ros, el más reconocible de los traductores de las aventuras del industrioso náufrago. Con trece o catorce años me adentré entusiasmado en uno de los libritos de la colección Crisol -mi padre había comprado los cien de la serie completa, junto con un pequeño mueble para guardarlos-, en el que el escritor navarro vertió al español la obra maestra de Defoe, un acogedor volumen de tamaño mínimo, muy manejable, con letra hoy inaccesible para mí, salpicado de sugerentes y bellísimos grabados, que avivaban la imaginación del lector, ya desatada por la maravilla del texto.
La reciente publicación de Siruela cuenta con un prólogo del ilustrado erudito Alberto Manguel, cuyo texto íntegro completa la vertiente literaria del programa, junto con un fragmento, que se lee al cierre de la emisión, de Ética para Amador, el longseller internacional de Fernando Savater, en el que analiza con la perspicacia y profundidad habituales en el filósofo vasco, alguna de las dimensiones morales del arquetipo robinsoniano.
Entre los textos, once estupendas canciones con el protagonismo directo del propio Robinson Crusoe o el indirecto con la presencia de naufragios -reales o metafóricos- en sus letras, interpretadas por Fito y los Fitipaldis, Leonie Meijer, Woody Guthrie, Agnetha Fältskog, Van Dyke Parks, Gordon Lightfoot, Rupert Holmes, Bryan Ferry, Gabriela Anders, Jim O'Rourke y The Manhattan Transfer.
Robinsón Crusoe pasea por una de las playas de la isla en la que una inoportuna tormenta con su correspondiente naufragio le ha confinado. Lleva su loro al hombro y se protege del sol gracias a la sombrilla fabricada con hojas de palmera que le tiene justificadamente orgulloso de su habilidad. (...) De pronto, se detiene con sobresalto. Allí, en la arena blanca, se dibuja una marca que va a revolucionar toda su pacífica existencia: la huella de un pie humano. (...)
Mientras está solo, Robinsón se enfrenta a cuestiones técnicas, mecánicas, higiénicas, incluso científicas, si me apuras. De lo que se trata es de salvar la vida en un medio hostil y desconocido. Pero cuando encuentra la huella de Viernes en la arena de la playa empiezan sus problemas éticos. Ya no se trata solamente de sobrevivir, como una fiera o como una alcachofa, perdido en la naturaleza; ahora tiene que empezar a vivir humanamente, es decir, con otros o contra otros hombres, pero entre hombres. Lo que hace "humana" a la vida es el transcurrir en compañía de humanos, hablando con ellos, pactando o mintiendo, siendo respetado o traicionado, amando, haciendo proyectos y recordando el pasado, desafiándose, organizando juntos las cosas comunes, jugando, intercambiando símbolos... La ética no se ocupa de cómo alimentarse mejor o de cuál es la manera más recomendable de protegerse del frío ni de qué hay que hacer para vadear un río sin ahogarse, cuestiones todas ellas importantes para sobrevivir en determinadas circunstancias; lo que a la ética le interesa, es cómo vivir bien la vida humana, la vida que transcurre entre humanos. Si uno no sabe cómo arreglárselas para sobrevivir en los peligros naturales, pierde la vida, lo cual es sin duda un fastidio grande; pero si uno no tiene ni idea de ética, lo que pierde o malgasta es lo humano de su vida y eso, francamente, tampoco tiene ninguna gracia. Fernando Savater.