martes, 26 de octubre de 2010


HAY TANTOS MUERTOS

Nos acercamos al 2 de noviembre, Día de los Difuntos, esa pausa reflexiva y algo melancólica que cada año hacemos en el acelerado calendario de nuestras ocupaciones para pensar en aquellos seres queridos (¿seres queridos?... menuda prosa funcionarial) que han desaparecido, que nos han abandonado, que han dejado atrás la vida pasando a integrar el fúnebre territorio de las sombras. Con la leve excusa de esta celebración, la muerte protagoniza nuestras emisiones de esta semana y de la próxima, aunque no quiero, con este ominoso anuncio, amargaros la escucha del programa ni vuestras seguro que alegres existencias.

La perspectiva literaria del Buscando leones en las nubes de ayer la aporta un libro que trata, efectivamente, del triste tránsito a la otra vida, un paso que siendo siempre penoso, aparecerá en él, sin embargo, desprovisto de dramatismo, contemplado desde una perspectiva divertida, podríamos decir, encarada la muerte con un enfoque jocoso, extraordinariamente entretenido y muchas veces incluso hilarante. El libro al que me refiero, que publicó en España la editorial Seix Barral ya hace años, exactamente en 2004, se titula Diccionario de últimas palabras, su autor es el alemán Werner Fuld y cuenta con una traducción al español de Pedro Zapata.

La rúbrica que encabeza el volumen es, imagino, lo suficientemente explícita como para que os hagáis, a priori, una idea más que aproximada del contenido del libro. Porque, en efecto, Werner Fuld rastrea en fuentes diversas a las que luego me referiré las palabras que muy distintos personajes de la literatura y del arte, de la cultura y la ciencia, reyes y villanos, próceres y asesinos, filántropos y mafiosos, gentes muy célebres o casi desconocidas, dejaron para la posteridad en ese momento final en el que veían consumirse sus vidas. Se trata pues, de una recopilación de un número copioso, muy abundante, que llega a varios centenares, de frases pronunciadas en el lecho de muerte, trascendente ocasión, ésta de la culminación de una vida, para dejarse llevar, quizá, por la tentación de legar a quien nos sobrevive un pensamiento sobresaliente, una reflexión profunda, una verdad última y decisiva, una afirmación grandiosa, deslumbrante e indiscutible, una despedida que recapitule y cierre al modo de un broche perfecto una existencia que el desgraciado protagonista siempre imagina excelsa y merecedora, por lo tanto, de una clausura también memorable.

No es así, sin embargo, en la mayoría de los casos recogidos en el libro. La muerte, como señala el autor en su prólogo, impone sus propias leyes. En el momento de la verdad, lo que aflora de esas mentes preclaras, de esas bocas otrora facundas, de esos cerebros privilegiados y distinguidos son exabruptos, regüeldos absurdos, inesperadas manifestaciones de una imprevista comicidad. Werner Fuld se recrea sobre todo en estas muestras menos infatuadas, más ligeras, menos pretenciosas de las declaraciones mortuorias de sus personajes. Muy llamativo, en este sentido, el prosaico y trivial y desesperado ¡Mierda! que exclama Walt Whitman, el excelente poeta americano.

Formulado, efectivamente, como un diccionario, ordenadas pues las entradas con un criterio alfabético, en el libro comparecen Aristóteles y Roosevelt, Rilke, Kant y Bernard Shaw, Proust, Dickens y Marlene Dietrich, Diderot, Manolete, Nerón, Pancho Villa y Renoir, Humphrey Bogart, Oscar Wilde y Dorothy Parker, María Antonieta, Cicerón o John Ford... en fin, cientos de personajes cuyas últimas palabras, todo hay que decirlo, en bastantes casos no parecen de una verosimilitud muy confiable. Hay que entender que en esos momentos finales de la vida no siempre hay un notario escrupuloso, un escribano concienzudo, un riguroso cronista, un fiel transcriptor para los anales de la historia de las perlas exhaladas en su hálito postrero por los geniales moribundos. Lo confiesa el propio autor en su interesante prólogo: los territorios de la historia y los de la leyenda se muestran siempre peligrosamente colindantes, y las fronteras se traspasan con exceso de ligereza en no pocas ocasiones. Y aunque Fuld ha consultado colecciones de estos dichos, de relativamente frecuente publicación desde la segunda mitad del siglo XIX, pese a que ha manejado documentación administrativa y burocrática, sobre todo del ámbito anglosajón, referida a las ejecuciones públicas, una cierta recreación, determinada reconstrucción a posteriori de los hechos, a veces una muy patente imaginación, están presentes en la obra. No obstante, hecha esta declaración de principio, admitida de entrada la condición fantasiosa y hasta inventada de bastantes de las palabras supuestamente últimas de los personajes que cruzan el libro, la lectura de éste es apasionante, instructiva, aleccionadora y, casi siempre, divertidísima.

Desde el punto de vista musical, en el programa suenan canciones que, expresa o tácitamente, de modo directo y descarnado o de una manera elusiva y metafórica, hablan de la muerte, del deseo y la atracción que a veces esa última frontera nos inspira, del temor que casi siempre provoca en nosotros, de su desasosegante espera, de la zozobra y la inquietud que suscita, pero también de la tristeza que entraña la muerte de un ser querido, de un amigo, del amor, así como de la ancestral fascinación por los enigmas del más allá, de las irresolubles cuestiones que nos lanza a la cara ese inabarcable abismo que se abre tras la muerte. Piezas preciosas, con un sonido a la postre no tan lúgubre o languideciente como el tema pudiera sugerir, interpretadas por Emmylou Harris, Mônica Salmasso, Natalie Merchant, Carole King, Coldplay, Rosie Thomas, REM, Najwajean, Steve Earle, Townes van Zandt, Bob Dylan y Marissa Nadler que cierra el programa con una emocionante Hay tantos muertos, con misteriosos versos de Neruda, y cuyo título da nombre a la emisión.

He logrado refrenar la tentación de inundaros de vídeos y ofreceros los de todas las canciones del programa, un impulso muy acorde a mi temperamento extremista y exigente, perfeccionista y exhaustivo. Os dejo, pues, contrariando mi naturaleza, sólo tres. En primer lugar unos Coldplay moderadamente energéticos. A continuación un siempre triste Townes Van Zandt en imágenes paupérrimas y con sonido desajustado en su, pese a los inconvenientes, inmensa versión de Dead flowers, el clásico de los Rolling Stones perteneciente a un LP (¿sabe alguien aún qué es eso?) que destrocé en mi adolescencia a base de escuchas, Sticky fingers. Por cierto, algún día habrá en Buscando leones en las nubes un monográfico dedicado al malogrado y genial cantautor estadounidense, del que así, a bote pronto, puedo recordar una veintena de canciones espléndidas en sus habituales registros folk y country. Por último, y tras una fugaz presentación de Jesús Quintero, Najwa Nimri y Carlos Jean nos ofrecen una versión acústica de Death warm.

PD.- Mañana, miércoles 27 de octubre, inauguro en Radio Universidad otro programa que ya llevo emitiendo desde hace más de cinco años en Onda Cero Salamanca. Su nombre es Todos los libros un libro y como de manera inequívoca señala el título se trata de un programa con la literatura como eje. No desvelaré ahora -no es éste el lugar adecuado- nada más de la emisión. Os remito desde aquí al blog del programa, todosloslibrosunlibro.blogspot.com, en el que encontraréis toda la información relativa a contenidos, propósitos, enfoques, planteamientos, horarios y tantas cosas más del nuevo programa. Espero que os apetezca frecuentarlo con tanta asiduidad como la que dedicáis a Buscando leones en las nubes.




Hay tantos muertos

martes, 19 de octubre de 2010


VAN MORRISON. EN EL LADO ALEGRE DE DE LA CARRETERA

De nuevo una semana de Van Morrison en Buscando leones en las nubes, de nuevo la magia de sus canciones, de nuevo sus -para mí- no demasiado interesantes letras... y de nuevo mis exigencias laborales que me obligan a minimizar la extensión de esta entrada. Supliré mis limitaciones con el enlace a una fantástica página ‘morrisoniana’ en la que podéis recrearos en la lectura, la consulta de información y muchas cosas más. Se trata de Viaje a Caledonia, nacida en torno a un libro del mismo título del año 2004 que, por cierto, acaba de reeditarse.

De manera que, por mi parte, resumo. En nuestra parcela musical podréis escuchar poderosísimas canciones del León de Belfast; a diferencia de la semana pasada ahora he optado por los ritmos más vivos y contagiosos del irlandés, por sus piezas más movidas y alegres. Así, en un nuevo intento de mostrar una selección representativa de su larga carrera, os encontraréis con Brown eyed girl, de 1967, Real real gone de 1990, Meet me in the indian summer de 2002, Cry for home de 1983, Cleaning windows de 1982, Come running de 1970, Gloria de 1964, Full force gale de 1979, Going down Geneva de 1999, Evening train de 2005, Bright side of the road de 1979, Ivory tower de 1986 y Stop drinking de 2002, la única no escrita por él, sino por uno de sus maestros, el mítico Lightin’ Howpkins.

Y entre las canciones, sus letras. La mayor parte entresacadas de tres libros, las únicas referencias en castellano sobre los textos de nuestro invitado de esta noche (son, al menos, las principales, aparte de la arriba reseñada; hay alguna más, como la aparecida en 1995 en la editorial Celeste, con Alberto Manzano a cargo de las traducciones, pero parece inencontrable y no he podido consultarla): el Van Morrison de Eduardo Jordá publicado por Cátedra en 1990 y los dos volúmenes de la Editorial Fundamentos, editados en 2002, Van Morrison: Canciones 1 y Canciones 2, con las traducciones de Paula Serraller. Para resolver algunas discrepancias personales con el enfoque que Jordá y Serraller dan al sentido de ciertos textos, para el programa de esta noche he contado además con la colaboración de Mª Ángeles Vicente, compañera y profesora de inglés en Salamanca, a quien se deben algunas decisiones últimas y muy atinadas sobre giros, modismos, referencias o interpretaciones en las para mí difíciles letras de Van Morrison (una sola muestra de esta dificultad, el título del programa y de esta entrada, Bright side of the road: ¿flanco radiante del camino?, ¿la parte soleada de la calle?... he preferido ‘el lado alegre de la carretera’. En fin...)

El siempre huraño e incluso a veces irascible irlandés aparece en nuestra habitual sección de cierre en unos cuantos vídeos grabados en vivo con muy distinta calidad musical y de imagen. Tres canciones lentas, no emitidas en el programa, Talk is cheap, The healing game, y Sometimes we cry, y cuatro que sí pueden escucharse en la emisión, más movidas y animadas, Real real gone, Cleaning windows (que utilizo -a mi juicio muy provechosamente- en mi clases; algún día haré un programa construido a partir de mis ‘recursos metodológicos’) y las muy conocidas Brown eyed girl y Gloria, mil veces versionadas y aparecidas incluso en el cine (hay un espléndido disco, Van Morrison at the movies, que os recomiendo y que acabará por aparecer también en Buscando leones en las nubes).




Van Morrison. En el lado alegre de la carretera

martes, 12 de octubre de 2010


VAN MORRISON. LA BELLEZA DE LOS DÍAS PERDIDOS

El 31 de agosto pasado, Van Morrison, el genial músico irlandés, cumplía 65 años. Y con esa excusa, la celebración de su aniversario, una celebración algo tardía porque en Buscando leones en las nubes hemos estado ocupados con otras efemérides, queremos hacer un repaso somero a su ingente obra, a su fascinante universo musical. El repaso, en efecto, ha de ser somero, pues sólo serán dos las emisiones (la de ayer y la del próximo lunes) que dedicaremos a las canciones y los textos del león de Belfast, y es tan inmensa su producción musical, tan dilatada su carrera (subió a un escenario por primera vez a los doce años, ¡¡en 1957!!), tantas sus piezas deslumbrantes, tantas también las decenas de discos -muchos excepcionales-, tantos los tipos de música en los que se ha desenvuelto -rock y blues, folklore y raíces irlandesas, country, jazz, funk, gospel y música negra, rhythm and blues-, que acometer la tarea de seleccionar entre tal cantidad de material una muestra que resulte no sólo atractiva e interesante, sino que pretenda también una cierta intención pedagógica, esto es, que se quiera representativa de los diferentes estilos, etapas, influencias del músico irlandés, siempre es un esfuerzo condenado al fracaso, limitado a ofrecer, en el mejor de los casos, un pálido reflejo de tanta inmensidad. Diré también que, sin embargo, ha resultado ser un esfuerzo, complejo y agotador pero sobre todo placentero, porque uno siempre disfruta moviéndose entre las canciones de Van Morrison.

Van Morrison es un músico que me apasiona, he podido verlo en directo, no tanto como me hubiera gustado, y siempre me entusiasma. Hace años ya fue el protagonista del que para mí es el mejor programa de Buscando leones en las nubes que he hecho nunca, el más intenso, el más emotivo, el más ‘redondo’, a mi juicio. En él se juntaban las inmensas personalidades de dos irlandeses universales, James Joyce y el propio Van Morrison, Dublín y Belfast frente a frente. La aparición del programa en este blog suscitó entonces no sólo un extraordinario interés (es el programa más descargado de todos los aquí ofrecidos), sino una a mi entender gratuita polémica, pues los abogados del músico me exigieron de manera formal -con apelaciones sutilmente amenazantes a la intervención de los aparatos judiciales- que retirara el programa de Ourmedia, el espacio en el que deposito las emisiones para facilitar vuestra posterior descarga. El frío requerimiento, formulado en la mejor prosa administrativa, dio sus frutos y efectivamente retiré el conflictivo Van Morrison/James Joyce... para hacerlo reaparecer a las pocas horas con otra denominación, Cae la nieve, que impidiera la localización fácil por los sofisticados escáneres con los que los sabuesos leguleyos rastrean el universo virtual en busca de supuestos infractores (sólo supuestos, en mi caso: aquí sólo ofrezco lo que previamente se ha emitido en Radio Universidad, que, como emisora institucional, paga todos los derechos y por tanto dispone de todos los permisos necesarios).

En fin, dejemos atrás la burocracia. En el programa de ayer noche podréis escuchar al Van Morrison más melódico y delicado, al Van Morrison íntimo, al de las baladas y los medios tiempos, al de las piezas melancólicas (Melancolía se titula una de sus más representativas canciones). Escucharemos piezas que abarcan un período de cuarenta años, los que van entre la aparición en 1968 de su LP Astral weeks, hasta la grabación en vivo e íntegra de dicho disco en Los Ángeles en noviembre de 2008, en lo que constituye la última obra publicada del irlandés; espléndidas canciones de sus discos Astral weeks, de 1968, Tupelo honey, de 1971, Poetic champions compose, de 1987, Enlightenment, de 1990, Hymns to the silence, de 1991, Days like this, de 1995 y Down the road, de 2002.

Y entre las bellas músicas, las letras, las complicadas letras de sus canciones, a partir de las discutibles versiones de Paula Serraller en unos casos y de Eduardo Jordá en otros, a veces retocadas a mi gusto; unas letras que aunque -anticipo- están, a mi juicio, en calidad y emoción a años luz de su música excepcional (hablando en plata: a mí no me dicen casi nada, o muy poco), pueden sin embargo resultaros interesantes para conocer algunas de las vertientes fundamentales de la personalidad de Van Morrison: los recuerdos de su infancia, las evocaciones irlandesas, las preocupaciones filosóficas, las veleidades místicas y religiosas formuladas de un modo siempre algo confuso y evanescente, las ráfagas poéticas, y, como no puede ser de otro modo, su personalidad, sus pasiones, los temores, sus esperanzas, la añoranza del pasado, la rabia, el amor, la sensualidad y la desesperación, los sueños, la presencia de Dios.

Con respecto a los vídeos ocurre algo similar a lo señalado para las canciones: hay tantos que uno no sabe cuáles elegir. Opto por una relativa austeridad, pues, y os dejo cuatro actuaciones en vivo, cuatro maravillas registradas también en épocas muy distintas: Days like this, Saint James infirmay, Have I told you lately that I love you y Tupelo honey.

PD.- Anteayer, el 10 de octubre, moría en un vuelo entre Los Ángeles y Amsterdam Solomon Burke, el inmenso -en todos los sentidos- intérprete de soul y rythm and blues. Hace años Buscando leones en las nubes ya le dedicó un programa, centrado íntegramente en su música. Me comprometo ahora a que tanto él como su compatriota Abbey Lincoln, que nos dejó este verano, tengan sendas emisiones monográficas a lo largo de esta temporada.



Van Morrison. La belleza de los días perdidos

martes, 5 de octubre de 2010


LOLITA

El pasado 15 de septiembre se cumplieron 55 años de la publicación de Lolita, la genial novela de Vladimir Nabokov, la portada de cuya edición norteamericana (la más lograda, a mi juicio, de cuantas conozco) encabeza esta entrada. El programa de esta semana es un homenaje, en textos y música, a la anticipadora y provocativa obra del exiliado ruso que escribió la novela en inglés. Con respecto a la parte literaria del programa, entre las múltiples opciones que se me presentaban, he elegido ofreceros una aproximación a Lolita que podríamos llamar externa, una aproximación desde fuera de ella. He seleccionado para el Buscando leones en las nubes emitido ayer diversos textos, extraídos de fuentes también variadas (críticas de prensa, artículos de escritores, reseñas bibliográficas), en los que autores muy conocidos y destacados de la crítica y la literatura -sobre todo española e hispanoamericana- reflexionan sobre la novela, sobre su importancia, sobre su influjo en la literatura y en la vida social de estos últimos cincuenta y cinco años. Así, Juan Villoro, Rafael Humberto Moreno Durán, Juan Bonilla, Javier Aparicio Maydeu, Iñaki Esteban, Mario Vargas Llosa, Stephan Vizinczey, Juan José Navarro Arisa, Antonio Muñoz Molina, Javier Marías se pronuncian, desde ángulos diversos, con perspectivas diferentes, sobre el libro. Además, en los textos primero y último del programa oiremos la voz del autor, la voz de Nabokov. Su voz literaria, pues la primera cita será el inicio, el muy conocido comienzo de la novela, y también su voz real, pues la última referencia, con la que cerraremos el programa, se corresponde con unas declaraciones que Nabokov hizo hace muchos años en el que podemos llamar programa literario de culto de la televisión francesa, Apostrophes, entrevistado por el no menos mítico Bernard Pivot, estrella de la televisión cultural gala.

La propuesta musical que acompaña la lectura de los textos consiste en una selección de canciones de diversas Lolitas musicales, es decir, de algunas chicas, muchas casi niñas (otras no tanto, caso de Carla Bruni o Vanessa Paradis, aunque aún conservan una cierta imagen de provocadora candidez), que con voz dulce y gesto entre ingenuo y perverso, con aspecto inocente y a la vez morboso, con un erotismo infantil y transgresor, con turbadores morritos de colegialas enfurruñadas y artimañas de gatas castigadoras, ejercen su tiránica fascinación, su caprichoso y sensual dominio, dulce, inconsciente y venenosamente púber, sobre jóvenes y adultos, seducen, encantan, provocan, alientan fantasías pecaminosas, dando vida a ese arquetipo -el de Lolita- que, tan antiguo como el hombre, como el sexo, alcanzó plena carta de naturaleza en nuestras sociedades a partir de la genial creación de Nabokov. Y, en la música, las Lolitas son francesas, recordad a Françoise Hardy, a Sylvie Vartan, a France Gall. Francia, emblema del pecado, de la sofisticación erótica, de la lujuria embridada por una refinada cultura del placer. Por ello, en la mayor parte de nuestras invitadas del Buscando leones en las nubes de esta semana percibiréis una entonación afrancesada, una dulzura enigmática y algo perversa en la voz que es patrimonio -al menos en el imaginario colectivo- de las mujeres de aquel país, hasta el punto de constituir un icono -las propuestas atrevidas formuladas por una voz tímida y sugerente, que invita y aleja, que propone y a la vez marca distancias- del erotismo universal. Alizee, Camilla, vocalista de Nouvelle Vague, Cathy Claret, la citada Carla Bruni, Bettina Mischke al frente de Jazzamor, Coralie Clément con Chiara Mastroianni, Lisa Ekhdahl, Keren Ann, Claudine Longet, Melissa Mars, Annet Louisan y la también mencionada Vanessa Paradis son las aniñadas protagonistas musicales del programa.

Os dejo aquí también algunos vídeos con tres francesitas falsamente inocentes, una inicialmente tímida pero a la postre desatada Alizee, cantando su exitoso Moi, Lolita, una Melissa Mars juguetona, provocadora, engañosamente infantil y descarada mientras interpreta otro éxito galo, Papa m’aime pas, y por último una Vanessa Paradis coqueteando alegremente (¡¡si hasta juega con un perrito!!) con el lado salvaje de la vida en su versión del Walk on the wild side de Lou Reed, que una semana más aparece en este blog.




Lolita