martes, 28 de febrero de 2012


NOSTALGIA DE AQUELLAS TARDES DE DOMINGO

Con la excusa de los Oscars, el cine es esta semana (y lo será la próxima), al igual que en años anteriores por estas fechas, el protagonista de Buscando leones en las nubes. Y lo es en la doble vertiente, literaria y musical, en la que se desenvuelve habitualmente nuestro programa.

Desde el punto de vista literario, os ofrezco, en los dos programas de la serie, una selección de poemas de autores españoles que tienen al cine, a la magia de las salas cinematográficas, a la fascinación que nos provocan las películas, al encantamiento y la seducción de las historias que vemos en las pantallas, como centro de su expresión poética. El cine ha tenido una presencia constante y destacada en la poesía española desde principios del siglo XX. García Lorca, Alberti, Gerardo Diego, Pedro Salinas, entre otros nombres destacados de nuestra literatura; el surrealismo, la generación del 27, los poetas sociales de los 50, los novísimos, entre otros movimientos poéticos, se han ocupado de un fenómeno que, desde sus orígenes, resultaba muy sugestivo y evocador y de una extraordinaria capacidad poética. Sin embargo, estas dos emisiones de Buscando leones en las nubes se van a centrar, exclusivamente, en autores contemporáneos, en poetas relativamente jóvenes, en poetas que, en cualquier caso, y al margen de su edad, han publicado algún libro en los últimos 20 años. La mayor parte de los versos han sido extraídos de algunos libros imprescindibles que os recomiendo apasionadamente. Por un lado, los dos completísimos números de la revista Litoral que, con los títulos de La poesía del cine y Los poetas del cine, editó en 2003 la ejemplar y magnífica publicación malagueña. En ambos volúmenes podréis encontraros el menú habitual de la pionera revista: poemas, estudios, análisis, documentos, referencias musicales, imágenes, cuadros, opiniones... presentado todo ello en unas ediciones cuidadísimas que rezuman belleza y que aúnan contenido interesante y continente precioso. Por otro lado, el programa se nutre también de una extraordinaria antología, Viento de cine. El cine en la poesía española de expresión castellana (1900-1999), que vio la luz en la editorial Hiperión en 2002. La selección de autores y poemas, la esclarecedora introducción y las ilustrativas y profusas notas corresponden al escritor José María Conget, que presenta un volumen imprescindible para rastrear la presencia del cine en la obra de nuestros poetas a lo largo del siglo XX. En el libro aparecen poemas en los que, como señala la propia editorial, el cine se constituye en referencia central o esquinada de la inspiración lírica: las salas cinematográficas como locus amoenus de la infancia o prado oscuro del amor, el deseo imposible por las estrellas de la pantalla, los títulos que se enlazan con momentos clave de nuestra biografía, la metáfora del sueño y de la memoria, los primeros planos del recuerdo, el travelling que desemboca en el crimen, la sesión de noche que fluye hacia el silencio del fracaso, la risa muda de los grandes payasos en que se convierte la carcajada de la existencia. Todo está en los versos, todo estuvo en el cine. Para completar el programa de esta semana he elegido poemas -entresacados, como digo, de los libros citados- escritos por Jesús Lizano, Ana María Navales, María Sanz, Pere Rovira, José María Merino, Harkaitz Cano Jaúregui, Felipe Benítez Reyes, Miguel D’Ors, Javier Benítez, Karmelo C. Iribarren y Manuel Sánchez Chamorro.

En el terreno musical, la emisión gira sobre el jazz. He escogido, para acompañar los poemas leídos, piezas de jazz interpretadas por algunas de las más importantes figuras de la historia de ese estilo, grandes clásicos que han aparecido en películas, no necesariamente vinculadas a los Oscars, pero siempre magníficas. Se trata, y la sola enumeración resulta impresionante por la cantidad de obras y artistas que forman parte de lo mejor de la cultura universal del último siglo, de Willow weep for me, interpretada por Billie Holiday en El criminal, de Joseph Losey; He’s younger than you are, con el saxo de Sonny Rollins sonando en Alfie, de Lewis Gilbert; Theme from I want to live, la banda sonora compuesta por Gerry Mulligan para la película del mismo título, Quiero vivir, dirigida por Robert Wise; Looking at you, en la voz de Lee Wiley, que aparece en L.A Confidential, excelente film de Curtis Hanson; I got it bad & that ain't good, con Nina Simone, recogida en El gran Lebowski, de Joel Cohen; Why did she choose you, la intensa presencia del saxo de Gato Barbieri en El último tango en Paris, de Bernardo Bertolucci; Nuit sur les Champs Élysées, una estupenda manifestación de la fecunda colaboración del trompetista Miles Davis con el director Louis Malle en Ascensor para el cadalso; Almost cried, con el maestro Duke Ellington en Anatomía de un asesinato de Otto Preminger; Still time, una pieza en la que se emparejan el saxo de Dexter Gordon y el piano de Herbie Hancock, en una de las mejores películas sobre el jazz que he visto en mi vida, Round midnight, del casi siempre genial Bertrand Tavernier; I only have eyes for you, con el saxo de Gerry Niewood construyendo el sugerente fondo sonoro para Una historia del Bronx, esa pequeña gema cinematográfica que dirigió Robert de Niro en 1993; There’ll be another spring, en la que la voz de Dianne Reeves contribuye a crear el clima profundo de Buenas noches y buena suerte, la magnífica aparición de George Clooney en su cada vez más frecuente e inspirado rol de director.

Cerramos esta presentación con otra muestra de la presencia del jazz en el cine. Se trata de Diana Krall, que no aparece en ninguno de los dos programas, pero que va a tener pronto una emisión monográfica en Buscando leones en las nubes, interpretando Let’s fall in love (con un subtitulado de traducción mejorable) que formó parte de la banda sonora de la prescindible Otoño en Nueva York que, con Richard Gere y Winona Ryder, dirigió en 2000 la actriz Joan Chen.




Nostalgia de aquellas tardes de domingo

martes, 21 de febrero de 2012


UN PAISAJE DE BAOBABS EN SENEGAL

El próximo domingo 26 de febrero se celebran elecciones en Senegal, unos comicios marcados por el presumible fraude del actual presidente Abdoulaye Wade que con 85 años y doce en el poder pretende perpetuarse en su cargo con una maniobra de dudosa legitimidad democrática. Aunque África no suele aparecer en los medios de comunicación, los acontecimientos ocurridos estas últimas semanas en Senegal han sido lo suficientemente importantes como para hacer aflorar -siquiera de modo tímido- la realidad del continente negro a nuestros periódicos y telediarios, y por ello quizá conocéis ya los conflictos que han suscitado estas elecciones, con esa irregular presencia en ellas del actual presidente Wade y el sospechoso rechazo por los tribunales de la candidatura del cantante Youssou N’Dour. Se habla, incluso, de que quizá Senegal pueda ser un nuevo foco de revuelta popular en África, al estilo de las movilizaciones habidas en Egipto, Túnez o Argelia hace algunos meses. Os dejo un par de excelentes páginas en las que encontraréis información actualizada sobre el universo africano y en particular sobre el estado de la situación en Senegal.

Con la excusa de estas elecciones, en Buscando leones en las nubes dedicamos nuestra edición de esta semana al extraordinario país africano. Y lo hacemos desde una doble perspectiva. En el plano musical escucharéis, precisamente, algunas de las mejores canciones de Youssou N’Dour, la mayor figura viva de la escena artística y cultural senegalesa. En la emisión suenan Mame Bamba, The lion, Live television, Birima, Sagal ko, Set, Fenene, Dunya, Miyoko, Dem y la muy conocida Seven seconds, todo un himno en contra del racismo que hace casi veinte años popularizó el cantante en su dúo con Neneh Cherry y que podemos ver también en el vídeo final. A través de su música, Youssou N´Dour ha dejado constancia de su compromiso con su pueblo, con el continente africano y con sus habitantes más desfavorecidos. Sus canciones hablan de la emigración, de la pobreza y el hambre, de la explotación, de las guerras, de los sufrimientos de las gentes, del padecimiento de las mujeres, de los abusos de los poderosos. Y todo ello, la profunda implicación política y social de sus letras, con el envoltorio de una música extraordinaria, una afortunada mezcla de la tradición senegalesa, el mblalax, un estilo que él popularizó por encima de la salsa africana, la otra gran fuerza musical del país, y la electrónica occidental, el rock y el pop, el soul y el blues norteamericano. Con casi cuarenta años de carrera a sus espaldas, Youssou N`Dour nos ha dejado hasta ahora decenas de discos memorables y, sobre todo, infinidad de portentosas actuaciones en directo. Yo recuerdo varios deslumbrantes conciertos suyos: el primero en Madrid, como casi desconocido acompañante de Peter Gabriel, una aparición sorprendente en un ya muy lejano 1987; en el Pueblo español de Barcelona, creo recordar que en 1995; en 1999 y en 2003 en Cartagena, con el auditorio repleto de africanos bulliciosos, los conciertos convertidos en una fiesta con centenares de personas bailando y cantando al dictado alegre de la música del senegalés. En fin, cuántos magníficos recuerdos, también en lo personal (emocionados besos retrospectivos para N., C., L. y M.)

Sus intensas canciones, su poderosa voz, aparecen entre los versos de Léopold Sédar Senghor, el más destacado poeta de Senegal y probablemente de toda África, ex-presidente del país, miembro de la Academia Francesa y fallecido hace ahora poco más de diez años. La obra poética de Léopold Sédar Senghor ofrece al lector uno de los universos poéticos más ricos y sugerentes de la literatura en lengua francesa del siglo XX. Un universo en el que se integran elementos muy heterogéneos, en ocasiones antagónicos, como tradición y modernidad, pensamiento y sensibilidad, historia personal e historia colectiva, aliento lírico y épico, ritmos africanos y europeos, de los que finalmente emerge, en simbiosis armónica, un canto a la Unidad y a la Reconciliación Universal, a la Vida y a la Poesía, en palabras de Lourdes Carriedo y Javier del Prado, responsables de la presentación de su Obra poética en la editorial Cátedra, un libro del que he entresacado los poemas que os ofrezco en el programa. En sus versos nos asalta la presencia africana, tanto desde el punto de vista físico: la sabana inmensa, las riberas del gran río, las enormes extensiones de arbustos, un paisaje de baobabs, como espiritual: las mitologías fundadoras del continente, su ancestral historia, sus conflictos políticos o su problemática social. A veces, los poemas discurren -como cuenta en uno de los que se leen en el programa- entre alfombras relucientes y suaves de Tombuctú, cojines mauritanos, perfumes agresivos, muebles del Congo y de Guinea, oscuros y pesados, esteras muy tupidas de silencio, máscaras primitivas y puras por los muros. Y, siempre presente, la perfección inenarrable de los cuerpos de las mujeres, la elegancia de sus movimientos, la maravilla de su piel bruñida, su belleza espléndida.




Un paisaje de baobabs en Senegal

martes, 14 de febrero de 2012


MUNDOS MÍNIMOS

Esta semana, en Buscando leones en las nubes os invitamos a adentraros con nosotros, una vez más, en el fecundo territorio de los cuentos brevísimos a partir de una decena de ellos extraídos de un libro que se ofrece como una antología, como una recopilación muy atractiva de un género que está registrando un inusitado auge en los últimos años. Por todas partes proliferan seminarios, talleres de escritura, concursos, iniciativas varias vinculadas a esta peculiar forma de creación literaria, y nos encontramos por doquier con profusión de publicaciones, estudios, congresos y certámenes alusivos a estos relatos cortos, a las narraciones mínimas, al cuento hiperbreve, o, en la expresión que quizá ha hecho más fortuna, al microrrelato. El libro que constituye la referencia en el programa que ahora os presento es Mundos mínimos. El microrrelato en la literatura española contemporánea. Lo publicó por la Editorial Libros del Pexe en Gijón, en el pasado 2007 y ya os di cuenta de él con ocasión del programa dedicado a Ana María Shua. La edición y el análisis preliminar son responsabilidad de Teresa Gómez Trueba, a partir de los trabajos presentados en unas jornadas organizadas por la Cátedra Miguel Delibes en Valladolid.

Mundos mínimos presenta una estructura mixta, a caballo del ensayo y la narración literaria propiamente dicha. En la primera parte de la obra, que ocupa las ciento treinta primera páginas, se incluyen una serie de estudios introductorios sobre el género, debidos a la propia editora, que analiza los microrrelatos de Juan Ramón Jiménez; a Irene Andrés Suárez, que examina los de Domingo Ródenas de Moya; a Marta Alisent, que centra su estudio en Francisco Ayala; a Fernando Valls, que aporta un curioso e interesante decálogo sobre el género; y al abulense, vallisoletano de adopción, José Jiménez Lozano, que ha frecuentado en su obra el cuento brevísimo.

En la segunda y última parte del libro se recoge una amplia selección de relatos (cerca de cien), de algunos destacados autores del género, como Julia Otxoa, Pedro Ugarte, Juan Pedro Aparicio, José María Merino, Francisco Silvera, el citado José Jiménez Lozano, Antonio Pereira, Luis Mateo Díez, Andrés Neuman y Roberto Lumbreras. De cada uno de ellos se ofrece un cuento en el programa, todos entresacados de los recogidos en el libro, salvo el último, de Roberto Lumbreras, que surge, no obstante, en el marco de la misma iniciativa de la Cátedra Miguel Delibes, dedicada al estudio y divulgación de la literatura española en general y castellano-leonesa en particular.

Y entre los textos, preciosas canciones caracterizadas, como es habitual en el programa, por esos rasgos de delicado intimismo, de introspección melancólica y algo triste que constituyen uno de nuestros rasgos de identidad. Sus intérpretes, Luisa Sobral, Mohini Geisweiller, Celso Fonseca, Zoe Muth and the Lost High Rollers, Amy Winehouse, Paul Simon, Nick Cave and The Bad Seeds, Marissa Nadler, Sophie Zelmani y Karen Souza que hace una intensa versión de Tainted love, el clásico de Soft Cell de los ochenta que también susurra en directo la guapa cantante en el vídeo con el que cerramos esta entrada.




Mundos mínimos

martes, 7 de febrero de 2012


¿HAS SENTIDO ALGUNA VEZ ESO?

Una semana más, Buscando leones en las nubes vuelve al formato misceláneo. Sin un nexo conductor, sin un hilo argumental fácilmente perceptible, en la emisión que ahora os presento se suceden las reflexiones recogidas de textos literarios y las emociones suscitadas por un puñado de canciones reposadas. El tono que pretendo dar al programa, a partir de los fragmentos leídos y la música escuchada, es, como sabéis quienes nos seguís habitualmente, intimista y relajado; aspiro a crear una atmósfera recogida y amable, sosegada y tranquila, que propicie la introspección. que os permita disfrutar apaciblemente de unas piezas musicales y unos textos escogidos por su belleza, por su poder de sugestión, por su fuerza evocadora, por su capacidad de inducir las ensoñaciones, por su potencialidad creativa, por la posibilidad que encierran de construir quimeras, modestas y algo evanescentes quimeras, esas que urdimos inconscientes cuando nos cruzamos en la calle con unos ojos cómplices, cuando recreamos el pasado en una copa de vino, cuando soñamos concentrados ante el mar, cuando se nos abre el mundo tras una página de un libro. Lo que os propongo es en cierto sentido, poniéndome pedante -lo cual he de admitir que no me cuesta demasiado esfuerzo- un viaje espiritual, un recorrido mental (pero también físico: quiero que el sentimiento, que la emoción toque vuestros cuerpos) por los más atractivos territorios de vuestra inteligencia.

Y todo ello, a fin de cuentas, para acabar mostrando -de modo sutil, pero evidente- algunas de las esquinas de mi personalidad, para exponer algunos de los más recónditos espacios de mi espíritu (ensoñaciones, deseos, ilusiones, esperanzas, anhelos), para, por lo tanto y en cierto modo, acabar -presento mis disculpas- desnudándome. He escrito, quizá algo alegremente, al inicio de esta entrada, que no hay un núcleo vertebrador de la emisión. No es cierto, siempre lo hay: soy yo mismo. Mis elecciones me definen, los textos que elijo, las canciones que os ofrezco, los cuadros que acompañan estas entradas, me describen y me descubren, dibujan, a fin de cuentas, un retrato de mi alma; nebuloso, de contornos imprecisos, apenas entrevisto; pero para quien sepa observar, mis rasgos, difuminados, afloran entre las notas musicales y las voces ajenas que resuenan en las ondas. Ya lo decía Borges, de nuevo Borges, en aquel pensamiento que tengo la impresión de que ya ha aparecido aquí (o en algún programa): Yo creo que, en definitiva, todo lo que uno escribe es autobiográfico. Sólo que eso puede ser dicho: “Nací en tal año, en tal lugar” o “Había un rey que tenía tres hijos”. Se trata, pues -espero que se me entienda-, no de un exhibicionismo gratuito sino de un intento de compartir experiencias esenciales, comunes -paradójicamente- en lo que tienen de propio de cada ser humano. Se trata de reconocerse en lo que nos identifica y hace iguales. Se trata de, a través de lo que uno mismo siente, llegar al otro, “tocar” al otro. Se trata, en fin, de deciros, de gritaros: “¿has sentido alguna vez eso?”

Como juego ilustrativo de mis tesis (y de las de Borges) os muestro aquí una nube de palabras generada a partir de los textos que integran el programa de hoy. En el gráfico final, el tamaño de la letra es indicativo de la relevancia de la correspondiente palabra (del número de veces que se repite, por lo tanto) en el conjunto del texto y por tanto puede dar una idea aproximada de cuáles son las (mis) preocupaciones dominantes que se recogen en las emisiones.

Las de hoy, las palabras tras las que esta semana he querido esconderme/mostrarme las han escrito Felipe Benítez Reyes, Ricardo Menéndez Salmón, Edgar Telles Ribeiro, Julian Barnes, Francisco León, Deborah Eisenberg, Françoise Sagan, António Lobo Antunes, Pedro García Montalvo, Luisgé Martín, Valeria Mazzuco y Antonio Orejudo. Las canciones que expresan -también- mi sensibilidad aparecen en las interpretaciones de Lulu Gainsbourg a dúo con Scarlett Johansson (de nuevo la bella Scarlett, en una ciertamente discreta colaboración musical), Shelby Lynne, Márcio Faraco, Marissa Nadler con Red Heroine, Fatoumata Diawara, Jacqui Naylor, Marisa Monte, Rosie Thomas, Jane Monheit, Kate Walsh, Damien Jurado y la germano-nigeriana Ayo, que protagoniza tamibén la sección de vídeos con And it’s suppossed to be love, la canción que cierra el programa.




¿Has sentido alguna vez eso?