martes, 28 de julio de 2015

 
ISLAS IMAGINADAS
 
El último programa de Buscando leones en las nubes por esta temporada cierra también la serie de cuatro emisiones que durante el mes de julio os hemos venido ofreciendo con las islas como núcleo central monográfico abordado desde nuestra doble vertiente habitual, la literaria y la musical.
 
Y así será también en este caso, con una decena de canciones -en esta ocasión más festivas y alegres que de costumbre, para celebrar la despedida del curso- de temática insular y otros tantos breves relatos extraídos, como los de hace siete días, de Atlas de islas remotas, el deslumbrante libro de la alemana Judith Schalansky que presentaron el año pasado las editoriales Nørdica y Capitán Swing en una edición conjunta, y del cual os dejé una larga reseña en mi otro espacio en Radio Universidad en cuyo blog podréis leerla si queréis completar la información: todosloslibrosunlibro.blogspot.com. En cada uno de los fragmentos escogidos se presenta una isla seleccionada de entre las cincuenta que recoge el libro, participando casi siempre cada una de ellas, como señala la propia autora, de una doble naturaleza: deseadas, utópicas, idílicas, soñadas, pero a la vez inhóspitas y hostiles, desoladas e inhumanas.
 
Estoy seguro de que las magnéticas y encantadoras historias isleñas de Judith Schalansky junto a las optimistas canciones que suenan en el programa (interpretadas por Chris De Burgh, Madonna, Elton John, Dolly Parton con Kenny Rogers, Ringo Starr, Rosemary Clooney, Simon & Garfunkel, Blondie, Zac Brown Band y Pablo Milanés) van a entusiasmaros.
 
Con su mención me despido por este curso. Espero que la inspiración que da forma a los programas, las ideas de las que nacen, las piezas musicales y los textos literarios que los han constituido a lo largo de esta temporada os hayan proporcionado muchos momentos de disfrute y emoción, de placer y reflexión. Confío también en que dentro de un mes, el próximo septiembre, estéis aquí con nosotros en una nueva temporada, la decimosexta ya, de Buscando leones en las nubes.
 
 


Rapa Iti. Islas Australes. Polinesia francesa. Océano Pacífico
 
En una ciudad a orillas de la Cordillera de los Vosgos, un jovencito de seis años es asaltado por sueños que le hacen aprender un idioma desconocido. Sin saber si este idioma de verdad existe, o de dónde proviene, pronto el pequeño Marc Liblin lo habla con fluidez, no sólo en sueños. // Es un niño solitario, muy inteligente, ávido de conocimiento. De joven se alimenta más bien de libros que de pan. A los 33 años se dedica a vagar por la Bretaña como un desarraigado. Entonces, unos investigadores de la Universidad de Rennes se interesan por él, quieren descifrar el idioma de sus sueños y traducirlo. Dos años alimentan una gigantesca máquina con ese extraño parloteo. Es inútil. // De repente les viene la idea de llevarlo a las cantinas del puerto para preguntar a los marinos que bajan a tierra si alguno ha escuchado en algún sitio aquel idioma: Marc Liblin monologa como un solista frente a un grupo de polinesios en una cantina de Rennes, cuando el hombre detrás de la barra, antiguo miembro de la marina francesa, se inmiscuye durante la presentación para revelarle: ha escuchado ya ese lengüeteo en la más solitaria de todas las islas de la Polinesia. E incluso conoce a una vieja dama que habla exactamente así, esposa divorciada de un militar, la cual vive ahora por los suburbios en un edificio de bienestar social. // El encuentro con la dama polinesa transforma la vida de Liblin: Meretuini Make abre la puerta, él la saluda en su idioma, y ella responde de inmediato en el viejo rapa de la patria. // Marc Liblin, quien nunca ha dejado Europa, se casa con la única mujer que lo entiende, y junto con ella viaja a la isla donde se habla su idioma.

martes, 21 de julio de 2015

 
EL PARAÍSO ES UNA ISLA... EL INFIERNO TAMBIÉN
 
Esta semana, en la tercera edición de la serie que durante el mes de julio estamos dedicando a las islas, nuestra propuesta se articula en torno a textos extraídos de un excelente libro del que ya os di cuenta en mi otro espacio en Radio Universidad de Salamanca. Hace ahora un año presentaba en Todos los libros un libro un extenso comentario sobre Atlas de islas remotas, la espléndida obra de la alemana Judith Schalansky, que vio la luz en España en una presentación conjunta de las editoriales Nørdica y Capitán Swing. Os remito al blog de ese espacio, todosloslibrosunlibro.blogspot.com para conocer en profundidad los muchos motivos de interés de un libro magnífico.
 
Baste decir ahora que, en un volumen primoroso, con una preciosa presentación, un diseño excepcional, una edición muy cuidada, infinidad de detallistas y minuciosas ilustraciones e innumerables informaciones útiles, la autora presenta las singulares, sorprendentes, insólitas y en cualquier caso interesantísimas historias de una cincuentena de islas, inaccesibles algunas, casi inencontrables muchas de ellas, y remotísimas todas, que ella misma ha rastreado en archivos y bibliotecas, mapas y manuales de cartografía, publicaciones científicas e informes técnicos, escritos sobre viajes y diarios de exploradores y aventureros.
 
En la emisión que hoy os presento recojo las sustanciosas, poéticas, deliciosas, románticas y encantadoras narraciones relativas a nueve de estas islas desconocidas y sorprendentes (una de las cuales, la correspondiente a Floreana, os ofrezco al término de esta entrada), en las que afloran características geográficas, anécdotas, historias, vivencias, leyendas y realidades de cada una de las islas seleccionadas. Entre ellas han sonado las bellas canciones -todas también con temática relativa a las islas, sea en su vertiente literal o en sus múltiples connotaciones simbólicas- interpretadas por Chiara Civello, Gordon Lightfoot, Bia, Crosby, Stills & Nash, Diana Krall con Geoff Keezer, Thomas Dutronc, Beach House, Aimee Allen y Mayra Andrade
 
 
 
Floreana. Islas Galápagos (Ecuador):
 
Dramatis Personae: Dore Strauch, una profesora de instituto que sueña con una vida más emocionante que su matrimonio con el director del centro que le dobla la edad, y el doctor Friedrich Ritter, un dentista berlinés de frente arrugada y las pupilas brillantes que desea cartografiar el cerebro humano y que siente que la civilización no tiene nada nuevo que ofrecerle. En 1929 ambos abandonan a sus respectivos cónyuges para escapar a Floreana, un lugar sin estado, donde solo gobierna la ley de la necesidad. // El escenario de la trama: una isla solitaria que nunca llegó a ser colonizada. Aquí, en el cráter verdoso de un volcán extinto, Friedrich y Dore establecieron su hogar: la granja Frido, una cabaña de chapa y acero inoxidable, y empezaron a cultivar esta tierra prometida, sin pensar en el pasado ni en el futuro. Su vestuario se reduce a unos harapos de ermitaño que solo utilizan cuando reciben visitas; al principio solo iban a Floreana curiosos que querían rellenar páginas de periódicos con la Historia de Adán y Eva en las Galápagos, pero pronto comienzan a llegar muchos imitadores. Apenas puedo creer que llegaran tantos visitantes a este lugar tan remoto e inaccesible, anota Ritter en su diario. En 1932 un nuevo personaje aparece en este teatro al aire libre: la austriaca Eloise Wagner de Bousquet, baronesa autoproclamada, una vividora de dientes grandes y pestañas oscuras, impulsada por la firme intención de construir un hotel de lujo para millonarios en la isla. Entre sus pertenencias se incluyen vacas, patos y pollos, ochenta quintales de cemento y dos amantes: Lorenz, un joven flaco y esmirriado, de cabello rubio como el trigo, y Philippson, un tipo atlético, fuerte y musculoso. Ambos son esclavos de los deseos y caprichos de la baronesa. quien disfruta jugando a ser emperatriz, tiranizando a los dos hombres y dando órdenes a golpes de látigo y pistola. Le gustaba atormentar al pobre Lorenz y herir a los animales para volver a curarlos después. El hotel, que se iba a llamar Hacienda Paraíso, nunca llegó a ser construido, se quedó en una lona aislante extendida sobre cuatro estacas, bajo la que dormían los tres. La comedia acabó siendo un melodrama policíaco: en 1934 la baronesa y Philippson desaparecieron sin dejar rastro; el esqueleto de Lorenz fue encontrado en la playa de una isla cercana y el doctor Ritter murió por una intoxicación alimentaria. Solo Dore regresó a Berlín y los periódicos de todo el mundo especularon durante mucho tiempo sobre el affaire de las Galápagos. A día de hoy aún no se sabe quién fue el asesino.

martes, 14 de julio de 2015

 
SUSPIRAMOS POR UNA ISLA
 
La segunda emisión de Buscando leones en las nubes dedicada a las islas quiere acercarse a las muchas posibilidades metafóricas que ofrece la insularidad con una selección de textos y canciones que tienen al evocador accidente geográfico como protagonista. Y así, desde nuestra vertiente literaria y abandonando el enfoque poético que nos ocupó hace siete días, voy a ofreceros una muestra de textos extraídos de un número monográfico que en noviembre de 2009 dedicó a las islas la Revista de Occidente bajo el título La exuberancia del límite. Coordinado por Jorge Lozano (cuyo texto introductorio al libro acompaña a esta entrada), el interesante volumen recoge múltiples aproximaciones a nuestro tema principal, realizadas desde las Ciencias Naturales, la Historia, la Literatura, el Cine, la Economía, el Arte, la Geografía, la Mitología y hasta la Filosofía o la Semiótica. Jorge Lozano, Frank Lestrignant, Umberto Eco, Pedrag Matvejevic, Raul Brandâo, María Zambrano, Gilles Deleuze -en dos fragmentos consecutivos-, Louis Marin, Peter Sloterdijk, Andrés Sánchez Robayna, de nuevo Jorge Lozano y Guido Gozzano son los autores de los textos leídos.
 
Entre las sugestivas reflexiones suenan canciones, también con las islas como tema central tanto en su literalidad como, sobre todo, a partir de las numerosas sugerencias simbólicas que encierran: la soledad, el abandono amoroso, la promesa de felicidad, la vida libre, los paraísos soñados o la imposibilidad de las quimeras, entre otras muchas. Sus intérpretes son Patty Larkin, Adriana Calcanhoto, The Saw Doctors, Laurent Voulzy, Zizi Possi, Mindy Smith, Edoardo Bennato, Bonnie Tyler, Japan, Joan Baez, Cesaria Evora, Carla Bruni y This Mortal Coil.
 
 
La exuberancia del límite. Jorge Lozano
 
“Las islas se denominan así (insula) porque están in salo, en el mar”. Son palabras de San Isidoro de Sevilla, quien a continuación menciona “las más conocidas y de mayor extensión”: Britania, Tánatos, Thule, Las Orcadas, Scotia (Escocia), Gadis (Cádiz) y las Islas Afortunadas (...), “situadas en el océano, enfrente y a la izquierda de Mauritania, cercanas al Occidente de la misma y separadas ambas por el mar”:
 
Las Islas Afortunadas nos están indicando con su nombre que producen toda clase de bienes; es como si se las considerara felices y dichosas por la abundancia de sus frutos. De manera espontánea producen frutos los más preciados árboles; las cimas de las colinas se cubren de vides sin necesidad de plantarlas; en lugar de hierbas, nacen por doquier mieses y legumbres. De ahí el error de los gentiles y de los poetas paganos, según los cuales, por la fecundidad del suelo, aquellas islas eran el paraíso. (Etimologías)
 
San Isidoro pensaba que el Paraíso Terrenal estaba en Asia, y desde luego en una isla, como también mantendría más tarde, en el siglo VIII, Beda el Venerable, según una tradición existente ya en la Antigüedad grecorromana, que había imaginado un sinfín de islas paradisíacas, de los Campos Elíseos al Jardín de las Hespérides. Con estos antecedentes, no es de extrañar que muchos asocien las islas al Pecado Original.
 
Además, puesto que en ellas parece haber quedado incompleta la tarea, acometida por Yehová en el Génesis, de separar el agua de la tierra, se justifica también la definición que los diccionarios dan de las islas como espacios de naturaleza intermedia.
 
El mundo es una isla, dirá el geógrafo Estrabón, y al mismo tiempo cada isla es un mundo. Las islas pueden ser perdidas, maravillosas, fantásticas, desiertas, peregrinas, lugares del mito, de la utopía, del descubrimiento científico, de la soledad, del aislamiento, del exilio; bienaventuradas y funestas. Espacios de alteridad, recintos clausurados sin clausura. Islas-islas e islas continentes. Islas que a veces se convierten en penínsulas, o que se multiplican en archipiélagos –digamos de pasada que, como en otro lugar ha recordado Frank Lastringant, el autor que abre este número de Revista de Occidente, Archipiélago fue en un principio el nombre propio que designaba el Mar Egeo, “el mar primero”, “el mar principal”: por transformación semántica se pasa de un mar que tiene islas a un conjunto de islas en medio del mar. El prestigio de las islas, su aura mágica, el deseo de recuento y clasificación que provocan, justifica la importancia que los islarios (ampliamente tratados en esta monografía) tuvieron un tiempo en la cultura occidental. Una enciclopedia de lo conocido y lo desconocido, un artificio clasificatorio imprescindible al que recurren todo tipo de iconografías.
 
En la monografía que presentamos, que combina los enfoques y discursos de disciplinas como la geografía, la mitología, la semiótica, la historia, la economía, el arte o la filosofía, el lector verá surgir constantemente las oposiciones semióticas que se encuentran en la misma definición de isla: oposiciones entre lo continuo y lo discontinuo, lo conocido y lo desconocido, el dentro y el fuera, lo indefinido y la forma, inseparable de la existencia de bordes, confines, fronteras. La conciencia hipertrofiada de esos límites es tal vez la marca de la isla, lo que mejor consiente en definir la naturaleza, tan difícilmente desentrañable, de nuestro objeto. En las islas la exuberancia del límite contrastaría y se opondría a lo que no tiene límite, lo indefinido, lo indeterminado, lo infinito.

martes, 7 de julio de 2015

 
ISLA IGNORADA
 
Bienvenidos a esta primera edición de Buscando leones en las nubes del mes de julio, con la que iniciamos una serie de emisiones que no serán radiadas a través de las ondas radiofónicas convencionales y sólo podrán escucharse aquí, en nuestro blog. Y aprovechando las fechas veraniegas y el hecho, tantas veces glosado en nuestro espacio, de que el estío siempre resulta propicio para el viaje, para zarpar en busca de una quimera sólo posible bajo el calor del sol, entre el azul transparente de las aguas del mar, quiero ofreceros cuatro programas dedicados a las islas, esos lugares únicos que a menudo aparecen rodeados de un aura como mágica, y que siempre encierran la promesa -a la postre ilusoria- de una vida soñada, con su encanto paradisíaco, su incitación a disfrutar de una existencia primitiva, originaria, salvaje, primordial, rezumante de erotismo y sensualidad, de naturalidad y belleza, de intensidad y plenitud.
 
Las islas aparecerán así, pues, en estas emisiones, en su doble condición, metafórica y real, que permitirá la mención a leyendas y mitos, a poesía y misterio, a grandiosas epopeyas y modestas aventuras, pero igualmente a vertientes más íntimas, vinculadas a algunos aspectos esenciales de nuestra naturaleza: el ansia de libertad, la irresistible tentación del aislamiento y la soledad, la pulsión robinsoniana que casi todos nosotros llevamos dentro en mayor o menor medida, la atracción de la ruptura, de la huída, del “adiós a todo esto”, la difusa intuición del renacimiento y la utopía, el salvador abismo de la pasión y el amor infatigables, ilimitados, inacabables.
 
En este primer programa os presento, entre canciones centradas en ese sugerente universo insular (valga el oxímoron, significativa muestra de las oposiciones entre lo continuo y lo discontinuo, lo conocido y lo desconocido, el dentro y el fuera, lo indefinido y la forma, que, como ha señalado Jorge Lozano, reflejan las islas), una decena de poemas centrados en las islas, extraídos, en su mayor parte, de Cuaderno de las islas, un excelente libro de Andrés Sánchez Robayna, publicado hace años por la editorial Lumen, en el que el poeta canario recoge sus principales escritos sobre el tema y los acompaña de una muy sugestiva antología de poemas de la literatura española y universal que tienen las islas como protagonistas. Los versos seleccionados han sido escritos por Blaise Cendrars, Pedro García Cabrera, William Butler Yeats, Derek Walcott, Gloria Fuertes, Adam Zagajewski, Eugenio de Andrade, Dulce María Loynaz, Hilda Doolittle y el mencionado Constantino Cavafis.
 
Y entre ellos, la música emitida evoca también, como digo, el territorio, sobre todo simbólico, aunque también material, de las islas, en espléndidas canciones interpretadas por Bobby Vare, Cat Power, Christian Kjellvander, Carly Simon, Henry Salvador, Heather Nova, Chico Buarque, Emmylou Harris, New Musik y la brasileña Bïa.