martes, 27 de enero de 2009

BLUES

El segundo programa que Buscando leones en las nubes dedica a la celebración de la llegada de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica tiene también como eje central, al igual que la semana pasada, a Langston Hughes. Y esta elección viene motivada porque se trata de un poeta también norteamericano, también negro, y porque en el ámbito de la literatura ha podido desempeñar -forzando un poco la analogía- un papel similar al que el joven político estadounidense juega en la política. Un autor que en sus poemas ha recogido temas como la reivindicación social, la queja por la discriminación racial, el lamento por la injusticia y la explotación, por la inhumana esclavitud a la que fueron sometidos los negros en Estados Unidos durante tantos años; todas esas injusticias, todas esas atrocidades, todas esas discriminaciones, todas esas desigualdades que esperamos ver para siempre arrumbadas en el rincón más oscuro de la Historia gracias al esperanzador mandato de Obama.

Langston Hughes es, sin duda, el más destacado de los poetas estadounidenses de color, y sin duda también uno de los grandes nombres de la literatura norteamericana en general, comparado por los expertos con Walt Whitman o Emily Dickinson. Un poeta que constituye una de las expresiones más genuinas de su raza, una de las voces más representativas del padecimiento del negro permanentemente sojuzgado, del sufrimiento de un pueblo -la raza como patria- excluido, perseguido. Langston Hughes nació en 1902 en un pueblecito de Missouri y falleció en Nueva York en 1967. En los años treinta del pasado siglo fue traducido al español por Jorge Luis Borges, nada menos. Mantuvo en vida un muy intenso vínculo con España, pues fue correponsal en nuestro país durante la Guerra Civil y aquí conoció y trató a Miguel Hernández, Rafael Alberti o José Bergamín, entre otras figuras destacadas de nuestras letras. También tradujo a García Lorca al inglés y era un entusiasta del flamenco, siendo admirador incondicional de La niña de los peines.

Los poemas que han salido al aire en estas dos emisiones de Buscando leones en ls nubes han sido extraídos de una excelente antología, titulada, significativamente, Blues, y publicada en una cuidadísima edición por la editorial Pretextos en 2004, siendo la responsabilidad de la selección y la traducción de Maribel Cruzado, que también escribe un largo y muy interesante estudio introductorio.

Dos son las vertientes de la obra de Langston Hughes que constituyen su principal contribución a la Literatura, por las que es fundamentalmente recordado y que están recogidas de modo muy certero en título del libro. Por un lado, sus poemas giran, con un tono subyacente de pesar y de protesta, de queja y añoranza, sobre los temas principales del sufrimiento, el dolor, la miseria y la desgraciada peripecia de su raza, la afirmación de la negritud, el deseo de integración racial y social. Por ello, es un acierto ese título para la antología de sus poemas porque es el blues un género con el que la raza negra ha cantado durante siglos su terrible existencia, sus inhumanas condiciones de vida, su desgracia y sus aspiraciones, su realidad lacerante y sus ilusiones frustradas, su desesperación y también su esperanza. Esta primera vertiente, más combativa, más beligerante, podríamos decir, fue recogida en los poemas leídos en la emisión de hace siete días.

Por otro lado, aparte del interés, del sentido, de la emoción, del ‘mensaje’ que en sí mismos puedan transmitir los poemas de Langston Hughes, la obra de este gran poeta negro es significativa -y ello es quizá su mayor aportación a las letras estadounidenses- por la imbricación de la música negra en sus textos, por su intento de conciliar los lenguajes del blues o del jazz, sus ritmos, sus temas, el desengaño amoroso, el sexo, la muerte, la reivindicación, la protesta racial, con el texto poético. En los versos de este segundo programa la palabra poética de Langston Hughes nos habla de música, tanto de un modo directo, en poemas en los que los cabarets, los clubs de jazz, las bailarinas y los músicos negros son los protagonistas, como de un modo indirecto, en versos que suenan como la música, versos en los que podríamos decir que el poeta canta como las lánguidas melodías, las notas melancólicas, la indecible tristeza y la sufriente intensidad del blues. Poemas, pues, con ritmo de blues, con la cadencia de las piezas con las que sus antepasados y también sus contemporáneos cantaban su persistente pena en las plantaciones de algodón, en los ingenios esclavistas del sur, en las calles de Harlem, en las hirvientes noches de los populosos barrios negros en tantas urbes norteamericanas. El propio Langston Hughes escribió: No soy sureño y los campos de algodón sólo los he visto desde la carretera, pero la vida del negro es tan dura en las calles de Broadway como en la tierra de donde surgió el blues.

Y para acompañar tan musicales poemas, era imprescindible, como parece evidente, la música del blues, algunas canciones desgarradas pertenecientes ese género intenso y emotivo. Para elaborar el programa escuché cientos de canciones, espigué decenas de antologías, para acabar escogiendo una mezcla de cantantes clásicas de blues, algunas nacidas en el siglo XIX, con jóvenes representantes del género, en una muestra que pese a no ser suficientemente representativa, porque es imposible condensar en poco menos de una hora más de cien años de tradición, sí es, al menos, a mi juicio, muy interesante y variada. Y así, en el programa pueden escucharse piezas de blues, de intérpretes, todas mujeres, todas de raza negra, todas excelentes, nacidas entre 1894, la más antigua, y 1972, la más joven. Por orden de aparición han sonado Vera Hall Ward, Etta James, Memphis Minnie McCoy, Shemekia Copeland, Ella Mae Morse, Alberta Hunter, Algia Mae Hinton, Bessie Smith, Dinah Washington, Precious Bryant, Mae Glover, Trixie Smith, Billie Holiday y Beverly ‘Guitar’ Watkins.

He querido también que en estas emisiones se escuchara la voz, la voz auténtica (no sólo en sentido metafórico) de Langston Hughes. Dejo aquí un vídeo en el que el propio poeta recita, de un modo profundo y conmovedor, uno de sus poemas mayores, Weary Blues, con un fondo de imágenes de frenética vida nocturna, tórridos cabarets, elegantes music-halls, alegres orquestas de jazz, cantantes eufóricos y serpenteantes bailarines.





Langston Hughes. Blues

viernes, 23 de enero de 2009


RYSZARD KAPUSCINSKI

El 23 de enero del año pasado murió en Varsovia, a los 75 años, Ryszard Kapuscinski. El genial periodista polaco me interesó siempre por su capacidad de penetración, por su ausencia de prejuicios, por su mirada sin anteojeras sobre la realidad y los conflictos de su tiempo, por sus principios morales, por su espíritu aventurero, por su carácter viajero, plasmado todo ello en sus muy atractivos libros de crónicas. El emperador, sobre Haile Selassie de Etiopía, El Sha o la desmesura del poder, en torno a la figura del Sha de Persia, Reza Pahlevi, Imperio, sobre el declive de la Unión Soviética, Los cínicos no sirven para este oficio, donde reflexionaba sobre la profesión periodística, fueron libros, todos publicados en España por Anagrama, muy bien escritos, de un extraordinario interés y muy sugestivos.

Con ocasión de su visita a España para recoger el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades correspondiente al año 2003, Buscando leones en las nubes le dedicó un programa monográfico con textos de la que, a mi juicio, es su obra mayor, la fascinante Ébano. Ambiciosa radiografía del continente negro, tal y como ha sido definido, Ébano es un libro arrebatador, con el que, además de aprender infinidad de datos históricos, informaciones sobre la cultura y curiosidades varias sobre la realidad africana, nos sentimos transportados a las calles, a los barrios, a las ciudades, a los desiertos del continente negro. Kapuscinski logró en el libro adentrarnos en el mundo africano, permitiéndonos convivir con sus habitantes, alegrarnos con sus ilusiones, compartir su falta de esperanza, entender lo intolerable de su pobreza, de su falta de oportunidades, de la radical injusticia de la vida en África. Un libro excelente que nadie con una mínima inquietud intelectual debiera dejar de leer.

Ofrezco aquí hoy, en el primer aniversario de su muerte, aquel programa, en el que, junto a los textos extraídos de Ébano, se presentaban canciones de músicos africanos, canciones muy delicadas, melancólicas e intimistas interpretadas por el senegalés Youssou N’Dour; el grupo multiétnico Tama, con miembros británicos, malienses y de Guinea Bissau; la etíope Aster Aweke, que tanta aceptación tuvo en este blog, tras una anterior aparición en otra emisión de Buscando leones en las nubes; la sudanesa Rasha, que durante años vivió en España, aunque desde su gran éxito de 1997, Sudaniyat, del que está extraída la pieza que suena en el programa, y tras algún trabajo posterior de menor repercusión, ha desaparecido, al menos para mí, de la escena musical; el ugandés Samite; el angoleño Waldemar Bastos; la impresionante cantante de Malí, Oumu Sangaré, que se merece un monográfico que algún día acabará saliendo al aire; y el zaireño, aunque ahora su país se llama República Democrática del Congo, Lokua Kanza.

En nuestra ya habitual sección de vídeos os ofrezco la grabación de un concierto de Aster Aweke que presenta algunas carencias técnicas que no impiden, sin embargo, disfrutar de su impresionante voz y apreciar la intensidad con la que se vive en África toda expresión musical. Dejo también otra actuación en vivo, esta vez de Youssou N’Dour, quizá el músico africano más destacado del momento, con una influencia y una repercusión extraordinarias en la vida no sólo artística sino social y hasta política de su Senegal de nacimiento.







Ryszard Kapuscinski

martes, 20 de enero de 2009


YES, WE CAN!

Barack Husein (¿o es Hussein?; de ambas formas lo he visto escrito estos días) Obama es ya el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, el primer presidente negro al frente del país más poderoso del mundo. Obama me resulta, más allá de su vertiente política, de su enorme valor simbólico, de su condición de icono de una raza -y hasta de emblema de una nueva época histórica-, una persona extraordinariamente simpática, con un intenso carisma, con un poderoso magnetismo, con un indudable atractivo como ser humano. Y ya sólo por eso, por el interés personal que me suscita, se haría merecedor, a mis ojos, de alguna suerte de homenaje en Buscando leones en las nubes.

Pero es su condición pública la que justifica sobre todo, es obvio, el que Buscando leones en las nubes dedique dos programas a su persona con ocasión de su acceso a la Presidencia estadounidense. Barack Obama es, a mi juicio y sin ninguna duda, el más potente símbolo de la sociedad, del mundo, de la -me permito un mínimo de exageración- especie humana en este incipiente siglo XXI. El símbolo de todo lo más noble -acepto ser tachado de optimista entusiasta: hablo de símbolos; quizá la realidad, la dura realidad los desmienta cuando deba enfrentarse a ella- que ha soñado el ser humano a lo largo de su existencia de siglos sobre la tierra: la igualdad, la justicia, la democracia, la fraternidad universal, la participación, la solidaridad, la humildad, la confianza, el compromiso ciudadano, los valores individuales, la ética pública. Y ello por muy diversas razones. Por su mensaje ilusionante, optimista, conmovedor, aglutinador de entusiasmos: Yes, we can. Por su fantástica capacidad de comunicación (haceos con el suplemento especial de La Vanguardia -está en las librerías- titulado Palabra de Obama, que recoge once de sus más destacados discursos, y comprobaréis sus cualidades de comunicador excepcional, más allá de la colaboración del joven Jon Favreau), fundada no en la retórica vacua de los políticos profesionales sino en la transmisión convincente y apasionada de su verdad íntima, de la palabra sentida. Por su liderazgo ‘humano’, cercano, asequible, atento a las preocupaciones de la gente, de sus conciudadanos. Por su apuesta por nuevas formas de hacer política, alejándose del obsoleto estereotipo del político profesional que en su burocrática torre de marfil permanece ajeno a la realidad que debiera inspirarle; superando, en la campaña electoral, los anquilosados engranajes de la rígida estructura de los partidos; refundando, en cierto modo, fórmulas de democracia directa; y siendo capaz de levantar, en esa misma campaña, una formidable máquina de participación, desde abajo hacia arriba, que movilizó a más de diez millones de norteamericanos sólo a través del correo electrónico. Por su voluntad, manifestada en este mismo ámbito político, de ir más allá de las legítimas discrepancias partidarias para aglutinar, tras su victoria, a toda la población norteamericana en un proyecto común y compartido; una voluntad integradora -recogida en el nombramiento de sus colaboradores, algunos de ellos abiertamente republicanos- de la que tanto tienen que aprender nuestros romos politicastros locales. Por su sensibilidad ante las nuevas tecnologías, su aproximación a los instrumentos de información y comunicación que usa la gente de su tiempo, las personas a las que va a representar, su proximidad, por lo tanto, también en esto, a la sociedad real. Por su condición de líder global, cuyo nombramiento es acogido con alborozo en su país y también en Europa, en el África negra de sus antepasados y en Sudamérica, en Asia, en donde tiene también algún vínculo familiar, y hasta en el mundo árabe. Por su raza negra, que incorpora todo el pasado de siglos de sufrimiento, de esclavitud, de padecimiento, de reivindicación de justicia; su raza negra que ha concitado el apoyo esperanzado de todas las minorías raciales y étnicas de Norteamérica y del mundo en general, que ven en él la oportunidad de una posible superación definitiva de las discriminaciones. Por los componentes de mezcla y fusión de sus orígenes y su vida, con distintas culturas, religiones y hasta razas fundidas en su persona: nacido en Honolulú de padre negro y madre blanca, crecido en Indonesia, país de su padrastro, educado en Yakarta en escuelas islámicas, con abuelos paternos originarios de Kenia, formado en tres universidades norteamericanas, California, Nueva York y Harvard, abogado, profesor, senador por Chicago. Por lo interesante -a priori: veremos qué ocurre en el devenir de su mandato- de sus primeros pronunciamientos sobre economía, medio ambiente, Oriente Medio, la guerra de Irak, las relaciones internacionales, la educación, el trabajo, la ciencia y la innovación, la cuestión racial...

Buscando leones en las nubes también participa de esta especie de euforia compartida en la que una gran parte del mundo se ve envuelta en estas fechas. Por ello, no se me ha ocurrido otra mejor forma de celebrar la estimulante aparición de Barack Obama en la escena mundial que dedicar dos emisiones, la de ayer y la del lunes próximo, al mundo negro, resumiendo en la negritud de Obama el rasgo más significativo de la singularidad histórica de su elección. En la vertiente literaria del programa presento poemas de Langston Hughes, el más destacado de los poetas negros norteamericanos, nacido en 1902 en un pueblecito de Missouri y fallecido en Nueva York en 1967; un poeta del que aportaré más datos en la próxima entrada de este blog. Sus versos, con la injusticia y la discriminación racial como motivo temático principal, se presentan entre voces negras, voces de mujeres, todas norteamericanas, todas de color, todas excelentes cantantes que, desde géneros musicales diversos, el blues, el jazz, el gospel, el hiphop, ofrecen una muestra de lo mejor de la música negra de los últimos sesenta años. Así, pueden escucharse canciones interpretadas por Abbey Lincoln, Cassandra Wilson, Alicia Keys, Amel Larrieux, Erykah Badu, Roberta Flack, Nina Simone, Lauryn Hill, Tracy Chapman, Mahalia Jackson y Billie Holiday.

Dejo aquí, como complemento al programa, el vídeo original (subtitulado en castellano) de la canción que interpretaron algunos músicos y artistas muy conocidos como apoyo a Obama en su campaña electoral, usando como base su más célebre discurso, el del popular Yes, we can!

En cualquier caso, no lo olvidéis, Buscando leones en las nubes es un programa de radio, un programa de música y literatura. Mis opiniones políticas, mi visión de la realidad son, a estos efectos, irrelevantes (a casi todos los efectos mis opiniones son irrelevantes). En consecuencia, mi mensaje -con o sin Obama- es sólo uno: ¡disfrutad de la extraordinaria belleza de textos y canciones!






Langston Hughes. Voces negras

martes, 13 de enero de 2009

LA POESÍA DE LA EXPERIENCIA

La primera emisión del año 2009 (la primera ‘en directo’, descontando los programas pasados que he ido ofreciendo en vacaciones) se adentra en el terreno de la poesía. En ella se leen poemas entresacados de un libro titulado Poesía de la experiencia que es una antología de poetas pertenecientes a esta polémica tendencia literaria, seleccionados, analizados y explicados con precisión y rigor, en un clarificador estudio introductorio, por Araceli Iravedra. El libro lo publicó la Editorial Visor en el pasado 2007.

La poesía de la experiencia surge en los años ochenta como reacción, en parte, a un cierto ‘culturalismo’, a la estética decadente y algo elitista de la poesía inmediatamente anterior, la llamada generación de los novísimos, que una década antes había constituido el paradigma, el referente ortodoxo de la vanguardia poética en nuestro país. Frente a los excesos de la poesía culta -tantas veces ininteligible para el lector medio-, frente a su exhibicionismo verbal, a las casi siempre gélidas referencias artísticas, a las muy oscuras citas literarias sólo degustables por iniciados, la poesía de la experiencia propone un modelo poético más realista, más cercano a las preocupaciones, y sobre todo a los modos de expresión, del ciudadano corriente, del ser humano que se preocupa por el sentido de su vida, que se interroga, que busca respuestas a las intemporales grandes cuestiones de la existencia y que busca por ello en la poesía identificación, complicidad, reconocimiento, pero también auxilio y ayuda; un lector que quiere entender, que quiere sentirse concernido, que quiere compartir, que desea leer palabras cómplices, palabras amigas, palabras en las que encuentre ecos de sus anhelos más auténticos, de sus íntimas penalidades, de sus deseos, de sus arrebatos, de sus perplejidades, de sus fracasos cotidianos, de sus expectativas siempre insatisfechas, de sus sueños imposibles, de sus esperanzas, de su confusión.

Y los rasgos principales de este movimiento poético que hoy os presento, la poesía de la experiencia, coinciden en este planteamiento más sencillo, más austero si se quiere, más modesto, pero igualmente ejemplar, de la poesía: ‘aspirar a la inteligibilidad de la construcción verbal’, ‘narrar, contar con palabras que signifiquen', ‘relatar subjetivamente la experiencia vital’, ‘escribir desde la propia intimidad’, ‘partir de la biografía personal’, ‘situar el poema en el escenario habitual de la vida urbana de nuestros días, la ciudad opresiva, deshumanizada y anónima, desoladora e inhóspita’, ‘recoger y valorar la tradición, aunque filtrada por el escepticismo, el descreimiento, el distanciamiento agnóstico del hombre moderno’, ‘no desdeñar el coloquialismo ni la ironía ni el humor’, ‘buscar, sin concesiones fáciles, sin engañosas condescendencias, el encuentro con el lector’, en suma ‘tocar la realidad’, aunque parece evidente que no resulta demasiado fiable un término como éste, porque, ¿cómo ponernos de acuerdo en qué es la realidad? De entre los infinitos poetas, yo prefiero, escribe Carlos Marzal, uno de los poetas antologados, a aquéllos que construyen con emoción su obra, y hacen del arte vida. De los demás descreo. Hacer del arte vida, dice Marzal; hacer de la vida arte, en mi apostilla personal: he ahí un par de emblemas de la poesía de la experiencia, unos lemas, podríamos decir, en los que se condensan de manera ejemplar los principios definitorios de esta corriente poética. La presente edición de Buscando leones en las nubes dedicada a la Poesía de la experiencia ofrece poemas de algunos de los más destacados exponentes de este movimiento: Álvaro Salvador, Jon Juaristi, Ángeles Mora, Fernando Beltrán, Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes, Benjamín Prado, el propio Carlos Marzal y Vicente Gallego.

Y para recrear el ambiente íntimo de los poemas aparecen como de costumbre estupendas canciones; canciones algo tristes, muy tranquilas, conmovedoras y preciosas, interpretadas por Emiliana Torrini, Till Bronner con Melody Gardot, Aline de Lima, Chiwoniso, Antony and The Johnsons, Astrud Gilberto con Stan Getz y Joâo Gilberto, Chris Garneau, Lambchop y Emmylou Harris.

Os dejo tres vídeos (le he cogido gusto y ya se ha convertido en una costumbre de la que difícilmente puedo prescindir, ésta de mostrar imágenes complementarias al programa) de algunos de los músicos que aparecen en la emisión. De Emiliana Torrini, una de sus mejores canciones que sonó hace años en Buscando leones en las nubes. De la americano-zimbabwense Chiwoniso, un sorprendente dúo con… ¡¡Kris Kristofferson!!. Por último, de la reciente revelación Chris Garneau, una muy particular versión del Between the bars que se escucha en el programa.

En un aparte os planteo un juego al que quiero invitaros a participar y al que me gustaría que efectivamente os sumaseis. El lunes 16 de marzo saldrá al aire, si todo transcurre con normalidad, el que será el programa número 200 de Buscando leones en las nubes (lo sé: décima temporada y sólo doscientos programas… escaso bagaje, es cierto. Pero Radio Universidad ha tenido muchos problemas a lo largo de todos estos años y no siempre hemos emitido con la regularidad que hubiéramos deseado). En fin, hayamos sido cicateros o fecundos en nuestra producción… ¿querréis colaborar en esa emisión bicentenaria? Mi propósito es que los fragmentos literarios y las canciones que se emitan en esa edición especial conmemorativa sean escogidos por vosotros, los lectores de este blog. Para ello, los que estéis interesados podéis mandar los textos que os parezcan atractivos y oportunos (de acuerdo con el estilo del programa, aunque podéis traicionarlo, si no hay más remedio), con mención de sus autores, así como las referencias de las piezas musicales que os gusten y que queráis que suenen esa noche, a buscandoleonesenlasnubes@gmail.com. De entre todos ellos (si vuestra participación proporciona un número suficiente) escogeré los que más me atraigan (respetando la literalidad de vuestras sugerencias o alterándola ligeramente, manteniendo el juego texto/canción que propongáis o mezclando citas literarias y músicas en otro orden…) y con ellos confeccionaremos la emisión (con mención expresa en los créditos del programa de los responsables de la selección; para ello, en el envío, deberéis desvelar vuestra identidad; en caso contrario, se os citará como anónimos). Por cierto, prefiero que vuestras propuestas las hagáis llegar a la dirección de correo de Buscando leones en las nubes; de plantearlas aquí, en el blog, se perdería parte de la emoción, de la sorpresa en la que todo programa consiste. Espero que os animéis.









Poesía de la experiencia

viernes, 9 de enero de 2009

... (INCLUSO METAFÓRICOS)

Se acabaron las vacaciones. Ahora, atados al férreo yugo de los horarios, ya sólo nos quedan los viajes de la imaginación. De ellos, precisamente, trata el programa, rescatado de temporadas anteriores, con el que cierro el paréntesis navideño. Viajes metafóricos y reales, le he llamado, porque, junto a la experiencia viajera convencional, la emisión se refiere a algunas formas de alejamiento de nuestra realidad cotidiana que no se corresponden necesariamente con el desplazamiento físico, con el movimiento en el espacio: el viaje vertiginoso que iniciamos cuando, con dificultad, apenas nos reconocemos en una foto del pasado y los ojos que nos miran desde ella dan cuenta del abismo del tiempo; el viaje que tiene lugar en nuestra mente, si encerrados en una habitación, ensimismados en una oscura tarde de domingo, soñamos lo que nunca fuimos o lo que quizá hubiéramos podido ser; el viaje del amor, que empieza tras un beso y jamás acaba; el viaje del que, sentado frente al mar, imagina las aventuras que los libros han inventado y que él nunca vivirá; el viaje del que se atreve a romper el tedio de una existencia mediocre y se rebela frente al destino inclemente y no tiene miedo y se lanza y vuela; el viaje de quien ve partir los trenes desde el andén, vislumbrando, tras el rastro huidizo de los pasajeros, su propia sombra que se aleja… Todos esos viajes, todos esos sueños, todas esas quimeras…

Buscando leones en las nubes ofreció entonces, en esa edición falsamente viajera y teñida de melancolía, textos algo tristes y con un punto de nostalgia, fragmentos literarios escritos por Frederic Amat, Lolo Rico, Enriqueta Antolín, Manuel Vicent, Pablo García Casado, Leonardo Padura, Felipe Benítez Reyes, Luciano G. Egido, Pablo D’Ors y Antonio Fontana.

Y la música, evocadora de quién sabe qué extraños paraísos perdidos, la interpretaron, en piezas también muy dulces e intimistas, delicadas y algo lánguidas, Rokia Traoré, Annie Lennox, Tindersticks, Leonard Cohen, Cassandra Wilson, John Coltrane, Mojave 3, Diogal, Paula y Jaques Morelembaum con Ryuichi Sakamoto y Allison Moorer.

De todos estos artistas, he escogido a Cassandra Wilson para completar en imágenes la propuesta literaria y musical del programa. Pese a que la genial cantante norteamericana recrea en la emisión el Fragile de Sting, he preferido ofreceros un vídeo de una actuación en directo en el que aborda de un modo magistral otro clásico, el Harvest moon de Neil Young.






Viajes metafóricos y reales

domingo, 4 de enero de 2009


... Y MÁS VIAJES...


Aún no han acabado las vacaciones y, por ello, seguimos viajando. Os dejo, pues, para acompañar estos últimos días de vuestros respectivos periplos navideños, otro programa con música festiva y alegre, acorde con el espíritu entusiasta y feliz propio de toda aventura viajera. En la emisión que ahora 'cuelgo' aquí, que salió al aire a finales de junio de 2007, nos desplazamos, aunque sólo sea de modo virtual -a través de las canciones- al Brasil de Carlinhos Brown, al Malí de Amadou y Mariam, con el aroma hispano-francés que aporta la presencia de Manu Chao, a la Cuba del Buena Vista Social Club, a la Francia de Les Rita Mitsouko, al México de Celso Piña y su ronda Bogotá, a la Argelia de Souad Massi, a la Gran Bretaña, teñida por influencias libanesas, de Mika, a la Nueva Zelanda de Te Vaka, al Pakistán de Akhian Ni Akhian, a los Estados Unidos, relativamente afrancesados, de Balfa Toujours y al Cabo Verde de Sara Tavares.

Los textos son también reflexiones en torno al viaje, a sus encantos, a su fascinación, a su magia, a la irresistible atracción que ejerce sobre casi todos nosotros. Textos escritos por Edgar Telles Ribeiro, Melania Mazzucco, John Maxwell Coetzee, Michel de Montaigne, José Manuel Caballero Bonald, Pierre Foglia, Javier Cercas, Enrique Vila-Matas, Agustín de Hipona, Josep Pla y Hari Kumzru.

Os dejo igualmente algunos vídeos para que la sensación de desplazamiento, la emoción del viaje, la atmósfera aventurera os resulten más 'reales'. Son dos actuaciones en vivo, de Sara Tavares y del Buena Vista Social Club, respectivamente, en las que se ofrecen versiones algo diferentes pero también espléndidas de las canciones que suenan en el programa, y un 'clip' del Senegal fast food de Amadou y Mariam con todo el ambiente de las ciudades africanas.









Viajar 2007