martes, 27 de marzo de 2012


EN EL AIRE AROMAS DE JAZMÍN

La emisión de esta semana de Buscando leones en las nubes se centra en el reciente cambio de estación. Llega la primavera y, como quiere el tópico, llega con ella la renovación de la vida y de las ilusiones, llega la aspiración de la felicidad, la promesa del amor, la exaltación de los sentidos, llegan nuevas expectativas, que se esconden tras la calidez creciente del aire, se insinúa el ardiente deseo, atisbamos la pasión, el mundo renace y nosotros con él, todo recomienza, todo es inicio y esperanza, nuestra alma se expande, el cuerpo siente intensamente, y nos embarga la alegría de vivir.

Y de esa contagiosa marea de felicidad que desborda la naturaleza e inunda nuestras vidas hemos querido dar cuenta esta semana en Buscando leones en las nubes, con una docena larga de canciones optimistas y movidas, llenas de ritmo y entusiasmo, interpretadas por Coldplay con El Lele, Adele, Razia Said, Nina Zilli, Asa, Afrocubismo, Caro Emerald, Inna Modja, The Jolly Boys, Kurt Wagner con Cortney Tidwell, Judith Godrèche con Benjamin Biolay, Olivia Ruiz, Marisa Monte y Cyndi Lauper

Los fragmentos literarios escogidos para acompañar las alegres piezas musicales, escritos por Antoni Casas Ros, William Maxwell, Darío Jaramillo Agudelo, Antonio Soler, Philippe Claudel, Pedro Zarraluki, Ahdaf Soueif, Anne-Marie Garat, Niall Williams, Pablo D’Ors, Daniel Mason, Leonardo Padura, Ramón Buenaventura y Manuel Vicent (estos dos últimos citados en orden inverso, equivocadamente, en la emisión radiada), evocan esos estados de felicidad que a veces, sobre todo en esta época, nos asaltan. Se trata de textos en los que están presentes la belleza, el amor, las risas, la tibia caricia del sol, el perfume del jazmín, el encuentro de los cuerpos, el placer de los sentidos, los sueños y las quimeras de una vida plena por una vez posibles y todos los demás motivos para una dicha que la primavera nos hace creer a nuestro alcance.

He querido enfatizar este carácter vitalista que, por definición, encierra la primavera, y que estos días comienza a explotar en los campos exuberantes, con dos de los muchos cuadros con tema floral de Odilon Redon (del cual podéis ver estos días una magnífica retrospectiva en Madrid). Igualmente, os dejo aquí un par de poemas primaverales: el primero, bastante conocido, de Pablo Neruda, Con Quevedo, en primavera. El segundo, probablemente menos difundido y no expresamente centrado en esta estación, es Mi amor, de Edward Estlin Cummings, en traducción de Alfonso Canales.

He seleccionado para cerrar esta entrada el vídeo, de estética retro y magnífico, de Back it up, la animada pieza de Caro Emerald que ha sonado en el programa



Con Quevedo, en primavera (Pablo Neruda)

Todo ha florecido en
estos campos, manzanos,
azules titubeantes, malezas amarillas,
y entre la hierba verde viven las amapolas.
El cielo inextinguible, el aire nuevo
de cada día, el tácito fulgor,
regalo de una extensa primavera.
Sólo no hay primavera en mi recinto.
Enfermedades, besos desquiciados,
como yedras de iglesia se pegaron
a las ventanas negras de mi vida
y el sólo amor no basta, ni el salvaje
y extenso aroma de la primavera.

Y para ti qué son en este ahora
la luz desenfrenada, el desarrollo
floral de la evidencia, el canto verde
de las verdes hojas, la presencia
del cielo con su copa de frescura?
Primavera exterior, no me atormentes,
desatando en mis brazos vino y nieve,
corola y ramo roto de pesares,
dame por hoy el sueño de las hojas
nocturnas, la noche en que se encuentran
los muertos, los metales, las raíces,
y tantas primaveras extinguidas
que despiertan en cada primavera.



Mi amor... (Edward E. Cummings)

mi amor
tus cabellos son reino
cuyo rey es lo oscuro
tu frente es un vuelo de flores


tu cabeza es bosque vivo
lleno de pájaros que duermen
tus senos enjambres de abejas blancas
sobre la rama de tu cuerpo
tu cuerpo para mí es abril
en cuyas axilas está la aproximación de la primavera

tus muslos son caballos blancos atados a una carroza
de reyes
son el toque de un buen juglar
entre ellos hay siempre un dulce canto

mi amor
tu cabeza es un estuche
para la fresca joya de tu mente
en tu cabeza el pelo es un guerrero
que ignora la derrota
tu cabello en tu espalda es un ejército
con victoria y trompetas
tus piernas son los árboles del sueño
cuyo fruto es el verdadero alimento del olvido

son sátrapas de púrpura tus labios
cuyos besos ensamblan a los reyes
tus pulsos
son sagrados
custodios de las llaves de tu sangre
tus pies en tus tobillos como flores en vasos
de plata

tu belleza es dilema de las flautas

tus ojos son perfidia
de campanas metidas entre incienso





En el aire aromas de jazmín

martes, 20 de marzo de 2012


MUJERES SOÑADAS

Después del programa especial dedicado el lunes pasado a las mujeres, Buscando leones en las nubes continúa, una semana más, con su particular celebración del Día Internacional de la mujer (Nota aclaratoria: hace siete días hablé aquí del Día Internacional de la mujer "trabajadora" y se me ha hecho ver mi equivocación. Acepto, claro está, la corrección: si la denominación oficial no incluye la mención al trabajo es un error mío no haberla actualizado. Me resulta insólita, en cambio, la alusión a que ese mero despiste pueda interpretarse como un supuesto comentario machista -no ya mío, sino de cualquiera que haya incurrido en él. Haber declarado abiertamente mi defensa de la justa igualdad entre hombres y mujeres, de la indispensable equiparación de derechos y obligaciones, del necesario subrayado de la presencia de la mujer en la sociedad; llevar años abriendo este modesto espacio radiofónico a la ostensible presencia femenina… no resulta suficiente desde la perspectiva de la corrección política imperante. No, al contrario: si pese a todo ello, alguien escribe -por ignorancia de la denominación adecuada, como en mi caso, o por despiste o confusión o vaya usted a saber por qué- “Día internacional de la mujer trabajadora” y no “Día internacional de la mujer” es culpable indiscutible de un irredento machismo. Sencillamente, resulta de un reduccionismo difícil de entender. En fin… el rábano y las hojas).

El enfoque de este nuevo programa dedicado a la mujer en Buscando leones en las nubes es, sin embargo, algo menos femenino que el de la semana pasada Entonces, como quizá recordaréis, era la propia voz de las mujeres la que sonaba en los versos de algunas poetas jóvenes que daban a conocer su obra a través de blogs, páginas web, redes sociales y, en general, el universo de internet. En nuestra edición de esta semana, en cambio, quiero hablaros de las mujeres a partir de la mirada masculina y desde una perspectiva, además, muy particular. Mujeres soñadas he titulado el programa de esta noche y ello porque el nexo común a todos los poemas que voy a leeros es precisamente ése, el de las ensoñaciones, el de las quimeras que los hombres, sobre todo los más románticos e idealistas, los más ingenuos y fantasiosos, tendemos a construir a partir de un encuentro fortuito, de una mirada cruzada al azar, de una presencia intuida, del paso fugaz de una desconocida a nuestro lado, en la calle (como en la sugerente foto de Stanley Kubrick que acompaña esta entrada). El desencadenante de la emisión, la idea generadora de la que nace el programa me la dio un bello texto de Andrés Trapiello recogido en el último tomo (hasta el momento) de su diario, Apenas sensitivo, y que ahora os transcribo en su integridad:

Recuerdo aquella anécdota de los años mejicanos de Bergamín. Paseaba éste por la ciudad y se quedó mirando a una muchacha, descarándose con ella, como Petrarca ante la aparición de Laura. Le atraían las jóvenes hermosas, y él, que era tan viejo y tan feo como Bradomín, a ellas. Pero a diferencia de éste, no se sabe que Bergamín fuese un conquistador y no se conoce ninguna historia en la que él propusiera nada a ninguna de de aquellas adoratrices, ni mucho menos que se propasara con ninguna. Todo quedaba en el amor cortés, como pudimos verlo tantas veces. Y esas beldades, algunas de las cuales eran y siguen siendo amigas nuestras, acaso por ello mismo, porque sabían que todo había de reducirse a un ¡ay! y al campoamoriano “las hijas de las madres que amé tanto...”, se dejaban requebrar y aceptaban sus maliciosas dedicatorias en los libros, a modo de madrigales. A cambio sólo pedía de una manera implícita estar a su lado, a ser posible de dos en dos o de tres en tres, mejor que de una en una, y mirarlas. A la muchacha mejicana de la historia la descubrió caminando. Al columbrarla, se plantó en la acera y esperó a que llegara adonde él estaba. La muchacha se dio cuenta de lo que sucedía, claro, porque las chicas guapas desde que tienen quince años saben leer de una manera instintiva las miradas de los hombres e interpretar sus deseos. Lo que lean en esas miradas puede incomodarlas o no, conforme a un código que sin embargo no está escrito, pero están, como suele decirse, al cabo de la calle. A esta de la historia debió de hacerle gracia la estampa de aquel garabato flaco que era Bergamín y supo desde ese mismo momento que era, además, de los inofensivos y corteses, así que cuando llegó adonde Bergamín estaba, le sostuvo la mirada y le dijo, con ese desparpajo de las muchachas que lo dan todo en un instante sabiendo que al instante siguiente ya lo habrán olvidado: ‘¿Me va usted a soñar?’

Esas mujeres soñadas que nos ilusionan y entristecen, que nos impulsan y torturan, que se nos imponen desde nuestra pobre naturaleza de seres deseantes, aparecen en los poemas de Charles Baudelaire, Mario Benedetti, Pablo Neruda, Álvaro Valverde, Roger Wolfe, Miguel D’Ors, Felipe Benítez Reyes, José Luis García Martín, Vicente Gallego, Robert Desnos y Fernando Pessoa.

Y música de ensueño también para acompañar los poemas, preciosas y melancólicas canciones, grandes clásicos, piezas, todas ellas, intemporales, interpretadas por muy renombradas vocalistas de jazz, que contribuyen, con la seda de sus voces, como quiere el tópico, a crear un clima recogido, henchido de nostalgia y suavidad, que se aviene de maravilla con la dulce tristeza que impregna los versos de los poetas escogidos. Diana Krall, Helen Merrill, Nina Simone, Silje Nergaard, Ruth Cameron, Sophie Milman, Dorothy Dandrige, Beady Belle, Blossom Dearie, Stacey Kent (que aparece en la sección de vídeos con una magnífica versión de Jardin d’hiver) y Dinah Washington han sonado en la emisión.




Mujeres soñadas

martes, 13 de marzo de 2012


LA MANERA DE RECOGERSE EL PELO

Buscando leones en las nubes quiere festejar, un año más, el Día internacional de la mujer trabajadora, que se celebró el pasado 8 de marzo, con un par de programas íntegramente dedicados a las mujeres. Como sabéis nuestros seguidores más asiduos, se trata de una costumbre que venimos repitiendo, casi sin excepción, desde los comienzos de nuestras emisiones. Y en la raíz de nuestra decisión de vincular algún programa, en las fechas cercanas al 8 de marzo, al universo femenino, está, de entrada, el genuino interés que me mueve hacia la música interpretada por mujeres. Ése es el desencadenante primitivo: mi pasión por las vocalistas. Mis archivos contienen centenares de discos protagonizados por grandiosas divas del jazz, por frescas chicas del pop, por innumerables mujeres del country o del rock, por baladistas y cantantes femeninas recogidas de entre las músicas del mundo entero. Mostrar la maravilla que encierran esas voces es siempre el propósito originario de estos programas femeninos de Buscando leones en las nubes, y es por ello, para que disfrutéis con la belleza de sus canciones, por lo que en la edición de esta semana os ofrezco piezas de Andrea Corr, Fatoumata Diawara, Marisa Monte, Zoe Muth, Jacqui Naylor, Norah Jones, Fiorella Mannoia, Evan Rachel Wood, Camille, Rita Hosking, Aretha Franklyn, The Watson Twins y Sia, cuya poderosa versión del I got to sleep de los Kinks cierra esta entrada en la sección de vídeos.

Del mismo modo, aunque en menor medida, otro tanto ocurre con respecto al mundo literario. Leo, y con mucho placer, bastante poesía escrita por mujeres, de modo que no me resulta complicado seleccionar cada curso una muestra representativa de algunos de los poemas que más me han "llegado", que más han tocado mi sensibilidad, para acompañar las canciones que deseo compartir con vosotros. En esta ocasión he escogido poemas extraídos de Generación Blogger. La manera de recogerse el pelo, una antología realizada por David González y que vio la luz en la editorial Bartleby el pasado 2010. Hace unas semanas presenté el libro en mi otro programa en Radio Universidad, Todos los libros un libro. Entonces comentaba (y recupero aquí esa información -citándome de modo pretencioso; mis disculpas por ello) que en él se recogen poemas de trece mujeres, nacidas entre 1962 y 1984, veinteañeras pues, muchas de ellas, rondando los cuarenta la mayor; poemas caracterizados, como señala José Ángel Barrueco en el esclarecedor prólogo, por algunos rasgos comunes. El principal es que sus autoras son poetas que pertenecen al mundo de internet, que escriben en blogs y fanzines, revistas digitales y redes sociales, que se sirven de las herramientas informáticas no sólo para difundir sino también para escribir su obra (de hecho, el libro se acompaña de un curioso e ilustrativo dvd con información relativa a las trece escritoras). Son chicas que escriben poemas en sus casas, a las que no les sobra el dinero -ni las ganas- para hacer copias de sus versos, encuadernarlas, enviarlas a las editoriales y quedar a la espera de una dudosa respuesta que quizá nunca llegue a producirse. Mujeres que, por lo tanto, abren sus blogs y ofrecen al mundo digital, a medida que escriben, el fruto de sus intuiciones poéticas, de su creatividad, de su universo interior. Mujeres que, además, son radicales, duras, sin pelos en la lengua, luchadoras, conscientes y orgullosas de su condición femenina, que aflora indisimulada y combativamente en sus versos. Mujeres que escriben palabras, y sigo citando al prologuista, que nos hablan del mundo, de la fuerza de voluntad de las mujeres, de los hombres a los que aman, y los hijos a los que alumbran o pierden, de los parientes a los que añoran, del frío que sentimos cuando estamos desvalidos, de los sueños que se pierden en nuestras rutinas, de la rabia que origina la sociedad mediante sus injusticias y sus arrebatos de violencia, de la manera de mirarse al espejo y confesarse ante la pantalla del pc, del dolor y la herida, del sustento diario y el trabajo y los madrugones necesarios para resolver la hipoteca y el futuro y la comida de la familia. Por orden de aparición, en el programa han sonado las voces poéticas de Silvia Oviedo, Ester García Camps, Gloria Gil Romera, Déborah Vukušić, Lucía Fraga, Ana Vega, Ana Pérez Cañamares, Cristina Morano, Inma Luna, Lola Lugo, Nuria Mezquita, Isabel Bono y Begoña Paz.

Hay, también, claro, en mi insistencia en ofreceros, año tras año, estos programas femeninos (aunque, lo confieso, en un plano secundario), una cierta voluntad reivindicativa, un deseo de contribuir (en la muy pequeña medida que proporciona la exigua difusión de las emisiones y del blog) a la visibilidad (ese término tan de moda) de la producción artística, literaria y musical de las mujeres. Y, a propósito de visibilidad, no quiero dejar pasar la oportunidad de terciar (de modo inevitablemente polémico), en el debate que estas semanas se ha planteado en la sociedad española acerca de los usos supuestamente sexistas del lenguaje. Creo, como es natural, en la equiparación de derechos de hombres y mujeres, en la no discriminación en las relaciones laborales, en la igualdad de unos y otras (de unas y otros) en el acceso a puestos de responsabilidad y de gobierno, a los espacios del poder y la decisión. Defiendo la plena presencia de las mujeres en la vida pública y reivindico el deseable equitativo papel de los hombres en los espacios privados. Estoy de acuerdo, incluso, con enfatizar, de modo razonable y con sentido común, aunque pueda resultar algo artificial, los méritos de las mujeres para compensar los siglos de oscuridad femenina y los perjuicios que una sociedad fundamentalmente machista ha provocado en el actual reparto de papeles sociales. Entiendo, por fin, como necesaria la pretensión de subrayar la visibilidad de las mujeres en el habla, a través de un uso no “sexista” de la lengua (decir los profesores acudieron a la cena de fin de curso acompañados de sus mujeres, constituye, como se ha repetido estos días, una prueba evidente de una utilización anacrónica, discriminatoria y, en definitiva, injusta, de nuestro idioma). Pero de ahí a duplicar de modo estéril la extensión de las frases (con ese insulso y reiterado los ministros y las ministras, los diputadas y las diputadas, los consejeros y las consejeras... y así hasta el infinito) contrariando los principios de economía, eficacia y razonabilidad por los que nacen, crecen y se desarrollan las lenguas, hay un abismo que yo personalmente no estoy dispuesto a cruzar. Suscribo en su integridad el informe elaborado por el profesor Ignacio Bosque y refrendado por el pleno de la Real Academia Española de la Lengua, celebrado en Madrid el pasado 1 de marzo de 2012. El texto, presentado bajo el título Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer, me parece una ponderada, sensata y bien argumentada defensa de la igualdad de la mujer en todos los ámbitos, y, a la vez, una esclarecedora y respetuosa crítica a los abusos políticamente correctos propugnados desde ciertos sectores, a mi juicio algo radicales, del feminismo más militante. Os dejo aquí, además, el texto íntegro de un artículo sobre la misma controvertida cuestión, escrito por Elvira Lindo y publicado en El País hace unos días, y con el que también me identifico al cien por cien.


Quiero

Con 31 años de experiencia laboral a mis espaldas creo que voy aprendiendo a sintetizar lo que quiero. Quiero, por ejemplo, que los directivos de los medios de comunicación sean escrupulosos en el tratamiento que se les da a las mujeres, no sólo desde la información o el editorial sino también desde las columnas. La chulería y el desprecio hacia la condición femenina aún tiene un sorprendente hueco celebradísimo en el columnismo español. Me gustaría que los sueldos de las mujeres igualaran a los de los hombres, que se considerara la promoción de las mujeres a puestos directivos si éstas cuentan con los mismos méritos que los hombres. Quiero que se respete la maternidad en los centros laborales porque es algo que, entre otras cosas, nos beneficia a todos. Quiero que en el trabajo se nos trate con igual consideración que a los hombres. Es posible que los varones no sean conscientes de ello pero es habitual percibir un trato condescendiente o paternalista que se nos concede, para colmo, como un regalo. Quiero que el sentido común que desprende el documento escrito por el filólogo Ignacio Bosque y suscrito por varios académicos sobre el lenguaje no sexista contagie de sentido común otras decisiones de la Real Academia, que entre elegir a un nuevo ilustre mediocre o a una nueva ilustre mediocre se suelen decantar con demasiada frecuencia por la primera opción. Es decir, que traten de predicar con los hechos; al fin y al cabo, es lo que están defendiendo en su escrito. No quiero que sindicatos, centros laborales dependientes de un ministerio o comunidades autónomas, etcétera, presionen a trabajadores o aspirantes a utilizar el lenguaje de determinada manera. Son tan fundamentales los aspectos que las mujeres deseamos mejorar que, francamente, estar incluida en un plural masculino que se entiende como genérico me importa bien poco.




La manera de recogerse el pelo

martes, 6 de marzo de 2012


LOS OJOS ARDIENDO COMO FAROS

Al igual que hace siete días, Buscando leones en las nubes os ofrece esta semana un emisión “cinematográfica” a partir de la excusa de la ceremonia de entrega de los Oscars celebrada el pasado 26 de febrero. Entonces -en la vertiente literaria del programa- os presentamos una primera serie de poemas de autores españoles que tenían en el cine, en el deslumbramiento, en la ilusión, en el encanto de la sala oscura, su centro, su motivo principal. E igualmente, en la parte musical de nuestra emisión, fueron saliendo al aire preciosas piezas de jazz pertenecientes a la banda sonora de algunas celebradas películas de la musicalmente fecunda historia del cine. Pues bien, esta semana continuamos, como os digo, con esa misma línea, en una segunda y espero que atractiva incursión literaria y musical de nuestro programa en el universo cinematográfico.

En el ámbito literario, seguimos con poemas extraídos de algunas muy interesantes antologías sobre el tema: los dos números de la revista Litoral consagrados al cine, publicados en el año 2003 con los títulos respectivos de La poesía del cine y Los poetas del cine. Además, la imprescindible recopilación Viento de cine. El cine en la poesía española de expresión castellana (1900-1999), que se presentó en 2002 en la editorial Hiperión, con una atractiva introducción e interesantes notas del también poeta y novelista José María Conget. En el programa de esta semana suenan versos de José María Álvarez, Manuel Sánchez Chamorro (que por un error mío repite en ambos programas; mi pretensión inicial era ofrecer nombres nuevos en cada una de las emisiones) Juan Luis Panero, Carlos Marzal, Pere Gimferrer, José Manuel Benítez Ariza, Amalia Bautista, Antonio Martínez Sarrión, Juan Bonilla, Luis García Montero y Pedro Sevilla.

En la vertiente musical os encontraréis con los sugestivos ecos de algunas piezas que pertenecen a distintas bandas sonoras de películas en las que el jazz, de manera principal y protagonista o secundaria y como mero acompañamiento o ilustración de fondo, forma parte del film. Se trata de The bed, con Herbie Hancock, en Blow up, el clásico de Michelangelo Antonioni basado en un cuento de otro escritor amante del jazz, Julio Cortázar; Laura, con el saxo de Charlie Parker en Bird, su biografía fílmica, otra gran película de jazz dirigida magistralmente por Clint Eastwood; On the sunny side of the street, con otro maestro, Lester Young, que suena en la excelente American Splendor, de Shari Springer Bermanen; I love you for sentimental reasons, recreada por la excepcional voz de Ella Fitzgerald que aparece en Paseando a Miss Daisy, de Bruce Beresford; Mood indigo con el clarinete de Bob Wilber contribuyendo a dibujar el ambiente del Nueva York de los años 20 en Cotton club, de Francis Ford Coppola. Theme from Susannah, en el que escuchamos al saxo de Ben Webster jugando entre las notas del piano de Oscar Peterson, en la música de la película Testigo silencioso, de Daryl Duke; That’s all it was, con la siempre delicada Eliane Elias, que aparece en Calle 54, de Fernando Trueba (del que os recomiendo también la banda sonora de su reciente y magnífica Chico & Rita, una conmovedora historia de amor en la Cuba de Batista, que se narra entre deliciosas e inspiradas canciones de jazz, con la notable presencia de Bebo Valdés como referencia musical esencial; de ella os dejo, en la sección final de vídeos, su canción principal, Lily, en la desgarrada interpretación de Estrella Morente); I wish I knew, con otro grande, John Coltrane, en El Rey Pescador de Terry Gilliam; Suzie & Jack, en la que el intimista saxo de Dave Grusin contribuye a crear la intensa atmósfera de Los fabulosos Baker boys, de Steve Kloves, con una Michelle Pfeiffer deslumbrante; Round midnight, con Thelonius Monk (al que olvidé citar en la emisión radiofónica), que suena en El demonio vestido de azul, la estimable película de Carl Franklin a partir de la novela del mismo título de Walter Mosley, cuya serie negra, publicada por Anagrama y protagonizada por el detective Ezequiel “Easy” Rawlins, os recomiendo vivamente; Body and soul, en la que el saxo aterciopelado (perdón por el topicazo) de Coleman Hawkins puede escucharse en El color púrpura, otra de las grandes obras de Steven Spielberg.




Los ojos ardiendo como faros