martes, 15 de febrero de 2011


CUANDO LLEGA LA NOCHE

Como me ocurre, por desgracia, muy habitualmente no tengo tiempo para escribir una entrada medianamente digna para presentar el programa de esta semana. (Siento aludir tan repetidamente a mis obligaciones laborales, pero así es, hay semanas en las que a duras penas extraigo de mis ocupaciones unos minutos libres para esbozar algunas palabras con las que introducir el programa correspondiente).

En fin, el caso es que no hay tiempo para más que para indicar que la emisión de hoy continúa la pauta marcada hace siete días: la noche como eje central de la selección de textos y canciones. Poemas, en la parte literaria del programa, escritos por Antonio Machado, José Manuel Caballero Bonald, Juan Luis Panero, Philip Larkin, Concha García, Miguel D’Ors, José Corredor-Matheos, Javier Ruiz Taboada, Joyce Mansur, Wislawa Szymborska, Piedad Bonnett y Joan Margarit. Y canciones, en nuestra vertiente musical, interpretadas por Mia Doi Todd, Claudine Longet, Adriana Calcanhoto, Lori Donato, Lisa Germano, Richard Hawley, Jane Birkin, Carly Simon, Gianmaria Testa, Julie Peel, Bill Callahan, líder del grupo Smog, y nuestra muy querida y omnipresente en Buscando leones en las nubes Natalie Merchant con una espléndida versión (hay más en el programa, estupenda también la de A night like this, de The Cure), la del Because the night que, escrita por Bruce Springsteen, popularizó Patti Smith.

Natalie Merchant, con el grupo con el que empezó su carrera, los 10.000 Maniacs, abre, obviamente, la sección de vídeos. A continuación, The Cure con ese su A night like this original. En tercer lugar, Richard Hawley con otra canción nocturna distinta a la que interpretó en el programa, Tonight the streets are ours, más una propina, Lonesome town. Por último, Mia Doi Todd canta What if we do, una maravilla que ya emitimos hace años y que os ofrezco ahora a falta de un vídeo ‘decente’ de la también preciosa Last night of winter.

Para ilustrar la entrada os dejo un cuadro genial, Nighthawks, de Edward Hopper. Un cuadro que de manera obvia está muy vinculado a la noche y que ha sido citado en el cine y la música, en infinidad de otros cuadros y fotografías, una obra maestra sobre la que se han escrito infinidad de páginas, recreaciones varias de su atmósfera, imaginativas interpretaciones del hipotético sentir de sus protagonistas. También a mí me sugiere una personal e incluso íntima visión, una lectura subjetiva y algo desmesurada, que dice más de mí que de la propia obra y que ahora -con algo de pudor, lo confieso- me atrevo a ofreceros.

Cuando llega la noche los solitarios imaginan sueños imposibles

Thomas Bernhard, el genial escritor austríaco, decía que todo hombre (sin duda se refería a cualquier ser humano; andémonos con pies de plomo ante las versiones más romas del feminismo, no es cosa de ir abriendo frentes polémicos, ya bastante tengo con lo que hay), todo hombre, digo, quiere a la vez 'pertenecer y que le dejen en paz'. Los dos personajes masculinos principales del cuadro de Hopper recogen esa doble aspiración en la que yo me reconozco, con la que tanto me identifico, y son por ello, en ese sentido, yo mismo (aunque creo que también son cualquiera, de ahí el valor y el reconocimiento universales del cuadro).

Uno, el solitario de la izquierda, quiere que 'le dejen en paz'. Es independiente, muy autónomo, un punto triste, solitario (ya lo he dicho), se lame solo sus heridas, es algo asocial, odia (casi) al género humano. Sentado en la barra del bar, la noche oscureciendo la ciudad, aislado, ajeno a todo, piensa en las vidas que pudo vivir y nunca ha logrado, piensa en sus fracasos, en sus sueños, en sus quimeras, las sólitas cavilaciones nocturnas. Añora la normalidad, haber constituido una familia, tener hijos, llevarlos a correr por el parque, comprarles los libros del colegio cada septiembre, tiene nostalgia de lo que no ha sido, de las mujeres que no ha amado, o más exactamente, de las que ha amado y ha dejado partir. A la vez, es fuerte, está muy seguro de sí mismo, de su independencia conseguida con esfuerzo, ganada a pulso, sabe que la vida es así, uno asume las consecuencias de sus elecciones. Su genuino afán de independencia, su personalidad fortísima, su integridad, su profunda honestidad consigo mismo le han llevado a buscar mujeres hermosas, vivir amores apasionados, perseguir la plenitud que sólo existe en los sueños. Y ha pagado el precio de esa búsqueda valiente y siempre imposible. Es por ello que está sentado, solo, a las tres de la mañana en un anónimo bar en el que no es nadie ni nunca lo será, no es nadie para nadie, nadie le espera, nadie lo acogerá en su soledad, nadie lo recibirá, ahora, en esa madrugada estéril, en su casa un poco triste, otra noche solitaria. Sabe, y lo acepta con entereza, que está condenado a esperar el amanecer solo, sin siquiera el insignificante consuelo de un cuerpo conocido a su lado, sin un pobre abrazo rutinario e insípido y pese a ello tibio. Por eso, muy fugazmente, de reojo, echa una mirada a su izquierda, mira al otro hombre, que cuenta chistes al barman y hace reír a la mujer, y podemos percibir en esa mirada un ligero matiz de envidia, de celos incluso, de añoranza de una felicidad que no es para él, que los azares de la vida no le han dado.

A su lado, el otro gran personaje masculino, el de la derecha (excluyo al
barman, mero comparsa, creo, en esta historia; excluyo, claro, a la mujer, me costaría adoptar la perspectiva femenina... ¿alguien querrá escribir su historia?), sueña también en la noche. Este otro hombre está con su mujer, 'pertenece', tiene un sitio en la vida, su existencia parece completa, realizada, ama a su mujer, ella le ama. Quizá han dejado a sus niños con alguien (en aquella época no sería la abuela; hoy sí), salen a disfrutar de un sábado feliz, la cálida exaltación de una noche acogedora. Conocen al barman, ríen, charlan con él. Del hombre emana la tranquilidad de quien se sabe integrado, de quien conoce su sitio en el mundo, de quien está satisfecho con su espacio vital, con su trayectoria, con sus logros. No piensa en las oportunidades perdidas, en los mundos huidizos que no volverán, no tiene nostalgia de un pasado que se ha difuminado para siempre, no añora otras mujeres, otras vidas, otros mundos, otras experiencias. Está contento, no es conformista, no se ‘conforma’ con lo que tiene, es más que eso: quiere lo que tiene, sigue enamorado de su mujer, que ha sido bellísima y se hace poco a poco mayor a su lado, disfruta con su trabajo, que otros ven como rutina, es feliz. Y sin embargo, a hurtadillas, sin que nadie, ni siquiera su mujer, lo perciba, mira al otro hombre, su entereza, su empaque, su seguridad, su atractiva independencia. Y por un momento, sólo por un momento (una ráfaga de niebla que vela fugazmente su plácida normalidad y que desaparece pronto), desearía tener la oportunidad de otra existencia, cambiar su vida por la de él, hacerla intensa, apasionada, vivir sueños vagamente enloquecidos, recorrer países exóticos, entregarse a causas imposibles en destinos ignotos, afrontar proyectos excitantes, conocer gentes admirables, amar mujeres espléndidas... como imagina que hará el hombre solo de su derecha.

O no… o todo es mentira y ninguno es así. Son unos tipos normales en una situación banal, criaturas nocturnas sumidas en pensamientos triviales, rumiando algún oscuro asunto profesional, burdos papeleos por hacer, ridículas tareas inacabadas, apurando la última copa acostumbrada, pura rutina intrascendente antes del sueño que apaga todos los anhelos. Qué sé yo, siempre proyectamos nuestro mundo en lo que leemos, en lo que vemos, en nuestra interpretación de la realidad… Qué sé yo…

(Al final he acabado escribiendo... En fin... culpemos al poderoso influjo de la noche).




Cuando llega la noche

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha conmovido. Es carisimo el precio de la independencia. A veces hace daño.

Anónimo dijo...

Jope, como se pasa la gente con "determinados comentarios", a la gente le gusta picar para cabrearte.
Me parece una falta de respeto y de personalidad.
Un programa fantástico.
Un saludo.

Anónimo dijo...

ELLA, es amada por 2 hombres y le
sonríe al Llanero Solitario porque opta por su marido, la estabilidad
una vida juntos..El mira con celos a ELLA perdida..apura su copa y
regresa a Marrakech las tierras rojas y el fuego, donde le esperan
una tras otra bailarinas que le cuentan historias de la ciudad que nunca duerme, día-noche 365 días es fiesta,el tiempo se
detiene,el sol es inmisericorde, duerme bajo la luna y estrellas.Los hermosos
caballos árabes,las palmeras,
el zoco...ELLA recupera
su vida,su marido recupera a ELLA y
él pensará junto con ELLA "Si NO
puedes tener a quién amas, Ama
a quién esta contigo".
Tengo debilidad por los perdedores
deformación profesional.
Te leo,te escucho te....

Troll Cametico

Anónimo dijo...

Los visitantes no vienen a este espacio para
"picar"ni molestar, hay más vidas que las que
conocemos,tiene que haber de todo...
Saberse insignificado es terrible!!!!
El control de tus emociones te pertecece
Esto es "Un paseo por las nubes" y soñar... ¿falta de respeto?aquí nadie ofende

Troll

Anónimo dijo...

Creo que a "Jope" le falta conocer una parte del personaje, que tiene que defenderse solo.Un programa bárbaro.
No te veo con los niños en el parque...Nadie te envidia. Este troll te ha admirado.

Troll

Anónimo dijo...

Este blog esta degenerando.

"" Cantidad de inpertinéncias y sandeces juntas"".

A los insensibles no les hace daño nada,pero hay gente sensible que puede hacerle daño.

¿DONDE ESTA LA EMPATIA?.

Fely dijo...

La otra cara de la noche.Miedos, soledades,y melancolía.El abismo de la oscuridad.
"Esta madrugada que parece nunca acabar, esta noche de angustiosa calma...()esta noche oscura de mi alma"
Pero,bueno...comprar una pizza mas pequeña y disfrutar la luna enterita para uno solo, puede ser también estupendo.
De nuevo, gracias por el programa.

LCA dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Hemos olvidado el valor de las palabras, la satisfacción personal de todo acto comunicativo . Buscar un encuentro apacible, en cualquier lugar, compartir impresiones, permanecer junto a alguien que te escuche y con quien puedas conversar. Encuentro casual o provocado, pero compartiendo palabras y buena música de fondo.
Podrán intervenir: el personaje supuestamente solitario, los vinculados y el camarero (no debemos desdeñar sus posibilidades, hay buenos conversadores, están acostumbrados a oír), y dejar, tan sólo, que fluyan
anhelos, emociones, dudas, actualidad …..¡ Pudo hacerlo mejor 2-1!

Alberto San Segundo dijo...

Gracias a todos, LCA, Fely, resto de los comentaristas, por continuar la historia del cuadro, por intervenir amablemente, por dejar vuestras impresiones.

Un saludo agradecido a todos

Anónimo dijo...

Me encanta Hopper y Google me ha traído hasta aquí. Me ha resultado interesante la mirada con la que vacías el cuadro. Me parece dura la manera con la que destripan al personaje que está de espaldas en muchos lugares (estoy recordando la de Taschen, concretamente). Lo convierten en un personaje siniestro. Yo no lo veo así y por eso me ha gustado tu interpretación y también la de alguno de tus comentaristas (la del valor de las palabras es muy buena).
Tienes un blog muy cuidado. Volveré a visitarte.
Hasta pronto!!!

Marina

Alberto San Segundo dijo...

Gracias, Marina, por acercarte al blog, por tus comentarios tan interesantes y, claro, por tu amabilidad.

Espero que sigas con 'nosotros' mucho tiempo.

Un saludo

Anónimo dijo...

Abdicación

Tómame, oh noche eterna, en tus
brazos y llámame hijo.

Yo soy un rey que
voluntariamente abandoné mi
trono de ensueños y cansancios.

Mi espada, pesada en brazos
flojos, a manos viriles
y calmas entregué;
y mi cetro y corona yo los dejé
en la antecámara, hechos pedazos.

Mi cota de malla, tan inútil,
mis espuelas, de un tintineo tan fútil,
las dejé por la fría escalinata.

Desvestí la realeza, cuerpo y alma,
y regresé a la noche antigua y serena
como el paisaje al morir el día.