martes, 10 de mayo de 2011


NUNCA HE HECHO OTRA COSA QUE LEER

Como todos los años cuando se acerca la Feria del libro a Salamanca, Buscando leones en las nubes dedica una emisión a los libros, a los hábitos lectores, a los placeres sin cuento y a la enorme satisfacción que nos proporciona la lectura, a las emociones que nos procura el acto de leer y a la irresistible pasión que a algunos nos arrastra hacia los libros. Tenéis en el blog dos programas antiguos de esta índole (En la soledad de los libros y Libros 2009, que yo recuerde ahora) y hay al menos otros cuatro de temporadas muy anteriores que esperan la ocasión para aparecer en esta página. Escogemos para ello, como en esas otras ocasiones, citas de libros, fragmentos literarios que tienen a la lectura como centro. En este caso, los autores de los textos son Philip Kerr, Alan Bennett, Jean-Claude Carrièrre, James Salter, Enrique Gil Calvo, António Câmara, Jean Michel Guenassia, Andrés Trapiello, Umberto Eco, Franz Kafka y Alberto Manguel. Un cuadro muy evocador de Jean-Jacques Henner, La lectora, recrea en su imagen el tema central de la emisión.

Entre los fragmentos literarios surgen algunas preciosas canciones, recogidas y algo melancólicas, muy propicias en cualquier caso para degustar los textos y para conformar un programa que espero os resulte encantador. Sus intérpretes, casi todos asiduos de nuestras emisiones, son, para empezar, uno de mis grupos revelación de esta temporada, los atmósfericos Soap & Skin con la magnética voz de la jovencísima austriaca de nombre impronunciable Anja Plaschg al frente, y luego Alí Farka Touré con Toumani Diabaté, Paula Morelenbaum con Joao Donato, Lizz Wright, Isobel Campbell con Mark Lanegan, Brian Ferry, Frazey Ford, Antony and the Johnsons, Tracey Thorn, Betty LaVette y la nigeriana Sade Adu, de la que estos dos últimas temporadas hemos escuchado aquí casi íntegro su último espléndido disco.

Para la sección de vídeos he escogido las cuatro canciones que más me gustan del programa, Mr. Gaunt PT 1000, una auténtica maravilla de Soap & Skin (una calificación que no desmerece el que haya sido utilizada para la campaña publicitaria de un automóvil), Come undone, de Isobel Campbell y Mark Lanegan, My lord my love, de Antony and the Johnsons, y Late in the afternoon de Tracey Thorn; todos cantando en directo, salvo Antony, del que no encontré ninguna grabación en vivo de la canción emitida.

Cierro esta entrada con la transcripción íntegra de un artículo, publicado por el escritor Andrés Ibáñez en el ABC de las letras y las Artes del 29 de julio de 2006. Bajo el título Leer: cómo se hace, para qué sirve, el autor desgrana una serie de interesantes reflexiones sobre la lectura, que concuerdan con el espíritu del programa y que, sobre todo, os van a resultar muy sugestivas.

Ahora, querido lector, querida lectora, estás leyendo. ¿Crees que tus ojos “se deslizan” por las líneas como una especie de góndola a lo largo de un canal? Te equivocas. Los ojos humanos no se deslizan, sino que saltan por la línea escrita. Saltan, se detienen una centésima de segundo, leen las palabras que hay antes y después, vuelven a saltar de nuevo, y así hasta llegar al final de la línea: entre tres y seis saltos por línea, según lo apretadas que estén las palabras o la atención con que se lee.

Tampoco nuestra atención se desliza, sino que salta. Aunque leamos con atención, no leemos todas las palabras: nos distraemos continuamente. Nuestra atención no está preparada para leer un chorro continuo de palabras únicas y esenciales, y los textos en los que uno no se puede perder ni una palabra (por ejemplo, ciertos textos de filosofía) tenemos que leerlos una y otra vez para entenderlos. Los textos bien escritos (como este, por ejemplo) consisten en continuas reelaboraciones de lo mismo, en variaciones y variaciones de un tema. Es necesario decir las cosas muchas veces para que el lector las entienda. Es necesario, digámoslo así, dar muchos ejemplos. La literatura es, en cierto modo, el arte de poner ejemplos. Cervantes dice en un par de frases que Don Quijote se volvió loco: a continuación, se dedica, a lo largo de cientos y cientos de páginas, a poner ejemplos.

“Diferir” significa dos cosas: (1) decir algo diferente de lo que dice otro, y (2) postergar, es decir, retrasar en el tiempo. Todas las frases que existen, desde la primera que se escribió al principio de los tiempos, comparten esas dos cualidades. Difieren y se difieren. Diga usted algo, cualquier cosa. En seguida notará que es imposible decir eso “completamente”, y que necesita añadir otra frase más para aclarar la primera. La segunda frase aporta precisión y acota el campo de significado de la primera, pero también introduce significados nuevos, nuevas cosas que hay que aclarar. Aparece así una tercera frase, que pretende dejar perfectamente claras la primera y la segunda. El “significado”, pues, esa perla perfecta, esa flor azul inconcebible, difiere: se retrasa. Y también difiere en el otro sentido, se hace cada vez más diferente. Así surge la literatura: por la imposibilidad de decir nada completamente, de decir nada definitivamente.

Antiguamente, leer se percibía como algo semejante a hablar. Esa es la razón de que en las inscripciones romanas, por ejemplo, las letras estén tan juntas: sólo se entiende dónde empiezan y terminan las palabras si se leen en voz alta. Fue San Agustín el primero que describe a una persona leyendo en silencio, es decir, leyendo con los ojos. A partir de entonces comienza el proceso que llevará a la lectura moderna, que percibimos no como algo semejante a hablar, sino como algo semejante a mirar. Leemos con los ojos, excepto los ciegos, que leen con los dedos: claro que los ciegos también ven con los dedos.

Pero ¿qué es lo que vemos? Cuando leemos literatura, no vemos las letras. Ni siquiera vemos la página. Es posible que al principio, por espacio de unas frases, veamos la página, pero luego, si la magia de la literatura se produce de verdad, los ojos comienzan a ver cosas que no están físicamente presentes. Entonces leer ya no se parece ni a hablar, ni a mirar, sino a recordar. ¿Por qué los libros suelen estar escritos en pasado, si nos cuentan cosas que sentimos como presentes? Sin duda el origen está en los aedos que contaban las hazañas épicas sucedidas siempre mucho tiempo atrás, pero esa convención bien podría haber caído en desuso como tantas otras. No, los libros están escritos en pasado porque son algo así como recuerdos inducidos.

Leer es una creación, y todo el que lee es creador. El buen lector lee sin prisa, lee sin expectativas. El buen lector no desea aprender nada ni convertirse en una persona mejor: desea vivir más, tener experiencias reales. El buen lector no va en busca de diversión, sino de alimento. Claro que, ¿quién desea alimentarse de una sustancia que no resulte deliciosa? El buen lector sabe que cuando entra en los caminos de un libro entra también en su propio interior, y que las cosas que encuentra en esos caminos, dragones o rosas, estatuas o ratas, están también dentro de él. Leer es viajar por dimensiones inexploradas del palacio de la imaginación; quiero decir, visitar cuartos de la propia casa mental que de otra forma estarían siempre cerrados. Leer es viajar, leer es descubrir, leer es construir en el espacio interior una casa, una resistencia. Leer es construir una casa para el alma. Leer es construirse un alma.





Nunca he hecho otra cosa que leer

9 comentarios:

Anónimo dijo...

:D

Anónimo dijo...

Abriendo un libro.

Posología: tomar con moderación

http://www.youtube.com/watch?v=Kdh6EYP4rOA&feature=player_embedded#at=13

ROSA ALIAGA dijo...

Me encanta vuestro programa.¡Enhorabuena! Sólo lo puedo definir con una palabra: ¡Exquisito!

ROSA ALIAGA dijo...

El placer es mío Alberto. Desde que descubrí tu programa, lo escucho a todas horas. me encanta la selección de textos, las canciones, en fin, que no tengo palabras para delimitar lo fan que soy.

Anónimo dijo...

¡¡Que envidia sana !!

Soy """"lectora """de libros de texto ,artículos ....pero nunca he leído por placer.
Fantástico articulo.Sugestiva y Preciosa reflexión:Los ciegos leen con los dedos,pero también ven con los dedos.No se como explicarlo para que se me entienda y se capte lo que quiero decir (Mi caballo de batalla )

Si la sensación que se experimenta LEYENDO ,es similar ala que puede sentir un invidente(supongo) cuando ve con los ojos ¡¡Me apunto ahora mismo¡¡.
Después de leer el articulo he descubierto el porqué nunca he leído por placer.

Gracias sin el programa nunca lo hubiera descubierto
Me servirá de relax este verano.
Espero descubrir muchas más cosas interesantes.

marcela dijo...

Y yo, que soy admiradora de Trilce me apunto a este magnífico programa. Y las noches serán más cortas y los versos y la literatura más largos, adobadas con la música más estupenda.
Exquisito y sin azucar...
Además únicamente engordan las ideas.
Ya has triplicado la audiencia.
Un saludo

Alberto San Segundo dijo...

Gracias a todos, especialmente a Rosa y Marcela (aunque ya he dejado mi agradecimiento en vuestros estupendos blogs), por los comentarios, las sugerencias, las impresiones...

Un saludo a todos

Anónimo dijo...

"El contacto de aquella puerta claveteada y trabajada, la castidad de aquellas maderas pulidas por el saber, la
hondura de aquella pieza no muy grande, con un olor vago a juzgado y a convento, me proporcionaban un
conocimiento táctil, olfativo y plástico de la literatura, de la poesía (que siempre han seguido siendo para mí menesteres
sensuales).(Las Ninfas)

Más de uno se sentirá identificado...

Un saludo

Alberto San Segundo dijo...

Gracias por el evocador comentario, tan lleno de sugerencias.

Un saludo