martes, 13 de diciembre de 2011


CÓMO DECIRLE ADIÓS


Esta semana partimos, como desencadenante nuestra edición de Buscando leones en las nubes, de un libro de referencia. Hace unos años, una autora para mí desconocida, la francesa Cécile Slanka publicó, en edición española de El Aleph y con una muy meritoria traducción de Julieta Carmona Lorenzo, Cómo decirle adiós, un breve librito, muy fresco, original y divertido, pero que encierra, bajo una capa aparentemente ligera y hasta frívola, más enjundia de la que podría suponerse en un acercamiento superficial. De él he entresacado todos los textos que integran tanto el programa de hoy como el de dentro de siete días.

Cómo decirle adiós reúne cien cartas de despedida, de ruptura. Cien formas distintas de separarse, de dejar a una pareja, de abandonar una relación, de romper un matrimonio, de acabar un amor. Al parecer, la autora, decepcionada porque uno de sus novios desapareciera de su vida no ya sin explicación alguna, sino siquiera sin una sola palabra, consideró que ahí, en esa huida silenciosa, estaba el germen de una obra literaria, por lo que, paradójicamente, en ese momento triste empezó a fraguar la idea del libro que hoy le daría una cierta notoriedad, con repetidas ediciones en Francia, traducciones a algunas lenguas europeas, e incluso una adaptación teatral.

Con un tono humorístico, lleno de ironía e incluso de causticidad, con un absoluto desprecio de los ridículos dictámenes de lo políticamente correcto, Cécile Slanka resume en esas cien cartas muy breves, meras notas de despedida muchas veces, las miserias del amor, las expectativas frustradas, los fracasos y el despecho que tantas veces crecen en los sótanos más sombríos de la vida de pareja, las dificultades de la vida a dos mostradas retrospectivamente, con sugerencias, con alusiones inteligentes, a partir de esas últimas palabras que cierran un ciclo que se quiso idílico, que tantas veces se inició con romanticismo y pasión.

Cada una de las cien cartas, aparte de dar cuenta de una despedida, aparte de encerrar en sí, como digo, la historia concentrada de un amor, de una pareja, supone un juego literario, una apuesta de orden lingüístico, podríamos decir. Porque en cada carta la autora cambia de registro, se acomoda a un estilo diferente, a una exigencia técnica distinta, a una nueva constricción del lenguaje, de modo que la lectura de cada carta nos hace participar de ese intento por recrear una voz determinada, un tono particular, un enfoque singular. Por ejemplo, hay juegos literarios: una carta escrita sin utilizar una vocal, otra en las que las primeras letras de cada párrafo encierran un mensaje secreto y categórico; en alguna el lenguaje es el gélido e impersonal propio de la informática o el aún más helador de las cifras y los números. Hay una despedida en la que se recurre a las frases más tópicas que imaginarse pueda en relación a estas cuestiones, como si de un mal culebrón televisivo se tratara; en otra, el estilo elegido es el jurídico contractual; alguna se llena de metáforas acuáticas, fluviales o de términos electromecánicos o de referencias a calles y plazas, o de nombres de pájaros o de expresiones vinculadas al Japón. Ciertas cartas se redactan con estilo enfático o melodramático o profesoral o burocrático, otras remedan la prosa de algunos escritores franceses, como Marguerite Duras, Jean Echenoz o George Perec; estas optan por el tono sádico o intuitivo o desencantado o fúnebre, aquellas son concisas o estilosas o complejas o poéticas o ambiguas. Y todo ello, como señalo, con humor descarnado, brutal sarcasmo, sana incorrección y hasta liberadora crueldad. Un número significativo de esos breves mensajes de adiós, en torno a la treintena, completarán las dos entregas de Buscando leones en las nubes consagradas al libro.

Quiero aprovechar la ocasión para recomendar otro libro, del que este Cómo decirle adiós bebe de modo evidente; otro libro que es su antecedente muy claro, y que a mi juicio presenta una mucho mayor entidad literaria, todo hay que decirlo. Se trata de Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau, publicado en una ejemplar edición de Antonio Fernández Ferrer en la editorial Cátedra en un ya lejano 1987 (desconozco si hoy existe en el mercado alguna otra versión del título, pues aquella, muy probablemente, será de imposible localización). El encuentro fortuito y banal de un hombre que viaja en un autobús y un joven al que divisa, primero desde el autobús y un par de horas después en la calle charlando con otro hombre, se convierte en una aventura literaria formidable gracias a la maestría de Queneau, que recrea, en cien versiones memorables, este acontecimiento trivial convirtiéndolo en lo que hoy ya es, un clásico. El libro de Queneau constituye sin duda la fuente de inspiración de Cómo decirle adiós pese a que ni la editorial, ni la autora, en las entrevistas que le he leído, mencionan, inexplicablemente, esta más que evidente referencia. Una fuente de inspiración que, sin embargo, Cécile Slanka reconoce de modo implícito, pues una de las cartas de despedida, la denominada Numérica, es un transparente homenaje a esos Ejercicios de estilo que también os recomiendo junto a este Cómo decirle adiós que constituye la base de esta pequeña serie de dos programas de Buscando leones en las nubes.

Y desprovistas de ese enfoque cáustico y divertido que impregna a la mayor parte de los adioses del libro, muy al contrario, rezumando dolor y tristeza, melancolía y hasta desesperación, las canciones que acompañan la lectura de los textos, hablan también de la ruptura, del abandono, de divorcios, separaciones, huidas, soledades, vacíos, despedidas. Piezas clásicas, muy conocidas, muchas de ellas con más de treinta años de vida, interpretadas por Paul Simon (cuya espléndida 50 ways to leave your lover he recogido en el vídeo que cierra esta entrada), Harry Nilsson, Bill Withers, Carole King, Fun Lovin’ Criminals, Lloyd Cole and the Commotions, Trisha Yearwood, The Everly Brothers, Nancy Sinatra, Stevie Wonder, Gilbert O’Sullivan, Eric Clapton, Phil Collins, Linda Rondstadt y Billie Holiday.



Cómo decirle adiós

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