miércoles, 21 de octubre de 2009


EL DULCE SABOR DEL FRACASO

El eje temático, un tanto vago y difuso, sobre el que gira el Buscando leones en las nubes de esta semana, el nexo que enlaza los fragmentos literarios y las canciones del programa (un programa que salió al aire con bastantes deficiencias técnicas, por las que os pido disculpas) es el fracaso. El fracaso como condición consustancial de la existencia, la certeza de que el ser humano está abocado, por naturaleza, por su naturaleza mortal, a fracasar es una de las claves de la obra de Émile Cioran, el pensador rumano, el filósofo del pesimismo, al que véis en la foto y que en una cita que apareció ya en la emisión que inauguró Buscando leones en las nubes en su primera temporada, en el curso 1999/2000, decía: Todos los hombres tienen que destruir su vida. Y según la manera como lo hagan se llamarán triunfadores o fracasados. Pues bien, de ello trata nuestra edición de esta semana, del fracaso, de la radical imposibilidad de dar alcance a nuestros sueños, de la constatación del hecho de que nuestros deseos se verán siempre desmentidos por la realidad, y a la vez, de la necesidad de mantener -contra viento y marea- nuestras ilusiones, de la necesidad de seguir viviendo entusiasmados pese a la inutilidad de tanto esfuerzo.

La razón por la que he querido dedicar al fracaso esta emisión de Buscando leones en las nubes -más allá del interés que desde siempre ha tenido este tema para mí (el íntimamente dulce sabor del fracaso frente a la amargura del éxito, siempre algo obsceno, siempre algo estéril, siempre algo falso)- está relacionada, como casi siempre en estos casos, con el azar. Recientemente me han asaltado -podríamos decirlo así- en diferentes ámbitos dos manifestaciones especialmente emocionantes de esta idea que hoy nos ocupa. Por un lado, escuché días atrás la descripción que hacía el director de cine José Luis Garci de una secuencia de una película -cuyo título no recuerdo- en la que un personaje que aparece en escena se interesa por el resultado de un partido de fútbol que alguien está viendo en la televisión. ¿Quién va ganando? -pregunta el recién llegado-. Nadie, contesta el otro, unos pierden más despacio que los otros. Por otro lado, tuve ocasión de ver, hace algunas fechas, un documental sobre el exilio republicano que siguió a nuestra guerra civil, y en él un anciano español residente desde los días aciagos de aquella contienda en Bélgica, uno de aquellos “niños de la guerra” que abandonó nuestro país tras la rebelión militar contra la República, contaba, en su castellano materno casi olvidado, y obligado a recurrir a su francés adoptivo, ya -quizá- más definitivamente suyo; contaba, digo, entre sollozos, y con emoción incontenible, que sufría enormemente cuando veía un partido de fútbol entre España y Bélgica, pues no sabía entonces cuál de los dos equipos preferir, despojado ya para siempre de su identidad, el fracaso al que otros condenaron su vida puesto de manifiesto entonces, patente en esa opción trivial. Al final, decía entre lágrimas, voy por el que pierde, siempre voy por el que pierde.

Y con este motivo unificador he elegido textos y músicas. Todos los fragmentos leídos se refieren, aunque sea de un modo muy vago e indirecto, a la pérdida, a las derrotas, a los proyectos incumplidos o frustrados, a la impotencia y el desasosiego a los que nos conduce la certeza, inequívoca, de la imposibilidad de alcanzar nuestros sueños, al eterno conflicto entre la realidad y el deseo, a la dificultad de vivir una existencia casi siempre lamentable, a la atormentada conciencia de nuestra propia finitud, a la radical desesperación que lleva consigo esta triste condición humana que nos humilla y nos obliga a vivir como meros animales racionales cuando, como dioses, somos capaces de imaginar paraísos. Son textos, a mi juicio muy interesantes y sugestivos, escritos por James Salter, Marcos Ordóñez, Antonio Lobo Antunes, Julio Ramón Ribeyro, José Carlos Llop, Andrés Trapiello, Juan Benet, Ricardo Piglia, J. M. Coetzee, José Antonio Garriga Vela y Adolfo García Ortega.

Las canciones elegidas son tristes y melancólicas y evocan, en la atmósfera algo lánguida que las envuelve, en su intimismo doliente, esa misma sensación de abatimiento y desesperanza que marca el tono del programa. Sus intérpretes han sido Yann Tiersen, Carrie Rodriguez, Rosa Passos, Dianne Reeves, Liz Durrett, Kristin Asbjornsen, Jann Arden, Rokia Traoré, Lambchop, Caroline Henderson y Rodrigo Leao con Ana Vieira, Pedro Oliveira y Ana Carolina.

Esta semana sólo puedo dejaros un par de vídeos con dos de las mejores canciones del programa: la delicadísima y preciosa L’échec, de Yann Tiersen, con el fondo de una nocturna y lluviosa Montevideo, la ciudad más triste del mundo, y otra maravilla, Slow day, que he querido que volváis a escuchar pese a que el vídeo no es tal y sí en cambio una muy austera foto fija de Kristin Asbjørnsen, su intérprete.




El dulce sabor del fracaso


9 comentarios:

Savina dijo...

'ése es el sentido de la aportación de nuestro último comentarista, y estoy del todo de acuerdo con él' el último comentarista era mujer. Soy Savina, no era mi intención aparecer como 'anónimo'. Un saludo a todos. Esta última emisión es, senzillamente, conmovedora. Gracias Alberto

María dijo...

Buscandoleonesenlasnubes siempre será para mí un maravilloso refugio. Muchas veces consigue emocionarme y, sin duda, siempre me hace pensar que estoy al lado de quienes nos sentimos lejos de la apática cotidianidad.
Confieso que me acompaña a veces mientras cocino, mientras viajo y, muchas, antes de dormir (!tengo una buena colección de CD´s).También podría decirse que Buscandoleonesenlasnubes me devuelve a historias vividas, queridas, deseadas.... si algo define mi relación personal con este programa, es que nunca me deja indiferente.
Por último, decir que jamás me sentí obligada a dejar un comentario en el blog. Hoy,así lo siento y aclaro: nada de tedio, nada de hastío.Confieso una gran libertad diciendo que es "un placer seguir escuchando tantas cosas bellas".
Gracias Savina, gracias Alberto.
María I ó"La clásica"

Alberto San Segundo dijo...

Gracias, Savina (¡bienvenida!) y María, por vuestras amables intervenciones y por vuestro ánimo. Gracias también por seguir siendo asiduas del programa. Espero que así sea durante mucho tiempo.

Muchas gracias.

Un saludo

Anónimo dijo...

Alberto programa especial para mi,he tenido demasiados fracasos ,demasiadas frustraciones....tantos sueños rotos.¿que queda......despues de tantas heridas...?
Tina

Alberto San Segundo dijo...

Hola Tina, bienvenida al blog y gracias por tu intervención.

¿Qué puedo decir sobre tus palabras? Tan sólo que en ningún momento he pretendido frivolizar con el tema del fracaso. Es evidente que no se puede banalizar el dolor, el sufrimiento, las frustraciones, las heridas, no aludía a ello cuando titulé la emisión 'El dulce sabor del fracaso'. Mi planteamiento surgía en un plano más abstracto, existencial, podríamos decir: morimos, luego fracasamos. Si hablaba de dulzura es porque la inconsciencia alegre del éxito (¿qué éxito?: el éxito es saber que la felicidad es imposible y, pese a ello, vivir entusiasmado) me parece ridícula, además de insensata, porque saberte derrotado (existencialmente derrotado) te hace, creo, más lúcido, más fuerte, e incluso, paradójicamente (al menos en mi caso), más alegre: si todo está perdido de raíz, cualquier logro, cualquier pequeño detalle, cualquier motivo de felicidad será más valioso. Sólo sabiéndonos irremisiblemente fracasados, mortales, sólo siendo conscientes de nuestra irremediable finitud, alcanzan sentido los momentos -y pueden ser muchos- de intensidad y plenitud, aunque haya dolor, y lamentos, y pérdidas, y derrotas sin cuento. Soy pesimista racional y optimista visceral. Mi cabeza me dice que nada tiene sentido, mi cuerpo -por así decirlo- me pide vivir como si ello no fuera cierto.

En fin, qué decir, mis filosofías baratas ¡¡¡a la hora de comer!!!... Bueno, gracias, de nuevo, por tu participación... ¡ánimo! y ¡¡mucha suerte!!

Anónimo dijo...

Alberto muchas gracias.Un abrazo

Anónimo dijo...

Olvide la firma
Tina

Anónimo dijo...

Aberto
No me queda nada en la vida,apenas una familia engañada,creyendo que soy lo que no soy.
No consegui nada
Nada soy
Quizas la muerte sea el alivio,es tanto el fracaso y sufrimiento.
Nada de lo que podria hacerte feliz tengo....nada
la vida es solo para algunos.........
Alberto no tengo nada,nada
Tina

Anónimo dijo...

quise decir ¨nada de lo que podria hacerme feliz¨´ a mi o a cualquiera
Mi exito es cero,en todos los aspectos
Tina