martes, 10 de noviembre de 2009


LA INMENSA SOLEDAD DEL DESIERTO

Por segunda semana consecutiva Buscando leones en las nubes viaja al desierto. Y lo hace a través de la novela del mismo título escrita por Jean-Marie Gustave Le Clézio, el premio Nobel francés, tan querido en nuestro programa. Desierto es un libro fascinante, uno de los mejores de su autor, una novela intensa, emotiva, bellísima. Una novela que nos traslada a los implacables paisajes del desierto sahariano, a las áridas extensiones solitarias que parecen rehuir la vida, a las dunas que, de un modo casi imperceptible, se ondulan y se desplazan y hacen y rehacen sus perfiles de continuo, en un movimiento que no cesa pese a su estática quietud. Un libro cuya lectura, emocionante, conmovedora, nos hace sentir el ardor terrible del sol sobre la arena, la inmensidad de los cielos sin fin, la soledad salvaje de un territorio en el que ni el horizonte ofrece un motivo de consuelo, la luz hiriente, la sequedad del aire, la sed rotunda y brutal. Desarrollada en dos planos distintos y complementarios, Desierto describe el desplazamiento por las ásperas pistas saharianas, en 1909, de miles de guerreros y sus familias, pertenecientes a las tribus del norte de África, en una larga marcha en la que como sonido de fondo resuena, ominoso, el eco de del movimiento de las tropas del ejército francés y la amenaza de un posible enfrentamiento militar con los hombres blancos. En un segundo espacio novelístico, muchos años después. Lalla, una niña que desciende de esos hombres azules del desierto, viaja hacia Marsella en busca de mejores oportunidades de vida, pero con la triste añoranza, con la nostalgia profunda de su tierra, de sus orígenes, del desierto. De esta magnífica novela están entresacados los textos del programa de esta semana, pero así como en la emisión de hace siete días los textos pertenecían fundamentalmente a la primera vertiente del libro, el algo delirante deambular de los guerreros saharianos por la vasta y cruel extensión desértica, en esta segunda edición, sin olvidar del todo dicha perspectiva, suena sin embargo, en la mayor parte de los fragmentos, la voz de Lalla, evocando su paisaje natal.

Y los textos de Le Clézio se presentan arropados por la misteriosa y sugestiva música de los países ‘ribereños’ del desierto del Sahara. Las canciones de Mansour Seck, Mahmoud Ahmed, el Seckou Keita Quartet, Tartit, el Ensemble El Moukhadrami, Sona Diabaté, El Hadj N’Diaye, Malouma, Habib Koité y Djeli Moussa Diawara con Bob Brozman pueden encontrarse, entre otras muchas, en los tres discos dobles de la serie Desert Blues que, desde 1995, viene ofreciendo lo mejor de la música del Sahara. Ambientes del Sahara, Sueños de oasis y Entre dunas y sabanas son los títulos de los tres discos, tres joyas musicales que os recomiendo vivamente.

En la sección de vídeos os dejo, también, algunas piezas formidables que no por pertenecer a territorios musicales desconocidos o poco convencionales, situados en órbitas excéntricas a las de las siempre muy previsibles listas de éxitos, debiérais dejar de explorar. Así, la delicadísima Laare, de Baaba Maal y Mansour Seck, dos impresionantes músicos senegaleses, cuyo disco conjunto de 1998, Djam Leelii, es, sencillamente, imprescindible. Así, también, la vigorosa interpretación en directo de Wassiye hecha por el maliense Habib Koité. Así, por último, la hipnótica versión que hace el legendario Mahmoud Ahmed, un mito en su Etiopía natal, del Ere mela mela, quizá su éxito más conocido en Occidente (yo aún la escucho en un vinilo de… ¡¡¡1986!!!; además, afortunadamente, pude verlo en vivo, en una actuación insuperable, contagiosa, poderosísima, en los estivales escenarios de La Mar de Músicas en Cartagena hace sólo unos años)

(PD.- Vuelven a reproducirse, en algunos pasajes del programa, las deficiencias técnicas, vuelven ciertas distorsiones de sonido, vuelve una incómoda saturación en los tonos más altos de mis palabras… vuelven, pues, mis disculpas: soy muy perfeccionista, aborrezco estos fallos, no decisivos (y, creedme, no soy benevolente conmigo mismo) pero sí molestos para una escucha relajada, atenta, tranquila… la escucha ‘perfecta’ a la que aspiro en Buscando leones en las nubes. Lo siento, procuraré que no se repitan, al menos no de modo tan ostensible: no es la excelencia técnica una de las grandes virtudes de las emisiones de Radio Universidad)




La inmensa soledad del desierto

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ay, esa inmensa soledad... esa inmensa soledad...

Anónimo dijo...

La emoción que transmite la belleza aún en lo más agreste.

Estoy impresionada del trabajo llevado a cabo en este blog. Magnífico.

Un saludo
Rosa

Alberto San Segundo dijo...

¡Bienvenida, Rosa! Gracias por tu entusiasta comentario. Espero que tengas muchas ocasiones de seguir disfrutando de Buscando leones en las nubes.

Un saludo