martes, 12 de octubre de 2010


VAN MORRISON. LA BELLEZA DE LOS DÍAS PERDIDOS

El 31 de agosto pasado, Van Morrison, el genial músico irlandés, cumplía 65 años. Y con esa excusa, la celebración de su aniversario, una celebración algo tardía porque en Buscando leones en las nubes hemos estado ocupados con otras efemérides, queremos hacer un repaso somero a su ingente obra, a su fascinante universo musical. El repaso, en efecto, ha de ser somero, pues sólo serán dos las emisiones (la de ayer y la del próximo lunes) que dedicaremos a las canciones y los textos del león de Belfast, y es tan inmensa su producción musical, tan dilatada su carrera (subió a un escenario por primera vez a los doce años, ¡¡en 1957!!), tantas sus piezas deslumbrantes, tantas también las decenas de discos -muchos excepcionales-, tantos los tipos de música en los que se ha desenvuelto -rock y blues, folklore y raíces irlandesas, country, jazz, funk, gospel y música negra, rhythm and blues-, que acometer la tarea de seleccionar entre tal cantidad de material una muestra que resulte no sólo atractiva e interesante, sino que pretenda también una cierta intención pedagógica, esto es, que se quiera representativa de los diferentes estilos, etapas, influencias del músico irlandés, siempre es un esfuerzo condenado al fracaso, limitado a ofrecer, en el mejor de los casos, un pálido reflejo de tanta inmensidad. Diré también que, sin embargo, ha resultado ser un esfuerzo, complejo y agotador pero sobre todo placentero, porque uno siempre disfruta moviéndose entre las canciones de Van Morrison.

Van Morrison es un músico que me apasiona, he podido verlo en directo, no tanto como me hubiera gustado, y siempre me entusiasma. Hace años ya fue el protagonista del que para mí es el mejor programa de Buscando leones en las nubes que he hecho nunca, el más intenso, el más emotivo, el más ‘redondo’, a mi juicio. En él se juntaban las inmensas personalidades de dos irlandeses universales, James Joyce y el propio Van Morrison, Dublín y Belfast frente a frente. La aparición del programa en este blog suscitó entonces no sólo un extraordinario interés (es el programa más descargado de todos los aquí ofrecidos), sino una a mi entender gratuita polémica, pues los abogados del músico me exigieron de manera formal -con apelaciones sutilmente amenazantes a la intervención de los aparatos judiciales- que retirara el programa de Ourmedia, el espacio en el que deposito las emisiones para facilitar vuestra posterior descarga. El frío requerimiento, formulado en la mejor prosa administrativa, dio sus frutos y efectivamente retiré el conflictivo Van Morrison/James Joyce... para hacerlo reaparecer a las pocas horas con otra denominación, Cae la nieve, que impidiera la localización fácil por los sofisticados escáneres con los que los sabuesos leguleyos rastrean el universo virtual en busca de supuestos infractores (sólo supuestos, en mi caso: aquí sólo ofrezco lo que previamente se ha emitido en Radio Universidad, que, como emisora institucional, paga todos los derechos y por tanto dispone de todos los permisos necesarios).

En fin, dejemos atrás la burocracia. En el programa de ayer noche podréis escuchar al Van Morrison más melódico y delicado, al Van Morrison íntimo, al de las baladas y los medios tiempos, al de las piezas melancólicas (Melancolía se titula una de sus más representativas canciones). Escucharemos piezas que abarcan un período de cuarenta años, los que van entre la aparición en 1968 de su LP Astral weeks, hasta la grabación en vivo e íntegra de dicho disco en Los Ángeles en noviembre de 2008, en lo que constituye la última obra publicada del irlandés; espléndidas canciones de sus discos Astral weeks, de 1968, Tupelo honey, de 1971, Poetic champions compose, de 1987, Enlightenment, de 1990, Hymns to the silence, de 1991, Days like this, de 1995 y Down the road, de 2002.

Y entre las bellas músicas, las letras, las complicadas letras de sus canciones, a partir de las discutibles versiones de Paula Serraller en unos casos y de Eduardo Jordá en otros, a veces retocadas a mi gusto; unas letras que aunque -anticipo- están, a mi juicio, en calidad y emoción a años luz de su música excepcional (hablando en plata: a mí no me dicen casi nada, o muy poco), pueden sin embargo resultaros interesantes para conocer algunas de las vertientes fundamentales de la personalidad de Van Morrison: los recuerdos de su infancia, las evocaciones irlandesas, las preocupaciones filosóficas, las veleidades místicas y religiosas formuladas de un modo siempre algo confuso y evanescente, las ráfagas poéticas, y, como no puede ser de otro modo, su personalidad, sus pasiones, los temores, sus esperanzas, la añoranza del pasado, la rabia, el amor, la sensualidad y la desesperación, los sueños, la presencia de Dios.

Con respecto a los vídeos ocurre algo similar a lo señalado para las canciones: hay tantos que uno no sabe cuáles elegir. Opto por una relativa austeridad, pues, y os dejo cuatro actuaciones en vivo, cuatro maravillas registradas también en épocas muy distintas: Days like this, Saint James infirmay, Have I told you lately that I love you y Tupelo honey.

PD.- Anteayer, el 10 de octubre, moría en un vuelo entre Los Ángeles y Amsterdam Solomon Burke, el inmenso -en todos los sentidos- intérprete de soul y rythm and blues. Hace años Buscando leones en las nubes ya le dedicó un programa, centrado íntegramente en su música. Me comprometo ahora a que tanto él como su compatriota Abbey Lincoln, que nos dejó este verano, tengan sendas emisiones monográficas a lo largo de esta temporada.



Van Morrison. La belleza de los días perdidos

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Precioso! Con el artista invitado (y contigo, por supuesto) no podría ser de otra manera (aunque, también para mí, Morrison-Joyce es 'perfecto' y sigue en cabeza. No sé cómo funciona esto, pero sigue 'agotándote', el día menos pensado nos sorprendes con otro tándem perfecto, o un solitario...).
Me ha gustado muchísimo esta 'parada' (una hora larga y ancha, de segundos discontinuos) en estos días repletos que se 'descalzan para pasar de largo sin que nos demos cuenta'. Increíble. No sé, sigo pensando que hay algo mágico, algo que prende de manera 'irracional'..., que me encanta.