martes, 21 de junio de 2011


EL CLUB DE LOS INOCENTES

Esta semana, agobiado por exámenes y reuniones, no tengo tiempo para recrearme en la entrada del blog. Os dejo, pues, las palabras con las que presenté el programa en la emisión radiada, confiando en que queráis suplir con vuestra propia búsqueda de información lo sucinto de la que yo os ofrezco ahora.

Y es que los protagonistas del programa bien merecen ese esfuerzo suplementario por vuestra parte. La emisión se desarrolla a lo largo de un doble eje monográfico, tanto en nuestra vertiente literaria como en la musical. En esta última tenemos, como os digo, unos invitados magníficos, el grupo Esclarecidos, uno de las primeras bandas de la llamada ‘movida madrileña’, aquel fenómeno que incendió la escena musical española en los primeros años ochenta del pasado siglo. Pese a tratarse de un grupo formidable no ha tenido una repercusión pública tan intensa como otras agrupaciones que sí han perdurado y que están en la memoria de más de una generación. Esclarecidos no son, en su impacto mediático, Nacha Pop o Los Secretos o Radio Futura, ni, por supuesto, Alaska y sus sucesivos acompañantes Los Pegamoides o Dinarama (o Fangoria en la actualidad). Y sin embargo, se trata de un grupo genial, que nos ha dejado muchas canciones memorables, aunque sin tanta incidencia como las de algunos de sus otros compañeros de profesión. Y ello quizá por la mayor edad de sus componentes -mayor con respecto a los jovencísimos miembros de esos otros grupos-, o por una formación musical en muchos casos académica -a diferencia del diletantismo de la mayor parte de los restantes protagonistas del fenómeno-, y también por su dedicación algo lateral al grupo: su vocalista principal, la elegante Cristina Lliso, madre de familia de tres hijos; enfrascado el resto de la banda en profesiones ajenas a la música. El caso es que, pese a permanecer diecisiete años en activo, su poso, al menos su poso explícito, no aparece hoy como tan decisivo como el de otras bandas con, a mi juicio, mucha menos calidad. Escuchando el programa podréis comprobar su impresionante nivel, lo exquisito, lo delicioso de su música, con una selección de once canciones que he escogido para conmemorar, con un mes de antelación, los treinta años de su primer concierto, que tuvo lugar, al parecer, pues los datos investigados no resultan muy claros, el 22 julio de 1981. Las canciones emitidas son Por amor al comercio, En plan velas, Cielo (una versión magnífica del Heaven de los Talking Heads, a quienes tendremos el curso próximo en Buscando leones en las nubes), El club de los inocentes, (cuyo título da nombre a esta entrada: inocencia hay, creo, en la letra de la canción, en los poemas de Villena, incluso, observada bajo un determinado prisma, en mi visión de la realidad; o quizá no, quizá en estos tiempos y a estas alturas de la vida ya sea imposible la inocencia y sea ése un club en el que ni tú ni yo podremos entrar), Arponera (que creo recordar que ya apareció en una de las ediciones ‘marinas’ del programa), Recorrerá tu piel, El tren azul, No hay nada como tú, Bajo la nieve, Miles, Miles, Miles (un homenaje al genial Miles Davis, al que por aquellos años todo el mundo, yo incluido, vio infinidad de veces -seis en mi caso- en conciertos sobrecogedores, asiduo frecuentador el genio de los escenarios españoles) y, para finalizar, Por qué (que nos trae reminiscencias futuras -si tal oxímoron fuera posible- del ínclito Mourinho). Como podréis observar, se trata de canciones alejadas de la estética y aun de la ética dominantes en aquella movida ahora tan artificialmente sobrevalorada: letras poéticas, que poco tienen en común con la frivolidad inane o la intensidad torturada de las de la mayoría de sus colegas de profesión; construcciones musicales bastante más refinadas que el habitual juego de bajo, batería y guitarras, con la destacada presencia de instrumentación de viento, de cuerda, aunque eso sí -resultaba inevitable- con las ráfagas, tan comunes en la época, de teclados, sintetizadores y cajas de ritmos.

Para acompañar la sutileza y la sensibilidad de las canciones de Esclarecidos he pensado en un poeta, Luis Antonio de Villena, también magnífico y también muy leído y muy querido por mí, muy cercano a mi forma de sentir, que no sólo se desenvolvió muy frecuentemente en los ambientes de aquella movida que hoy queremos recordar, sino que, en cierto modo, se ha constituido en una especie de cronista de aquella etapa, a la que muchas veces evoca en el espíritu y también en la letra de su versos, y a la que ha dedicado explícitamente alguna novela, al igual que su poesía así mismo muy recomendable. Os aconsejo, en este sentido, Madrid ha muerto, publicada en 1999 por la editorial Planeta. Pero en la emisión podréis escuchar once de sus poemas, escogidos, como es mi particular norma desde que empezó también en 1999 Buscando leones en las nubes, según el infalible criterio de mi gusto personal. Infalible no tanto porque al apelar a mi gusto esté acertando en la calidad o el valor objetivos de mis opciones, sino porque al seleccionar los versos que a mí me emocionan, aseguro una intensidad y una pasión que, modestamente, creo que pueden resultar contagiosas. Mi retrato triste y suntuoso, Un viejo poeta griego de Alejandría, Esa querida atmósfera de tango hacia las tres, Meditación de otoño, El gran sueño, De noche en la terraza de un ático bellamente decorado, Honor de los vencidos, Intento rehabilitar la dicha, Inicio de primavera, Labios bellos, ámbar suave y Un arte de vida, son los títulos de los poemas elegidos.

Y sobredosis de Esclarecidos también en los vídeos. Tras una actuación en directo en la que el grupo interpreta Arponera, quizá su mayor éxito (un término, por cierto, bastante incompatible con la trayectoria del grupo, siempre tan discreto y como en segundo plano) y que también sonó en el programa, os ofrezco otras cinco canciones no emitidas: Apostar, No quiero, Un agujero en el cielo, La mala rosa y Qué pasará mañana (las dos últimas sobre un fondo de fotos fijas, pero son tan espléndidas las canciones...). Espero que más allá de los anacronismos estéticos en la vestimenta y los peinados seáis capaces de apreciar el inmenso talento, la sensibilidad, la belleza de la música de Esclarecidos.




El club de los inocentes

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡Enhorabuena por esos 300 programitas!!
¡¡¡Como siempre fantásticos y muy sinceros!!
Un saludo de una buscadora de leones...;)

Alberto San Segundo dijo...

Gracias por la felicitación... Esperemos que podamos seguir buscando leones en las nubes muchos años más.