martes, 3 de abril de 2012


EL PÁJARO DE LA LLUVIA

A lo largo de las vacaciones de Pascua Radio Universidad, que acomoda sus emisiones al calendario académico, interrumpe su programación. Es por ello por lo que los dos programas de Buscando leones en las nubes que coinciden con estas fechas, son grabados y sólo salen al aire en este blog. Y aprovechando, precisamente, el hecho de que estos períodos vacacionales suelen ser propicios para el viaje, y recordando yo estos días el último mío en Semana Santa, un estupendo recorrido por Gabón, del que ahora se cumplen tres años, he querido dedicar estas dos emisiones extraordinarias al curioso país africano, a partir de un interesante libro, El pájaro de la lluvia, que tiene como subtítulo Un viaje a través del África Ecuatorial, escrito por el holandés Jan Brokken, y publicado hace algunos años por la editorial Alba en traducción de Inge Lukken.

Los seguidores habituales de Buscando leones en las nubes ya conocéis mi fascinación por África, por los encantos y los misterios, por el deslumbramiento y la magia que encierran sus paisajes y sus gentes, sus costumbres y su música, sus tradiciones, su colorido, su comida, su naturaleza, su fauna, sus enigmáticos ceremoniales, sus máscaras, su arte… por, en definitiva, la intensa maravilla de la vida africana. Hace pocas semanas tuvisteis una nueva ocasión de comprobarlo con el especial dedicado a Senegal (cuyo proceso electoral, por cierto, en una disputada segunda vuelta, ha terminado, sorprendente y afortunadamente, con la victoria de la oposición). El libro que sirve de inspiración a estos dos programas, tiene también a África, en este caso particular al Gabón, como tema central, y constituye una buena aproximación a la historia y la cultura, pero también al presente, a la vida actual del bastante poco conocido país africano.

En El pájaro de la lluvia el autor mezcla de un modo muy sugestivo distintos géneros literarios, se mueve en escenarios también diversos y describe situaciones de épocas históricas diferentes. Jan Brokken viaja a Gabón, observa sus ciudades, se adentra en sus poblados, penetra en su naturaleza desbordada, surca ríos en piragua, sufre los avatares de un singular viaje en ferrocarril, conversa con sus habitantes y, sobre todo, reflexiona sobre el país que está visitando. En el libro nos ofrece la descripción de lo que ve en su viaje, y también el fruto de esas reflexiones, sus observaciones personales, entreverado todo ello con narraciones de los exploradores que desde el siglo XV se aventuraron en la selva gabonesa, con historias de misioneros, de ceremonias tribales, de ritos caníbales; con escritos de literatos que en el siglo XX tuvieron la oportunidad de vivir algunas temporadas en Gabón; con fragmentos de novelas; con multitud de curiosidades; con datos históricos muy variados; con la sangrienta y dramática historia de la colonización; con el relato del tráfico de esclavos y el rastro no siempre benéfico del paso de los europeos por aquellas tierras; con la descripción del dominio francés hasta la independencia de 1960; con el análisis de la ciertamente descabellada política local, hasta concluir en la actual democracia formal, en la que, sin embargo, un presidente autocrático, Omar Bongo, se perpetuó en el poder desde 1967, siendo, a su muerte en 2009 -pero este dato ya no está en el libro, que es de 2001-, sustituido por uno de sus hijos, tras unas elecciones controvertidas; con la mención de las repercusiones, no siempre positivas, del descubrimiento de ricos yacimientos minerales y más recientemente del petróleo en las tierras gabonesas.

Por el libro pasan escritores como Georges Simenon o Louis-Ferdinand Céline en cuyas vidas, e incluso en cuyas obras, el Gabón tuvo una cierta presencia; exploradores como Paul de Chaillu, el primer hombre blanco que se encontró cara a cara con un gorila; como Pieter Van den Broecke, que a principios del siglo XVII hizo cuatro viajes a África en busca de aventuras y negocios; como Lopo Gonçalves, el primero que trazó un mapa de la costa del África occidental, en 1474, y a quien se debe, según algunas tesis poco creíbles, el nombre del Gabón, al recordarle el estuario al que accedía por primera vez la forma de una capa, de un gabán; como los conocidos Stanley y Livingstone, con una aparición esporádica y menor en el libro; como el fascinante Conde Brazza, el gran descubridor del Gabón, empecinado en buscar a través de la selva y surcando río arriba el Ogooué, el enlace con el mítico río Congo; como Mary Kingsley, que recorrió en piragua ese río Ogooué y que, a finales del siglo XIX, protagonizó muchas otras peripecias en el continente negro. Nos encontramos también con científicos e investigadores, sobre todos ellos el médico Albert Schweitzer, que sería premio Nobel de la paz en 1952 y que en los primeros años del pasado siglo se instaló en Lambarené, un pequeño poblado en el interior del país, construyendo un hospital ejemplar, que he podido visitar en mi viaje reciente para poder apreciar los logros que consiguieron el coraje, el mérito, la valentía y la entrega de un personaje fascinante.

Y además decenas de anécdotas con los habitantes de las ciudades y los poblados del Gabón actual, personajes anónimos pero que con sus testimonios, con el perfil que Jan Brokken hace de sus personalidades, contribuyen a dibujar mejor el panorama de un muy singular país africano, de modo que quien no conozca ese continente pienso que va a sentirse atraído de inmediato por su encanto.

Pues bien, de todos estos fragmentos heteróclitos he seleccionado las estampas gabonesas con las que completar las dos emisiones. Y, como no podía ser de otra manera, la banda sonora de ambos programas es también africana en su totalidad, con canciones que proceden de diversos países del continente negro y no sólo de Gabón, cuya exigua producción musical no da para completar una emisión digna (hay bastantes músicos gaboneses pero, a mi juicio, pocos de calidad sobresaliente y, en cualquier caso, la mayoría de difícil acomodo en el estilo “recogido” y sosegado de Buscando leones en las nubes). En la edición de esta semana han sonado, Patience Dabany, del propio Gabón, Ballaké Sissoko, maliense, la etíope Gigi Shibabaw, la caboverdiana Lura, Asmara All Stars, la banda eritrea, Dobet Gnahoré de Costa de Marfil, Ismael Lô, senegalés, la camerunesa Kareyce Fotso, el congoleño Lokua Kanza y Pierre Akendengué, el gran clásico gabonés, que aparece en último lugar pues he querido que la apertura y el cierre de la emisión los pongan voces de nuestro país invitado. Su reivindicativa canción Africa obota, que hemos escuchado en el programa, protagoniza también el extraño vídeo de esta semana, con un fondo algo surrealista de imágenes del propio músico y mapas y fotos de África y Gabón.




El pájaro de la lluvia

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha encantado el programa Alberto, que pases unas estupendas vacaciones, lo mereces :)
Un saludo.

Anónimo dijo...

"Lambarena - Bach to Africa" Un disco de homenaje a Albert Schweitzer

Albert Schweitzer, médico, filósofo, teólogo protestante, y músico franco-alemán, de origen alsaciano, Premio Nobel de la Paz en 1952 y gran amante de la música de Johann Sebastian Bach. Su hermana, Anne-Marie Schweitzer, fue la madre del conocido escritor y filósofo existencialista Jean-Paul Sartre. La visión del mundo de Schweitzer estaba basada en su idea de la Reverencia por la vida, que él creyó que fue su mayor y más simple contribución a la humanidad. Él veía una decadencia en la civilización occidental, debido a un paulatino abandono de las raíces éticas: las de la afirmación de la vida. El respeto por la vida, como resultado de la contemplación en la propia voluntad consciente de vivir, conduce al individuo a vivir al servicio de la gente y de cada criatura viva. Schweitzer fue muy respetado por poner en práctica estas teorías en su propia vida.

El proyecto "Lambarena - Bach to Africa" fue una concepción de Mariella Berthéas y de la fundación "L'Espace Afrique" como homenaje a Schweitzer y su labor en Lambaréné (Gabón) donde estableció un hospital cerca de una misión ya existente. Allí trató y atendió literalmente a millares de pacientes. Tomó a su cargo el cuidado de centenares de leprosos, y trató a muchas víctimas del mal africano enfermedad del sueño.

Lambarena reúne los dos elementos esenciales del "mundo del sonido" de Schweitzer: la música de Bach y las melodías y los ritmos nativos de su patria por adopción, el Gabón. Esta obra es el resultado de la colaboración de dos músicos dotados de un talento único: Hughes de Courson, compositor y productor francés, que armó la estructura clásica de Lambarena, y Pierre Akendengué, autor, filósofo y guitarrista del Gabón con una discografía de más de 12 discos.

De Courson y Akendengué empezaron su labor para Lambarena combinando las armonías tradicionales de Bach con diferentes armonías étnicas del Gabón (hay por lo menos 42 grupos étnicos diferentes en un país de tan sólo un millón de habitantes). Crearon un tejido de sonido fascinante que está compuesto por las voces de los cantos del Gabón y las melodías clásicas de Bach, compenetrado íntegramente por los ritmos subyacentes de la selva africana.

Después de meses de preparación, los 10 conjuntos de música del Gabón que Pierre Akendengué había escogido para que participaran en Lambarena viajaron a París para reunirse por casi 100 días en el estudio con intérpretes de música clásica occidentales así como con los músicos argentinos de tango y jazz Osvaldo Caló y Tomás Gubitsch y con los percusionistas Sami Ateba y Nana Vasconcelos.

El resultado de esta colaboración multicultural es Lambarena. Particularmente siempre consideré a Bach como el padre de la música rock y como creo que en este caso de muestra no sólo vale un botón, dejo dos.

http://www.youtube.com/watch?v=jvK7PST-zTA

http://www.youtube.com/watch?v=U_9SFDpA5mw&feature=related

Felices vacaciones a todos.

Un saludo,Marga

Alberto San Segundo dijo...

Gracias, Marga, por tu interesante y erudita aportación. Y gracias al primer anónimo por su deseo... créeme, lo estoy cumpliendo escrupulosamente...

Anónimo dijo...

una auténtica maravilla! sigue así, por favor.
Saludos