martes, 22 de mayo de 2012


UN TENUE RAYO DE LUZ

Esta semana continuamos con el protagonismo de Diana Krall que centra, como hace siete días, la vertiente musical del programa. La delicadeza, la sensibilidad, la contenida expresión de las emociones que caracterizan su música rezuman por doquier en un programa, intimista y sosegado, introspectivo y dulcísimo, en el que podréis escuchar algunas piezas que rozan -en el piano y la voz de la canadiense- la perfección. The look of love, They can't take that away from me, Departure bay, Garden in the rain, The girl in the other room, Cry me a river, Narrow daylight, But not for me, Let’s falll in love, That old feeling y The heart of saturday night, el clásico de Tom Waits, son los títulos, casi todos grandes standards del jazz, con los que sin duda podréis disfrutar.

A la hora de completar la vertiente literaria de la emisión, me he dejado llevar por las sugerencias que ha suscitado en mí la escucha de una de esas bellísimas piezas musicales, Narrow delight. Ese leve rayo de la primera luz del día que entra en nuestra habitación colándose entre las rendijas de las persianas y del que habla la canción, esa mínima muestra de un verano que se inicia, con toda su promesa de esplendor, de brillo, de acogedora calidez, resulta una metáfora apropiada para la idea común que se esconde -más o menos oculta- tras todos los textos escogidos para acompañar la música de Diana Krall. Se trata de fragmentos, entresacados de algunos libros que he leído en los últimos meses, unidos entre sí por ese muy sutil hilo conductor del que el tenue rayo de luz de la canción se constituye en una especie de emblema. Quienes seguís habitualmente Buscando leones en las nubes sabéis que muy a menudo evocamos en nuestras emisiones el territorio de los sueños, aludimos a esa aspiración tan humana de inventar mundos distintos a los de nuestra casi siempre anodina realidad, subrayamos la natural tendencia de hombres y mujeres que les lleva, que nos lleva, a construir quimeras que mejoren y embellezcan nuestra torpe cotidianidad. Sin embargo, en la presente edición, el tono general de los textos que aparecen en el programa es justo el contrario, el de un cierto conformismo sano, el que se deriva de la aceptación del presente, de las cosas que de verdad “pesan” en la vida, de los innumerables pequeños placeres aparentemente sin importancia que la existencia encierra. Y así, ese mínimo y esperanzador rayo de sol de la canción ejemplifica algunos de los placeres por los que merece la pena vivir: los muchos milagros de la naturaleza, el cielo que brilla, las presurosas nubes, el mar incesante, la blanquísima nieve, el limpio soplo de la brisa fresca, la lluvia liberadora; el cultivo paciente de nuestro propio jardín (en los dos sentidos del término, el real y el metafórico); los dulces recuerdos de la infancia; los goces del amor y hasta los de la soledad tras el desamor; los cientos de maravillas cotidianas que no advertimos con nuestra mirada apresurada y rutinaria; las soporíferas delicias (valga el oxímoron) de la vida familiar, el encantador aburrimiento ocioso de una tarde dominical, el disfrute, en definitiva, de la normalidad.

Realismo sereno y maduro, adulto, pues, frente a esa idealización, ese ánimo utópico y soñador, algo infantil, en el que tantas otras veces nos hemos deleitado. Y ello a través, como digo, de las reflexiones y comentarios o breves impresiones escritos por Emmanuel Carrère, John Maxwell Coetzee, Peter Matthiessen (al que olvidé citar en la emisión radiada), Richard Ford, Vasili Grossman, Adolfo García Ortega, John Lanchester, Howard Jacobson, Andreï Makine, Philip Roth y Haruki Murakami. Os dejo además un texto de la poeta uruguaya Juana de Ibarbourou relacionado con ese rayo de luz (espléndida la foto de NickoEncina) que ha dado pie al programa entero.

Por la persiana entornada entra al comedor en penumbra, un rayo de sol matinal. Y por la misma rendija sale a la calle, oblicua hacia arriba, una banda ancha y dorada de moléculas. Parece una legión de bailarines, pues, mirando atentamente, veo que cada uno de los puntitos rubios gira de una manera vertiginosa sobre sí mismo. Si yo supiera física, ¡cuantas observaciones podría hacer ahora! Pero no sé nada más que imaginar y soñar. Y miro con envidia a esa banda de átomos que se va a correr el mundo, llevándose quizás el secreto de todas mis intimidades. ¡Oh granitos de polvo que vais a ver lo que yo no he de mirar jamás: bosques, mares, ciudades, templos, auroras boreales, maravillas! De soplo en soplo, de ráfaga en ráfaga, recorréis la tierra, sorprenderéis el secreto de mil mujeres, y cuando el viento os vuelva a traer otra vez a este lugar, quizás haya transcurrido un gran montón de siglos. Yo no seré ya más que un puñadito de polvo amarillo. Y entonces me iré a danzar y a correr por el mundo con vosotros.

Un tenue rayo de luz

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ante situaciones en las que lo cotidiano nos pone una venda para no actuar os dejo un pequeño "revolcón" para hacer de cada día algo especial pese a las dificultades:

Fácil es ocupar un lugar en la agenda telefónica. Difícil es atender a las personas que están en ella..

Fácil es herir a quien nos ama. Difícil es curar esa herida...

Fácil es dictar reglas. Difícil es seguirlas...

Fácil es soñar todas las noches. Difícil es luchar por un sueño...

Fácil es exhibir la victoria. Difícil es asumir la derrota con dignidad...

Fácil es admirar la luna llena. Difícil es ver su otra cara...

Fácil es tropezar con una piedra. Difícil es levantarte...

Fácil es disfrutar de la vida. Difícil es darle el verdadero valor...

Fácil es prometerle algo a alguien. Difícil es cumplir esa promesa...

Fácil es decir que amamos. Difícil es demostrarlo todos los días...

Fácil es criticar a los demás. Difícil es mejorar uno mismo...

Fácil es cometer errores. Difícil es aprender de ellos...

Fácil es es llorar por el amor perdido. Difícil es cuidarlo para no perderlo...

Fácil es pensar en mejorar. Difícil es dejar de pensarlo y realmente hacerlo...

Bonito programa Alberto. Ya veo entre los orificios de la persiana, ese sol veraniego que va entrando poco a poco.

Alberto.-
.

Anónimo dijo...

Nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismos errores...

Ese leve rayo de luz hace que empecemos a ver... Prefiero la oscuridad completa donde mi realidad se acopla sin interrupciones, donde no tropiezo con luces que me ciegan.

Lo malo de los sueños que se realizan es que no nos llenan, y acabamos buscándonos otros.

Me gustó tu programa Alberto.

Anónimo dijo...

Interpreto ese rayo de luz como una especie de ilusión pero las ilusiones son los parientes pobres de los sueños y los sueños...sueños son.
Prefiero también la realidad como el anterior anónimo.

Gracias por el "revolcón" del otro Alberto2 (o quizá del 1)

இலை Bohemia இலை dijo...

Una entrada de lo más interesante...y que bien casa el poema con la fotografía. Gracias por tu visita y palabras en mi blog, se agradece...

Nos leemos!

Alberto San Segundo dijo...

Gracias a todos, una vez más, por vuestras opiniones tan amables. Me he perdido un poco entre tantos Albertos y tantos revolcones, pero los comentarios y las reflexiones son muy interesantes.

Gracias, "Bohemia", por aparecer por aquí... espero que escuches alguno de los programas y que puedan interesarte.

Anónimo dijo...

What´s a deligth for you? Daylight is a delight in itself, don´t you think so? I do. Yor programme is also delightful as well as daylight full.

Alberto San Segundo dijo...

Gracias, Mª Ángeles, por tu oportuno, erudito, cosmopolita, detallista y muy amable comentario. En mi defensa diré que, aparte de mis limitaciones con el inglés, estos calores me hacen pensar solo en "delicias"...

Un saludo

Anónimo dijo...

Sorry, I meant to say "YOUR" programme. My mistake.