martes, 19 de noviembre de 2013


ANNE SEXTON. DE NOCHE, SOLA, DESPOSO LA CAMA

Durante dos semanas, ésta y la próxima, vamos a ofreceros un par de ediciones de nuestro espacio centradas en Anne Sexton, la intensa poeta norteamericana, de cuyo nacimiento se cumplieron el pasado día nueve de noviembre ochenta y cinco años.
 
Tengo en mi biblioteca cuatro libros -y no sé si hay otros traducidos en nuestro país- de Anne Sexton: El asesino y otros poemas, publicado por Icaria en 1996; Vive o muere, que editó Vitruvio en 2008; Poemas de amor, una edición del “salmantino” Ben Clark, aparecida en Linteo en 2009; y el formidable Poesía completa que también en Linteo vio la luz este mismo año y que, con traducción, introducción y notas de José Luis Reina Palazón, recoge en más de 900 páginas todos los versos de la autora.
 
En estas dos emisiones se leen veinte de sus poemas de amor, un amor nada convencional, nada complaciente, turbulento y caótico, melancólico e infeliz. Veinte poemas, repletos de menciones al sexo, la sangre y la menstruación, el aborto y la masturbación, el engaño, el adulterio y la infidelidad, que os ofrezco alternando las versiones en castellano de Ben Clark y José Luis Reina. Ambas traducciones ofrecen propuestas muy distintas -a veces sutil y radicalmente distintas- para un mismo poema. Debo confesaros que las de Reina me resultan más convincentes, pues elige casi siempre las opciones más comunes, las más “normales” y, quizá por ello, las más elegantes; sin embargo, la mayor parte de las que aparecen en el programa se deben al joven ibicenco-británico estudiante en Salamanca, por ser las que primero leí y las que llevo ya incorporadas a mi, pese a todo, deficiente memoria.
 
Un día de octubre de 1974 Anne Sexton se puso el abrigo de piel que había heredado de su madre, se bebió dos vodkas y con un tercero en la mano entró en el garaje de su casa, encendió el motor y la radio de su Cougar rojo y se quitó la vida, escribe Elsa Fernández-Santos en un artículo de El País. Este desenlace trágico, por otro lado previsible, dados los numerosos intentos previos, y también el dolor, la enfermedad mental, el desequilibrio psíquico, los excesos con el alcohol y los desarreglos emocionales que jalonaron su destructiva y psíquicamente inestable vida (lo que aflora, consiguientemente, en su depresiva, angustiada, compleja, torturada, conflictiva, turbadora, descarnada y excesiva obra) motiva el que mi elección musical para acompañar los desgarrados versos de Anne Sexton gire en torno a canciones que hablan del suicidio, bien de un modo expreso, mencionado directamente en sus letras, bien de un modo implícito, a partir de temas que rezuman un clima de oscuridad y depresión tales que sólo puede ser interpretado como antesala de la muerte. Billie Holiday (cuya desgarrada versión del clásico Gloomy sunday, con subtítulos en castellano, aparece en el vídeo con el que cerramos esta entrada), Roxy Music, The Corrs, Eels, Elliott Smith, Isabelle Boulay, Bob Dylan, Radiohead y Gianna Nannini son los intérpretes de la depresiva banda sonora que acompaña los poemas, desasosegantes y magníficos, opresivos y complejos, extraños, intensos, contradictorios, oscuros, tristes, amenazadores, bellísimos poemas de amor de Anne Sexton.
 
Os dejo a continuación con la introducción del interesante estudio preliminar que con el título de Rata y estrella: la poesía transformadora de Anne Sexton hace José Luis Reina Palazón en su edición de la Poesía Completa de la autora.
 
 
Rata y estrella: la poesía transformadora de Anne Sexton
 
Y yo. Yo también
Muy serena en los cócteles
mientras que en mi cabeza
estoy experimentando una operación a corazón abierto.
“Caperucita roja”. Transformaciones (1971)
 
Anne Gray Harvey -Anne Sexton-, la menor de las tres hijas de una familia burguesa, nació el 9 de noviembre de 1928 en Newton, Massachusetts, y pasó la mayor parte de su vida en diversos barrios ricos de Boston. Se habla de su poesía como “lírica confesional”. El fin de su confesión no es sólo la exposición aclaratoria de sus sentimientos más íntimos, sino también el deseo de hacer patente su subjetividad, sobre todo los dolorosos temas tabú de la experiencia femenina de la vida en toda su cruel intensidad. Su visión apasionada y a la vez estilizada de la familia desmonta también las relaciones sexuales de parentesco en las que se siente en un falso lugar, señalando a la vez la insociabilidad de esa figuración socio-psicológica. Su visión impacta por su lenguaje poético sencillo, casi conversacional, pero a la vez altamente rítmico, que basa su fuerza en las imágenes conmovedoras y en las muy originales cadenas asociativas. Impresionó a su público sobre todo por su disposición a mostrar el propio sufrimiento y la propia pasión de una manera abierta, torrencial. Ya en su primer libro, Al manicomio y casi de vuelta (1960), con el que se hizo inmediatamente famosa, describe su desplome psíquico, su estancia en la clínica de nervios, la terapia como confrontación con los traumas del pasado, y el intento de encontrar un nuevo equilibrio con su familia. Aquí comienza lo característico de su lírica: la utilización descarnada del material autobiográfico y su precisa transformación en forma poética. En los otros libros siguientes, diez en total, escribe de manera radicalmente sincera sobre la contradicción del odio y el amor en la maternidad, sobre la dependencia del alcohol y las píldoras, sobre la labilidad psíquica y el delirio, sobre el aborto, la masturbación, el incesto, el adulterio, el suicidio y el éxtasis sexual destructor. Temas candentes en un lenguaje claro y original, por ello doblemente atractivo.
 
Anne Sexton reelabora en su poesía un tipo de comportamiento contradictorio desarrollado desde su niñez. Por una parte es una figura que busca atención, atractiva y de fuerte voluntad, que impresiona a los demás por ser alegre y sociable; por otra tiene el convencimiento de ser alguien involuntariamente marginal, que sufre de un dolor insuperable que ya en su infancia se expresaba por fuertes altibajos emocionales y una gran tensión. A los diecinueve años, en 1948, elige en lugar del estudio la supuesta felicidad matrimonial, cuyas dificultades le llevan, tras el nacimiento de su segunda hija en 1955, al tratamiento psiquiátrico por estados de angustia de los que no se librará a lo largo de su vida. Fue su terapeuta el Dr. Martin Orne quien le aconsejó que escribiera poemas. Estos se convirtieron en una psicoterapia de decenios en cuyo discurrir comienza a comprender el lenguaje de su inconsciente, sin lograr librarse de sus depresiones e intentos de suicidio. La terapia continúa en seminarios de poesía, workshops, periódicos, revistas y libros en los que se dan a conocer sus textos, los escenarios donde los lee, sus lecciones donde transmite sus conocimientos. Sus libros son nominados para el National Book Award. Entra en la Royal Society of Literature. Recibe beca tras beca para la escritura de sus libros y viajes, de la Ford-Foundation, del Congress for Cultural Freedom, etc. La nombran profesora de la Universidad de Boston. En 1967 recibe el Premio Pulitzer y el Shelley Award de la Poetry Society of America. Viaja a Inglaterra para las lecturas de su obra. En 1968 recibe el Phi Beta Kappa de la Universidad de Harvard y en 1969 el del Radcliffe College. En 1970 el doctorado honoris causa de la Tufts University, en 1972 el de la Fairfield University y en 1973 el del Regis College. Además de en Boston, como profesora titular, enseñó en la Crashaw Chair de la Colgate University y en la Bread Loaf Writer’s Conference. La nombran miembro del jurado del Premio Pulitzer. Su obra teatral Mercy Street se estrenó en el American Place Theatre de Nueva York y su ópera Transformations en la Minneapolis Opera Company. En 1974 lee sus poemas en el Sanders Theatre de la Harvard University.
 
El 4 de octubre de 1974, la condición contradictoria del éxito social y la desgracia psíquica la llevan, sin embargo, tras varios intentos fallidos, al suicidio. Bebe dos vodkas, toma un tercero en la mano y vestida con una abrigo de piel de su madre se encierra en el garaje. Sentada ante el volante de su Cougar rojo, pone en marcha el motor y enciende la radio. Muere una mujer poeta, nace un mito fulgurante. Su trayectoria es fulminante y lunar, una partida incesante y fatal de un as insólito A(nne) S(exton).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Nostalgia, melancolía , resignación se dan la mano. Bonito, pero doloroso y complejo texto.
Enhorabuena Alberto por hacer que las palabras tengan voz propia.Expectante para la siguiente.

Gracias.


Anónimo dijo...

Un programa interesante que te deja un poco desesperanzado. En honor a la autora dejo este poema:

Ahí está lo que fue: la terca espada
del sajón y su métrica de hierro,
los mares y las islas del destierro
del hijo de Laertes, la dorada
luna del persa y los sin fin jardines
de la filosofía y de la historia,
el oro sepulcral de la memoria
y en la sombra el olor de los jazmines.
Y nada de eso importa. El resignado
ejercicio del verso no te salva
ni las aguas del sueño ni la estrella
que en la arrasada noche olvida el alba.
Una sola mujer es tu cuidado,
igual a las demás, pero que es ella.

Al triste - Poemas de Jorge Luis Borges

Alberto San Segundo dijo...

Gracias por vuestras amables aportaciones.

Un saludo