martes, 14 de junio de 2016


JOHN GALSWORTHY. AMAR LA BELLEZA

Buscando leones en las nubes os invita una vez más a una edición más de la serie que estamos dedicando desde hace un mes a obras literarias de las que he entresacado todos los textos que componen cada uno de los programas. Y así tras tres espacios centrados en diversas novelas de John Banville y el de hace siete días, con Tu rostro mañana de Javier Marías como referencia, esta semana y la que viene nos ocuparemos de La saga de los Forsyte, la obra magna de John Galsworthy, un ciclo novelístico integrado por tres trilogías y cuatro breves interludios que presenté el pasado 1 de junio en mi otro espacio de Radio Universidad y cuya extensa y entusiasta reseña podéis leer en todoloslibrosunlibro.blogspot.com.

Sin demasiado tiempo en el espacio para comentarios que impidan disfrutar convenientemente del interés de los fragmentos elegidos y de la belleza de las tiernas canciones que los acompañan, os adelanto ahora que de las muchas vertientes en las que se desarrolla la excepcional saga de Galsworthy, es la dimensión amorosa de la obra la que comparecerá en estas dos emisiones. Un forsyte, leemos en una de las novelas, no amará más a la belleza que a la razón, ni a sus deseos más que a su salud. Y sin embargo, ese conflicto que la estricta racionalidad de la familia protagonista resuelve aparentemente en favor de la mente y el orden, de la norma y las convenciones, de las seguras costumbres y el comportamiento cabal, permea la obra entera, en la que la fuerza del amor, de la pasión, de la belleza, surge impetuosa y hasta llega a hacer tambalear y poner en peligro las rígidas convicciones de los miembros de la muy burguesa y comedida estirpe.

Teñidos de un muy patente tono melancólico y crepuscular, los textos que os presento en el programa son, sin embargo, muy bellos e inspiradores; tristes pero también llenos de dulzura, de sensibilidad y de emoción. Como lo son también los delicados temas musicales que los complementan, interpretados por Isobel Campbell con Mark Lanegan, Hannah Miller, Cunnie Williams, The Bird and the Bee, Jerry Douglas con Paul Simon, Keren Ann, Pilar, Ben Harper, Anoushka Shankar, Ben Watt, Nancy Lane, Lisa Bassenge y Beth Gibbons con Rusty Man.


La idea fija que ha dejado atrás más agentes de policía que cualquier otra forma de desorden público nunca adquiere más velocidad y resistencia que cuando adopta el ávido disfraz del amor. La idea fija del amor no presta atención a los setos, las zanjas y las puertas, a los seres humanos sin ideas fijas o con ellas, a los cochecitos de bebé con su contenido que va succionando ideas fijas, ni siquiera a los demás enfermos de tan veloz enfermedad. Corre con la mirada centrada en su interior, en su propia luz, ajena a las demás estrellas. Los que tienen la idea fija de que la felicidad humana depende de su arte, de hacer la vivisección a los perros, de odiar a los extranjeros, de pagar el impuesto adicional, de seguir siendo ministros, de mantener las cosas en funcionamiento, de impedir que sus vecinos se divorcien, de la objeción de conciencia, de las raíces griegas, del dogma de la Iglesia, de la paradoja, de la superioridad sobre los demás y otras formas de egocentrismo, son seres inestables comparados con aquel o aquella cuya idea fija consiste en la posesión del ser amado.

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