martes, 4 de octubre de 2016
ROBERT CRUMB. ESTOY SOLO Y TRISTE
Bienvenidos una semana más a Buscando leones en las nubes que, en esta ocasión, os ofrece la quinta entrega de la serie que llevamos emitiendo desde principios de septiembre con la música de raíz norteamericana como protagonista. Así, y siempre utilizando como referencia el libro Héroes del blues, el jazz y el country, que recoge las imágenes, muy descriptivas y reveladoras, en las que Robert Crumb, el gran clásico del cómic, retrató a más de cien intérpretes pioneros en esos géneros de la música de los Estados Unidos de las primeras décadas del siglo pasado. El libro, editado por Nórdica y presentado hace unos meses en nuestro país es, además de esa magnífica recopilación del peculiar arte de Crumb, una interesante enciclopedia, ligera pero muy “apetitosa”, que nos permite conocer, aunque solo sea de manera elemental, el fecundo caudal de tradiciones, de huellas, de fuentes e influencias que están en la base de gran parte de la música estadounidense que hoy se escucha en el mundo.
En nuestros cuatro anteriores espacios nos hemos centrado, a pares, en el blues y el jazz, con dos programas para cada género, de manera que esta semana y la que viene os introduciré gustoso en el fascinante mundo del más primigenio country con treinta y tantas piezas, rescatadas en muchas ocasiones de sus carraspeantes grabaciones originales, en las interpretaciones de una serie de músicos formidables, casi todos desconocidos para mí antes de la lectura del libro, que merecen, no obstante, el recuerdo y la valoración actuales. Eck Robertson and Family, Da Costa Woltz's Southern Broadcasters, Gid Tanner and The Skillet Lickers, Fiddlin' John Carson & His Virginia Reelers, Earl Johnson & His Dixie Entertainers, The Carter Family, Fiddlin’ Doc Roberts Trio, Ted Gossett’s String Band, Jimmie Rodgers, Harry McClintock, Dr. Humphrey Bate And His Possum Hunters, Uncle Dave Macon & His Fruit-Jar Drinkers, Burnett & Rutherford, Mumford Bean & His Itawambians, The Shelor Family, Narmour W.T. & S.W. Smith y The Tennessee Ramblers son los formidables -e ignorados- intérpretes.
Entre las canciones os leeré unas muy sucintas semblanzas biográficas, escritas por Richard Nevins, que acompañan en el libro a las simpáticas y elocuentes estampas de Crumb.
Los ídolos de “pizarra” de Robert Crumb. Darío Prieto Sierra
En Ghost world, la película de Terry Zwigoff sobre el cómic de Daniel Clowes, Steve Buscemi daba vida a un coleccionista de viejos discos de pizarra: blues, swing, ragtime y country de artistas prácticamente desconocidos que sonaban a 78 revoluciones por minuto, la velocidad a la que se quedó atrapada la old-time music, la música de los viejos tiempos. La obsesión de Buscemi por esa Arcadia musical que desapareció mucho antes de que sonase el primer rock era una referencia clara al dibujante de cómics Robert Crumb. El autor de Mr. Natural y Fritz the Cat se ha mantenido firme en dos afectos a lo largo de su vida: las mujeres rotundas de piernas fuertes y la nostalgia por aquellos viejos buenos tiempos. En una de sus muchas historietas autobiográficas, Crumb recordaba cómo él -un católico blanco, temeroso, aprensivo e hipocondríaco- merodeaba por las barriadas negras pobres, aterrado, en busca de algún tesoro escondido en forma de desván lleno de pizarrosos discos. Pero su pasión no se queda ahí: aprendió a tocar el banjo y la mandolina para emular a sus ídolos e incluso formó un grupo de revival (R. Crumb & his Cheap Suit Serenaders) con el que publicó varios discos en los 70.
Una de las materializaciones de este amor de Crumb fueron las series de cromos que realizó durante los años 80 y que, al modo de las colecciones de estampitas que se regalaban antaño en los paquetes de chicles o las cajetillas de tabaco, reunían retratos de sus héroes. En vez de jugadores de béisbol o estrellas de Hollywood, el dibujante inmortalizó a pioneros del blues, el jazz y la música country, en tres series distintas realizadas en colaboración con el sello Yazoo Records, encargado de recuperar de la frágil pizarra aquellas canciones y reeditarlas en formatos más actuales. Las series, realizadas en cartulina recortada (para los músicos de blues y country) y acuarela (para los de jazz) fueron reunidas en un libro publicado en 2006 y que ahora edita en española editorial Nórdica bajo su división de cómic. El volumen viene acompañado de un CD con 21 temas de algunos de los protagonistas de las ilustraciones, grabados originalmente entre 1927 y 1931.
Crumb dibuja en estas láminas a leyendas como Louis Armstrong, Skip James, Benny Goodman, Jimmie Rodgers, Duke Ellington, Coleman Hawkins y Charlie Patton. Pero lo más interesante es el recorrido por esos rostros de quienes murieron prácticamente en el anonimato antes de que la amplificación llegase a la música, en 1935, y de que el propio Crumb llegase a este mundo, en 1943. String bands (grupos de instrumentos de cuerda, formados generalmente por guitarras, banjos y fiddles o violines usados para la música popular de raíces) de larguísimos nombres y compuestas íntegramente por blancos (alguno de los cuales se atrevía a tocar el serrucho musical) aparecen junto a jug bands (formaciones en la que, además de guitarras, se usaban instrumentos caseros, como garrafas sopladas por el cuello) de músicos negros, en un viaje que muestra la particular convivencia de razas y tradiciones sonoras en estados como Mississippi y Alabama. Las breves notas biográficas que acompañan las ilustraciones tienen apenas un par de datos, y en muchos casos ni siquiera pueden recoger una referencia de las fechas de nacimiento y muerte de los protagonistas.
El propio Zwigoff, que ha dirigido un documental sobre el dibujante (Crumb, 1994) y que tocó frecuentemente con sus Cheap Suit Serenaders, se encarga también del prólogo de esta edición, y explica el interés del artista por los músicos que se quedaron en los márgenes, en vez de por las grandes estrellas: "A Robert le gustaban esos artistas, pero aparentemente disfrutaba más homenajeando a las bandas menos conocidas. Tal vez quisiera darles un poco del merecido reconocimiento tras tantos años de anonimato. La existencia y disponibilidad de fotografías condicionó en parte a los músicos que se incluyeron. Es casi un milagro que alguien tuviera una foto de Mumford Bean and his Itawambians, un conjunto tan poco conocido que probablemente sólo haya una docena de coleccionistas acérrimos de country que conozcan el único disco de 78 r.p.m que existe de ellos y jamás reeditado".
Otro ejemplo serían Hoyt Ming and his Pep Steppers, una familia originaria de algún pueblo en torno a Tupelo (el lugar de nacimiento de Elvis Presley) que grabó una única sesión y luego volvió "a sus vidas rutinarias de trabajo y al más absoluto anonimato". Es decir, como el 90% de los grupos de la época.
En sus retratos, explica Zwigoff, Crumb se inspiró más en la música de los discos de 78 r.p.m que en las propias fotografías que tuvo a su disposición. Rostros que Crumb quiso rescatar del sumidero del olvido y hacerlos mirar a la inmortalidad.
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