martes, 14 de julio de 2020


LA HISTORIA DEL AMOR 

En esta extraña fase en la que se desenvuelve Buscando leones en las nubes desde hace meses, en la que no he podido presentaros emisiones nuevas por la imposibilidad de su grabación a causa de la epidemia del coronavirus, aprovecho esta semana para recuperar uno de los programas que más me gusta, al margen de sus sonido defectuoso, de mi lamentable voz y de otras limitaciones técnicas, de entre los casi setecientos emitidos hasta ahora. 

Emitido en mayo de 2006, La historia del amor gira sobre el libro del mismo título escrito por Nicole Krauss y publicado en España por la Editorial Salamandra. Se trata de una emotiva, sensible, tierna, algo triste y excelente novela de la que en su momento, y de cara a la emisión radiada, extraje una microhistoria, un pequeño relato que aparece intercalado -sin sustantividad propia- en la trama del libro, pero que pese a su presencia más o menos circunstancial, menor, en el texto, concentra de un modo perfecto, a mi juicio, su espíritu, su clima, su alma, su esencia. 

En el programa leo diversos fragmentos de esa historia, una historia que en la novela es narrada por su protagonista principal, un anciano judío que, ya jubilado, rememora desde Brooklyn su infancia en Slonim, su pueblo de origen, en una Polonia acosada por el terror nazi en los años inmediatamente anteriores a la segunda guerra mundial. La infancia, el amor, la memoria, la soledad, el paso del tiempo, la amistad, la vida que perdemos, son algunos de los temas que surgen engarzados a través del hilo conductor de un manuscrito, La historia del amor, que se constituye en el eje del libro. 

El emotivo texto brota entre canciones delicadas, intimistas y tristes interpretadas por Amar, Sinead O’Connor, John Coltrane y Johnny Hartman, Roberta Flack, Paula Cole, Van Morrison, Carole King, Tindersticks, Maysa Matarazzo y Tom Waits que con su voz grave, profunda, rota, tristísima, pone fin de un modo sobrecogedor a la emisión.


El hombre que se había hecho invisible escuchó todas estas cosas, de pie en la sala. Tenía veinticinco años. Había cambiado tanto desde la última vez que había visto a la muchacha que ahora una parte de él quería soltar una risa fría y dura. Ella le dio una pequeña foto del niño, que entonces tenía cinco años. Le temblaba la mano. Le dijo: Dejaste de escribir. Pensé que habías muerto. Él miró la foto del niño que cuando creciera se parecería a él y, aunque, esto él no podía saberlo, iría a la universidad, se enamoraría y desenamoraría y sería un escritor famoso. ¿Cómo se llama?, preguntó. Le puse Isaac, dijo ella. Se quedaron en silencio largo rato, mientras él miraba la foto. Al fin pudo decir dos palabras: Ven conmigo. De la calle subían gritos de niños. Ella apretó los párpados. Ven conmigo, repitió él alargando la mano. A ella le resbalaban lágrimas por las mejillas. Tres veces se lo pidió. Ella negó con la cabeza. No puedo, dijo. Miraba el suelo. Por favor, dijo ella. Así pues, él hizo lo más difícil que había hecho en su vida: cogió el sombrero y se fue.



La historia del amor 

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