domingo, 2 de noviembre de 2008


MAMÁ

El 5 de agosto de 2006 murió mi madre. Algunas semanas después le dediqué mi primer programa de modesto homenaje y particular recordatorio en Buscando leones en las nubes. El 5 de febrero de 2007, seis meses después, se emitió el segundo de los programas en su memoria.

Hoy, día de difuntos, quiero ofreceros aquí ambas emisiones en una nueva ocasión para su recuerdo (en mi caso, en el de mi familia, en el de quienes la conocieron) y para la reflexión (en el de cualquiera que los escuche, pues creo que lo que en ellos se cuenta tiene un valor universal, trasciende la anécdota personal -siendo ésta importante, siendo esencial: era mi madre- y toca algo, un último reducto de la intimidad que a todos nos concierne).

En el primero de los programas leí un texto precioso de Elvira Lindo que, con el título de Corazón abierto y con la enfermedad y la muerte de su propia madre como motivo central, se publicó en El País el 30 de agosto de 2006, a los pocos días de morir la mía. Entre las conmovedoras palabras del relato de Elvira Lindo intercalé algunas canciones, todas muy tristes y muy emotivas, que con la muerte de la madre como tema principal, en la mayor parte de los casos, o con la muerte contemplada desde una perspectiva más general, en los demás, interpretaron Grant Lee Phillips, Bruce Springsteen, Annie Lennox, Iris Dement, Antony And The Johnsons, Johnny Cash, Sarah McLachlan, Lene Marlin, Eric Clapton y Gary Jules.

Para la segunda de las emisiones elegí un enfoque masculino, mucho más cercano a mi sensibilidad, pues, para hablar del terrible impacto que supone en nuestras vidas la desaparición de la madre. En el programa leí fragmentos de un libro excepcional, una auténtica obra maestra, El libro de mi madre, de Albert Cohen, publicado hace muchos años por la editorial Anagrama. Albert Cohen rememora, ya un hombre maduro, años después de su fallecimiento, que había tenido lugar en 1943, en una Marsella ocupada por los nazis, la figura de su madre, su infancia con ella, su vida con ella, en un texto tristísimo y apasionado, emocionante y desolador, lleno de ternura y de amor, de dolor y melancolía, de recuerdos y nostalgia y lágrimas y afecto y gratitud y pesar... Para acompañar los textos de Albert Cohen, me pareció oportuna una alternativa musical autobiográfica. Escogí una serie de canciones (las más tristes) de mi última adolescencia y mi primera juventud, por entender que, más allá de la infancia, es esa etapa de la vida, en la que el joven rebelde (todos lo son) busca su independencia y ansía construir su espacio propio, fuera de la esfera de la tutela maternal, la que representa mejor, quizá, la influencia que la madre ejerce en nuestras vidas (para bien y para mal, con su amor entregado, solícito e incondicional, pero también con su afán protector, su cariño a veces algo asfixiante, su abrazo naturalmente posesivo que en ocasiones impide volar). Salieron al aire, así, preciosas canciones de Pink Floyd, Emilio Cao, Graham Nash, Lluis Llach, Genesis, The Rolling Stones, Neil Young, The Mamas and the Papas, The Beatles, Simon & Garfunkel y Luis Emilio Batallán, que constituyen la banda sonora, como digo, de algunos de los años más importantes (por cambiantes, por desconcertados, por indecisos, por titubeantes, también por tristes) de mi propia vida.

Espero que ambos programas puedan, recordando a mi madre, traeros a la memoria a las vuestras, y por ello, aunque entre lágrimas, os hagan felices.



Mamá I. Elvira Lindo


Mamá II. Albert Cohen

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy valiente y muy sentido este doble homenaje. Y ella, muy muy guapa... Seguro que le ha llegado.
Gracias por hacer cosas así.

Anónimo dijo...

Tristísimo programa. También bonito. Demasiadas emociones en torrente. Uf!!! El segundo para otro día.

Mira también los siglos infinitos que han precedido a nuestro nacimiento y nada son para la vida nuestra.
Naturaleza en ellos nos ofrece como un espejo del futuro tiempo por último, después de nuestra muerte
¿Hay algo aquí de horrible y enfadoso?
¿No es más seguro que un profundo sueño?

De Rerum Natura, Lucrecio

Anónimo dijo...

Tremendamente emotivo,hermoso,intenso,conmovedor.
Tu recuerdo ha cargado de nostalgia mi tarde en un día en que mi madre cumple 84 años(vive aunque casi inconsciente de ello, es otra manera de estar muerta).
Inevitablemente has hecho que volviera al pasado, a la antigua casa, a sus olores, a esa etapa adolescente en la que estás tan perdida(si es que ahora no sigo en ella).
Tu atrevimiento es digno de alago.Gracias, Alberto

ojovo dijo...

(entre lágrimas)
Mamita...

Anónimo dijo...

Sí, de verdad, muy valiente. Ella guapísima. Suscribo los comentarios anteriores. Gracias.

Anónimo dijo...

La belleza de tus comentarios contrasta con la tristeza de los sentimientos que éstos provocan, encontrar un equilibrio en estos dos términos que normalmente viven sin contacto mutuo, es un auténtico triunfo. Enhorabuena alberto

ANSÍO EL MOMENTO dijo...

Lo has conseguido Alberto, me has conmovido. Tus comentarios,la música... Gracias por estos dos programas... ¡ que manera más bella de expresar tus sentimientos!

"salakot" by Carlos Montenegro dijo...

No quiero faltar aquí porque también estoy tocado, primero por la vida, y después -o más bién por ello- por la música y textos escogidos. Aunque el recuerdo es habitual gracias por aflorarlo con esa selección y tus palabras.

Anónimo dijo...

Cuando fallecieron mis padres, además de los típicos tópicos que tu mencionas, recibí de algunos amigos textos como la Elegía a Ramón Sijé de Hernández o 'canción para Julia' de Goytisolo versionada magistralmente por Paco Ibañez......a partir de ahora añado otra referencia (tus dos programas) cuando se trate de recordar hechos que no por cotidianos son menos dolorosos para todos nosotros. Simplemente.....Gracias

Anónimo dijo...

Amigo Alberto, sencillamente precioso! Soy madre y me ha llegado muy hondo.
Nachy.

Alberto San Segundo dijo...

Gracias a todos por compartir tantas emociones...

FER dijo...

Muy bonito y muy emocionante el recuerdo de tu madre, que además era mi hermana. Un abrazo. Tu tio Adolfo

Anónimo dijo...

Aunque no lo necesitas porque eres fuerte y seguro de ti mismo, ella siempre será tu angelito de la guarda y cuidara de ti.
nueve seis