martes, 3 de febrero de 2009

CAVAFIS

Buscando leones en las nubes dedicó la emisión del lunes pasado a Constantino Cavafis, el formidable poeta griego (nacido sin embargo en Alejandría). Se trata de un poeta excepcional, inconmensurable, que ocupa por derecho propio un lugar preeminente en la historia de la literatura, pero que está, sobre todo, inscrito en mi biografía personal -permitidme un nuevo rasgo, uno más, de narcisismo desaforado: me pongo yo por delante de la Historia-, incorporado de un modo intensísimo a mi propia vida, una vida que, creedme, hubiera sido otra sin su presencia. Yo compré mi primer libro de Cavafis (la grafía de su nombre era, entonces, en aquel primer libro, Konstantino Kavafis) en 1976, en la edición algo heterodoxa de José María Álvarez para la editorial Hiperión (he mantenido para el programa, en general y pese a lo irregular de algunas de ellas, las traducciones de aquel libro ‘iniciático’: mí Cavafis siempre sonará con la música de entonces). Para mí, un entusiasta e inocente joven fascinado por la literatura, Cavafis era un completo desconocido (y ello pese a que ya circulaban en nuestro país algunas traducciones de sus versos). Sus poemas me resultaron deslumbrantes, conmovedores, emocionantes, me descubrían aspectos de la vida que yo, a mis pocos años, no alcanzaba a vislumbrar, no podía ni imaginar: la quimera en que siempre convertimos el pasado, la nostalgia de quienes fuimos en otros días, en otras vidas, el desgarro que provocan los sueños rotos, la tristeza y el dolor de la pérdida, la evocación de la juventud desaparecida, la fragilidad de la memoria, la melancolía del recuerdo y el irremisible y quizá salutífero olvido. Además, muchos de sus versos me hablaban de personajes históricos o mitológicos o literarios, habitantes del mundo clásico e igualmente ignorados por mí (o, si conocidos, identificados en otra dimensión diferente -más escolar, más académica, profundamente insustancial- a la que presentaba el poeta), y cuya aparición en aquellos poemas me desconcertaba y atraía a la vez, me sumía en una dolorosa confusión por mi ignorancia culpable y simultáneamente despertaba en mí ansias de conocimiento, de saber: Marco Antonio, Alejandro, Orofernes, Calístrato, Antíoco, Remón, los Ptolomeos, Augusto Constancia… Y me sorprendía también, y me apasionaba, la ambientación en un universo fascinante de evocaciones riquísimas, de referencias cultas, llenas de secretos y sensualidad, puertas abiertas, cada uno de esos poemas, a otros mundos rodeados de misterio, exóticos y desconcertantes, y por ello muy sugestivos y atrayentes: Bizancio, Alejandría, Persia y Roma, Antioquía y Capadocia y Éfeso y Siria y Jonia y tantos otros lugares excitantes y enigmáticos. Y en esos escenarios misteriosos... las calles, la furia y el bullicio de las ciudades comerciales, de la modernidad desbordante, de un Occidente que se imponía por doquier (Cavafis había nacido en 1863, el mundo cambiaba), aunque también la mezcla abigarrada, los aromas penetrantes, los burdeles, la suciedad, el esplendor y la miseria, el brillo y el declive y la magia y el dolor de las urbes orientales. Pero, de un modo principal, Cavafis era para mí, en aquellos días de 1976, el amor, la plenitud y la intensidad del amor, la procura siempre renovada de los cuerpos, la pasión erótica, el deseo, la búsqueda esperanzada, tras cada esquina, en cada recodo, en cada ocasión, del ser amado, el goce de la carne, el éxtasis del placer, la euforizante energía del sexo, el temblor de los encuentros imprevistos, el erotismo incipiente, la sensualidad que se insinúa tras una mirada apenas percibida, la sentimentalidad desbordada, el adolescente enamoramiento del mundo y sus azares, y por encima de todo la decidida apuesta, la terca apuesta, con la fuerza y el ímpetu y el empecinamiento ciegos que son signos distintivos de la juventud, por la belleza, esa aspiración de la belleza que aún está presente en mis deseos de madurez y de la cual Buscando leones en las nubes quiere ser -es, sin duda- una muestra.

Con el fin de ofrecer una representación variada de la obra del genial poeta griego he escogido para el programa poemas de las diferentes ‘categorías’, podríamos decir, de la obra cavafiana: algunos más o menos filosóficos o reflexivos, otros con referentes históricos o mitológicos y, otros, los más, con el amor y el deseo como protagonistas principales. Todos bellísimos, intensos, repletos de evocaciones y de emoción, muy íntimos, muy ‘verdaderos’. Y con esa misma voluntad plural y abarcadora he querido ambientar los versos profundamente mediterráneos de Cavafis con música de las riberas del Mare Nostrum, canciones preciosas interpretadas por la argelina Souad Massi, el tunecino Anouar Brahem, la israelí Yael Naim, la sarda Franca Masu, el turco Mercan Dede, la palestina Rim Banna, la egipcia Natacha Atlas, la griega Eleftheria Arvanitaki, la catalana Lidia Pujol y el grupo corso A Fileta.

Os dejo dos vídeos. El primero, un canción en directo de la magnífica cantante argelina Souad Massi, que me entusiasma y que, por ello, ha aparecido con reiteración en Buscando leones en las nubes. El otro, una versión sorprendente de El universo sobre mí de Amaral hecha por la griega Elefhteria Arvanitaki y también emitida con anterioridad en nuestro programa.









Constantino Cavafis

7 comentarios:

Anónimo dijo...

En primer lugar, un saludo a todos los asiduos y no tanto (como yo, aunque que eso puede cambiar a partir de hoy) del programa. Las gracias, a quien (con todo acierto) me recomendó que visitara esta página. ¡Maravilloso,maravilloso Kavafis! Uno de mis favoritos...entre tantos otros que aún me quedan por descubrir. Seguro que esta página me ayudará a ello. Será, sin duda, un lugar donde disfrutar de textos y músicas excelentes. Un remanso de paz y una buena forma de mitigar soledades. Gracias por este programa.
Saludos a todos,
Sidse

Anónimo dijo...

Soberbio...uhm... Maravilloso

Vuelvo a escucharlo ya, con calma...no, con calma no, con impaciencia...ya, ya

Uff, gracias. ¡Qué programa!
Saludos a Sidse, bienvenid@. Sí, esto es genial. Un solaz. Bueno, no sé si siempre un remanso de paz, porque a veces los programas despiertan sentimientos, sensaciones dormidas. Pero eso, eso es lo que me gusta también.

En fin, emocionante. Me preparo a escuchar de nuevo.

Saludos

ÍTACA

Alberto San Segundo dijo...

Recibe la bienvenida al blog, Sidse. Te agradezco tu presencia y tus benévolos comentarios. Espero que, de ahora en adelante, puedas 'repescar' programas antiguos y disfrutes de los nuevos. Déjame, tan sólo, hacer una pequeña precisión, una ligera corrección en relación a tus palabras. 'Una buena forma de mitigar soledades', escribes. Ya sería noble, claro, un programa que lograra tan alto fin. Pero, ambicioso siempre, aspiro a más aún, no quiero conformarme con esa visión un tanto pasiva de 'Buscando leones en las nubes': ayudar, en cierto modo, a tapar carencias, suplir estímulos mejores. No, estoy más de acuerdo con un enfoque más activo, más entusiasta y positivo. ¿Mitigar soledades?... no, no... despertar ansias, llamar a la acción, impulsar, provocar, fomentar el deseo, la vida... Escuchar 'Buscando leones en las nubes' debiera suponer (lo sé, soy demasiado ingenuo; demasiado pretencioso, también) renunciar a la vida que no nos gusta, salir a la calle enarbolando la bandera de la felicidad, luchar por la vida realizada, por la belleza, por el amor... En fin... exagero, quizá... No al conformismo, en cualquier caso... sí a la búsqueda comprometida de la plenitud, de la vida lograda. No a un mero soportar el insatisfactorio presente, sí a un combate esperanzado por un futuro intenso (en realidad, por un presente intenso).
Hecha la precisión, te reitero mi agradecimiento. Espero que sigas con atención 'Buscando leones en las nubes'

Y con respecto a ti, Ítaca, ya no me queda nada por decir. Eres demasiado amable. Espero no defraudar las altísimas expectativas que depositas en 'Buscando leones en las nubes'. Gracias

Anónimo dijo...

Es verdad,siempre hay que tener presente ese"Ítaca"...me encanta el significado que Cavafis le da....siempre pensé igual que él, quizá, por ello, cuando descubrí el Egeo y el más allá mediterraneo, lo percibí así:pura belleza, pura ilusión, puro disfrute de los sentidos(!vamos!,un hedonismo con huella, retenido en cuerpo y alma)
Es cierto Alberto,soy de las que piensan que tu "buscandoleones" tiende esa mirada a descubrir, a abrirse,a sentir la felicidad,a que desaparezca esa mediocridad que crea lo rutinario,a compartir.
Bienvenida Sidse, bienvenida al club. Besos, Ítaca.

Anónimo dijo...

¡María! qué bien otra vez aquí.

Saludos

ÍTACA

Anónimo dijo...

Muchas gracias a tod@s por una acogida tan calurosa. Me siento abrumada... Espero poder compartir muchos momentos de plácido y enriquecedor intercambio de opiniones a partir de ahora. Seguiré atentamente todas las emisiones, sin duda......
Saludos,
Sidse

Anónimo dijo...

Coincido totalmente contigo Alberto. La vida es para disfrutarla al 100%. Llegar a la cumbre de la autorealización, según nuestro amigo Maslow jejeje. Merece la pena ver las cosas de una manera diferente a la que nos ofrecen los noticiarios, pero eso sí con los piés en la tierra y haciendo a cada uno de los que tenemos más cerca la vida más fácil para disfrutar ámbos. Eso es lo que veo en tu programa.Itaca, maravillosos tus comentarios y María que voy a decir. Bienvenida Sidse y esperamos tus enriquecedoras aportaciones.
Ansío el momento