martes, 12 de abril de 2011


EN TODOS LOS ESPEJOS COTIDIANOS

Con la última emisión ‘oficial’ antes de las vacaciones de Semana Santa (el próximo martes dejaré aquí un programa de propina, sólo para los seguidores del blog, que no saldrá al aire en las ondas) cerramos la serie que hemos dedicado en Buscando leones en las nubes al tema de la identidad. El enfoque con el que encaramos esta tercera edición de la serie es algo distinto al de las semanas anteriores, pues nos acercamos a los límites del yo a partir de un puñado de poemas que escudriñan los abismos de nuestra personalidad enfrentada a la imagen del espejo. Espejos, pues, en los poemas de Felipe Benítez Reyes, Ángel González, Juan Luis Panero, Francisco Díaz de Castro, Luis Martínez de Merlo, José Hierro, José Mateos, Pelayo Fueyo, Lorenzo Oliván, Fernando Ortiz, Juan Manuel Villalba, Enrique Lihn y Javier Rodríguez Marcos. Espejos que reflejarán broncos despertares, vergüenza y espanto, asombro y miedo, huellas de la nada que, en último término, nos constituye. Espejos en los que contemplamos, aterrados, las traiciones de la memoria, las secretas batallas de sonoros fracasos, el viento helado de la edad, la triste, la insoportable soledad, aquel verano roto que se pudre, las zumbantes ambulancias del recuerdo. Espejos en los que a duras penas reconocemos al otro que fuimos, la cara borrosa del niño agazapado contra el miedo; al que ya, irremisiblemente, somos, más expertos, más viejos, definitivamente derrotados por el tiempo inclemente; al que seremos, la sombra acechante de la muerte vislumbrada en una arruga, en el ingrato charco de ceniza de los ojos.

Espejos que aparecen también, de una manera central o como mera referencia indirecta, en las canciones de Everything but the girl, Rim Banna, Badi Assad, The Thievery Corporation, Peppermoon, Chris Isaak, Youssou N’Dour, Simply Red, Anja Garbarek, Tori Amos, Van Morrison, Eliza Gilkyson y Ketil Björnstad que constituyen la atractiva banda sonora del programa.

De algunos de estos intérpretes tenéis una muestra en la sección de vídeos de esta entrada. Es el caso de Peppermoon con la deliciosa Les petites miroirs, de Badi Assad y sus muy intensos 1.000 mirrors, de Tori Amos cantando, con su inseparable piano, Ruby through the looking glass, y de Mick Hucknall en una especie de transmutación retroactiva de Bisbal, interpretando Your mirror al frente de Simply Red.

Os dejo un texto de la profesora argentina, María Rosa Díaz entresacado de un interesante artículo que con el título de Espejos, Imágenes y Reflejos podéis encontrar íntegro en la revista digital de educación Contexto educativo. En él se rastrea la presencia de los espejos en el arte a partir del comentario de algunos cuadros representativos en la Historia del arte pues, como señala la autora, a lo largo de la historia, en la mitología, la literatura, la leyenda, el arte, el espejo aparece cubierto de un poder que va más allá de su propia forma y tamaño. Cualquiera sea su soporte material (un simple espejo de agua puede ser suficiente), el espejo encierra en sí todos los secretos y misterios que la historia humana ha necesitado guardar en él. Esa formidable capacidad de evocación de los espejos está presente también en La reproduction interdite, el magnífico cuadro de René Magritte que preside esta entrada.

Nuestro universo simbólico está inundado de imágenes, pero también de reflejos y de sombras. ¿Es más verdadera para nosotros esa imagen que vemos, que la que los demás nos devuelven? Cuando nos miramos en los espejos, ¿vemos lo que realmente somos o vemos lo que creemos ser? ¿Es verdadera esa imagen, como decía Sócrates, o es sólo un engaño, como pensaba Platón? ¿Es importante la imagen que los demás tienen de nosotros? Al construir nuestra identidad, ¿la hacemos mirándonos realmente como somos? ¿O nos vemos sólo cuando miramos hacia adentro, más allá de los espejos y de las miradas de los otros? La misma ambigüedad de los espejos los transforma: pueden ser amistosos si se trata de nuestros espejos familiares, pero cargados de peligros o de amenazas si son nuevos, si no estamos acostumbrados a ellos, como cuando nos miramos por primera vez en un espejo ajeno.

Seductores, misteriosos, intimidantes; buscados o rechazados, aceptados o negados, misteriosos, mágicos, dotados de poderes, poseedores de la verdad, o del engaño, raptores del alma... El espejo siempre aparecerá cargado de significados, y si queremos aprehender aquello que estamos viendo, como Narciso, nos encontraremos con una superficie que nos rechaza, o con una imagen que se desvanece como una sombra. Quizá por eso el magnetismo de este objeto que, a la vez, atrae y repele. Por eso tal vez fantaseemos alguna vez con traspasar sus límites y sumergirnos en ese mundo paralelo. Narciso fracasó, pero Alicia pudo lograrlo
.




En todos los espejos cotidianos

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Muy curioso el articulo "Espejos,Imágenes y Reflejos "!.
¡Hay que ver para cuanto da un espejo!.
Cuantas preguntas interesantes,pero
¿seriamos capaces de responderlas sin conocernos a nosotros mismos?.
Sí,el espejo refleja lo que somos,pero también es verdad que tenemos la capacidad de desvirtuar la imagen cuando no queremos ver nuestra realidad.Nos pasa lo que al cuadro,solo vemos la espalda.
Nada extraño ,pues no hay ser humano tan integro que no utilice mecanismos de defensa frente a los conflictos que se le plantean.
Por supuesto que es importante la imagen que los demás tengan de nosotros,por lo menos para mi( No hay nada que me irrite más que las "ETIQUETAS", ESTEREOTIPOS ).
El ESPEJO nos atrae¿Quien no se ha sentido alguna vez "encantado de haberse conocido"? pero también nos repele (hay días patéticos ).

El ESPEJO REFLEJA LA IMAGEN REAL,EL SER HUMANO ES AMBIGUO.

Anónimo dijo...

Seguro, Alberto, que te gusta este poema, es de Octavio Paz, titulado espejo:
Hay una noche,
un tiempo hueco, sin testigos,
una noche de uñas y silencio,
páramo sin orillas,
isla de yelo entre los días;
una noche sin nadie
sino su soledad multiplicada.

Se regresa de unos labios
nocturnos, fluviales,
lentas orillas de coral y savia,
de un deseo, erguido
como la flor bajo la lluvia, insomne
collar de fuego al cuello de la noche,
o se regresa de uno mismo a uno mismo,
y entre espejos impávidos un rostro
me repite a mi rostro, un rostro
que enmascara a mi rostro.

Frente a los juegos fatuos del espejo
mi ser es pira y es ceniza,
respira y es ceniza,
y ardo y me quemo y resplandezco y miento
un yo que empuña, muerto,
una daga de humo que le finge
la evidencia de sangre de la herida,
y un yo, mi yo penúltimo,
que sólo pide olvido, sombra, nada,
final mentira que lo enciende y quema.

De una máscara a otra
hay siempre un yo penúltimo que pide.
Y me hundo en mí mismo y no me toco.

Nada más leerlo me enamoró.
Un saludo.

Anónimo dijo...

La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos

y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.

Alberto San Segundo dijo...

¡¡Qué maravilla!! Gracias, gracias, gracias.

Magníficas las reflexiones, geniales los poemas, ninguno de los cuales conocía. Buenísimo el de Octavio Paz, pero impresionante el de Cortázar, a cuya vertiente poética va a haber que dedicar, definitivamente, algún programa.

Muchas gracias, pues, por unas aportaciones espléndidas que me permiten anticipar lo que puede llegar a ser el programa 300. Previsto para comienzos del curso próximo (el de esta semana fue el 284), quiero que tanto textos como canciones sean propuestos por vosotros, los asiduos de Buscando leones en las nubes. Id preparando, pues, vuestras sugerencias. Dentro de unos meses abriré aquí el 'proceso' para aportar 'material'.

Un saludo cordial y agradecido a todos.