martes, 29 de noviembre de 2011


PUTA POESÍA


Durante un par de semanas Buscando leones en las nubes viaja al proceloso mundo de la prostitución. Y no es que uno se sienta particularmente interesado por ese peculiar universo, al menos no desde un punto de vista personal y directo, aunque sí he pensado mucho sobre las implicaciones humanas, sociales, económicas, laborales y jurídicas del fenómeno. Quizá sean mis valores algo anticuados y hasta mojigatos pero considero que, salvo excepciones muy contadas, pagar por tener sexo, forzar -pues sin duda de eso se trata- a una mujer, a un ser humano habitualmente débil y en situación de inferioridad, a entregar su cuerpo a otra persona que en condiciones normales, sin el sucio dinero de por medio, jamás concibiría ese intercambio de humores y piel, de fluidos y carne, imponer a otra persona, con la sola autoridad del dinero, un cuerpo, una boca, unas manos, un sexo ajenos es una forma en el mejor de los casos sutil -y a veces desgraciadamente consentida- de explotación que condena a la indignidad a quien usa esos servicios prevaliéndose -así es casi siempre- de su eventual y mudable condición de superioridad proporcionada por la necesidad económica de la víctima. Especialmente sangrante el caso -sobre el que podría extenderme con numerosas anécdotas vividas en mis viajes (no lo haré, no quiero volver a parecer el abuelo Cebolleta; o el Capitán Tan, si es que hay alguien que recuerde al personaje; alguien al que aún le funcionen las neuronas, quiero decir)- de la lamentable ‘oferta de carne fresca’, de las distintas variedades del turismo sexual, en el África negra, en Marruecos, en Cuba, en Asia, lugares en los que los blancos son vistos, en muchos casos, como una mera fuente de dinero y en los que por ello, por la pobreza de sus gentes, esos mismos blancos -inmorales, a mi juicio, ya lo he dicho, quizá puritano- se aprovechan de una posición que jamás tendrán en sus países de origen. En fin, indignidad, explotación, víctimas, términos que representan de manera inequívoca mi visión de este complejo universo, al menos si lo observamos desde el punto de vista del usuario, del consumidor, del cliente. Desde la perspectiva de la prostituta, sin embargo, sólo puedo tener comprensión y reconocimiento y, aun más, voluntad de que su actividad pueda regularse convenientemente, atacando el tráfico de personas, persiguiendo a las mafias, deteniendo a los proxenetas que se lucran con el forzado sufrimiento ajeno, regularizando laboralmente y protegiendo en el ámbito de la Seguridad Social a quienes ejercen esta profesión tan habitualmente denigrada. Y, por supuesto, nada tengo en contra de las personas -me temo que son las menos- que libre y conscientemente eligen, por deseo y voluntad propios, esta peculiar forma de vida.

En fin, muchos son los ángulos de esta realidad controvertida, muchos los enfoques, los planos, las ideas a veces contrapuestas que se entremezclan, y por ello, más allá de las algo simplistas generalizaciones anteriores, no tengo demasiado claro mi propio pensamiento sobre el asunto. De modo que la reciente aparición del libro Puta poesía, publicado por la editorial Luces de Gálibo, en edición de Ferrán Fernández, me ha interesado especialmente, aparte de por sus valores literarios intrínsecos, por contribuir al debate sobre esta cuestión, necesitada, a mi juicio, de una clarificación pública que elimine los rastros de sordidez que tantas veces rodean al fenómeno. El libro nació con una pretensión de solidaridad con las prostitutas. Todos los beneficios obtenidos por su venta recaen sobre el colectivo Hetaira, una significada asociación de defensa de las mujeres que se dedican a este muy duro oficio.

En Puta poesía se recogen varias decenas de poemas que tienen al universo de la prostitución, con sus personajes y sus escenarios, con su tristeza y su sordidez, con su violencia y su ternura, con su dolor y con su rabia, como protagonistas centrales en unos casos y tangenciales en otros. La parte literaria de ambos programas se nutre al cien por cien de las intensas páginas de este interesante libro. En concreto, en la edición de esta semana se recogen poemas escritos por Ada Menéndez, Agustín Gutiérrez, Alejandro Céspedes, Ángel Muñoz Rodríguez, Ángel Rodríguez, David Leo García, Enrique Cabezón, Esther Garboni, Francisco Cenamor, Gracia Iglesias, Isabel Pérez Montalbán y Javier Seco.

Para la vertiente musical he seleccionado cerca de veinticinco canciones, que se emitirán también en las dos ediciones (las más lentas y recogidas esta noche, las más vivas y animadas dentro de siete días), que aluden igualmente de un modo más o menos directo al mundo de la prostitución. Los intérpretes de las piezas de esta semana son Billie Holiday, Sade, Donovan, Tom Waits (cuya estremecedora -pese a las imbéciles risas de la insulsa audiencia- Christmas card from a hooker in Minneapolis suena en el vídeo con el que se cierra esta entrada), Sting, Al Stewart, Townes van Zandt, Bob Dylan, Rufus Wainwright, David Bowie, Lou Reed y Elton John.



Puta poesía

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Gran programa Alberto, enhorabuena de nuevo! Para cuando un espacio en RNE???? Un abrazo!

Víctor

Alberto San Segundo dijo...

Gracias una vez más, Víctor. Como siempre tan amable.

¿Radio Nacional?... creo que voy a pasar ya directamente a la tele... he recibido una oferta de Sálvame: Belén Esteban necesita un negro que le escriba sus intervenciones y eleve la altura de sus sesudas disquisiciones filosóficas. Me lo estoy pensando: no sé si daré el nivel...

Un abrazo

Anónimo dijo...

¡¡TEMA INTERESANTE ¡¡
Si prostituirse es participar en actividades sexuales a cambio de dinero o bienes ..no solo la gente se prostituye para comer.

¿Porque al hablar de prostitución,siempre pensamos en la prostituta de la esquina ,el turismo sexual?
¿No es prostitución vender tu cuerpo a cambio de regalos caros,prostituta de lujo?
¿no hay hombres prostitutos?
¿No tiene que ver la prostitución con anuncios de prensa,programas de TV
Si ,pienso que la prostitución debe estar regulada JURÍDICA,SANITARIA y LABORALMENTE.
¡Para nada ! reflexionar sobre la implicación social, humana ....es ser anticuado y menos el "ABUELO CEBOLLETA".Yo he reflexionado sobre el tema y no me siento anticuada.
Respecto a que el libro nació con una pretensión de solidaridad con las prostitutas. ¿Con cual de ellas?

Alberto San Segundo dijo...

Gracias por tu aportación. Es verdad, hay muchas formas de prostitución...

... Y lo del 'abuelo Cebolleta', una vez más, era un juego (coqueteo con mi edad), y se refería (como la mención al Capitán Tan) a las batallitas sobre 'mis viajes a lo largo y ancho de este mundo...', no a mis intervenciones en torno al tema de la prostitución.

Un saludo

Anónimo dijo...

Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

OJALA FUESE PUTA! para deirles a los patanes engreídos. ¡¡CONTIGO NO!!!!!!!!!!

Alberto San Segundo dijo...

Gracias... por intervenir, por Sor Juana Inés de la Cruz... ¡¡y por la vehemencia!!

Un saludo