martes, 15 de octubre de 2013


ANTONIO MUÑOZ MOLINA. SEFARAD. ERES CUALQUIERA Y NO ERES NADIE

Esta semana abrimos una breve serie de dos programas dedicados a Antonio Muñoz Molina, el académico y escritor español que dentro de unos días recibirá el Premio Príncipe de Asturias de las Letras correspondiente a 2013, que le ha sido concedido, según declara el acta del jurado, por la hondura y la brillantez con que ha narrado fragmentos relevantes de la historia de su país, episodios cruciales del mundo contemporáneo y aspectos significativos de su experiencia personal. Una obra que asume admirablemente la condición del intelectual comprometido con su tiempo.
 
En Buscando leones en las nubes ya hemos ofrecido hasta tres programas centrados en el magnífico escritor jienense, dos con base en su novela El viento de la luna y un tercero vinculado al texto misceláneo Ventanas de Manhattan. En nuestra emisión de esta semana y en la del próximo lunes, y a modo de homenaje a uno de nuestros autores favoritos, vamos a recuperar otros dos programas de hace unos años, emitidos con ocasión de la aparición entonces de una obra mayor de la literatura de Muñoz Molina, la excepcional Sefarad, una magnífica novela que nos habla del exilio, del desarraigo, de hombres y mujeres expatriados, perseguidos, deportados. En esta edición escucharéis, pues, extraídos de ella, y envueltos en melodías delicadas y algo tristes, muchos textos sugerentes, muchas reflexiones emotivas, muchos pensamientos conmovedores con los que vamos a nutrir la parte literaria del programa. De entre ellos, y el hecho resulta ciertamente curioso, hay un pasaje de Sefarad en el que Muñoz Molina parece -sin pretenderlo, como es obvio- describir fielmente el objeto, el propósito de Buscando leones en las nubes e incluso la voluntad, el espíritu que me anima cuando elaboro los distintos programas. Uno de los personajes de la novela afirma: Tenía la cabeza llena de frases de libros, de películas o de canciones, y sentía que en esas palabras (...) estaba mi único consuelo posible contra el destierro en el que me hallaba confinado. En efecto, en cierto modo así soy yo y así es el programa que una semana tras otra llega a vuestras casas. Como ya os he comentado en más de una ocasión, Buscando leones en las nubes surge de mi pretensión -algo descabellada- de escapar de esa especie de destierro en el que me confinan las miserias del día a día a través de la belleza que encierran la música y la literatura; belleza que intento atrapar y mostraros en cada nueva emisión. Espero que participéis, pues, de la ternura y la desolación, la alegría y la desesperanza, la tristeza, la emoción, la melancolía y, en definitiva, la sensibilidad y el sentimiento que empapan esta, a mi juicio, gran novela de la que vamos a ofreceros una muestra en estos dos lunes consecutivos.
 
Entre los textos de Muñoz Molina suenan, como digo, preciosas canciones interpretadas por Vincent Delerm, Mo’ horizons con Leila Pantel, Amos Lee, Jon Mark y Johnny Almond, Diogal, Nina Nastasia, Coleman Hawkins, Inara George, Neil Halstead y Coldplay.
 
Os dejo como complemento a esta entrada un texto de Juan Cruz publicado en El País el 10 de febrero de 2013 con ocasión de la concesión a Muñoz Molina del Premio Jerusalén precisamente por esta su novela Sefarad.

 
Cuando terminas de leer Sefarad, el libro de Antonio Muñoz Molina, y repasas con él los libros que leyó antes o mientras narraba las historias de exilio y de ignominia que contiene ese volumen, comprendes por qué él tiene ese estilo desgarrado y melancólico ante lo que sucede, y sobre todo compruebas hasta qué punto el siglo XX, a algunos de cuyos desgarros se refiere, fue tan cruel, tan inhumano y precisó tantas voces para hacer coral el horror ante lo descrito. Y cómo esa historia se ha ido contando, desde distintas heridas, hasta completar, en el epílogo Nota de lecturas, un fresco que refleja la mirada asustada que él comparte.

Hace años, por una obra así, pero de carácter autobiográfico, por haber narrado el horror del siglo en primera persona, le dieron a Jorge Semprún el Premio Jerusalén. El español que un tiempo fue Federico Sánchez había escrito, entre otros testimonios, La escritura o la vida; flotaba en el aire del libro, y flotó hasta el final de la vida de su autor, aquella atmósfera cerrada a la que jamás volvieron los pájaros. Ahora le han dado ese premio a Muñoz Molina, por Sefarad, entre otros testimonios de su compromiso con el exilio y con la diáspora, por haber rastreado el origen del horror y por haber contado su desarrollo en las personas individuales, en los grupos o etnias que los sufrieron, en sus tierras y más allá de sus tierras, cuando empezó la persecución y mientras esta siguió, se consolidó y fue finalmente un objetivo mortal y ya cruelmente inolvidable.

Cuando le entregaron a Semprún ese premio que ahora recibirá Antonio Muñoz Molina, había alrededor, en Jerusalén, un aire de estupor, la guerra interminable seguía, el Estado de Israel proseguía su persecución de los palestinos, y estos seguían defendiéndose de esa persecución. Intelectuales israelíes, y políticos en activo, denunciaban esas persecuciones, y el propio Semprún se unió a ellos en la condena de los abusos que la política estatal mantenía vigente. Había allí un debate muy vivo; esa sociedad no estaba unánimemente conforme con lo que hacía su Gobierno; sigue siendo así, y decir lo contrario es tan solo animar a pensar que el silencio allí es la ley. No es verdad.

Ahora Muñoz Molina obtiene ese premio y le piden que lo deje, que no vaya a recogerlo. Me ha parecido la solicitud firmada por algunos colegas del escritor de Úbeda un propuesta fuera de lugar, pues, como el mismo premiado ha dicho, otros extranjeros como él, igualmente solidarios con los perseguidos de antes y de ahora, recibieron por méritos parecidos el mismo galardón, y ninguno de ellos -tampoco Semprún. se sintió impelido a rechazar el premio ni nadie asoció el emblema al Estado de Israel. Es el Premio Jerusalén, en este caso por haber escrito Sefarad.

“Y tú qué harías si supieras que en cualquier momento pueden venir a buscarte, que tal vez ya figura tu nombre en una lista mecanografiada de presos o de muertos futuros, de sospechosos, de traidores”. Sefarad habla de las diásporas, nos afecta a nosotros, los españoles, es una crónica general de los nombres propios señalados por la ignominia de los perseguidores. Aquí y en todo el mundo. Si por contar eso lo han premiado, si por advertir que eso que sucedió sigue sucediendo, aquí y en todas partes, ¿cómo no va a ir a recibir en Jerusalén o en cualquier sitio el eco que merece tan extraordinario poema de la diáspora? Que vaya a Jerusalén y que vuelva para contar qué vio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Deberías de hablar todos los días,que lujo escucharte, que pena, sólo una vez a la semana.
Cada vez mejor.
Felicidades.

Ana Teresa.

Alberto San Segundo dijo...

Gracias, amable Ana Teresa, pero créeme... ¡¡ya hablo demasiado!! Deberías preguntarle a mi "entorno" (e incluyo a mis alumnos)... "¡¡¡Que se calle de una vez!!!", es la opinión dominante...

Gracias de nuevo. Un saludo