martes, 10 de noviembre de 2015

 
NEIL YOUNG. HARVEST
 
Esta semana y la que viene nuestro espacio va a ofreceros dos ediciones monográficas consagradas a celebrar el septuagésimo cumpleaños de uno de los más importantes músicos de las últimas décadas, un compositor y cantante muy versátil, que se ha movido con soltura en los siempre apasionantes territorios del rock, el folk y hasta el country o el blues. Se trata, quizá ya lo habéis adivinado, de Neil Young que el próximo día 12 de noviembre cumple, como ya he señalado, setenta años.
 
Debo adelantar que yo no soy un especial devoto de Neil Young, de hecho, he seguido su carrera con numerosos altibajos, encadenando momentos de fervorosa exaltación con amplias etapas en las que su producción me resultaba indiferente o incluso irritante. Su vertiente más eléctrica y agresiva, la mayor parte de sus discos con Crazy Horse, su por otro lado loable voluntad de búsqueda y experimentación musical, sus coqueteos con el grunge, su colaboración con Pearl Jam, sus letras, casi siempre cercanas para mí a la ininteligibilidad, nunca me han interesado siquiera mínimamente. No me siento atraído tampoco por la personalidad del Neil Young individuo particular, más allá de su dimensión artística. Nada me dicen la mayor parte de los acontecimientos de su algo extrema existencia, su torturada inmersión en el universo de las drogas, su difícil carácter, su algo arisca presencia en el mundo, sus excentricidades, como su legendaria afición a los trenes de juguete, su devoción por los coches antiguos, su reciente obsesión por las posibilidades creativas de la tecnología. Y sin embargo...
 
... Y sin embargo, el canadiense está unido -muy agradable, satisfactoria y apasionadamente- a mi vida desde hace más de cuarenta años. Recuerdo mi entusiasmo -hablo de 1970 y 1971- por los discos Déjà vu y 4 Way Street, firmados por CSN&Y, el supergrupo formado por David Crosby, Stephen Stills, Graham Nash y el propio Neil Young. Recuerdo decenas de sus canciones que -en colaboración o, sobre todo, en solitario- han ido apareciendo en diversos momentos de mi vida, punteándola de manera significativa, a partir de esas fechas lejanas. Recuerdo discos como After the gold rush, Comes a time, Harvest moon o Silver & Gold, incluso el reciente Storytone, casi todos ellos muestras de lo mejor de la faceta folk, la más plácida e intimista, las más acústica y delicada, la más melódica y apacible, del infatigable compositor, autor de casi cuarenta discos en su muy dilatada carrera.
 
Y recuerdo, por encima de todos ellos, Harvest, el LP publicado en 1972 y que yo escuché deslumbrado en aquellos días hasta provocar el desgaste de sus muy frecuentados surcos. Me recuerdo en las rocas de una playa de Vigo un día luminoso de verano, recuerdo a las niñas de mi primera “pandilla” -¿dónde estarán ahora Piúca, Paz, Maite?... ¿qué habrá sido de ellas?-, recuerdo un tocadiscos portátil, a pilas, recuerdo las canciones de Harvest que yo “sabía” de memoria, sin tener idea de inglés, sólo por la repetición reiterada de su letras, unas letras, unos acordes que aún ahora me asaltan cuando vuelvo a escuchar el disco.
 
Y son esos recuerdos los que quiero evocar aquí en esta primera entrega del homenaje con el que Buscando leones en las nubes celebra las fructíferas siete primeras décadas de Neil Young. En la presente emisión suenan las diez canciones de Harvest, presentadas en su mismo orden y acompañadas de sus letras, unas letras que, como ya he anticipado, no me resultan especialmente atractivas. Os las dejo en versiones variopintas -y no demasiado afortunadas- extraídas de páginas especializadas en la obra de Young. Tres de ellas están inspiradas en las recreaciones del ubicuo Alberto Manzano y están extraídas del libro “Canciones de Neil Young”, que presentó la editorial Fundamentos en 1990.
 
Y como la duración del ya clásico -más que eso, mítico- disco es muy corta, os dejo, antes de cada tema y de su correspondiente letra, una breve presentación de cada uno de ellos, entresacada de un interesante y muy subjetivo artículo - que con el título de El puto Harvest de Neil Young recoge unas tesis que no siempre comparto- publicado por Manuel de Lorenzo en la revista Jotdown en mayo de 2013.

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