martes, 17 de noviembre de 2015

 
NEIL YOUNG. EL SUEÑO DE UN HIPPIE
 
Esta semana os ofrecemos la segunda y última edición de la breve serie que iniciamos hace siete días y que se plantea como un homenaje a Neil Young, que el pasado día 12 cumplió setenta años. El lunes pasado pudisteis escuchar íntegro el, para mí, mejor disco de su amplia obra, Harvest, el LP de 1972, objetivamente excepcional y, desde el punto de vista subjetivo, indisolublemente unido a algunos momentos de mi vida, de mi adolescencia más exactamente, de grato recuerdo para mí, ahora, más de cuarenta años después.
 
En el caso del programa de hoy voy a ofreceros una antología de doce canciones -de difícil selección, pues son decenas las que hubieran podido aparecer- escogidas entre las que más conectan con mi gusto personal, último criterio, a la postre, para decidir -sin ninguna pretensión absurdamente académica, erudita o profesional, sin ninguna voluntad de resultar representativo- qué temas constituirían mi particular celebración de la casi siempre magnífica discografía de Neil Young. Comes a time, Long may you run, Without rings, Desert highway, Such a woman, After the gold rush, Peace of mind, You and me, Only love can break your heart, One of these days, Helpless y Harvest moon, son las piezas elegidas.
 
Entre ellas -casi todas pertenecientes a la faceta más acústica y folk del artista canadiense- en el programa se leen algunos fragmentos -los únicos que he podido rescatar medianamente interesantes- extraídos de la autobiografía de Young que, con el título de Memorias de Neil Young. El sueño de un hippie, publicó hace año y medio, en una deplorable traducción, la editorial Malpaso. En la emisión de la semana pasada ya anticipé que hay pocas cosas en la vida y las opiniones de nuestro homenajeado que me resulten apreciables o siquiera mínimamente atrayentes. He escogido una docena de reflexiones sobre temas variopintos, el amor, la música, la vida en la carretera, la religión, el proceso creativo, la naturaleza, las drogas, de las pocas que han superado -sin excesos- mis admito que rigurosos criterios de selección.

Espero que pese a la banalidad de la mayor parte de los pensamientos de nuestro invitado podáis -arrastrados sobre todo por la belleza de sus canciones- disfrutar del programa.

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