martes, 23 de octubre de 2018


BERTA ISLA 

Esta semana abrimos una nueva serie de cinco emisiones -este formato “seriado” del programa se ha convertido en un recurso cada vez más frecuentado en los últimos años- que tienen como eje organizador textos extraídos de diversas obras literarias. En el caso de esta noche os ofreceré fragmentos de Berta Isla, la por ahora última novela de Javier Marías. 

No dispongo de tiempo para un comentario detenido sobre la obra, baste decir que, como siempre en su autor, estamos ante una novela de escritura exigente y rigurosa pero de lectura apasionante y envolvente, en la que afloran algunos de los temas más habituales de Marías: la lealtad y la traición, la espera, la renuncia, la confianza y la sospecha, el amor, la construcción de ficciones, lo que sabemos y lo que callamos, lo que imaginamos, lo que no hemos vivido y sin embargo conocemos, lo que nunca hemos sido y sin embargo nos constituye, todo ello envuelto en la acostumbrada prosa digresiva e hipnótica, llena de recovecos y desviaciones y poblada también de pertinentes referencias cultas -Shakespeare, Flaubert y T.S Elliot, en esta ocasión, entre otras muchas “presencias”- del escritor madrileño. 

Entre los muy sugerentes textos sonarán cerca de una docena de canciones, elegidas, y no es sorpresa, con los criterios de delicadeza y sosiego, de sensibilidad y belleza, que quieren ser las notas distintivas de Buscando leones en las nubes. Irma Thomas, Rodney Crowell, Madeleine Peyroux, Gilberto Gil, Eliza Gilkyson, Curtis Harding, P.P. Arnold, Jorja Smith, Janette Mason, Dee Dee Bridgewater y Luar na lubre son sus intérpretes. 


Todos tenemos nuestras tristezas secretas. También los que hemos permanecido quietos y no nos hemos sometido a sacudidas aparatosas. O, como escribió Dickens si no me equivoco de cita, al que me toca enseñar algunos cursos, me digo que “toda criatura humana está destinada a constituir un profundo secreto y misterio para todas las otras. Es una consideración solemne que, cuando llego a una gran ciudad de noche, cada una de esas casas arracimadas lóbregamente encierra su propio secreto; que cada habitación en cada una de ellas encierra su propio secreto; que cada corazón palpitante en los centenares de millares de pechos que allí se esconden, es, en algunas de sus figuraciones, un secreto para el corazón más próximo, el que dormita y late a su lado. Y hay en todo ello algo atribuible al espanto”

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