martes, 18 de noviembre de 2025
LOLITA
El pasado 15 de septiembre se cumplieron setenta años de la publicación de Lolita, la genial novela de Vladimir Nabokov. Por ello, y con un retraso disculpable dadas las exigencias de nuestra programación, centrada desde el inicio de la temporada en dos largos ciclos dedicados, como sabéis nuestros seguidores, a la poesía y la música del Mediterráneo y a los versos creados y las canciones interpretadas por mujeres, vamos a celebrar este peculiar cumpleaños con una emisión dedicada íntegramente, en música y textos, a la novela del autor ruso, escrita, sin embargo, en lengua inglesa. Coincide, además, la efeméride con el estreno en España, en julio de este mismo año, de la película Leer Lolita en Teherán, dirigida por Eran Riklis sobre la base de la novela de Azar Nafisi, publicada en 2003 y con varias ediciones en nuestro país.
Para completar la parte literaria del programa, he elegido ofreceros una aproximación a Lolita que podríamos llamar "externa", un acercamiento desde fuera de sus páginas. He seleccionado para el Buscando leones en las nubes de esta semana diversos textos, extraídos de fuentes también variadas: críticas de prensa, artículos de escritores, reseñas bibliográficas, en los que autores muy conocidos y destacados de la crítica y la literatura -sobre todo española e hispanoamericana, pero también de otros países, como es el caso de la propia Azar Nafisi, iraní- reflexionan sobre la novela, sobre su importancia, sobre su influjo en la literatura y en la vida social de estos últimos setenta años. Sus nombres: Juan Villoro, Rafael Humberto Moreno Durán, Juan Bonilla, Javier Aparicio Maydeu, Iñaki Esteban, Mario Vargas Llosa, Stephan Vizinczey, Juan José Navarro Arisa, Antonio Muñoz Molina y Javier Marías. Además, para abrir y cerrar el programa oiremos la voz del autor, la voz de Nabokov. Su voz literaria, pues la primera cita será el inicio, el muy conocido comienzo de la novela, y también su voz real, pues la última referencia, con la que cerraremos el programa, se corresponde con unas declaraciones que Nabokov hizo hace muchos años en el que fue programa literario de culto de la televisión francesa, Apostrophes, entrevistado por el no menos mítico Bernard Pivot, estrella de la televisión cultural gala.
La presente emisión recupera ahora el espacio radiado hace veinte años, cuando la novela cumplía medio siglo. Es por ello que los textos, idénticos a los de entonces, obvian -o pasan ligeramente por encima- las cuestiones relativas a los abusos a menores, hoy en día tan controvertidas a partir de una mucho mayor sensibilización social sobre el tema y que, por tanto, son analizadas y cuestionadas actualmente, con libertad inimaginable hace dos décadas, en infinidad de ensayos, novelas, artículos y colaboraciones periodísticas. Para suplir esa carencia y proponer un punto de vista muy diferente, os dejo el enlace a un artículo reciente en El País, escrito por Mar Padilla (con el que, sin embargo, no concuerdo en muchos aspectos), que ofrece una mirada actual sobre la novela. Como se trata de una publicación de pago y que probablemente deniegue el acceso, dejo también aquí la transcripción íntegra del texto, una libertad que me tomo por razones de oportunidad y que espero que su autora sepa disculpar.
Y la propuesta musical de esta noche no puede ser más sugestiva. Vais a escuchar -en consonancia con el tema central del programa- algunas canciones de diversas "lolitas" musicales, es decir, de algunas chicas, casi ninguna una niña y, en general, bastante alejadas de la figura literaria, que con voz dulce y gesto entre ingenuo y perverso, con aspecto inocente y a la vez morboso, con un erotismo infantil y transgresor, con turbadores morritos de colegialas enfurruñadas y artimañas de gatas castigadoras, ejercen su tiránica fascinación, su caprichoso y sensual dominio, dulce, inconsciente y venenosamente púber, sobre jóvenes y adultos, seducen, encantan, provocan, alientan fantasías pecaminosas, dando vida a un arquetipo -el de Lolita- ya reconvertido desde su planteamiento novelesco y que, tan antiguo como el hombre, como el sexo, alcanzó plena carta de naturaleza en nuestras sociedades a partir de la genial creación de Nabokov. Y, en la música, las Lolitas son francesas, recordad a Françoise Hardy, a Sylvie Vartan, a France Gall. Francia, emblema del pecado, de la sofisticación erótica, de la lujuria embridada por una refinada cultura del placer. Por ello, en la mayor parte de nuestras invitadas de esta noche percibiréis una entonación parisina, una dulzura enigmática y algo perversa en la voz que es patrimonio -al menos en el imaginario colectivo- de las mujeres de aquel país, hasta el punto de constituir un icono -las propuestas atrevidas formuladas por una voz tímida y sugerente, ambigua, que invita y aleja, que propone y a la vez marca distancias- del erotismo universal. Ese hoy quizá discutible pero muy reconocible arquetipo lo encarnan en esta emisión las propuestas musicales de Alizee, Camilla, vocalista de Nouvelle Vague, Cathy Claret, Carla Bruni, Bettina Mischke al frente de Jazzamor, Coralie Clement, Lisa Ekhdahl, Keren Ann, Helena Noguerra, Melissa Mars, Annet Louisan y Vanessa Paradis.
Confío en que estas palabras sean bien entendidas y no sea necesario subrayar -lo es, si no, no estaría haciéndolo- mi radical oposición a toda forma de violencia sexual, explícita o insinuada, y a cualquier tipo de relación sexual, forzada o consentida, entre adultos y menores (¿qué significa el consentimiento de una niña de doce o trece años?). Cero frivolidades, pues, sobre un asunto tan grave, tan execrable, tan dramático.
Lolita fue violada: cómo se lee a Nabokov 70 años después. Mar Padilla. El País7 de noviembre de 2025
El clásico de Vladimir Nabokov narra la historia de un hombre que abusa repetidamente de una niña huérfana de 12 años. Durante años, no todo el mundo lo vio así. La literatura sobre abusos de hoy centra su mirada en las víctimas
Es un caso extraordinario de ficción enmendando a la realidad. En la novela Lolita, que en octubre cumplió 70 años, la perorata del personaje inventado Humbert Humbert (HH) alcanza a convencer a los autores de la Real Academia de la Lengua —personas de carne y hueso— para incluir la definición de lolita como “adolescente seductora y provocativa”.
Pero esa es una definición que hubiera impactado al autor del libro, Vladimir Nabokov. En diversas ocasiones, el escritor ruso-estadounidense intentó aclarar que HH es un pederasta con ínfulas de escritor que intenta disfrazar su atroz delito con un manto de amor fou, y del que Dolores Haze (Lolita) es su víctima muda. Pero ya era tarde. La mirada de HH sobre su objeto de deseo resultó tan persuasiva que por décadas engatusó a millones de lectores con su argumento de que es un hombre perdido en manos de una nínfula.
En su primera lectura de Lolita, la psicoanalista y escritora Lola López Mondéjar “compró” esa interpretación. “Muchas veces leemos bajo el foco del imaginario cultural. En tiempos de extrema libertad sexual, se creyó el cuento de la historia de amor, la versión del propio Humbert”, reflexiona al teléfono. Décadas después, comprendió que la novela narra la historia de un hombre que viola repetidamente a una niña huérfana de 12 años, que “confiesa” a un juez que su comportamiento está motivado por un amor descontrolado. Por eso en 2016 López Mondéjar escribió Cada noche, cada noche (Siruela) —el título hace referencia al párrafo de Lolita que explicita que Dolores “sollozaba cada noche, cada noche”, cuando el abusador se finge dormido—, una novela que da voz a la niña, una chiquilla que, haciendo uso del último resquicio de libertad, le niega su amor al omnipresente narrador, su padrastro-perpetrador, uno de los personajes más escalofriantes de la historia de la literatura.
El secreto y el silencio
“En el imaginario colectivo ella es un ángel lúbrico, pero en la novela de Nabokov Lolita solo tiene 12 años. ¿Por qué el cliché sigue cargando sobre la víctima el peso de la provocación?”, cuestiona Isabel Navarro, escritora y periodista en su taller El síndrome de Lolita. Cómo romper el silencio con la escritura.
Es una pregunta que nos enfrenta a un problema sistémico, que contiene multitudes: una de cada diez mujeres ha sido abusada sexualmente —en diferentes grados y tipologías— por un adulto en su infancia.
En latín, infante significa el que no habla, y el silencio y el secreto es clave en la violencia sexual contra menores. Al vivir una situación así, hablar no es fácil, porque el trauma, explica López Mondéjar, produce disociación, fragmentación, para defenderse de la experiencia dolorosa, y a menudo lleva al mutismo y al olvido.
Pero narrar lo ocurrido es algo parecido a romper una maldición, según Navarro, y ese cambio de perspectiva en el relato del abuso se refleja en libros como La familia grande, de Camille Kouchner; Viaje al este, de Christine Angot; El consentimiento, de Vanessa Springora; La cronología del agua, de Lidia Yuknavitch; Por qué volvías cada verano, Belén López Peiró, o Triste tigre, de Neige Sinno.
Para Navarro, este estallido literario es consecuencia del MeToo, que ha cambiado muchas cosas, porque empuja a compartir historias. Ese “yo también” lleva el problema (de los abusos) de las conversaciones privadas a lo público, y de ahí a la literatura, señala.
En este nuevo paisaje literario, la novela de Nabokov es el cliché desafiado. Por un lado el silencio de Lolita en la novela se rompe, pero sobre todo su lectura cosificadora y culpabilizadora se impugna. La lectura cosificadora y culpabilizadora que ha hecho la sociedad, incluidas instituciones como la RAE, denuncia Navarro.
En el caso de la escritora francesa Neige Sinno, sus años vividos en México y los Encuentros de mujeres que luchan, de Chiapas, le permitieron dimensionar en qué medida su experiencia de la violencia era parte de una vivencia colectiva. Y solo pudo empezar a escribir Triste tigre cuando encontró el tono particular de la voz que cuenta la historia, como explica por correo electrónico: “En realidad, hay dentro de cada persona una multiplicidad de voces y el tono, el registro, el ritmo de un narrador, aunque sea autobiográfico, resultan de una elección, una decisión. Se trata de una composición, de una elaboración consciente”. Esta voz no es la de la niña abusada, es la voz de una mujer que contempla su pasado desde cierta distancia y a través de varios filtros, usando su experiencia de lectora como herramienta para explorar, narrar y pensar.
Pensar el tabú
Leer y escribir sobre el delito sufrido puede proporcionar alivio. Se siente que lo que has vivido no es excepcional, que es importante y ofrece cierto consuelo, sostiene Navarro: “Supone un efecto movilizador, de compañía”.
Pero un libro no puede con todo. Tras publicar
Triste tigre, Sinno no se plantea su impacto en términos terapéuticos, sino más bien como un logro artístico y político. Llegar al final de un desafío tan ambicioso, encontrar un equilibrio sutil en medio del caos, es empoderador. “Tengo la sensación de que la libertad formal de mis últimos dos libros es el resultado de una vida de búsqueda, como al final de las películas de samuráis en que los años de entrenamiento y estudio de repente toman sentido al momento de librar el verdadero combate (que nunca es lo que uno se espera, claro, sino algo distinto, algo inesperado y más difícil)”, señala.Lolita representa el poder de la escritura, un relato de tinieblas —también de algunas risas heladas— que narra uno de los peores crímenes. Es una experiencia intelectual, y también vital. “Las mujeres sabemos muy bien de lo que habla”, reflexiona Silvia Sesé, directora de Anagrama, “de esas miradas, esos acercamientos. También es una novela sobre la educación machista, sobre la hipersexualización, sobre el abuso de poder”.
Pero parece que el tabú en nuestra cultura no es la violencia sexual en sí, sino pensar sobre ella. Los estudios de la antropóloga francesa Dorothée Dussy inciden en la idea de que los abusos sexuales a menores son la máxima forma de dominación, la exacerbación del androcentrismo que aún rige nuestra sociedad. “Es el anhelo de los hombres del poder absoluto, de que no haya cuestionamiento a su deseo, de que no haya alteridad”, según López Mondéjar.
Es una violencia sistémica que no solo afecta a las niñas. En Habla, memoria, narrando algunos episodios de su niñez, Nabokov hace referencia a su tío Ruka, que cuando él era pequeño lo sentaba en su regazo y lo acariciaba en contra de su voluntad. De joven, Nabokov fue consultor de jugadas de ajedrez en los periódicos y con Lolita confirma sus dotes de estratega ajedrecista. Al fin y al cabo, la novela es una trama hecha de tácticas disfrazadas, de movimientos casi imperceptibles y de silencios. Una trama no tan alejada de la tenebrosa maquinación que se da en la patología de las agresiones sexuales a menores.
Lolita
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