martes, 15 de abril de 2014


… Y ES TAN LARGO EL OLVIDO

Bienvenidos a la segunda emisión que Buscando leones en las nubes dedica en este curso al tema del desamor, de la ruptura sentimental, de la vivencia, siempre dolorosa, de la terminación del amor, del desgarro y la desdicha que se siente al ser abandonado por la persona a quien amamos. Nuestro programa aparece así inundado de melancólicas canciones y tristísimos poemas evocadores, unas y otros, de ese desolador estado del alma en el que la amargura anega nuestro espíritu, se nublan nuestras expectativas vitales y la existencia toda parece carecer de sentido.
 
Y pese a ello, pese a partir de estas premisas tan aparentemente “lacrimógenas”, la hora de radio que ahora os ofrezco -y tal y como indiqué hace siete días a propósito de la edición de entonces- se me muestra rodeada de belleza, de encanto, de motivos para el disfrute y el placer. ¿Placer en el dolor?, podréis quizás preguntaros, y no, no se trata de masoquismo banal, sino del encanto, de la maravilla, de la delicia que siempre podemos encontrar en la poesía, en la sensibilidad, en la delicadeza, en la verdad.
 
Roque Dalton, Jaime Sabines, José Luis García Martín, José Agustín Goytisolo, Ángel González, Luis Cernuda, Karmelo C. Iribarren, Catulo (tan ligado a mi vida y a quien olvidé citar en la emisión), Abelardo Linares, Pablo Neruda e Idea Vilariño (cuyo Ya no, un poema de brutal y descarnada tristeza fue ofrecido aquí hace unos años con ocasión de la serie de cuatro programas dedicados a la intensa poeta uruguaya) son los autores de los versos leídos centrados, como digo, en el sentimiento del desamor, con todos sus corolarios de desvalimiento y tristeza, de desolación y sufrimiento, de pesadumbre y aflicción.
 
Y entre ellos, han sonado un puñado de piezas de jazz, también envueltas en esa misma atmósfera melancólica y algo desencantada, que han interpretado Ernestine Anderson, Mel Tormé, Shirley Horn, Lou Rawls, Etta James (cuya versión de In my solitude suena en el programa y en el vídeo que acompaña a esta entrada), Betty Carter, Jimmy Scott, Denis Rowland, Marlena Shaw, Sarah Vaughn y Carol Sloane.
 
Como complemento a esta breve presentación vuelvo a ofreceros un cuadro de Edward Hopper. Se trata de Autómata, pintado en 1927, un desesperanzado retrato de la soledad, quién sabe si provocada por la ruptura amorosa. Os dejo también, como cierre, el conocido poema, el vigésimo de sus Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda: Puedo escribir los versos más tristes esta noche. De él están entresacados los versos que dan título a estos dos primeros programas de nuestra breve serie dedicada al desamor a la que pondremos fin el lunes próximo: Es tan corto el amor, el primero, Y es tan largo el olvido, el de esta semana.

 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
 
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
 
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
 
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
 
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
 
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
 
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
 
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
 
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
 
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
 
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
 
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
 
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
 
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
 
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
 
 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Mensaje desde la penumbra" A.Tabucchi

La noche, en estas latitudes, cae de improviso, con un crepúsculo efímero que dura un soplo, y después, la oscuridad. Yo debo vivir únicamente en este breve período, y por lo demás no existo. O mejor, estoy, pero es como si no estuviese, porque estoy en cualquier sitio, incluso allí, donde te he dejado, y además en todas partes, en todos los lugares de la tierra, en los mares, en el viento que hincha las velas de los veleros, en los viajeros que atraviesan las llanuras, en las plazas de las ciudades, con sus mercaderes y sus voces y el flujo anónimo del gentío. Es difícil decir cómo está hecha mi penumbra y qué significa. Es como un sueño que sabes que estás soñando, y en eso consiste su verdad: en ser real fuera de lo real. Su morfología es la del iris, o mejor, la de las gradaciones lábiles que dejan de ser mientras están siendo, como el tiempo de nuestra vida. Me es posible recorrerlo, este tiempo que ya no es mío y que ha sido nuestro, y que corre ligero en el interior de mis ojos, tan rápido que yo entreveo paisajes y lugares que hemos habitado, momentos que hemos compartido e incluso nuestras conversaciones de entonces, ¿recuerdas?, hablábamos de los parques de Madrid y de una casa de pescadores donde hubiéramos querido vivir y de los molinos de viento, y de los acantilados en el mar en una noche de invierno, cuando comimos gachas, y de la capilla con los exvotos de los pescadores, vírgenes de rostro popular y náufragos como marionetas que se salvan del oleaje agarrándose a un rayo de luz llovida del cielo. Mas todo esto que me pasa por dentro de los ojos, pero que descifro con exactitud minuciosa, es tan rápido en su irrefrenable carrera que es sólo un color: es el malva de la mañana sobre la meseta, es el azafrán de los campos, es el añil de una noche de septiembre con la luna colgada del árbol en la explanada delante de la vieja casa, el olor fuerte de la tierra y tu seno izquierdo, que yo amaba con mayor intensidad; y la vida estaba allí, aplacada y escandida por el grillo que vivía al lado, y aquélla era la mejor noche de todas las noches, porque era una noche líquida, como la pulpa del albaricoque.

En el tiempo de este infinito mínimo, que es el intervalo entre mi ahora y nuestro entonces, te digo adiós y silbo Yesterday y Guaglione. He dejado mi jersey en la butaca de al lado, como cuando íbamos al cine y esperaba que tú volvieras con los cacahuates.

Felices vacaciones,Alberto

Un saludo

Marga

Alberto San Segundo dijo...

Gracias, Marga, por tu estupendo Tabucchi... Felices vacaciones también para ti

Anónimo dijo...

sencillamente,maravillosos...gracias...
http://youtu.be/ge0Lq-JuR08