martes, 2 de noviembre de 2021


LAS MIRADAS SON CUERPO 

Tras el programa de hace siete días, que giró, en lo literario, sobre El Reino, la subyugante obra de Emmanuel Carrère, esta noche y la del lunes que viene Buscando leones en las nubes va a tener como protagonista central otro libro magnífico, El colibrí, la celebrada novela de Sandro Veronesi, que obtuvo el prestigioso Premio Strega en Italia y que fue publicada en nuestro país en 2020 por la editorial Anagrama, en traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona. En los primeros meses de 2022 espero poder presentar el libro en mi otro espacio de Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro, al que os remito, si tenéis paciencia, para profundizar en el contenido de una obra muy interesante. 

Os adelantaré ahora, tan sólo, para una mejor comprensión del breve fragmento del libro que os leeré esta noche, convenientemente “troceado” para facilitar su encaje en la estructura habitual del programa, que el personaje principal de El colibrí es el oftalmólogo Marco Carrera, al que desde pequeño adjudicaron el apelativo que da título a la novela, a causa de su endeble constitución y su escasa estatura. En una construcción literariamente compleja, que nos presenta al personaje en distintos momentos de su existencia, en constantes saltos atrás y adelante en el tiempo y usando recursos técnicos muy variados, Veronesi nos cuenta las distintas etapas de la entera vida de Marco, su infancia y adolescencia, su madurez y hasta su ancianidad, convertido ya en el abuelo que comparece en el texto que a continuación vais a escuchar. En ese intenso recorrido vital afloran los amigos, la familia, las tendencias suicidas de su hermana Irene, el conflicto entre unos padres de los que deberá hacerse cargo en su enfermedad final, el hermano del que está alejado por desavenencias juveniles, su matrimonio fracasado con Marina, su pequeña hija Adele y su grave enfermedad, y, sobre todo, el amor de décadas con Luisa Lattes, que aparece y reaparece en su vida -ambos casados con otras personas- en las páginas más conmovedoras del libro. 

Una novela que conjuga, con una sensibilidad exquisita y una emoción profunda, la melancolía, la tristeza y el desamparo del personaje con, por otro lado, su ilusión y su optimismo, su jovialidad y su ánimo, su fuerza y su esperanza, en un texto que admite lecturas diversas: metafísica, romántica, sociológica o política, y que nos habla del amor, de la muerte, del infortunio, del fracaso, de la tragedia y la pérdida, del dolor y el sufrimiento, de la superación y la búsqueda de la felicidad, de la vida común de todos nosotros. 

En uno de los muy diversos registros literarios de los que se vale Veronesi -cartas, monólogos dramáticos, diálogos de guion de cine, transcripción de correos electrónicos- el autor recoge una breve conferencia del doctor Marco Carrera en un congreso sobre “La percepción visiva entre ojo y cerebro”. La ponencia, de título “Las miradas son cuerpo” constituye ahora, leída por mí en su integridad, el núcleo central del programa. 

El complemento musical que, de modo natural, “pide” el texto debiera consistir en temas extraídos de la bien nutrida “banda sonora” de la novela, que abunda en referencias a canciones de los años 70 -Crosby, Stills, Nash & Young (un grupo merecedor de un homenaje en Buscando leones en las nubes, y del que os prometo algún programa monográfico en los próximos meses), The Eagles, Poco, Pink Floyd, Grateful Dead-, música italiana -Fabrizio de André o Nilla Pizzi, entre otros-, o menciones a músicos más recientes como Elvis Costello, Marianne Faithfull, Sinéad O’Connor o Bjork. La muy corta extensión de las canciones que aparecen citadas en el libro imposibilita su acomodo entre las también muy cortas citas textuales elegidas, razón por la cual he decidido prescindir de ellas e ilustrar musicalmente el programa con obras de otro músico italiano, Ludovico Einaudi, cuya sensibilidad y delicadeza al piano se avienen de maravilla, a mi entender, con el tono de El colibrí. Espero que el resultado final pueda agradaros.

Las miradas son cuerpo

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