martes, 26 de noviembre de 2013


ANNE SEXTON. ELLA CONOCE LA CARNE

Esta semana os ofrezco la segunda emisión dedicada a Anne Sexton, la torturada poeta norteamericana de cuyo nacimiento se cumplieron ochenta y cinco años el pasado 9 de noviembre y cuya obra intensa y compleja refleja el desasosiego, la tragedia, el malestar emocional, la vulnerabilidad, los desequilibrios psíquicos de una vida que se resolvió en su prematuro suicidio -todos lo son- con sólo cuarenta y cinco años. En el programa aparece una decena larga de poemas de la bostoniana, entresacados de sus Poemas de amor, recogidos en el libro del mismo título publicado por Linteo en traducción de Ben Clark y en Poesía completa, que la misma editorial presentó este año en una cuidada edición a cargo de José Luis Reina Palazón.
 
Y el dramatismo que rezuman los versos de Anne Sexton aflora entre algunas espléndidas canciones que giran sobre el tema del suicidio y que permiten recrear así la atmósfera oscura y opresiva, la prosa delirante y desesperada, descarnada y a veces cruel de la malograda escritora a la que desde aquí homenajeamos. Sus intérpretes son The Smiths, Simon & Garfunkel, Trisha Yearwood, Counting Crows, Patti Smith, Sarah Mclachlan con Blank & Jones, Neil Young, Brandi Carlile, Grateful Dead, Lucinda Williams y Peter Gabriel. Gabriel es un artista especialmente vinculado a la escritora, a cuyo universo poético dedicó una de sus canciones más conocidas -y la que más me gusta de una carrera repleta de obras extraordinarias-, Mercy Street. Una interpretación de esta canción en directo, en Milán, en 2003, protagoniza nuestra sección de vídeos.
 
Para cerrar este comentario os transcribo el prólogo que hace Ben Clark a su edición de los Poemas de amor, publicada por Linteo en 2008.
 
 
E-mail imposible para Anne Sexton
 
En 1969 el ser humano pisó por primera vez la luna y nació el ARPANET, el primer sistema de intercomunicación que sugería la posibilidad de que algún día existiera internet. También vio la luz un pequeño libro de poemas de una autora que siempre soñó con el éxito y que decidió quitarse la vida con cuarenta y seis años, siendo una de las poetas más conocidas y leídas de EE.UU. Anne Sexton (Massachusetts, 1928-1974).
 
Como delata el título, mi primer impulso a la hora de escribir algo sobre Anne Sexton fue escribirle un e-mail, un e-mail imposible que pudiera llegar a una mujer que amaba y necesitaba la correspondencia “como si fuera comida”. No hay ninguna duda de que hubiera leído mi misiva, tarde o temprano, porque leía todas las cartas que recibía, incluso cuando la fama obligó al cartero de 14 Black Oak Road a cargar con sacos de cartas sin ver su sueldo incrementado por ello. Tampoco le hubiera molestado en absoluto que mi carta no estuviera escrita a mano, odiaba su propia letra y solía escribir todas sus cartas a máquina, cometiendo maravillosas faltas de ortografía que los modernos procesadores de texto intentan evitar. Anne Sexton hubiera sido una mujer distinta de haber conocido el correo electrónico. Una de las primeras cosas que llaman la atención a leer su correspondencia, publicada por Mariner Books, es la angustia que en ocasiones se apoderaba de la poeta cuando una respuesta tardaba en llegar.
 
Claro que escribirse con Anne Sexton no era algo sencillo, uno tenía que estar a la altura, satisfacer las exigencias epistolares de una mujer determinada e independiente que, sin embargo, requería y exigía el apoyo constante de todo el mundo.
 
En cualquier caso mi e-mail hubiera tenido dos “asuntos” que hubieran provocado en Sexton reacciones diametralmente opuestas: por un lado mi intención de traducir su célebre libro Love Poems, hubiera contribuido felizmente a cumplir el deseo que le formuló a Claire S. Degener un año antes de suicidarse: “Tal y como le dije al Sr. Evans en su oficina: señor, quisiera que me traduzcan en todo el planeta, de un modo u otro. Espero que esté trabajando en ello.” No sé si el Sr. Evans está trabajando en ello, pero puedo asegurar que no fue él quien me contactó para traducir a Sexton. El otro asunto hubiera provocado, en cambio, un profundo rechazo en la ganadora del premio Pulitzer de 1967: felicitarle por su ochenta cumpleaños.
 
Anne Sexton no soportaba su cumpleaños, solía ser una época especialmente conflictiva y muchos de sus intentos frustrados de suicidio tuvieron lugar en las semanas previas o posteriores al 9 de noviembre. De hecho, Love Poems es un libro que le debe mucho al odio que Sexton le tenía a su aniversario y es una prueba más de que nos encontramos ante una poeta cuya vida no se puede desligar de su obra de ninguna de las maneras; la única vez que Anne celebró la ocasión a gusto fue en 1965, cuando un apagón general obligó a la familia Sexton a cancelar sus planes de ir a cenar, confinándoles a la luz de la chimenea y de las velas que pudieron encontrar. Un año después la poeta quiso que la familia lo celebrara de la misma manera. Apagaron todas las luces y su hija Joy se tomó un baño, iluminada sólo por la luz de una vela. Esta se apagó y su madre corrió a encendérsela de nuevo. En la oscuridad tropezó u cayó rodando por las escaleras, fracturándose la cadera gravemente. El poema “La fractura” recrearía esa experiencia y, pese a haberle dicho a amigos y conocidos que no había escrito “nada” entre noviembre de 1966 y septiembre de 1967, diez poemas de amor ya esperaban a sus compañeros para formar la colección que publicaría el 13 de febrero de 1969 y que vendería, con el tiempo, más de 100.000 ejemplares.
 
No será fácil que se cumpla el deseo de Anne Sexton porque no es una poeta fácil de traducir. Un uso muy personal del lenguaje -inventando en muchas ocasiones palabras compuestas que escapan de cualquier diccionario- y una habilidad singular para utilizar todas aquellas palabras que, por decirlo de alguna manera, simplemente “no están” en español complican la tarea. Ello no implica, sin embargo, que no sea una experiencia fascinante para un poeta. La imágenes de Sexton son extrañas, bellas e inquietantes, trascienden la cotidianidad que envuelve situaciones triviales y nos revelan un mundo que oprime las pulsiones más básicas, que no entiende de moral, que sólo puede ser juzgado, como vemos en el poema “El interrogatorio del hombre de muchos corazones”, por el tiempo. Love Poems es un poemario sobre el adulterio.
 
En un prólogo de 1989 Diane Wood Middlebrook, al hablar de Sexton, piensa en Hester Prynne, la protagonista adúltera de La letra escarlata de Hawthorne. A mí, sin embargo, quizá por haber ingerido más cine que literatura, me viene a la cabeza la película de Todd Haynes Far from Heaven (“Lejos del cielo”, 2002), donde una familia americana de una zona residencial de los años cincuenta debe enfrentarse a sus impulsos sexuales frustrados, al tedio del sueño americano y a la moral conservadora imperante. Los poemas de amor de Sexton empiezan con el contacto de la piel, el sencillo toque, dan un paso más con el beso y se desnudan sin remedio con el tercer poema, “El pecho”. “El interrogatorio del hombre de muchos corazones” nos lleva al corazón del problema: es una relación prohibida llena de dudas, celos, manipulaciones y frustración.
 
Quizá hubiera sido más sencillo hablar de los poemas de amor de Anne Sexton haciendo referencia a sus amantes, al fracaso de su matrimonio, a la crudeza autobiográfica de sus poemas, ese confesionalismo que tantos críticos le reprocharon y a su frágil salud mental. Pero lo único que cuenta, al final, son los poemas y a ellos dedicaba Sexton todas las horas que le sobraban a la Sexton madre, esposa, paciente y fiel escritora de cartas.
 
Con la confianza de que este e-mail imposible te llegará, de alguna forma, y con la seguridad de haber recibido ya tu respuesta a través de los versos, termino deseándote, a tu pesar, un feliz cumpleaños, Anne Sexton, estés donde estés, esperando que sepas perdonar los errores que ningún ordenador podrá detectar jamás.
 
Ben Clark
Salamanca, verano de 2008


martes, 19 de noviembre de 2013


ANNE SEXTON. DE NOCHE, SOLA, DESPOSO LA CAMA

Durante dos semanas, ésta y la próxima, vamos a ofreceros un par de ediciones de nuestro espacio centradas en Anne Sexton, la intensa poeta norteamericana, de cuyo nacimiento se cumplieron el pasado día nueve de noviembre ochenta y cinco años.
 
Tengo en mi biblioteca cuatro libros -y no sé si hay otros traducidos en nuestro país- de Anne Sexton: El asesino y otros poemas, publicado por Icaria en 1996; Vive o muere, que editó Vitruvio en 2008; Poemas de amor, una edición del “salmantino” Ben Clark, aparecida en Linteo en 2009; y el formidable Poesía completa que también en Linteo vio la luz este mismo año y que, con traducción, introducción y notas de José Luis Reina Palazón, recoge en más de 900 páginas todos los versos de la autora.
 
En estas dos emisiones se leen veinte de sus poemas de amor, un amor nada convencional, nada complaciente, turbulento y caótico, melancólico e infeliz. Veinte poemas, repletos de menciones al sexo, la sangre y la menstruación, el aborto y la masturbación, el engaño, el adulterio y la infidelidad, que os ofrezco alternando las versiones en castellano de Ben Clark y José Luis Reina. Ambas traducciones ofrecen propuestas muy distintas -a veces sutil y radicalmente distintas- para un mismo poema. Debo confesaros que las de Reina me resultan más convincentes, pues elige casi siempre las opciones más comunes, las más “normales” y, quizá por ello, las más elegantes; sin embargo, la mayor parte de las que aparecen en el programa se deben al joven ibicenco-británico estudiante en Salamanca, por ser las que primero leí y las que llevo ya incorporadas a mi, pese a todo, deficiente memoria.
 
Un día de octubre de 1974 Anne Sexton se puso el abrigo de piel que había heredado de su madre, se bebió dos vodkas y con un tercero en la mano entró en el garaje de su casa, encendió el motor y la radio de su Cougar rojo y se quitó la vida, escribe Elsa Fernández-Santos en un artículo de El País. Este desenlace trágico, por otro lado previsible, dados los numerosos intentos previos, y también el dolor, la enfermedad mental, el desequilibrio psíquico, los excesos con el alcohol y los desarreglos emocionales que jalonaron su destructiva y psíquicamente inestable vida (lo que aflora, consiguientemente, en su depresiva, angustiada, compleja, torturada, conflictiva, turbadora, descarnada y excesiva obra) motiva el que mi elección musical para acompañar los desgarrados versos de Anne Sexton gire en torno a canciones que hablan del suicidio, bien de un modo expreso, mencionado directamente en sus letras, bien de un modo implícito, a partir de temas que rezuman un clima de oscuridad y depresión tales que sólo puede ser interpretado como antesala de la muerte. Billie Holiday (cuya desgarrada versión del clásico Gloomy sunday, con subtítulos en castellano, aparece en el vídeo con el que cerramos esta entrada), Roxy Music, The Corrs, Eels, Elliott Smith, Isabelle Boulay, Bob Dylan, Radiohead y Gianna Nannini son los intérpretes de la depresiva banda sonora que acompaña los poemas, desasosegantes y magníficos, opresivos y complejos, extraños, intensos, contradictorios, oscuros, tristes, amenazadores, bellísimos poemas de amor de Anne Sexton.
 
Os dejo a continuación con la introducción del interesante estudio preliminar que con el título de Rata y estrella: la poesía transformadora de Anne Sexton hace José Luis Reina Palazón en su edición de la Poesía Completa de la autora.
 
 
Rata y estrella: la poesía transformadora de Anne Sexton
 
Y yo. Yo también
Muy serena en los cócteles
mientras que en mi cabeza
estoy experimentando una operación a corazón abierto.
“Caperucita roja”. Transformaciones (1971)
 
Anne Gray Harvey -Anne Sexton-, la menor de las tres hijas de una familia burguesa, nació el 9 de noviembre de 1928 en Newton, Massachusetts, y pasó la mayor parte de su vida en diversos barrios ricos de Boston. Se habla de su poesía como “lírica confesional”. El fin de su confesión no es sólo la exposición aclaratoria de sus sentimientos más íntimos, sino también el deseo de hacer patente su subjetividad, sobre todo los dolorosos temas tabú de la experiencia femenina de la vida en toda su cruel intensidad. Su visión apasionada y a la vez estilizada de la familia desmonta también las relaciones sexuales de parentesco en las que se siente en un falso lugar, señalando a la vez la insociabilidad de esa figuración socio-psicológica. Su visión impacta por su lenguaje poético sencillo, casi conversacional, pero a la vez altamente rítmico, que basa su fuerza en las imágenes conmovedoras y en las muy originales cadenas asociativas. Impresionó a su público sobre todo por su disposición a mostrar el propio sufrimiento y la propia pasión de una manera abierta, torrencial. Ya en su primer libro, Al manicomio y casi de vuelta (1960), con el que se hizo inmediatamente famosa, describe su desplome psíquico, su estancia en la clínica de nervios, la terapia como confrontación con los traumas del pasado, y el intento de encontrar un nuevo equilibrio con su familia. Aquí comienza lo característico de su lírica: la utilización descarnada del material autobiográfico y su precisa transformación en forma poética. En los otros libros siguientes, diez en total, escribe de manera radicalmente sincera sobre la contradicción del odio y el amor en la maternidad, sobre la dependencia del alcohol y las píldoras, sobre la labilidad psíquica y el delirio, sobre el aborto, la masturbación, el incesto, el adulterio, el suicidio y el éxtasis sexual destructor. Temas candentes en un lenguaje claro y original, por ello doblemente atractivo.
 
Anne Sexton reelabora en su poesía un tipo de comportamiento contradictorio desarrollado desde su niñez. Por una parte es una figura que busca atención, atractiva y de fuerte voluntad, que impresiona a los demás por ser alegre y sociable; por otra tiene el convencimiento de ser alguien involuntariamente marginal, que sufre de un dolor insuperable que ya en su infancia se expresaba por fuertes altibajos emocionales y una gran tensión. A los diecinueve años, en 1948, elige en lugar del estudio la supuesta felicidad matrimonial, cuyas dificultades le llevan, tras el nacimiento de su segunda hija en 1955, al tratamiento psiquiátrico por estados de angustia de los que no se librará a lo largo de su vida. Fue su terapeuta el Dr. Martin Orne quien le aconsejó que escribiera poemas. Estos se convirtieron en una psicoterapia de decenios en cuyo discurrir comienza a comprender el lenguaje de su inconsciente, sin lograr librarse de sus depresiones e intentos de suicidio. La terapia continúa en seminarios de poesía, workshops, periódicos, revistas y libros en los que se dan a conocer sus textos, los escenarios donde los lee, sus lecciones donde transmite sus conocimientos. Sus libros son nominados para el National Book Award. Entra en la Royal Society of Literature. Recibe beca tras beca para la escritura de sus libros y viajes, de la Ford-Foundation, del Congress for Cultural Freedom, etc. La nombran profesora de la Universidad de Boston. En 1967 recibe el Premio Pulitzer y el Shelley Award de la Poetry Society of America. Viaja a Inglaterra para las lecturas de su obra. En 1968 recibe el Phi Beta Kappa de la Universidad de Harvard y en 1969 el del Radcliffe College. En 1970 el doctorado honoris causa de la Tufts University, en 1972 el de la Fairfield University y en 1973 el del Regis College. Además de en Boston, como profesora titular, enseñó en la Crashaw Chair de la Colgate University y en la Bread Loaf Writer’s Conference. La nombran miembro del jurado del Premio Pulitzer. Su obra teatral Mercy Street se estrenó en el American Place Theatre de Nueva York y su ópera Transformations en la Minneapolis Opera Company. En 1974 lee sus poemas en el Sanders Theatre de la Harvard University.
 
El 4 de octubre de 1974, la condición contradictoria del éxito social y la desgracia psíquica la llevan, sin embargo, tras varios intentos fallidos, al suicidio. Bebe dos vodkas, toma un tercero en la mano y vestida con una abrigo de piel de su madre se encierra en el garaje. Sentada ante el volante de su Cougar rojo, pone en marcha el motor y enciende la radio. Muere una mujer poeta, nace un mito fulgurante. Su trayectoria es fulminante y lunar, una partida incesante y fatal de un as insólito A(nne) S(exton).

martes, 12 de noviembre de 2013


MIQUEL MARTÍ I POL. I RECORDAR NO ÉS VIURE

Bienvenidos a una muy sosegada, melancólica, dulce e intimista edición de Buscando leones en las nubes que homenajea a un poeta excelente, Miquel Martí i Pol, que falleció el 11 de noviembre de hace diez años, en 2003. Poeta “oficial” de Cataluña, omnipresente en casi cualquier manifestación cultural de aquella comunidad autónoma, amigo y referente vital de personajes de tan amplia dimensión pública como Lluis Llach o Pep Guardiola, Martí i Pol no es, en cambio, un autor demasiado conocido en el resto de España en donde, que yo sepa, sólo hay dos libros suyos de poemas vertidos al castellano, Después de todo, editado en DVD Poesía en 2002, y el muy reciente Un día cualquiera, una antología de treinta de sus mejores poemas publicada este mismo año por la editorial Nørdica en una espléndida edición bilingüe con traducción de Adolfo García Ortega y estupendas ilustraciones de Pep Montserrat. Para un mayor conocimiento de la obra del poeta catalán os transcribo, al final de esta entrada, el contenido íntegro de un esclarecedor artículo divulgativo publicado por Pere Farrés en Lletra.com, la revista virtual de Literatura catalana de la Universitat Oberta de Cataluña.
 
Pese a que hay infinidad de recreaciones musicales de los versos del poeta en las voces de muchos de los principales cantantes catalanes, entre los que destaca de manera notoria el citado Lluis Llach, he preferido completar el programa con una docena de canciones, muchas grandes clásicos de la canción en catalán, que no están vinculadas a la obra de Marti i Pol. Se trata de piezas de estilos distintos, interpretadas por músicos de generaciones también diversas, con temáticas variadas aunque girando, la mayor parte, de un modo u otro, en torno al tema del amor, sujeto principal, igualmente, de la mayoría de los poemas que suenan en la emisión. Son, en cualquier caso, canciones que a mí me entusiasman, siendo éste, el del gusto personal, el criterio último de selección de todas ellas, aunque también me ha movido, pese al carácter muy personal y subjetivo de mis elecciones, el ofreceros temas con un cierto valor representativo del panorama de la música de Cataluña en los últimos cuarenta años. Así, en el programa podéis escuchar a Sau (cuyo himno, Boig per tu, protagoniza el vídeo de esta semana, en una grabación, de deficiente sonido, de 1991), Joan Manuel Serrat, Sopa de Cabra, Lídia Pujol, Jaume Sisa, Marina Rossell, Sangtraït, Gossos con Macaco, Manel, Blaumut, Lluis Llach, Quimi Portet y Silvia Pérez Cruz, que hace una delicada versión de un poema de otra esencial escritora catalana, Maria-Mercè Marçal.


Postdata: Haciendo amigos (para una polémica no buscada pero que imagino inevitable, en relación a la condición de Martí i Pol como símbolo poético del catalanismo oficial):

En estos días aciagos de nacionalismo furibundo y reductor, sospechosamente unánime y sin embargo errado, vigente de una manera inexplicable en el día a día pese a su carácter ridículamente decimonónico, anacrónico (genial, como siempre, la viñeta de El Roto que acompaña estas palabras); en estos días de nacionalismo antidemocrático en su raíz y sus manifestaciones, pese a las proclamas, pese a los lemas, pese a la trampa de un supuesto “derecho a decidir” (¿tendría Badalona "derecho a decidir" separarse de una hipotética Cataluña libre si así lo expresara la voluntad “mayoritaria” de sus ciudadanos?, ¿y se aceptaría el "derecho a decidir" de los vecinos del Eixample si quisieran segregarse de Barcelona?, ¿podrían ejercer ese supuesto derecho, badaloneses y “eixamplers” -de aceptárselo a ambos-, si pretendieran hacerlo saltándose las reglas de juego, el marco normativo, el referente constitucional?); en estos días de nacionalismo primitivo y excluyente, antediluviano y tribal; en estos días en los que la visión nacionalista de la realidad impone una delirante revisión de la historia, una reduccionista y falsa lectura del pasado; en estos días en los que el aparato nacionalista inunda sin vergüenza las calles con una propaganda sesgada y febril, mentirosa y burda; en estos días en los que el nacionalismo lleva dirigiendo -salvo el breve “interregno” socialista- casi cuarenta años de la “autogobernada” vida catalana, con una educación, con una política cultural, con unos medios de comunicación, diseñados a su medida para conformar una ficticia voluntad identitaria perpetuadora de su propio estatus dominante; en estos días de peligrosa locura colectiva tutelada -manipulada- por una minoría “selecta” de representantes del capital y de las gentes de orden (en el peor sentido de la expresión: los de “toda la vida”, el “cogollito”, las cincuenta familias, quienes han gozado del poder desde tiempo inmemorial... más unos cuantos “curas” -no sólo metafóricos-, unos cuantos políticos, unos cuantos aprovechados, para completar el cóctel), una minoría de escogidos miembros de una clase dirigente, de una burguesía que inventa nuevas formas -pese al riesgo de división, de fractura, de odio en la sociedad- para conservar (el nacionalismo es -contra la pátina de progresismo e innovación con que se “vende”- profundamente conservador) sus prebendas, su dominio, su injusta posición de privilegio; en estos días aciagos -sí, por dos veces aciagos- de anticuado nacionalismo, que Buscando leones en las nubes os proponga, para su disfrute y sin prejuicios, un puñado de poemas y canciones en catalán se me antoja -perdonadme la pedantería de calificar mi propia posición- un ejercicio de racionalidad, de sensatez, de afecto -de amor incluso- desapasionado hacia una lengua, un patrimonio espiritual, un legado cultural, una tierra y unas gentes que sin duda sufrirán si prospera el absurdo delirio reinante.

Disfrutad, pues, de la belleza de los versos del inmenso Martí i Pol y de las canciones de los artistas catalanes seleccionados más allá de inexplicables partidismos empequeñecedores, más allá de estúpidos apriorismos ideológicos, más allá de ridículos planteamientos excluyentes.
 
 

Miquel Martí i Pol

La biografía de Miquel Martí i Pol (Roda de Ter, 1929- Vic, 2003) está marcada por algunos rasgos definitorios, entre los cuales sobresalen los siguientes: a) el vínculo con su pueblo natal, en el que siempre vivió; b) su condición obrera como oficinista en la fábrica textil La Blava, de Roda de Ter, donde trabajó desde los 14 años hasta los 43; c) las consecuencias de la enfermedad que contrajo alrededor de 1970, una esclerosis múltiple que desde ese momento le impidió moverse y hablar con normalidad; d) el compromiso del poeta con su clase social y con el país; e) su disposición, desde joven, a interrogarse, a esforzarse por conocerse a sí mismo y el mundo que lo rodeaba. Y, claro está, su dedicación a la poesía, que empezó a dar frutos en torno a 1948. Desde entonces, la mejor referencia biográfica de Martí i Pol ha sido su obra.
 
Miquel Martí i Pol no se dedicó sólo a la poesía: pese a considerar que la prosa era su asignatura pendiente, publicó un libro de narraciones, Contes de la vila de R... i altres narracions [Cuentos de la villa de R... y otras narraciones] (1978), dos volúmenes de memorias, uno de artículos periodísticos y diversas traducciones. Colaboró con algunas revistas, entre las cuales cabe destacar Inquietud (1955-1966) y Reduccions (desde 1977), de cuyo consejo de redacción formó parte.
 
De los planteamientos existencialistas al realismo histórico
Formado bajo el catolicismo imperante en la posguerra, en un ambiente perfectamente descrito en El poble [El pueblo] (1966), el joven Martí i Pol se presenta interrogándose sobre su ser y su destino. Afirma su yo, distinto de un "vosotros" que incluye al resto de los humanos, pero que se concreta en la gente que lo rodea, básicamente de condición obrera, a la que en el fondo admira, y constata el desconcierto -que en poemas como los de El fugitiu [El fugitivo] llega a ser angustia- que le causa el proceso gradual de conocimiento -o descubrimiento- de la propia personalidad. Una crisis de los valores religiosos, que se manifiesta aproximadamente entre 1952 y 1957, acaba de acentuar el íntimo aislamiento en que ha vivido el poeta hasta que, al fin, la crisis se resuelve por medio de una apertura, podríamos decir social, a la realidad de su entorno, concretada inicialmente en los dos marcos espaciales inmediatos, su pueblo y la fábrica donde trabaja; de aquí nacen los poemas de El poble [El pueblo] y de los dos repertorios de poemas La fàbrica [La fábrica] (1959) y La fàbrica [La fábrica] (1972).
 
Con los poemas de El poble y La fàbrica, Martí i Pol entra de lleno en la corriente que se ha llamado "realismo histórico", ya que traduce un mundo -el de la gente con quien convive- que conoce bien y desde dentro, y que describe por medio de procedimientos tan realistas como el inventario o la crónica. Los obreros que van a trabajar cada día, en la fábrica o subiéndose por los andamios, las mujeres que hacen el trabajo de casa, los jubilados, son los protagonistas de estos poemas, sus "héroes", porque el poeta los eleva a esta categoría al considerar su trabajo, su vida, una auténtica gesta casi épica. El contraste entre la descripción de la vida del obrero, que se desarrolla en condiciones muy duras, y el tratamiento humano, de una gran ternura, con que el poeta se refiere a las personas concretas, a veces con nombres y apellidos, que forman "su gente", es una de las características más originales de esta poesía. El poeta, finalmente, se siente comprometido con la gente de su pueblo y su fábrica y, por extensión, con la clase social de la que forman parte, hasta el punto de poner su voz y su gesto -discurso y acción- a su servicio: "De ellos quiero hablar, al hablar de la gente de ahora. / De ellos quiero hablar. Sin ellos, yo no existo". Obviamente, una poesía de este tipo se expresa a través de un lenguaje directo y asequible; sin embargo, lejos de caer en el peligro del panfletismo, Martí i Pol consigue mantener el valor poético de sus textos a través de una elección esmerada del léxico y del uso recurrente de metáforas e imágenes sencillas, evocadoras de sensaciones y estados anímicos que permiten al lector familiarizarse con el contexto social y, al mismo tiempo, penetrar en el universo personal de los hombres y las mujeres que allí se mueven.
 
Del enclaustramiento a una nueva apertura
Los efectos de la esclerosis múltiple que Martí i Pol contrae alrededor de 1970 hacen acto de presencia ya a partir de los Vint-i-set poemes en tres temps [Veintisiete poemas en tres tiempos] (1972). Hasta 1975 su poesía se interioriza; ahora se imponen la soledad, la angustia, una cierta presencia de la muerte, y el poeta define un mundo reducido y cerrado, lo único que percibe como posible en las nuevas circunstancias que le toca vivir. En este contexto, los sentidos desempeñan un papel importante -en especial la vista y el tacto- porque son los instrumentos que le permiten fijar los límites de su realidad. Los poemas de Cinc esgrafiats a la mateixa paret [Cinco esgrafiados en la misma pared] (1975), cargados de imaginería, sintetizan magistralmente el nuevo mundo del poeta y la actitud con que se enfrenta a él, una actitud que no cae nunca en la desesperanza, sino que se afana siempre por aferrarse a la vida: con las limitaciones que sean necesarias, pero vivir.
 
En Quadern de vacances [Cuaderno de vacaciones] (1976) Martí i Pol revela ya el inicio de la superación del estado anterior, y los libros siguientes ponen de manifiesto un canto a la vida cada vez más brillante, que llega a la cima con volúmenes como Estimada Marta [Amada Marta] (1978) y L'àmbit de tots els àmbits [El ámbito de todos los ámbitos] (1981). Ahora el poeta apuesta claramente por el futuro, con optimismo, con unas enormes ganas de vivir y con una renovada fe en el hombre. Retoma la poesía amorosa, con un matiz incluso erótico. E invita el lector a una reflexión cívica sobre la necesidad de que cada persona aporte lo que pueda en la construcción del país común. Son tres vías -la fe en el futuro, el erotismo y la reflexión cívica- que definen un nuevo momento, primordial, en la obra del poeta y dan lugar a algunos de sus textos más maduros.
 
Es durante este proceso de nueva apertura cuando Martí i Pol comienza a reflexionar con mayor profundidad sobre la poesía y su actividad como poeta, reflexión que se va acentuando a lo largo de los años ochenta y noventa. Esta reflexión es el tema de algunos poemas, como, por ejemplo, unos cuantos del apartado "Capfoguer" de Estimada Marta [Amada Marta], y de algunos textos más teóricos, como el artículo de 1987 "Algunes consideracions sobre experiència i poesia" (Reduccions, núm. 34). La poesía es entendida como un proceso de conocimiento interior por parte del poeta, de autoanálisis, ligada, por lo tanto, a la experiencia personal, aunque esta experiencia puede tener muchos matices. Martí i Pol entiende que la poesía tiende a expresar lo esencial de la vida personal y colectiva, y a expresarlo con sencillez. Por otra parte, el material con que trabaja el poeta, la palabra, es objeto de atención preferente: no puede ser utilizada de manera gratuita, sino que se le debe exigir densidad, exactitud y capacidad de sugestión.
 
De la serenidad al desconcierto
En plena madurez vital, la poesía de Martí i Pol rezuma una innegable sensación de serenidad, presente ya en textos como los del Primer llibre de Bloomsbury [Primer libro de Bloomsbury] (1982) y confirmada en Els bells camins [Los hermosos caminos] (1987). Ni siquiera el dolor por la muerte de su primera mujer, que genera el Llibre d'absències [Libro de ausencias] (1985), rompe esta actitud del poeta. Se trata de una serenidad hecha de sabiduría de vivir, de experiencia, de observación del mundo que rodea al poeta, desde una cierta posición "otoñal", y sobre todo de voluntad de conocimiento, aplicada en especial al propio yo del poeta. Este proceso de experiencia, de observación y de conocimiento, asociado a una progresiva manifestación del valor absoluto del amor, es lo que permite al poeta seguir creciendo, seguir madurando, afirmarse cada vez con más plenitud.
 
Con todo, en los libros que publica ya en los años noventa -el primero de los cuales, sin embargo, contiene textos escritos a partir de 1986- la poesía de Martí i Pol da un nuevo giro, definido por el desconcierto, el desencanto, la inseguridad. Se trata de sensaciones personales, íntimas incluso, acentuadas por el peso de los años -el poeta reconoce que se hace viejo-, y podría decirse que por el descubrimiento de nuevas manifestaciones de la propia personalidad, desconocidas o al menos ocultas hasta ese momento, que se le imponen y trastornan la relativa placidez con que se había acostumbrado a enfrentarse a sí mismo. Estas sensaciones desconcertantes provocan, también, muchos silencios, largos periodos de agrafía, raros en el conjunto de la producción de Martí i Pol. Ahora bien, esta sensación de desconcierto no es únicamente personal: tanto en Un hivern plàcid [Un invierno plácido] (1994) como en el Llibre de les solituds [Libro de las soledades] (1997) deriva también de la reflexión sobre la vida colectiva del país, sobre los acontecimientos de orden social y político contemporáneos. Y aquí el desencanto de Martí i Pol se vuelve crítico, de nuevo, incapaz de abandonarse a la resignación o a la pasividad. En su última obra, Llibre de les solituds, el poeta recupera la ironía, ya presente en algunos libros de años atrás, como recurso para salvarse, tanto del desconcierto como de la resignación, con lo cual introduce un elemento que permite pensar en la superación de esta última etapa.

martes, 5 de noviembre de 2013


400 PROGRAMAS. ESTOY AQUÍ

Esta semana os damos la bienvenida a un muy especial Buscando leones en las nubes con el que llegamos a las cuatrocientas emisiones. Es cierto que, si consideramos el hecho de que nuestro primer programa salió al aire el curso 1999/2000, estas cuatrocientas no constituyen una cantidad demasiado elevada, pero hay que tener en cuenta que en los primeros nueve años de existencia -aquellos en los que la versión radiada no tenía su continuidad en internet, en este blog que ahora leéis y que nació por estas fechas de 2008- nuestra “producción” apenas llegaba a los treinta programas anuales, descontando semanas de vacaciones, retrasos en el comienzo del curso e imponderables varios por desgracia demasiado frecuentes. En el último lustro, en cambio, en nuestro blog han visto la luz cerca de cincuenta emisiones por curso, lo que nos ha permitido llegar ahora a estos cuatrocientos programas cuya redonda cifra esta semana hemos querido festejar.
 
Para ello, al igual que en otras ocasiones “centenarias”, he pretendido que seáis los oyentes y seguidores de Buscando leones en las nubes los que completarais esta hora de radio con vuestras aportaciones. Y así, en las últimas semanas he ido recibiendo propuestas de textos y canciones enviados por algunos de los más fieles y asiduos visitantes del programa, tanto en las ondas como en el blog. He tenido que desechar -disculpas sinceras para los afectados- algunas de las sugerencias recibidas, porque, de haberlas incluido, hubiéramos debido sobrepasar el tiempo del que disponemos para la emisión. Pese a ello, el resultado, mucho más heterogéneo -como es natural- que cuando la selección la hago yo, es excepcional, con un conjunto de fragmentos literarios y temas musicales espléndidos que conforman una emisión muy interesante. Kate Mc Garry, Mor Karbasi, George Michael, Richard Bona con Pat Metheny, Carla Bruni, Triana, Sixto Rodríguez, Loquillo, Pink Martini, Bruce Springsteen, Ornella Vanoni (cuya interpretación de Tu si’ ‘na cosa grande, tan llena de evocaciones personales, aparece en el vídeo que cierra este comentario) y Morcheeba han sido los intérpretes de las piezas musicales que han sonado en el programa.
 
Los inspiradores textos -emotivos poemas, inteligentes reflexiones, aforismos humorísticos, breves relatos, pensamientos melancólicos, citas literarias varias- que nos habéis enviado los escribieron Javier Egea, Andrés Ibáñez, Laura Casielles, José Ángel Buesa, Luis Alberto de Cuenca, Bernhard Schlink, Albert Schweitzer, Béatrix Beck, Gustavo Adolfo Bécquer, Juana Ciudad, Orham Pamuk y Rosa Aliaga.
 
Un cuadro de 1936 de uno de mis pintores favoritos, Henri Matisse, Desnudo yaciente, ilustra esta entrada, con su sensualidad y su vitalismo, con su frescura y, sobre todo, con la aspiración de felicidad que encierra, toda una metáfora de los propósitos que nos guían en Buscando leones en las nubes, que hoy mismo empieza ya a construir otras cuatrocientas promesas de alegría y plenitud, de emoción y belleza. Espero que lleguemos a festejarlas juntos. ¡¡Muchas gracias a todos por vuestra confianza, vuestro seguimiento y vuestra colaboración!!