martes, 21 de diciembre de 2021
FRANK SINATRA ESTÁ RESFRIADO
Hace ahora casi nueve años, en mayo de 2013, y con ocasión del decimoquinto aniversario de la muerte de Frank Sinatra, os ofrecí aquí una emisión dedicada al crooner norteamericano. Hoy, en este 20 de diciembre ya casi festivo, vuelvo a presentaros aquel programa, con algunos retoques que a continuación os explicaré y con una nueva excusa, si es que se necesita alguna para celebrar la creación artística de quien, sin duda, fue una de las figuras más destacadas de la música popular del siglo XX.
Las razones de la oportunidad de esta nueva presencia de Sinatra en nuestro espacio, cerrando, como digo, el año 2021, tienen que ver con el hecho de que, hace unos meses, la siempre magnífica editorial Taschen haya presentado en el mundo entero la ya legendaria crónica del no menos mítico periodista norteamericano Gay Talese, que con el título de Frank Sinatra has a cold, Frank Sinatra está resfriado, se publicó por primera vez en el número de abril de 1966 de la revista Esquire; un artículo que pasa por ser una de las obras más famosas del “nuevo periodismo” del que Talese es un destacado representante. La parte literaria de mi propuesta de 2013 se sostenía sobre la base de la lectura de algunos fragmentos de ese reportaje a partir de una versión recogida de un ejemplar de agosto de 2007 de la revista mexicana de literatura Letras Libres, en el que no constaba la referencia del traductor.
En el caso de la presente emisión he utilizado la misma fórmula que entonces, pero partiendo de otra traducción de la crónica, aunque no será la de la por muchos motivos impresionante edición de Taschen, cuyo texto sólo aparece en francés e inglés. No hay tiempo aquí para comentar el espléndido volumen de la editorial alemana, que, además del artículo originario (como digo, sin versión en español), incluye una introducción de Talese y reproducciones de páginas manuscritas, correspondencia diversa, las imperecederas fotografías de Phil Stern, el único fotógrafo que tuvo acceso a Sinatra a lo largo de cuatro décadas, así como otras imágenes de algunos de los mejores fotoperiodistas de la década de los 60, como John Bryson, John Dominis y Terry O’Neill. Me remito a la reseña del libro que aparecerá mañana, 22 de diciembre, en mi otro espacio en Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro, para completar la información sobre esta desbordante edición. Volviendo a la traducción, será la de Carlos José Restrepo la que podréis escuchar esta noche, extraída del libro Retratos y encuentros, en el que la editorial Alfaguara recopiló en 2010 algunas de las más destacadas crónicas de Talese y, entre ellas, la que hoy protagoniza el espacio.
Desde el punto de vista musical mantengo la difícil selección ya presentada hace nueve años, pues, aunque dentro del amplio repertorio de cientos de temas interpretados por Sinatra a lo largo de su carrera, hay material para poder haber confeccionado muchos programas distintos, creo que las doce estupendas canciones que elegí entonces, no son sólo reveladoras del talento del italoamericano, sino que son también, probablemente, las que más me gustan de su trayectoria.
Con el deseo de que disfrutéis del espacio, me despido ya hasta el año que viene, exactamente hasta el día 10 de enero de 2022. Pasad unas muy relajadas vacaciones. ¡Feliz Navidad!
Frank Sinatra está resfriado
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martes, 14 de diciembre de 2021
ANHELO
Buscando leones en las nubes llega hoy a su penúltimo programa del año 2021, con las vacaciones navideñas ya en el horizonte inmediato. Desde los estudios de Radio Universidad de Salamanca, su creador, guionista y locutor, Alberto San Segundo, quiere antes de la emisión de despedida, el lunes próximo, ofreceros hoy la última entrega de la serie que desde finales de noviembre estamos dedicando a Una cierta edad, el diario de Marcos Ordóñez en el que recoge episodios del pasado, anécdotas de su vida personal y profesional, como escritor y crítico de teatro, comentarios sobre escritores, cineastas, actores, músicos, otros diaristas y, en general, reflexiones de distinta índole sobre la vida y su vertiginoso transcurrir, presentados con un tono, en general, melancólico, aunque no exento de humor, agudeza, inteligencia y sensibilidad.
En uno de los fragmentos del libro, Ordóñez se refiere a otra de sus obras, Juegos reunidos, y el breve texto resulta muy clarificador sobre qué se va a encontrar quien se adentre en la lectura de Una cierta edad y, también, por extensión, quien escuche los cuatro programas, incluido el de esta noche, de este ciclo que Buscando leones en las nubes dedica al escritor barcelonés. Estas son sus palabras:
Estoy escribiendo un libro que se llamará Juegos reunidos. Me pregunta de qué va. Le digo que habrá novelas cortas, relatos (más breves), memorias, poemas. A mí me gustan mucho ese tipo de libros, pero parece que mi interlocutor está un poco decepcionado. «Ah, es un libro fragmentario», me dice, y en su boca «fragmentario» suena a categoría inferior, a materiales de desecho, a fondos de cajón. Remata: «Y, entonces, ¿cuál es su unidad?» Se me ocurre que la unidad debe estar en el hecho de que esos fragmentos los he escrito yo.
Esta condición fragmentaria describe a la perfección el planteamiento de Una cierta edad, un enfoque que yo he querido mantener aquí a través de los casi cincuenta textos que os he presentado en la serie entera, doce de ellos en el espacio de esta noche.
Doce también serán, obviamente, las canciones que completan la emisión, todas ellas mencionadas -o al menos los son sus autores- en un libro que rezuma música en cada una de sus páginas. Casi todas pertenecen a la banda sonora de la infancia, adolescencia y juventud de su autor, con el que comparto generación e impacto emocional de determinados temas musicales, y están interpretadas por Patsy Cline, Edith Piaf, Paul Simon, Bob Dylan, Tim Hardin, Gram Parsons con Emmylou Harris, Kris Kristofferson, Janis Joplin, Dean Martin, Maurice Jarre, Johnny Cash y el inolvidable Leonard Cohen, cuya presencia aflora en varias ocasiones en Una cierta edad y al que hemos dedicado hasta siete emisiones en Buscando leones en las nubes.
Sabias palabras de Eduardo Jordá tras la muerte de Cohen: «Cuando pienso en sus letras, que me aprendí de memoria hace muchos años, y que me hicieron extrañamente feliz, a pesar de que se suponía que estaban concebidas para expresar la desdicha –pero también el amor y el éxtasis y la soledad y la desesperación–, hay una palabra que se me viene una y otra vez a la mente: longing. Creo que no hay otra palabra que pueda resumir mejor la obra de Leonard Cohen. Porque longing no es solo anhelo, como a veces se traduce al castellano, sino muchas cosas más: es añoranza y al mismo tiempo es un ardoroso deseo carnal; es tristeza y lujuria, solo que fundidas en una misma experiencia, porque es el éxtasis del amor que se ha hecho inseparable del miedo a perderlo (o de la desolación por haberlo perdido ya).» No creo que pueda ceñirse mejor el arte de Leonard Cohen.
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martes, 7 de diciembre de 2021
UNA FLOR BLANCA DOBLADA POR LA LLUVIA
Pese a que ayer, día 6 de diciembre, haya sido festivo y sin docencia en la Universidad de Salamanca, Buscando leones en las nubes se mantiene fiel a su habitual cita de los lunes saliendo al aire pare ofreceros una nueva entrega, la tercera, de la serie de cuatro que estamos dedicando a los diarios de Marcos Ordóñez, que con las anotaciones correspondientes a los años que van entre 2011 y 2016, aparecieron publicados en la editorial Anagrama en 2019. Con el título de Una cierta edad, el libro es magnífico y presenta las preocupaciones recurrentes de su autor -el paso del tiempo, la nostalgia del pasado, la cultura, la música, el cine, la literatura, el teatro, pero también los pequeños hechos cotidianos, los sucesos sin aparente importancia, las anécdotas triviales, las vivencias banales, las modestas verdades que afloran tras las comunes existencias.
En las primeras páginas de su libro el autor confiesa el propósito, las intenciones y el planteamiento que lo guían. Os dejo aquí ese largo texto, muy revelador del espíritu de la obra, y muy oportuno también para situaros de cara a una más fecunda escucha del programa:
Me gustan los diaristas que a veces, al doblar una esquina, parecen tararear a guisa de himno aquella vieja canción en la que Trenet proclamaba seguir siendo fiel a cosas sin aparente importancia, cosas que ellos consiguen volver interesantes por mirada, por estilo, por vocación de amenidad.
Pasados unos años, es curioso fijarse en lo que quedó fuera y lo que se filtró. Sucedieron cosas presuntamente importantes y no dejaron huella escrita (por fatiga, por miedo, por desinterés, porque pasó el día, y el día después del día), y en cambio anoté otras que tal vez al lector le parezcan triviales. Pero a veces esas trivialidades atrapan una pequeña verdad en mangas de camisa.
No sé por qué se abre o se cierra la boca del dietario. Tal vez pide alimento en épocas demasiado ruidosas, en las que todo parece acelerarse y confundirse. Escribí uno de modo continuado entre 1989 y 1994. Dejé de hacerlo cuando murió mi padre, no sé por qué. Eran unas notas muy extensas, muy minuciosas y, en mi recuerdo, un poco pesadas.
Quiero creer que al correr del tiempo esa forma se ha concentrado, se ha ido calmando, y ojalá las entradas de ahora se hayan vuelto más ligeras. Igual soy yo quien se ha calmado y se ha vuelto más ligero. Ojalá.
No volví a sentir la necesidad de inaugurar cuaderno hasta casi diez años más tarde. El nuevo me duró de 2003 a 2009, aproximadamente. Tampoco quise rescatarlo: había mucha negrura ahí adentro. Entretanto escribí otras muchas cosas que se fueron publicando.
En Una cierta edad hay cuadernos y columnas de seis años. Grosso modo, de 2011 a 2016: me gustan las medidas irregulares. La cronología nunca ha sido mi fuerte, y seguir y fechar el día a día me parece una esclavitud. O, simplemente, una lata.
También asoman, aquí y allá, como gatos por las esquinas del entretejido, artículos nocturnos que nacieron en estas páginas y publiqué en El País. De los muchos que escribí en esos años, he querido recuperar (podados, rehechos, o a veces tal cual, según iba viendo) algunos de los que me parecen, como decía antes, más íntimos, más autobiográficos. Los que surgieron con vocación diarística, de madrugada y a media voz.
Once fragmentos del libro constituyen hoy el núcleo central del programa, su lectura unida por otras tantas canciones, todas formando parte de la memoria sentimental del autor, todas bellísimas, todas muy representativas de una época, los años sesenta y setenta del pasado siglo, en la que se desenvolvieron la infancia, la adolescencia y la juventud de una generación, la de Ordóñez, la mía propia, que ahora sólo puede mirar ese pasado con creciente melancolía. Están interpretadas por Frank Sinatra, Mina, Gato Pérez, Maxime Le Forestier, Bob Marley, Muddy Waters, Caetano Veloso, Lynyrd Skynyrd, Count Basie, Paul Simon y Jethro Tull, el legendario del grupo de Ian Anderson que ejerció un enorme influjo musical sobre aquel adolescente despistado que yo era en aquellos días. Un largo fragmento de álbum Thick as a brick, forzosamente recortado pues sus dos únicos temas de en torno a veinte minutos cada uno, uno por cara del añejo LP, no caben en la estructura habitual de nuestro espacio, cierra el espacio por hoy.
Recuerdo la mano blanca de aquella chica, de noche, en un restaurante. Alzó la mano para mostrar algo deliciosamente infantil: la letra «P» escrita con bolígrafo sobre la piel, para recordar que tenía que devolverle a alguien un paraguas. No recuerdo su nombre ni su rostro, solo la mano, que parece volver envuelta en un olor muy fresco, a limón. Una mano que brota a la luz de una linterna, en un cobertizo; una mano saliendo del fondo del agua. Un agua clara, una mano viva. Una flor blanca doblada por la lluvia que, de pronto, se desprende del peso de las gotas. (Foto: Alfred Stieglitz)
Una flor blanca doblada por la lluvia
martes, 30 de noviembre de 2021
ESTOS DÍAS AZULES
Esta semana llegamos a la segunda entrega de la serie de cuatro que estamos dedicando a Marcos Ordóñez, un escritor que me es muy querido y que protagoniza este interesante ciclo a partir de su penúltima obra, Una cierta edad. Penúltima porque hace apenas dos meses ha aparecido una novela, de título Una joven pareja, publicada por la editorial Pepitas de calabaza, que, por desgracia aún no he podido leer. Estoy seguro de que resultará tan interesante como el resto de sus libros.
El ciclo que ahora nos ocupa gira, como digo, en torno a Una cierta edad, una suerte de diario, con anotaciones correspondientes al período 2011-2016, que el escritor barcelonés publicó en 2019 en la editorial Anagrama. En el preámbulo al libro, describe el autor sus preferencias sobre el género diarístico y destaca los rasgos principales que caracterizan su propuesta. Sirvan sus palabras para daros a conocer la atmósfera que pretendo recrear en la emisión.
Me gustan los diarios que sintetizan, que eligen detalles significativos. La pincelada que puede dar el color de un momento o una atmósfera; el perfil en el que reconocemos a su autor. Y quizás un poco su época.
Se me caen las frases demasiado aforísticas. Me resultan pomposas y, peor, absolutistas: si las pienso dos veces, aparece un manojo de excepciones que las desmontan. Suelo conservarlas cuando suenan naturales, cuando me sorprende haber pensado eso, haber llegado a esa conclusión, pero siempre que quede abierta a otras lecturas: intentar, en la medida de lo posible, no ponerme categórico ni dar nada por hecho.
No me seducen los ajustes de cuentas, enmendarle la plana a este o al otro: a la que te descuidas brota un tono bilioso muy desagradable. Además, si me pusiera a comentar todo lo que me irrita o con lo que estoy en desacuerdo no acabaría nunca.
Lo que más me gusta del género es que su menú ofrece platos muy variados: recuerdos, crónicas breves, apuntes al sesgo, microrrelatos, pequeños poemas, humoradas luminosas o bromas oscuras de la existencia.
Ya se verá si mis intentos de acercarme a todas esas cocinas han dado buen resultado. He tratado de echar al perol pensamientos sobre la escritura, el teatro y otras artes; retratos de escritores preferidos, notas de lectura, de revisiones, de paseos, espejos y espejismos, y el intento, reiterado por torpeza, de «arrancar del tiempo lo transitorio apasionado», como pedía Patrick Kavanagh.
En el programa de esta noche os ofrezco once de esos “platos”, diversos y muy apetitosos, enlazados con otras tantas canciones referidas de manera directa o indirecta en el texto. Todas ellas evocan la, por llamarla así, memoria sentimental de Ordóñez, temas que marcaron, sobre todo, su infancia, adolescencia y juventud, que son también las mías, pues comparto con el autor franja generacional y, pienso, esa mirada nostálgica al pasado. Son sus intérpretes Fred Buscaglione, Nick Lowe, Dianne Leigh, la Pasadena Roof Orchestra, Yves Montand, Elvis Costello, Sidney Bechet, Dean Martin, Bob Dylan, Paul Simon (uno de los músicos favoritos de Ordóñez, que comparecerá aquí en las dos últimas emisiones de la serie con sendos temas, ambos, como el Graceland de esta noche, ya clásicos) y Keith Jarrett, que cierra la emisión con su intimista interpretación de una canción del folklore popular norteamericano, Shenandoah, un tema que Marcos Ordóñez no cita en su libro, aunque sí al legendario pianista norteamericano, del que además también menciona su inolvidable concierto de Colonia, que protagonizó la sección musical de nuestro espacio hace quince días y cuya larga duración, por otro lado, hubiera imposibilitado su acomodo en el presente espacio.
Confío en que el carácter algo melancólico y a veces algo triste de textos y canciones pueda haceros disfrutar.
Mi amigo Raúl Ruiz me dio mi primera lección de arte. Estábamos en su cuarto y en la pared había una reproducción de Picasso, Jarra, vela y cacerola esmaltada. Me señaló el intenso azul de la cacerola. En ese momento, yo estaba mirando el cielo que resplandecía a través de la ventana. «Sí, pero necesito el del cuadro», dijo, como si me hubiera leído el pensamiento. «Tiene más fuerza porque Picasso atrapó un azul como el de afuera y lo cargó con su deseo y su memoria. Tiene más fuerza porque es el azul del logro.»
Me llamó muchísimo la atención esa expresión: el azul del logro. El azul de la representación, el azul del arte.
Siguió: «¿Qué azul crees que es más poderoso? ¿El que brillaba en el cielo de Colliure o el que evoca Machado cuando toma un papel y escribe, en el más hermoso verso inacabado de la historia, «Estos días azules y este sol de la infancia»?
El azul de Colliure, fijado en un trozo de papel y arrugado en el bolsillo de un viejo abrigo, es para siempre un azul machadiano y múltiple, azul de Sevilla y azul de Soria, y azul acechado por las bombas y la derrota, y azul invicto, como el flamear de la bandera imaginaria de un país perdido, del mismo modo que, para mí, el azul de Picasso será siempre azul Raúl, el azul de aquella mañana y de su recuerdo.
Estos días azules
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martes, 23 de noviembre de 2021
UNA CIERTA EDAD
En la emisión de esta semana y en las tres posteriores, llegando casi hasta el borde de las vacaciones navideñas, nuestro espacio va a ofreceros una serie dedicada a Marcos Ordóñez, un escritor del que ya presenté varios de sus libros en Todos los libros un libro, mi otro programa en la emisora universitaria salmantina. En concreto, en mayo de 2015, os hablé de Detrás del hielo, Big time: la gran vida de Perico Vidal y Un jardín abandonado por los pájaros, un libro excelente, un extenso relato autobiográfico -casi quinientas páginas de emoción y ternura, de melancólicos recuerdos, de nostalgia y de memoria, de poderosísima y subyugante y conmovedora escritura- en el que el autor recrea la historia de su familia -retrotrayéndose en su narración hasta las trayectorias vitales de sus bisabuelos- y la suya propia a partir de su nacimiento en la Barcelona de finales de los cincuenta y avanzando en su remembranza hasta sus inicios en la profesión literaria, con apenas quince o dieciséis años, recién empezada la década de los setenta.
En un tono intimista y muy personal, con muchas concomitancias con esta, a mi juicio, obra maestra, Ordóñez presentó el pasado 2019, en la editorial Anagrama, Una cierta edad, un muy interesante dietario, que abarca de 2011 a 2016 y que recoge una amplia variedad de notas, recuerdos de infancia, adolescencia y juventud, reflexiones varias, comentarios cuasi aforísticos, anécdotas, microrrelatos, poemas breves, apuntes sobre el paso del tiempo y el raudo correr de la existencia, glosas de libros, canciones y películas, y, sobre todo, opiniones, críticas y análisis en torno al teatro, el territorio favorito del autor, que además de media docena larga de novelas ha publicado diversos libros sobre el género, del que es un experto, agudo, culto e inteligentísimo crítico, con sus habituales columnas en el diario El País y sus frecuentes crónicas, artículos y colaboraciones en Babelia, el suplemento cultural del diario madrileño.
Un dietario suele escribirse por diversos motivos, señala Ordóñez en la apertura de su libro. Los míos diría que son tres: tratar de sujetar lo que escapa del paso de los días, pensar con un poco de calma, y correr en libertad, jugando con tonos y géneros. Mis dietarios favoritos tienen algo de autobiografía en clave íntima. Y de libro de horas (o deshoras), escrito de noche y para ser leído de noche. Cuando los leo, no busco que me revelen los secretos de un escritor, sino su vagabundeo mental: los vaivenes, convicciones y contradicciones de su pensamiento en su faceta más ensayística, de tentativa.
Y de ese fecundo y a menudo conmovedor vagabundeo mental voy a dar apasionada cuenta en las cuatro emisiones del ciclo, para integrar las cuales he seleccionado una cincuentena de fragmentos del libro, en una muestra heteróclita pero muy estimulante que espero resulte de vuestro agrado.
Una cierta edad (Comienzas a tener «una cierta edad» cuando caes en la cuenta de que un día más es, irrevocablemente, un día menos, escribe el autor, nacido en 1957) está repleto de referencias musicales, en gran parte temas de los años sesenta y setenta. No me ha resultado difícil, por tanto, la opción de ilustrar las palabras del escritor con las canciones que él mismo menciona en su libro. Doce serán las elegidas esta noche, surgidas de ámbitos musicales muy distintos, para acompañar los evocadores textos del barcelonés, interpretadas por Rod Stewart, Dinah Shore, Elton John, Paolo Conte, Barbara, Leonard Cohen, B.B. King, Cat Stevens, Nick Drake, The Kendalls, Johnny Cash y Neil Young, que cierra el programa con su “clásico” Alabama, de Neil Young. Comparto generación con Marcos Ordóñez, de modo que la selección escogida para integrar la banda sonora de la presente emisión me ofrece, aparte de un motivo “objetivo” para el disfrute, una muy melancólica ocasión para la nostalgia. Por citar solo un ejemplo, y a propósito, precisamente, de Alabama, me recuerdo con apenas quince o dieciséis años, escuchando el álbum Harvest, del que dicha canción forma parte, en un muy primitivo tocadiscos portátil, feliz con mi primera “pandilla” con chicas, entre las rocas de una playa viguesa, bajo el cielo azul y frente a un calmado mar probablemente veraniego. En fin, tempus fugit.
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martes, 16 de noviembre de 2021
UN VIEJO PIANISTA DE OJOS TRISTES
Hace apenas un par de meses Domingo Villar, el escritor de Vigo, autor de tres espléndidas novelas policiacas -La playa de los ahogados, Ojos de agua y El último barco-, ambientadas en la ciudad gallega y protagonizadas por el entrañable inspector Leo Caldas, publicó en la editorial Siruela un muy tierno libro, de título Algunos cuentos completos, en el que se recogen diez relatos de su autoría complementados con preciosos linograbados de Carlos Baonza.
Esta noche, en una emisión que se presenta apretada por las particularidades de su enfoque y su estructura, voy a ofreceros mi lectura de seis de esas breves, deliciosas, melancólicas, dulces y a mi juicio siempre algo tristes historias, un prodigio de delicadeza, humor, belleza y sensibilidad, en las que puede percibirse la huella de Castelao y Cunqueiro, esos dos maestros de la literatura gallega. Antes de ellas, y a modo de introducción al programa, os leeré la nota preliminar del libro en la que Villar explica la razón de ser de sus cuentos y la de su publicación.
La alusión que hace el escritor en dicho preámbulo al pianista que acompañaba su lectura compartida de los relatos en encuentros con amigos y familiares, me ha llevado a elegir al inconmensurable Keith Jarrett como acompañamiento musical idóneo de los textos del vigués. Así, dejaré que suene su monumental Concierto de Colonia, registrado por el sello ECM el 24 de enero de 1975, intercalado entre la maravilla de los relatos de Villar. La desbordante extensión del exquisito y primoroso disco, de duración superior a una hora, el hecho de que conste de sólo cuatro largas piezas, la primera de veintisiete minutos, y la inevitable e igualmente gozosa necesidad de dejar espacio a los cuentos, me obligan a trocear de un modo algo abrupto el emocionado arrebato artístico en que consiste la que quizá sea la obra magna de un pianista que, con ahora setenta y seis años y tras sufrir dos derrames cerebrales recientes, ha decidido abandonar la interpretación. Espero que este crimen artístico que me veo obligado a perpetrar no os imposibilite el disfrute de la encantadora música y de los muy estimulantes textos.
Deseo por ello, además, que la presente edición de Buscando leones en las nubes sirva como homenaje a Keith Jarrett, una figura fundamental en la historia del jazz contemporáneo. Ante la imposibilidad de encontrar en Youtube vídeos del concierto de Colonia, os dejo aquí una estupenda versión del clásico I loves you Porgy.
Siempre he escrito cuentos. Por alguna razón, no me encuentro cómodo al enfrentarme a textos demasiado extensos. Si me siento a escribir sin intuir un horizonte, temo que me abandonen las fuerzas a media travesía, como me abandonarían si me echase a nadar sin divisar la otra orilla. De hecho, no deja de sorprenderme la extensión de alguna de mis novelas, pues yo las contemplo como sucesiones de cuentos, de capítulos breves que, tal vez por degeneración, se fueron entrelazando hasta alcanzar una dimensión mayor.
Algunos de los relatos que conforman este libro fueron recogidos en el diario La Voz de Galicia, otros los reservaba para encuentros familiares como narraciones orales sin otra intención que celebrar la risa compartida y la amistad. Invariablemente, a los postres, tras la lectura, alguien me preguntaba por qué no publicaba aquellos cuentos y yo me escabullía con el pretexto de mantenerlos como sustancia de intimidad.
En una de esas ocasiones estaba sentado a la mesa mi amigo Carlos Baonza, un maravilloso artista natural que convive con su singular mundo interior sin un ápice de pose o presunción. De aquel encuentro surgieron algunos otros en los que, a medida que yo iba leyendo los relatos, Carlos los recreaba improvisando sus escenas con el pincel.
La cosa se fue sofisticando hasta encaminarse a una suerte de sesiones de cine mudo —«Variaciones sobre cuentos de Domingo», las llamábamos— en las que, siempre para un grupo de amigos y acompañados al piano por Sami Kangasharju, yo leía mis pequeñas historias mientras proyectábamos los linograbados de Carlos.
Y todo se hubiera quedado en ese territorio privado si no hubiera llegado esta realidad tan de cuento, este aislamiento forzoso que dificulta el compartir momentos felices. Sin risas ni música, era preciso evocar aquellos instantes alegres y dejar volar las historias íntimas.
Este libro de cuentos pretende celebrar la vida y la amistad en un encuentro, como en nuestras reuniones de amigos, entre mis pequeños relatos y los linograbados de Carlos Baonza.
El título responde a una ocurrencia doméstica: en sus últimos años, mi padre fue recogiendo en una carpeta muchos de los textos que había ido escribiendo a lo largo de su vida. En ella convivían romances, sonetos satíricos, nanas, canciones y cartas —conservo como un tesoro una que me escribió al nacer, en la que me cuenta su emoción y las circunstancias de aquel mundo de principios de los setenta al que yo acababa de llegar—. Como no fue capaz de recopilar todos los escritos, decidió bautizar la carpeta como ALGUNAS OBRAS COMPLETAS, un título tan ingenioso y divertido como el personaje y que yo me he tomado la licencia de homenajear.
Un viejo pianista de ojos tristes
martes, 9 de noviembre de 2021
UNA NOCHE DE AGOSTO
Buscando leones en las nubes os invita a disfrutar de una nueva emisión, la segunda de la breve serie que iniciamos hace siete días, con El colibrí, la estupenda novela de Sandro Veronesi, como protagonista principal.
El libro del italiano narra la vida del oftalmólogo Marco Carrera a lo largo de diferentes etapas de su existencia, infancia, juventud, madurez y ancianidad, que se presentan entremezcladas en continuos saltos en el tiempo. En la novela, muy sensible y emotiva, el autor aprovecha la peripecia vital de su personaje para hablarnos del amor, el dolor, el fracaso, la búsqueda de la felicidad, la política o el psicoanálisis, entre otros temas, presentados con una amplia variedad de recursos literarios, que incorporan cartas, monólogos, correos electrónicos, diálogos "guionizados", experiencias personales, citas de otros libros, fragmentos de canciones, artículos de prensa y textos propios antiguos reelaborados para la ocasión, conformando un conjunto materiales heteróclitos entre los que se incluyen versiones de obras ajenas.
Es el caso del capítulo titulado «Los Remolinos», que, como indica el propio Veronesi en un apartado final denominado “Deudas”, no es que se inspire en el cuento «El remolino» de Beppe Fenoglio, sino que es directamente una versión de él. Hay una perfección en ese cuento, probablemente el mejor que se ha escrito nunca en lengua italiana, que habría desaparecido si me hubiera limitado a tomar la idea sin reproducir también el esquema. Es la composición lo que lo hace perfecto, es la combinación de candor y desesperación lo que lo hace tan natural. Por eso decidí reescribirlo, adaptado a la historia que se cuenta en esta novela y procurando respetar lo más posible esa composición y esa combinación. Para mí ha sido una lección formidable. Al final, y para que se vea claramente mi intención y mi admiración, decidí repetir sin cambios la primera y las últimas dos líneas... que, fatalmente, son las mejores de todo el capítulo.
Como habéis podido suponer por este preámbulo, ese capítulo, en el que se relata un episodio intenso, dramático y conmovedor que viven un Marco niño y su confundida hermana Irene, constituye el centro de la vertiente literaria de la emisión de esta noche, leído por mí en fragmentos breves que permiten la adecuación al esquema habitual del programa.
Para construir la atmósfera musical que arrope convenientemente el texto he vuelto a seleccionar, como hice el lunes pasado, algunas muy bellas piezas del repertorio de Ludovico Einaudi, el excepcional pianista turinés. Pese a que El colibrí contiene infinidad de referencias musicales, en su mayor parte, canciones de grupos norteamericanos de los setenta, como Crosby, Stills, Nash & Young, The Eagles, Poco o Grateful Dead, la corta duración de la mayor parte de sus temas me habría impedido completar el programa, dada la también reducida extensión del fragmento elegido. Espero que la elegante y refinada alternativa que supone Ludovico Einaudi pueda complaceros.
Una noche de agosto
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Una noche de agosto
martes, 2 de noviembre de 2021
LAS MIRADAS SON CUERPO
Tras el programa de hace siete días, que giró, en lo literario, sobre El Reino, la subyugante obra de Emmanuel Carrère, esta noche y la del lunes que viene Buscando leones en las nubes va a tener como protagonista central otro libro magnífico, El colibrí, la celebrada novela de Sandro Veronesi, que obtuvo el prestigioso Premio Strega en Italia y que fue publicada en nuestro país en 2020 por la editorial Anagrama, en traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona. En los primeros meses de 2022 espero poder presentar el libro en mi otro espacio de Radio Universidad de Salamanca, Todos los libros un libro, al que os remito, si tenéis paciencia, para profundizar en el contenido de una obra muy interesante.
Os adelantaré ahora, tan sólo, para una mejor comprensión del breve fragmento del libro que os leeré esta noche, convenientemente “troceado” para facilitar su encaje en la estructura habitual del programa, que el personaje principal de El colibrí es el oftalmólogo Marco Carrera, al que desde pequeño adjudicaron el apelativo que da título a la novela, a causa de su endeble constitución y su escasa estatura. En una construcción literariamente compleja, que nos presenta al personaje en distintos momentos de su existencia, en constantes saltos atrás y adelante en el tiempo y usando recursos técnicos muy variados, Veronesi nos cuenta las distintas etapas de la entera vida de Marco, su infancia y adolescencia, su madurez y hasta su ancianidad, convertido ya en el abuelo que comparece en el texto que a continuación vais a escuchar. En ese intenso recorrido vital afloran los amigos, la familia, las tendencias suicidas de su hermana Irene, el conflicto entre unos padres de los que deberá hacerse cargo en su enfermedad final, el hermano del que está alejado por desavenencias juveniles, su matrimonio fracasado con Marina, su pequeña hija Adele y su grave enfermedad, y, sobre todo, el amor de décadas con Luisa Lattes, que aparece y reaparece en su vida -ambos casados con otras personas- en las páginas más conmovedoras del libro.
Una novela que conjuga, con una sensibilidad exquisita y una emoción profunda, la melancolía, la tristeza y el desamparo del personaje con, por otro lado, su ilusión y su optimismo, su jovialidad y su ánimo, su fuerza y su esperanza, en un texto que admite lecturas diversas: metafísica, romántica, sociológica o política, y que nos habla del amor, de la muerte, del infortunio, del fracaso, de la tragedia y la pérdida, del dolor y el sufrimiento, de la superación y la búsqueda de la felicidad, de la vida común de todos nosotros.
En uno de los muy diversos registros literarios de los que se vale Veronesi -cartas, monólogos dramáticos, diálogos de guion de cine, transcripción de correos electrónicos- el autor recoge una breve conferencia del doctor Marco Carrera en un congreso sobre “La percepción visiva entre ojo y cerebro”. La ponencia, de título “Las miradas son cuerpo” constituye ahora, leída por mí en su integridad, el núcleo central del programa.
El complemento musical que, de modo natural, “pide” el texto debiera consistir en temas extraídos de la bien nutrida “banda sonora” de la novela, que abunda en referencias a canciones de los años 70 -Crosby, Stills, Nash & Young (un grupo merecedor de un homenaje en Buscando leones en las nubes, y del que os prometo algún programa monográfico en los próximos meses), The Eagles, Poco, Pink Floyd, Grateful Dead-, música italiana -Fabrizio de André o Nilla Pizzi, entre otros-, o menciones a músicos más recientes como Elvis Costello, Marianne Faithfull, Sinéad O’Connor o Bjork. La muy corta extensión de las canciones que aparecen citadas en el libro imposibilita su acomodo entre las también muy cortas citas textuales elegidas, razón por la cual he decidido prescindir de ellas e ilustrar musicalmente el programa con obras de otro músico italiano, Ludovico Einaudi, cuya sensibilidad y delicadeza al piano se avienen de maravilla, a mi entender, con el tono de El colibrí. Espero que el resultado final pueda agradaros.
Las miradas son cuerpo
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Sandro Veronesi
martes, 26 de octubre de 2021
Esta semana, nuestra emisión nace vinculada a un importante acontecimiento cultural. El pasado viernes 22 de octubre se entregó en Oviedo el Premio Princesa de Asturias de las Letras al escritor francés Emmanuel Carrère, un autor que lleva interesándome desde hace años y con cuyas novelas (si lo son) -El adversario, De vidas ajenas, Limónov, entre otras- he disfrutado enormemente. Con esa excusa, dos días antes de la solemne ceremonia de entrega del galardón, en Todos los libros un libro, mi otro espacio en la emisora universitaria salmantina, presenté una reseña sobre otro de sus obras, la extraña, singular, originalísima y, en suma, fascinante El Reino. Sobre este libro girará también mi propuesta de esta noche en Buscando leones en las nubes, consumando este doble homenaje personal a Carrère.
Para ello, en la emisión que ahora presento leo, convenientemente fragmentado para acomodarlo a la estructura habitual del programa, un significativo texto extraído del libro, para cuya mejor comprensión debéis escuchar o leer mi comentario en Todos los libros un libro, que se puede consultar en todosloslibrosunlibro.blogspot.com. Os resumo ahora, de un modo sucinto, el insólito argumento -si cabe hablar en estos términos- de El Reino. A través de dos ejes principales, Carrère, que, impregnando su relato de una fuerte subjetividad, se identifica en él con el narrador, nos habla de su relación con el cristianismo, usando para ello tanto su vivencia personal como las figuras de San Pablo y San Lucas. Así, en un primer plano se nos muestran los días, veinte años atrás, en los que el escéptico, racional, agnóstico y descreído escritor actual vivió un “rapto” de iluminación, en una etapa en la que el abuso del alcohol, una compleja relación amorosa y la influencia de una tía, una mujer mayor a la que estaba muy unido, lo llevaron a profesar, convencido, las creencias cristianas y a profundizar en sus prácticas. Por otro lado, no estrictamente en paralelo, pues ambas vertientes del libro se imbrican de continuo, Carrère, partiendo de una profunda y muy rigurosa lectura de los Hechos de los apóstoles y del Evangelio de Lucas y las epístolas de Pablo, investiga las vidas de los dos personajes, rastreando en ellas y en sus obras, los orígenes del cristianismo, las vidas de los primeros miembros de esa incipiente iglesia, destinada a convertirse en un movimiento universal, y la “verdad” última de esa extraña fe que durante siglos, y hasta hoy mismo, ha arrebatado a millones de seres humanos. Puede que la descripción de la línea argumental de la novela resulte disuasoria para muchos de vosotros, pero, creedme, la lectura de El Reino es una experiencia apasionante.
En el texto que hoy protagoniza la emisión, el autor francés narra un episodio de la Odisea y reflexiona, entre glosas del clásico y de la obra de Platón, que sin duda Lucas había leído, sobre el pensamiento del evangelista, al que sitúa en una travesía por el Mar Egeo en compañía de Pablo y otros de sus discípulos.
Como complemento musical os ofrezco doce canciones de un artista al que ya he dedicado hasta cuatro emisiones monográficas en Buscando leones en las nubes, Nick Cave. Todas pertenecen a un disco inolvidable, el relativamente reciente -se grabó en los meses de confinamiento, el 23 de julio de 2020- Idiot Prayer. Alone At Alexandra Palace. En el centro cultural londinense, en ausencia de otros músicos y con el sólo acompañamiento de su piano, Cave recrea, en unas interpretaciones llenas de emoción y sensibilidad, algunos de los temas más destacados de su carrera, de los que, como digo, ahora os presento una docena, en una selección que espero os resulte conmovedora y memorable.
La maravillosa imperfección de la realidad
martes, 19 de octubre de 2021
DRINK UP, BABY
Buscando leones en las nubes os ofrece una nueva emisión del espacio, la séptima de la serie que abrimos al iniciar la presente temporada y que ahora llega a su fin. Sobre la base de los textos recogidos de dos publicaciones relativamente recientes, Las cervezas, los bares, la poesía, una muy completa antología poética de la editorial Visor sobre los temas recogidos en su rúbrica y otros adyacentes, que protagonizó las tres primeras entregas del ciclo; y la que lo ha hecho en las cuatro últimas, el número 271 de la revista Litoral, de título también muy explícito, Bares & Cafés, los siete programas, incluido, obviamente, el de esta noche, giran sobre las múltiples dimensiones, literarias y musicales, a las que se abre el universo “barístico”.
En estas semanas, Buscando leones en las nubes ha estado repleto de bares, tabernas, chiringuitos, antros nocturnos, pubs, cafés, lugares todos poblados por una heteróclita fauna de ociosos aburridos, bebedores solitarios, borrachos de todo pelaje y condición, perdedores exhaustos, oficinistas estresados, parejas agotando sin convicción sus últimas esperanzas, jóvenes enamorados, seductores de ambos sexos, entre otros muchos personajes que habitan ese particular microcosmos sin el cual no podríamos entender nuestra vida social.
Catorce poemas del citado número de la revista Litoral suenan esta noche en mi voz; textos de Peter Altenberg, Guillermo Carnero, Piedad Bonnett, Jorge Valdés Díaz-Vélez, José Antonio Mesa Toré, Carlos Marzal, Karmelo C. Iribarren, Pedro Garfias, Álvaro Cepeda Samudio, José María Merino, Luis Ignacio Muñoz, Virginia G. Dorta, Anne Sexton y Carlos Alcorta.
Los versos aparecen acompañados de otras tantas canciones que hoy presentan la peculiaridad de que todas ellas son versiones de temas ya radiados en las emisiones previas del ciclo. Son todas, también, bellísimas y contribuyen con su atmósfera melancólica a recrear el “clima” de los bares y cafés que se presentan en los textos. Sus intérpretes son Emiliana Torrini, Sarah Vaughan, Ana Belén, Sonny Terry con Brownie McGhee, Mina, Gram Parsons, David Byrne, Nina Simone, Jimmy Whiterspoon, Aretha Franklin, Cassandra Wilson, Bessie Smith, Keely Smith y Seth Avett con Jessica Lea Mayfield, que nos ofrecen la última recreación, elegante, intimista y delicada, de Between the bars, el clásico de Elliott Smith con el que he decidido cerrar todos los programas de esta serie "alcohólica" de Buscando leones en las nubes, en una recurrente fórmula, que espero os haya complacido, que me he impuesto desde el comienzo de la serie para disfrutar, claro está, de una canción preciosa, y para homenajear también, en cierto modo, a su autor, de cuyo infortunado suicidio se cumplen dieciocho años dentro de tres días.
Un cuadro del pintor norteamericano Joseph Lorusso, en el que supuestamente (no he logrado corroborar la más que improbable información que aporta la revista Litoral) retrata a la poeta Elizabeth Bishop, ilustra esta entrada.
Drink up, baby
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martes, 12 de octubre de 2021
BEBIENDO LAS ESTRELLAS
Llegamos hoy a la sexta entrega de un interminable ciclo, que con el protagonismo de bares y cafés, de whisky, cerveza y otros bebedizos, venimos desarrollando desde principios de septiembre, cuando abríamos la temporada 202-2022 de nuestro espacio. Esta semana seguimos con la serie y continuamos también con uno de sus núcleos centrales, el excepcional número 271 de la revista Litoral, que con el muy revelador título de Bares & Cafés acoge un extenso y muy completo muestrario de las diversas manifestaciones culturales a las que se abre dicha temática, con ejemplos de poemas, fragmentos novelísticos, breves textos ensayísticos o divulgativos, citas de músicos, escritores y cineastas, reproducciones de cuadros y fotografías, relativos todos a un universo que, de modo algo reduccionista, podríamos llamar “alcohólico”.
En la hora de emisión que os presento vais a escuchar mi lectura de trece de esos textos, que presentan una peculiaridad significativa con respecto a los aquí radiados en emisiones precedentes. Salvo el último de ellos, unas palabras de Lorenzo Saval con las que se abre la publicación, todos los demás aluden en sus versos de un modo expreso a un determinado músico, una canción en particular o, en un caso, a un específico género musical, de modo que el acompañamiento sonoro a la lectura del poema será, como resulta evidente, el tema referido en el texto o, de no haberlo, una pieza destacada del músico o el género en él mencionado. De esta manera, el Buscando leones en las nubes de esta noche se presenta como una suerte de experimento cuya “construcción” me ha apasionado y que espero os resulte también estimulante a vosotros.
Los textos corresponden a Francisco Díaz de Castro, Víctor Jiménez, Joan Margarit, Antonio Jiménez Millán, Martín López-Vega, Juan Bello Sánchez, Juan Gómez Macías, José Carlos Rosales, Manuel Vázquez Montalbán, Manuel Bellido Mora, Juan Ignacio Guijarro, Antonio Portela y Lorenzo Saval.
A partir de las referencias de los poemas, las canciones suenan en las interpretaciones de Louis Armstrong, The Beatles, Charlie Parker, Edith Piaf, The Rolling Stones, Tom Waits, Kenny Barron, Robert Johnson, Ella Fitzgerald, Bob Dylan, Billie Holiday, Lou Reed y Sharleen Spiteri, la vocalista del grupo Texas, de gran éxito en los noventa, que pone punto final a la emisión con un nuevo acercamiento a Between the bars, una canción bellísima, muy triste, muy delicada y melancólica, un clásico de Elliott Smith, que recrea de un modo admirable la atmósfera de esos bares que constituyen el leitmotiv último de este largo ciclo “etílico” de Buscando leones en las nubes. Como prometí en el primer programa de la serie, iniciada hace algo más de un mes, el 6 de septiembre, cada una de sus emisiones se cerrará con una distinta versión del precioso tema.
Esperanza y desesperanza, un cuadro de 1962, pintado por Eduardo Arroyo, acompaña hoy mi comentario.
Bebiendo las estrellas
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martes, 5 de octubre de 2021
EN UNA MESA DEL CAFÉ
Como sabéis nuestros más asiduos seguidores -si cualquiera de ambos términos tiene sentido- a lo largo del mes de septiembre os hemos ofrecido cuatro emisiones dedicadas a los bares y el alcohol, las cervezas y los cafés, en una serie de siete programas que tienen su base literaria en dos muy estimulantes publicaciones.
Las cervezas, los bares, la poesía, de título y contenido inequívocos, es una antología publicada en la editorial Visor de la que hemos extraído los poemas que han sonado en los tres primeros espacios del ciclo. El lunes pasado, dábamos comienzo a la segunda parte de la serie con textos recogidos de Bares & Cafés, la última entrega de la formidable y por tantos motivos ejemplar revista Litoral.
Esta semana serán trece los fragmentos, en su mayor parte poemas, entresacados de la revista, con los que completaremos el programa. Sus autores son Charles Bukowski, Kjell Askildsen, Antonio Muñoz Molina, Guido Eytel, Josefa Parra, Ángelo Néstore, Walt Whitman, Benjamin Black, John Cheever, José Manuel Benítez Ariza, Elías Moro, Luis García Montero y Kingsley Amis.
Entre ellos, y compartiendo con los textos idénticos escenarios: barras de bar, mesas de café, oscuros tugurios, antros siniestros, espacios, en fin, que rezuman soledad y melancolía, frustración y fracaso, deseos insatisfechos y derrotas irremisibles, sonarán otras tantas canciones pertenecientes a territorios musicales muy diversos, jazz, blues, rock, folk, country, bossa nova y hasta -algo insólito, ciertamente insólito en Buscando leones en las nubes- pop español. Sus intérpretes son Belle & Sebastian, Suzanne Vega, Sheryl Crow, Laura Cantrell, Nora Ney, Bob Wills, El último de la fila, Julie London, Mary Gauthier, Nat King Cole, Regina Spektor, Joaquín Sabina y Taylor Eigsti con Becca Stevens, que cierran el programa con una nueva versión del clásico de Elliott Smith, Between the bars.
La imagen que acompaña esta entrada es una reproducción de Café, un cuadro de 1939-1940, de William H. Johnson.
En una mesa del café
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martes, 28 de septiembre de 2021
VIDA DE BARRA
Buscando leones en las nubes os invita a una nueva emisión, la cuarta de una serie de siete que tiene al mundo de los bares, las cervecerías, los cafés, las bebidas alcohólicas, y todo ese bien reconocible ámbito de lugares más o menos oscuros y sustancias siempre estimulantes, que nos acoge, acompaña y reconforta en nuestro a menudo difícil avanzar por la vida.
Si en las semanas precedentes este eje temático central se inspiró, en su vertiente literaria, en Las cervezas, los bares, la poesía, la muy estimable antología de la editorial Visor, a la que pertenecían los cuarenta poemas que os leí, repartidos en los tres primeros programas de septiembre, desde hoy, y durante otras cuatro entregas, nuestro ciclo “alcohólico” -vamos a llamarlo así- se nutre de otra publicación igualmente formidable, el número 271, el último publicado hasta ahora, de la revista Litoral, invitada habitual a nuestro espacio.
El volumen, que se presenta con el poco equívoco título de Bares & Cafés, recoge una amplísima muestra de textos, en su mayor parte poéticos, de cerca de doscientos autores, ensayistas, poetas, novelistas, filósofos y cineastas, que giran sobre las múltiples dimensiones del universo al que alude su título, un territorio apasionante en el que se suceden (ilustrados con decenas de reproducciones de cuadros y fotografías con el mismo asunto) los bares de carretera, las tabernas y los garitos nocturnos, los cafés literarios, los clubs del jazz y de rock, los pubs y las cervecerías, en definitiva, unos espacios rodeados de romántica mitología, en los que recala una pléyade de individuos diversos -oficinistas aburridos, ligones de barra, mujeres solitarias, maridos devorados por el tedio, gentes desesperadas tentadas por el suicidio, ancianos angustiados por el inexorable y menguante futuro, jóvenes parejas con el amor en los labios, entre otras muchas “tipologías”- en busca de la promesa de salvación que encierran esos mágicos lugares y de los milagrosos elixires que en ellos se dispensan.
Trece de esos textos componen nuestro programa de esta noche, envueltos en las melodías de otras tantas canciones, pertenecientes a géneros musicales y ámbitos geográficos bien distintos, aunque todas, de un modo u otro, notablemente etílicas. Los responsables de los versos son Karmelo C. Iribarren, Joan Payeras, Luis Bernardo Pérez, José Luis García Martín, Ángeles Mora, Charles Baudelaire, Manuel Vilas, Juan de Dios García, Jesús Alonso Ovejero, Rocío Acebal Doval, Constantino Cavafis, Luis Alberto de Cuenca y Felipe Benítez Reyes.
El magnífico elenco de intérpretes que los acompañan lo componen Francesco de Gregori, Toby Keith con Willie Nelson, Lou Donaldson, Ani DiFranco, Slim Dusty, Bessie Smith, Trisha Yearwood con George Jones, Los Secretos, Dinah Washington, Rufus Thomas, Tom Waits, el grupo español Le Mans, disuelto hace ya casi veinticinco años y la cantante y guitarrista norteamericana Tanya Donelly, responsable de la versión de Between The Bars con la que cerramos esta semana nuestro espacio, una exigencia, la de clausurar las emisiones de este ciclo “alcohólico” de Buscando leones en las nubes con diversas recreaciones del clásico de Elliott Smith, que me he impuesto con agrado dada mi devoción por la melancólica e inolvidable canción.
Un cuadro de Renato Guttuso de 1953, Boogie woogie, acompaña esta entrada.
Vida de barra
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martes, 21 de septiembre de 2021
LAS CERVEZAS ERAN AZULES
Buscando leones en las nubes os da la bienvenida al programa un nuevo lunes, el tercero de septiembre, en una nueva entrega, también la tercera, de la serie de siete que os estamos ofreciendo con diversas y a mi juicio muy sugestivas aproximaciones, tanto literarias como musicales, al mundo de los bares, los cafés, el alcohol y, en general, la vida, más o menos etílica, más o menos nocturna, que se desarrolla en ese universo simultáneamente acogedor y amargo, propicio y hostil, melancólico y festivo que representan tabernas, pubs, cantinas y cafeterías.
Con el programa de hoy concluimos la “cata” que en las dos semanas precedentes hemos venido realizando de un libro muy interesante, Las cervezas, los bares, la poesía, con el que la editorial Visor ha querido celebrar su llegada al número 1.100 de su colección de poesía, un acontecimiento en un género de difusión tan restringida como es el poético. A partir del lunes próximo, y sin cambiar de motivo central, nuestra atención se detendrá en el por ahora último número de la revista Litoral, que con el título de Bares & Cafés se dedica, obviamente, a la misma temática que la que hoy nos ocupa. Pero de ese nuevo enfoque del espacio os hablaré dentro de siete días.
En la sesión de esta semana son doce los textos, poemas en su totalidad, escogidos de la antología de Visor, que leo, acompañados de otras tantas piezas musicales, también relacionadas, a menudo de modo frontal o, excepcionalmente, de una manera algo más indirecta, con bares y antros nocturnos, cervezas y otros estimulantes alcohólicos.
Los versos son obra de Juan Cristóbal, Sharon Olds, José María Álvarez, Ron Padgett, Jorge Enrique Adoum, Lorenzo Martín del Burgo, Karmelo C. Iribarren, Jaime Gil de Biedma, Manuel Vilas, Ramón Cote, Pablo García Casado y Emilio Martín Vargas.
Las canciones las han puesto Tom Waits, una presencia ineludible cuando hablamos de canciones con el alcohol y la noche como centro, John Lee Hooker, Billy Joel, Louis Prima, Elba Ramalho, Benjamin Biolay, The Kinks, Cat Power, Lana del Rey, Luis Eduardo Aute y otra referencia inexcusable del tema, Billie Holiday, antes de que, una vez más, Between the bars, esa maravilla creada por Elliott Smith, cierre el programa, como ocurrirá en los siete de esta serie “alcohólica” de Buscando leones en las nubes. En el caso de esta noche, la voz que ha recreado la música y la letra de la composición del infortunado cantante norteamericano ha sido la del sensible Chris Garneau.
September in the rain, un cuadro de Kai Carpenter que recoge toda la melancolía que a menudo se asocia a bares y cafés, ilustra esta entrada.
Las cervezas eran azules
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martes, 14 de septiembre de 2021
EN LA ESQUINA DEL VASO
Buscando leones en las nubes se adentra hoy en la segunda emisión de la serie dedicada al alcohol y los bares, las cervezas y las tabernas, los cafés y los antros nocturnos, a partir de su doble presencia en la literatura y la música.
En la vertiente literaria del ciclo os ofrezco textos, doce en particular en el programa de esta noche, en su mayor parte poemas, que he seleccionado de Las cervezas, los bares, la poesía, una muy notable antología con la que Jesús García Sánchez, principal responsable de la editorial Visor, ha querido celebrar la llegada hace poco más de un año, al número 1.100 de su muy prestigiosa colección de poesía. Sus autores son Gonzalo Rojas, Mario Benedetti, Charles Bukowski, Marilyn Monroe, Ernesto Cardenal, Felipe Benítez Reyes, Philippe Delerm, Juan Gelman, Ileana Espinel Cedeño, Jorge Teillier, Raymond Carver y Gustavo Pereira.
Acompañando a los muy sugerentes textos, la banda sonora de la emisión la integran otros tantos temas musicales que constituyen una espléndida aproximación al etílico, fraterno, acogedor, y con frecuencia también oprimente, triste y desolador territorio de los noctámbulos establecimientos de dispensación de bebidas, refugio a menudo de tantas solitarias almas perdidas. Las interpretaciones de tan estupendas canciones han corrido a cargo de Amy Winehouse, Gabinete Caligari, Shelly West, Hank Williams, Thomas Rhett, Rosa Passos, Garth Brooks con George Jones, Tom Waits, Zucchero, Frank Sinatra, Sia y Madeleine Peyroux, cuya genial interpretación de Between the bars, el delicioso y melancólico título de Elliott Smith que en diferentes versiones cerrará cada uno de los programas de la serie, pone fin también al de hoy.
Un cuadro de 1885 del pintor francés Jean-Louis Forain, La carta y la absenta, pone un muy apropiado complemento visual a esta reseña.
En la esquina del vaso
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martes, 7 de septiembre de 2021
BEBE Y GOZA
Bienvenidos de nuevo a Buscando leones en las nubes. Un curso más, y ya van veintidós, nuestro espacio sale al encuentro de su escasa pero fiel audiencia con su insistente propuesta de ofrecer, lunes tras lunes, una escogida muestra de música y literatura. Desde aquel 14 de abril de 2000, en que salimos al aire tímidamente desde los primitivos estudios de Radio Universidad, se han sucedido los programas, hasta llegar al de esta noche, que hace el número setecientos treinta y uno, en una trayectoria que, más allá de las distintas pausas vacacionales, sólo se ha visto interrumpida, durante tres largos meses, por las restricciones impuestas por la pandemia en la primavera del pasado 2020.
Hoy volvemos, pues, a retomar nuestras emisiones, que se abren con el primero de una serie de siete programas con los que intentaremos despertar vuestro interés a lo largo de los próximos dos meses. El hilo conductor que anudará el muy extenso ciclo gira en torno a varios ejes principales, muy cercanos, sin embargo, entre sí, que aflorarán en textos y canciones. Las puertas “radiofónicas” de este curso 2021-2022 se abren en Buscando leones en las nubes para dar paso a un universo “alcohólico”, literaria y musicalmente muy sugerente, hecho de bares, tabernas, cafés, ginebra, whisky, cervezas y bebedizos varios, y que comparece en nuestro espacio a partir de dos publicaciones recientes, ambas muy interesantes, centradas en estos espirituosos y muy estimulantes asuntos.
A finales de 2020 vio la luz en nuestro país La cerveza, los bares, la poesía, un título explícito para encabezar el volumen número 1.100 de la ya clásica colección de poesía de la editorial Visor. El libro, presentado con un inequívoco criterio recopilatorio y una evidente voluntad de antología y compendio “monotemático”, recoge una selección de más de ciento cincuenta textos, en su mayoría poemas, relativos al excitante territorio aludido en su rúbrica. Desde el anónimo autor del Poema de Gilgamesh, del siglo X antes de Cristo, que abre la obra, hasta el joven poeta costarricense Juan Carlos Olivas, cuyos versos ponen término al libro, el repertorio de autores escogidos es impresionante, en un espléndido y representativo elenco de lo más destacado de la poesía española, hispanoamericana y universal. Las tres primeras entregas de nuestra serie, incluida la de esta noche se centran en textos de esta muy apreciable antología. En total serán cerca de cuarenta los fragmentos escogidos, en su mayor parte poemas, catorce de los cuales, escritos por un autor anónimo del siglo VII antes de Cristo, Charles Lamb, Edgar Allan Poe, Paul Verlaine, Constantino Cavafis, Carl Sandburg, Anna Ajmátova, Francis Scott Fitzgerald, Federico García Lorca, Raúl González Tuñón, Elizabeth Bishop, Ángel González, Jesús Juan Garcés y Malcolm Lowry, integran nuestra propuesta de hoy.
En el mismo sentido, poco antes del verano, la reconocida revista Litoral, de presencia reiterada en Buscando leones en las nubes, dedicó su número 271, titulado Bares & Cafés, al ámbito que nos ocupa, con una muestra, presentada con el cuidado, el rigor, la amplitud y la belleza habituales en la publicación malagueña, dedicada a la presencia literaria (pero no sólo, también hay eco de su repercusión artística, cinematográfica o musical) del amplio elenco de lugares -los saloons del western, los grandes y lujosos cafés de época, los cafés cantantes, los de las célebres tertulias literarias, los night clubs, los antros, los bares de carretera, las tabernas, los clubs del jazz y de rock, los pubs y las cervecerías- que, desde hace siglos, permiten el esparcimiento, alimentan amistades, alivian las penas, sirven de refugio a la soledad y, en definitiva, constituyen los espacios privilegiados de lo mejor de nuestra sociabilidad. De este magnífico ejemplar de la revista he extraído una larga cincuentena de textos para conformar los cuatro últimos capítulos del ciclo.
En todos los casos -estamos hablando, por lo tanto, de un centenar de referencias- mi lectura de los poemas irá acompañada de las correspondientes canciones que, de procedencias geográficas y géneros musicales muy diversos, tienen en común el que en sus letras aluden también, directa o indirectamente, a la temática, en general etílica, de los versos. En la presente emisión los intérpretes son Ella Fitzgerald, Memphis Slim, Jacques Brel, Groove Da Praia, Gillian Welch, Flaco Jiménez, Amos Milburn, Robert Johnson, Ray Charles con Betty Carter, Lambchop, Clarice Falcâo, Simply Red, Lana del Rey y Elliott Smith, cuyo formidable Between The Bars pondrá fin, en diversas versiones, a los siete espacios del ciclo.
Bebe y goza
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martes, 29 de junio de 2021
ÁFRICA NO INTERESA
Con la emisión de esta semana cerramos la serie de cuatro que hemos dedicado a África en este mes de junio que ahora llega también a su fin, y con él, la vigésimo segunda temporada de nuestro espacio, en una trayectoria de sorprendente longevidad.
En el programa que ahora os ofrezco os propongo mi lectura de doce fragmentos de África adentro, un muy estimulante librito que recoge una larga conversación entre Alfonso Armada y Xavier Aldekoa, dos periodistas, excelentes conocedores de la realidad africana, que hablan, en los pasajes seleccionados, de cuestiones relativas a dos de las cinco preguntas que dan título a la colección que alberga su libro, 5W. De los capítulos encabezados por Where y Why, he entresacado comentarios y reflexiones de los reporteros sobre la belleza y las contradicciones del continente; sobre sus grandes crisis, con mención expresa al genocidio de Ruanda y a las guerras en la República Democrática del Congo, motivo especial de interés y preocupación para el vigués y el catalán; sobre el modo en el que el periodismo cuenta la realidad africana, con el recuerdo inevitable de Ryszard Kapuściński; entre otros temas muy sugerentes para quienes estén interesados en conocer esas muy atrayentes sociedades.
Doce serán también las canciones, interpretadas por otros tantos artistas, cada uno de un país diferente, que ponen la banda sonora, excelente y bellísima, del programa: el camerunés Coco Mbassi; el grupo tuareg Tartit; Mbayah, de Guinea Ecuatorial; Tiken Jah Fakoly, la popular y combativa figura de Costa de Marfil; el mauritano Mansour Seck; Tabanka Djaz, de Guinea-Bissau; Dibayagui, de Burkina Faso; S. E. Rogie, el célebre cantante y guitarrista de Sierra Leona; el togolés King Mensah; Nani, de Angola; Cesaria Evora, la gran dama de la música de Cabo Verde; e Idir, otro clásico indiscutible, la gran voz de la música bereber argelina, fallecido hace poco más de un año.
Con nuestro recuerdo a todos ellos pongo fin al programa y a esta complicada, triste y muy dura temporada de Buscando leones en las nubes que, pese a los estragos causados por la pandemia nos ha permitido seguir ofreciéndoos aquí, en la emisora universitaria salmantina, escogidas muestras de música y literatura.
Alberto San Segundo, al frente del espacio, os agradece vuestra fidelidad y os invita a volver con nosotros dentro de un par de meses, tras las vacaciones veraniegas; en concreto el 6 de septiembre, en que estaremos otra vez con vosotros con nuevas propuestas literarias y musicales.
Os deseo que paséis un muy buen verano. Disfrutad de esta recién adquirida cuasi normalidad. Adiós.
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Alfonso Armada,
Xavier Aldekoa
martes, 22 de junio de 2021
POR DELANTE DEL TIEMPO
Nuestro espacio quiere saludar la llegada del verano con una nueva emisión, la tercera, del breve ciclo de cuatro que, con base en el estimulante libro de Alfonso Armada y Xavier Aldekoa, África adentro, estamos dedicando en estos últimos programas del curso 2020-2021 al muy atractivo continente negro.
En el año 2018, los dos periodistas, expertos en la realidad de aquellos fascinantes territorios, mantuvieron una larga conversación sobre los principales asuntos que conciernen a esa vasta región del mundo y que fue recogida en el título citado, que apareció en el sello editorial 5W, rúbrica que de manera inequívoca, y expresa, alude a las cinco preguntas esenciales que definen la profesión periodística: Who, what, when, where, why (Quién, qué, cuándo, dónde, por qué).
En la emisión se leen una docena de fragmentos del libro (ilustrado por Cinta Fosch, alguna de cuyas imágenes acompañan las entradas de esta serie), pertenecientes todos al capítulo encabezado por la tercera de esas cuestiones, When. En ellos, Armada y Aldekoa reflexionan sobre el papel que juegan en África las organizaciones humanitarias; sobre la creciente extensión del feminismo y la novedosa aparición de un liderazgo femenino; y sobre la literatura, el teatro, el arte y, en general, la cultura de unos países a los que, por desgracia, siempre nos acercamos desde perspectivas más dramáticas, guerras, enfermedades o desastres naturales.
Doce serán también, obviamente, las canciones que acompañan mi lectura de los textos. Interpretadas por músicos de diferentes países, reflejan la fecunda variedad de la música africana, además de interesar y emocionar y deslumbrar por su belleza intrínseca. Sus intérpretes son Le Grand Kallé, uno de los clásicos de la música congoleña; Mulatu Astatqe, otra autoridad indiscutible, esta vez de la desbordante escena musical etíope; Geoffrey Oryema, otro nombre mayor, proveniente de Uganda; Cheikh Lô, de Senegal; Lura, una de las muchas joyas de la inagotable Cabo Verde; Ramata Diakite, maliense; Monique Seka, de Costa de Marfil; Annie-Flore Batchiellelys, la muy popular cantautora de Gabón; las Mahotella Queens, de Sudáfrica, cuya repercusión ha trascendido las fronteras de su tierra; Les Frères Coulibaly, de Burkina Faso; Rajery, de Madagascar; y el siempre dulce e intimista Bonga, de Angola.
Por delante del tiempo
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Xavier Aldekoa
martes, 15 de junio de 2021
LAS FRONTERAS SE MUEVEN
Esta semana continuamos con la segunda entrega de la serie de cuatro programas centrados en el libro África adentro, una extensa conversación entre dos periodistas, Alfonso Armada y Xavier Aldekoa, con una muy amplia experiencia en la a la vez compleja y fascinante realidad del inmenso continente africano. Publicado en la editorial 5W, que alude en su denominación a las cinco grandes preguntas -Who, what, when, where, why (Quién, qué, cuándo, dónde, por qué)- que constituyen el referente primordial de la profesión periodística, el pequeño volumen apareció en 2018, en el seno de una colección que recoge diálogos entre personajes de diferentes generaciones que intercambian sus opiniones sobre distintos temas muy relevantes en este convulso siglo XXI, aunque algo alejados del primer plano mediático.
Alfonso Armada, el más veterano de los dos interlocutores, nacido en Vigo en 1958, es periodista -pero no solo, también ha publicado poesía y teatro- y cuenta con una amplia carrera en los medios, entre ellos El País y el ABC, en los que fue, respectivamente, corresponsal en África y en Nueva York. Su trayectoria como escritor incluye, sobre todo, un buen número de libros de “viajes”, de los cuales son sus Cuadernos africanos, que vieron la luz en 1999, los que han gozado de una mayor repercusión. Xavier Aldekoa, que, pese a su larga trayectoria viajera y periodística, no llega a los cuarenta años, es, además de colaborador habitual de La Vanguardia, autor de algunos libros imprescindibles sobre el continente negro, como Océano África, Hijos del Nilo o Indestructibles. En 2010, cuando se cumplieron los cincuenta años de la independencia de un gran número de países africanos, dediqué aquí dos programas al gozoso aniversario, con textos entresacados, precisamente, de algunos de sus reportajes periodísticos.
En el caso de esta noche, la W seleccionada, la que corresponde a When, me permite recoger fragmentos del diálogo que ambos reporteros mantienen sobre uno de los más acuciantes problemas que aquejan a las sociedades africanas, el de las migraciones, internas y externas, que atraviesan el continente y que limitan las posibilidades sociales, profesionales y vitales de sus ciudadanos.
Como sugerente, a mi juicio, complemento sonoro a la “fotografía” de la realidad que aflora tras las palabras de los periodistas, os ofrezco once temas, cada uno interpretado por un músico de un país diferente, que, aparte de su indudable belleza, permiten mostrar el extenso y variado mosaico de manifestaciones musicales que encierra una África también en este ámbito inabarcable. Así, podréis escuchar las canciones de podido escuchar las canciones de Rokia Traoré, cantante maliense; Youssou N’Dour, la gran figura de la música de Senegal; Dobet Gnahoré, de Costa de Marfil; el zimbabuense Oliver Mtukudzi; Faya Tess con Lokua Kanza, de la República Democrática del Congo; la hispano-sudanesa Rasha; Tarika, quizá el grupo más importante de Madagascar; Bidinte, que proviene de Guinea Bissau; Kaïssa, de Camerún; la prodigiosa Gigi Shibabaw, de Etiopía; y la bella y talentosa burundesa Khadja Nin.
Las fronteras se mueven
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