martes, 25 de mayo de 2010


EELS. NOVOCAÍNA PARA EL ALMA

El grupo musical Eels, y en particular su líder y podríamos decir que único componente, Mark Oliver Everett, protagoniza dos emisiones consecutivas de Buscando leones en las nubes, la de esta semana y la que os ofreceré dentro de siete días. Everett (Míster E, como también es conocido) es un personaje ciertamente singular. Un individuo algo misterioso, siempre original y desconcertante, bastante enigmático, rozando en ocasiones lo ‘disfuncional’, y en cualquier caso personalísimo y genial. Las dos dimensiones centrales de su personalidad artística, sobre todo la musical y en menor medida la literaria, centran los programas de estas dos semanas.

En su faceta musical Mark Everett lidera, como digo, un grupo, Eels, no demasiado conocido, con no mucha repercusión ni éxito masivo, pero que a mi juicio es extraordinariamente interesante y al que se deben un puñado de magníficos discos que están entre lo más sugestivo de la producción discográfica de estos primeros diez años del siglo. Brinking lights and other revelations, Souljacker o Shootenanny, y también Hombre lobo, Beautiful freaks, Daisies of the galaxy o el recientísimo End times son álbumes espléndidos, llenos de hallazgos, con instrumentaciones poco convencionales, muy distintos, en definitiva, a lo que se ofrece habitualmente en los cada vez más previsibles territorios del pop y el rock. En las emisiones de estas dos semanas podréis escuchar una treintena de sus principales temas, de modo que tendréis elementos de juicio más que suficientes para formaros, aquellos de vosotros que aún no la conozcáis, una opinión acertada de su obra. Una opinión que espero os resulte a la postre favorable, aunque -aviso para navegantes- sea necesaria una especial atención por vuestra parte: sus canciones, siendo asequibles y hasta, en ocasiones, pegadizas, no ‘entran’ fácilmente tras una primera escucha, necesitando, por el contrario, más de un acercamiento atento. Si lo hacéis, disfrutaréis de un grupo formidable y de unas piezas excelentes, y llegaréis -aventuro- a haceros adictos, como yo mismo lo soy ya.

En su vertiente literaria, os ofrezco textos de Cosas que los nietos deberían saber, la para mí gusto apasionante autobiografía de Mark Oliver Everett, que el pasado noviembre publicó la editorial Blackiebooks en traducción de Pablo Álvarez Ellacuría, con un estimulante prólogo del escritor argentino Rodrigo Fresán. La vida de Míster E es, ciertamente, poco convencional, y ese alejamiento de la norma es uno de los rasgos dominantes del libro. Mark Oliver Everett es, como he comentado, un personaje excepcional, un fuera de serie, un tipo extraño, si queréis que rebaje la intensidad de mis adjetivos. A esta singularidad contribuye, sin duda, su peripecia familiar, sus orígenes, la desafortunada acumulación de acontecimientos desgraciados en su infancia, y en general, en el resto de su joven vida que ahora llega a los cuarenta y siete años. El líder de Eels es hijo de Hugh Everett tercero, un reconocido científico norteamericano, uno de los más importantes del siglo, según la revista Scientific American, autor de la teoría de los universos paralelos, corresponsal de Einstein en su juventud; una persona que pese a su talento intelectual era incapaz para el trato humano con sus hijos. En los dieciocho años que hasta su prematura muerte convivió con Mark, sólo dirigió a éste un centenar de frases, de las que el joven vástago confiesa no haber aprendido casi nada; mucho menos, en cualquier caso de lo que, tras su muerte, pudo conocer de él a través de libros y revistas. La desaparición de su madre, tan querida por él, consumida por un cáncer terrible, la caótica vida de su hermana Liz, drogadicta, depresiva y finalmente suicida, la muerte de su prima, azafata, y del marido de ésta, en el avión que se estrelló contra el Pentágono en la aciaga jornada del 11 de septiembre, los sucesivos abandonos a manos de distintas novias, el inicial fracaso en su carrera musical… todo ello hizo de Mark un personaje esquivo, algo arisco, atosigado por la idea de la muerte e íntimamente convencido de que jamás llegaría a la edad adulta. Este carácter algo atormentado y sin embargo optimista y rebosante de sentido del humor aflora en los fragmentos que os encontraréis en las dos emisiones.

En la sección de vídeos, protagonismo absoluto, obviamente, para el grupo norteamericano y su sorprendente líder. Os dejo seis vídeos de otras tantas canciones emitidas en el programa. Todos se corresponden con actuaciones en directo y recogen las múltiples facetas de la histriónica personalidad de Mark Everett: conciertos acústicos y delirios eléctricos, interpretaciones comedidas y excesos disparatados, austeras presentaciones en solitario y desmesuradas apariciones arropado por un grupo numeroso, sencillas puestas en escena y carnavalescos desvaríos recargados, instrumentación elemental y profusión de artilugios sonoros, recogimiento y excitación, intimidad y ‘ruidismo’... muchas y muy diversas manifestaciones, en fin, de su genialidad artística: Mr. E’s beautiful blues, The good old days, Fresh feeling, Flyswater y I like birds son los cinco primeros. La propuesta videográfica de hoy se cierra con una sexta referencia, cómo no, su hit Novocaíne for the soul, cuyo título da además nombre al programa.

PD.- El de esta semana es el programa número cien de los depositados en esta página desde que el 4 de noviembre de 2008 dejara aquí La historia del amor. Teniendo en cuenta que dentro de un par de semanas Buscando leones en las nubes llegará a la emisión doscientos cincuenta (mencionar el ordinal, con estas cifras, me parece una pedantería), quedan aún muchas muestras de nuestra trayectoria por ofreceros en el blog, aunque de una gran cantidad de ellas, sobre todo de las correspondientes a los cuatro primeros años, no conservo registros de calidad y habrá que volver a grabarlas. En fin, ars longa, vita brevis.




Eels. Novocaína para el alma

martes, 18 de mayo de 2010


ANDRÉS TRAPIELLO. QUIZÁ YA SÓLO SEA LO SOÑADO

Mis muchas exigencias profesionales me impiden dejaros hoy una entrada bien nutrida (del estilo de las acostumbradas aquí, y cuya lectura os saltáis habitualmente entre refunfuños por la insoportable pesadez de su autor). Os diré tan sólo, por lo tanto, para presentar la emisión de esta semana, que ella constituye la continuación de la de hace siete días. De nuevo, pues, Andrés Trapiello en Buscando leones en las nubes aunque en esta ocasión es su vertiente poética (explícitamente poética, diría, en tanto lo lírico impregna toda su obra, sea cual sea el género en el que se desenvuelva) la que protagoniza el programa. Os ofrezco una docena de bellísimos poemas de Andrés Trapiello, poemas, como todos los suyos, llenos de emoción, clásicos, sencillos, elegíacos, intimistas, modestos pero intensos, recogidos y tranquilos, poemas con un tono un algo antiguo, con la ligera tristeza que siempre aporta la pátina del tiempo, poemas que hablan de las estaciones y del paso de los años, de flores y de pájaros, de la yedra y las encinas, de las estrellas, del amor sosegado, del sueño y de la muerte, de la amistad, de la melancolía, de la vida.

Para acompañar la lectura de los poemas he vuelto a insistir en música interpretada por mujeres, con la intención de crear una atmósfera placenteramente femenina en la emisión. Y así, han sonado algunas preciosas canciones en las voces de Sade, Cortney Tidwell, Sophie Zelmani, Patty Griffin, Dianne Reeves, Kathryn Williams con Neill MacColl, Melody Gardot, Ida Sand, Sara Tavares, Leonor Watling al frente de Marlango, Skye Edwards y Sally Doherty.

En el apartado final dedicado a los vídeos, apoteosis sadiana. Siete actuaciones en directo grabadas entre 1984 y 2001, algunas de sus mejores canciones. No he podido encontrar ninguna muestra de su impresionante último disco, el excepcional Soldier of love, más allá de su primer sencillo, del mismo título, que no es, para mi gusto, su mejor pieza y con la que, sin embargo, cerramos la sección. Dejadme deciros para terminar que Sade es una de las cantantes que más me han gustado desde siempre. Recuerdo (intuyo vuestra queja, lo sé, veis avecinarse una batallita más del abuelo Cebolleta) un viaje de miles de horas en un incomodísimo tren (era 1984 o 1985, quizá 1986, no recuerdo con exactitud) para llegar a Barcelona a un concierto increíble de la diosa (exagerando) en una discoteca entonces de moda. ¡¡Cuánto tiempo ha pasado!! ¡¡Qué mayor es ya uno!!




Andrés Trapiello. Quizá ya sólo sea lo soñado

martes, 11 de mayo de 2010


ANDRÉS TRAPIELLO. SALÓN DE PASOS PERDIDOS

A lo largo de las dos próximas semanas Andrés Trapiello se convierte en el invitado principal de Buscando leones en las nubes, en el referente central de un par de programas consagrados a su fecunda figura literaria. El escritor leonés es uno de los grandes favoritos en nuestras emisiones y ha aparecido con frecuencia en ellas desde que empezáramos a salir al aire hace once temporadas. De todas las facetas en las que se manifiesta su prolífica obra literaria: novela, ensayo, libros misceláneos, poesía, diarios, son estas dos últimas, su obra poética y la diarística, las que más me interesan. También me gustaron (el término es pobre: llegaron a emocionarme), no obstante, algunas de sus novelas, que os recomiendo: Días y noches, La noche de los cuatro caminos o, más recientemente, Los confines. En estos días vuelve a ver la luz, en una reedición más completa que la original, Las armas y las letras, su gran clásico sobre la literatura en la Guerra civil española. Pero son el lirismo de sus poemas y la prosa desbordante de sus interminables (y uso el vocablo en sentido positivo) diarios lo que prefiero de toda su producción (¡¡¡producción!!!... ¡¡¡agggg!!!, odio esta prosa funcionarial). Es por ello que los dos programas que dedicamos a Andrés Trapiello, el que se emitió ayer y el que os ofreceremos el próximo lunes, se centran en estas dos vertientes destacadas de su rica personalidad literaria.

La emisión que ahora os presento se centra en el Salón de pasos perdidos, su ingente obra en marcha, los dieciséis (hasta la fecha) tomos publicados de sus diarios (por cierto, en la emisión radiofónica me empeciné, con obstinada reiteración, en la cifra de quince volúmenes en lugar de los dieciséis que realmente han sido editados hasta ahora; el decimosexto titulado Troppo vero). Quien se acerque a ellos no va a encontrarse peripecias insólitas, aventuras inimaginables, escenarios exóticos, tramas deslumbrantes, anécdotas especialísimas, personajes singulares y fascinantes; muy al contrario, si hubiera que sintetizar su clima principal, el rasgo esencial que los define, yo elegiría la noción de simplicidad, incluso las de rutina, normalidad y hasta grisura. La vida de Trapiello es una vida sencilla. Lee y escribe en su casa, charla con su mujer, lleva al colegio a sus hijos, se acerca al Rastro los domingos en procura de alguna perdida joya de la bibliofilia escondida entre bagatelas, pasa la mayor parte de sus vacaciones en su casa extremeña de Las Viñas, cercana a Trujillo, visita a sus amigos, -enternecedores los encuentros con el pintor Ramón Gaya, en la última entrega ya muy enfermo- y, de vez en cuando, sólo de vez en cuando, aunque en los libros más recientes estos ‘fastos’ se repiten con mayor asiduidad, pronuncia conferencias, da charlas, presenta libros o es invitado a congresos. Con tan aparentemente pobres elementos, Trapiello construye unos diarios muy sugestivos y de lectura arrebatadora. Llevados por la magia de su escritura, por su muy notable aliento poético, presenciamos interesados -y más aún, encantados- los hechos más banales de su vida cotidiana, sus pequeñas y triviales ocupaciones: el hijo que falsifica unas notas, el operario que llega a reparar el calefactor, el chapucero y obstinado intento por arreglar un reproductor de discos compactos, los cánticos de los pajarillos en los despertares primaverales, las cuitas con los vecinos, un encuentro con un mendigo, las celebraciones familiares, las visitas esporádicas a la madre, la dolorosa ausencia del padre. Y asistimos también, claro, a las no siempre muy elevadas batallas literarias: los despiadados y sarcásticos juicios sobre los colegas escritores, las mediocres obsesiones de los protagonistas de lo que se ha dado en llamar ‘la vida literaria’: los celos, las influencias, las intrigas, los tejemanejes de los certámenes, de los congresos, de los premios literarios. Enemigo declarado de este particular mundillo, sus diarios contienen siempre abundantes diatribas en contra de esas ceremonias endogámicas del CAS (lo que él llama el Club de las Almendritas Saladas). Pero más allá del objeto sobre el que recaen las observaciones de Andrés Trapiello, lo que interesa de estos diarios, lo que los hace extraordinariamente atractivos, lo que provoca el que sus más asiduos lectores esperemos en tensión cada nuevo año la publicación del tomo consiguiente, es la ternura, el tono melancólico y delicado, el humor, en definitiva la mirada, la capacidad de poetizar la existencia, incluso en sus manifestaciones más mediocres, más irrelevantes.

Entre los muy breves fragmentos, casi aforismos en algunos casos, entresacados de los diarios de Trapiello, suenan algunas canciones pertenecientes (salvo la excepción de Sting) a discos de reciente publicación y que yo llevo escuchando con muy placentera insistencia en los últimos meses. Estupendas canciones interpretadas por Basia Bulat, Tindersticks con Mary Margaret O’Hara, Corinne Bailey Rae, Melody Gardot, Nick Cave con Debbie Harry, Charlotte Gainsbourg, Mi & Lau, Swamy Junior, Massive Attack con Hope Sandoval, Gill Scott-Heron, The Swell Season, Sting y la magnífica Sade Adu. A muchos de estos intérpretes (caso de Melody Gardot, la propia Sade o Basia Bulat, entre otras) ya las habéis podido encontrar en las ediciones precedentes de Buscando leones en las nubes, y aún tendréis ocasión de escucharlas en las inmediatamente venideras, porque, como os digo, tengo sus últimos y excelentes discos gastados de tanta reiterada audición, prueba evidente de su excelencia, que quiero así compartir con vosotros.

Con idéntico afán de disfrute colectivo cierro con una sección de vídeos que hoy viene austera, con sólo tres canciones interpretadas en directo: la magnífica Peanuts, de los Tindersticks, que pierde algo sin la voz femenina; Closer, de la siempre estupenda Corinne Bailey Rae, y I have loved you wrong de The Swell Season, la actual reencarnación musical de aquella pareja que tanto nos conmovió, no sólo musicalmente, en Once.

PD.- Os dejo también una especie de entretenimiento divertido (¿pero es sólo eso?) que acabo de descubrir en internet: una atractiva representación gráfica del programa, una peculiar 'traducción' en forma de nube de palabras (de nube, ¿cómo no?) de la emisión de esta semana. Espero que mi aún deficiente dominio de los aspectos técnicos del juego os permitan, sin embargo, disfrutarlo.




Andrés Trapiello. Salón de pasos perdidos


Wordle: Salón de pasos perdidos
Una nube de palabras

martes, 4 de mayo de 2010


EN LA SOLEDAD DE LOS LIBROS

Todos los años, cuando llega la Feria del libro a Salamanca (en esta ocasión a partir del próximo 8 de mayo y con Torrente Ballester, en su centenario, como referencia central), Buscando leones en las nubes dedica un programa a la lectura. En esta época de prisas, de frenética rapidez, de presente desbocado e insensato, de dominio de la inmediatez, en estos tiempos de imágenes efímeras, del fugaz y evanescente brillo de las pantallas, la lectura se ofrece, a quienes aún la disfrutamos, como una especie de anacronismo, un resto, por fortuna aún vivo en muchos espíritus, de otras etapas de la civilización, si exagero levemente. Porque, ¿qué sentido tiene en nuestros días sumergirse en un libro durante unas horas, degustar lentamente historias manifiestamente irreales, demorarse en la fantasía introspectiva o en la evocación soñadora a la que siempre inducen las palabras, abandonando el fragor de la batalla, el canto tentador de las sirenas internáuticas, la irremisible atracción del abismo al que nos llama ese monitor tras el cual se esconden todos los misterios, toda la magia, todas las promesas, todas las ilusiones, todo el universo? Y sin embargo, lo tiene, sigue teniendo sentido para muchos que, como yo mismo, creen encontrar tras las páginas de un libro idénticas (y aun mayores) aventuras, y también emoción y conocimiento y diversión y entusiasmo y pasión y encantamiento y saber y consuelo y alegría y placer y... vida, mucha vida en cada libro.

Desde hace muchos años llevo entresacando de todos los libros que leo citas relativas a la lectura, reflexiones sobre el hecho de leer, sobre el placer de la lectura, sobre la magia y las maravillas que aportan los libros a nuestra vida. En el programa de ayer se ofrecen algunos de esos fragmentos, extraídos de la obra de Ann-Marie Mac Donald, Orham Pamuk, Alicia Villoldo-Botana, Juan Carlos Onetti, Xavier P. Docampo, Antonio Ferres, Andrés Trapiello, Philip Roth, Mary Ann Shaffer, Michele Petit, Eduard Márquez, Mario Vargas Llosa y Alan Bennett.

Entre las citas, y con la intención de crear una atmósfera relajada e intimista que nos permita degustarlas mejor, presento algunas canciones muy dulces y también encantadoras, llenas de sensibilidad y ternura, preciosas. Sus intérpretes, que de un modo absolutamente casual (o quizá no tanto) han resultado ser, en todos los casos, mujeres, son Renee Olstead, Mayra Andrade, Melody Gardot, Sophie Zelmani, Eliane Elias, Norah Jones, Stacey Kent, Sade, Paula Morelembaum, Anjani Thomas, Souad Massi, Emmylou Harris y Lizz Wright.

Para la sección de vídeos he tenido la tentación (y me he resistido, no sin dificultades, a ella) de ofrecer una muestra de cada una de las trece cantantes que han aparecido en el programa. Me he conformado (a regañadientes) con sólo (¡¡sólo!!) ocho: Mayra Andrade, Melody Gardot, Sophie Zelmani, Norah Jones, Sade, Paula Morelembaum, Anjani Thomas y Lizz Wright. En todos los casos he escogido actuaciones en directo, y en todos salvo en el de Lizz Wright, que repite, piezas distintas a las que habéis podido escuchar en la emisión.




En la soledad de los libros