martes, 27 de diciembre de 2011


TOWNES VAN ZANDT. A DEEPER BLUE

En estas dos semanas navideñas en las que las emisiones de la radio universitaria salmantina se interrumpen por las vacaciones académicas quiero ofrecer a todos los oyentes de Buscando leones en las nubes -y en particular a los seguidores de este blog- un par de programas extraordinarios -en todos los sentidos- que no serán radiados y que tan sólo podrán escucharse sobre esta misma página.

Y ambas entregas de esta doble edición especial de Navidad están dedicadas a un músico excepcional, respetado y hasta idolatrado en todo el mundo. Y lo es tanto en su Estados Unidos natal, en donde es valorado y objeto de admiración por todos los grandes nombres de la música de raíz (por buscar una denominación sencilla y entendible): Bob Dylan, Willie Nelson, Emmylou Harris, Nanci Griffith, Steve Earle, entre otros muchos que han manifestado su deuda con él, como también en Europa, con infinidad de sitios en la web, sobre todo en Francia e Italia, dedicados a su figura. Por desgracia no ocurre lo mismo en nuestro país, en el que no es demasiado conocido y donde su nombre no suena a casi nadie más allá de un puñado de expertos o, como es mi caso, de entusiastas y devotos admiradores. Se trata de Townes Van Zandt, que lleva acompañándonos en Buscando leones en las nubes casi desde el inicio de nuestras emisiones, y de cuya muerte se cumplirán quince años el próximo 1 de enero.

Townes Van Zandt es un músico genial, autor e intérprete de decenas de canciones memorables, y además un personaje muy singular, con una vida complicada y algo tortuosa, solitario y nómada, melancólico y destructivo. He querido por ello, por esta doble peculiaridad, humana y artística, de su singular existencia, que en estos dos programas comparezcan tanto su vida como su obra, con un afán levemente pedagógico, con una voluntad de dar a conocer en todas sus facetas a uno de los grandes nombres de la música country o folk o blues o -sin etiquetas- de la música en general.

Así, por un lado, podréis escuchar sus canciones, oscuras y densas, muy tristes y a veces enigmáticas (me gustaría escribir una canción que nadie entendiera, ni siquiera yo mismo, llegó a comentar en alguna ocasión), canciones sufrientes, apagadas e intensas, canciones que reflejan con lucidez y desencanto los rincones más ásperos y tortuosos del alma humana, la vida en los márgenes, la dificultad y el dolor de la existencia cotidiana de quienes viven en el filo de la navaja, la esperanza desilusionada de aquellos a quienes nada les queda por esperar, el tambaleante paso por la vida de las víctimas de una sociedad que condena al fracaso a quienes -como el propio músico, que no conoció realmente en vida el éxito comercial, siempre radicalmente independiente, siempre fuera de foco- no encajan en sus estrechos límites: jugadores, borrachos, perdedores, vagabundos sin futuro, espíritus solitarios, almas tristes, derrotados de toda especie. Canciones sobre amores sin suerte, noches de insomnio, lugares perdidos en el desierto, autopistas polvorientas y solitarias. Canciones cantadas con su impresionante voz, cálida, profunda, introvertida, descarnada, grave, cercana, poderosa, muchas veces triste, a menudo desesperada, casi siempre con un punto de amargura, una voz del Antiguo Testamento, como he leído en alguna reseña sobre su obra. De su repertorio inmenso -de nuevo en todos los sentidos- he escogido una treintena de canciones para integrar ambos programas. En esta primera edición podréis escuchar Many a find lady, If i needed you, I'll be here in the morning, For the sake of the song, Ain't leavin' your love, Lover's lullaby, My proud mountains, Sanitarium blues, Fare the well, Miss Carrousel, Rex blues, Kathleen y Rake, piezas conmovedoras todas ellas, rezumando emoción y sensibilidad.

Entre las dolientes canciones os leeré fragmentos de una extensa entrevista que el periodista francés Jean-Daniel Beauvallet, de la prestigiosa revista musical francesa Les Inrockuptibles, una publicación que es un referente ya, con visos de leyenda, en el mundo de la música popular, realizó al cantante texano en marzo del 94, cuando pese a los problemas de drogas y alcohol en su vida contemplaba su existencia con una esperanza y un optimismo que no hacían presagiar su trágico final, menos de tres años después, con sólo cincuenta y dos años. En ella Townes Van Zandt relata aspectos de su vida, una vida compleja, atormentada, sus orígenes familiares, su carácter maníaco-depresivo, sus tendencias esquizoides, su complicada existencia siempre dando tumbos, sus días de soledad, sus largas temporadas viviendo aislado en los bosques de Tennessee, sus intentos de suicidio, sus reiterados hundimientos en la bebida, el juego y las drogas, su alejamiento de los circuitos comerciales, sus coqueteos con la muerte (su amigo Guy Clark, también músico, dijo en su funeral: Townes ha trabajado toda su vida para llegar a este momento).

Para completar este primer acercamiento al universo de Townes Van Zandt, os dejo en la sección de vídeos un fantástico concierto en solitario celebrado en Austin, Texas, en enero de 1995. Podréis escuchar (con un relativamente soportable desajuste entre imagen y sonido) algunas de sus mejores canciones (no presentes -salvo un par de ellas- en ninguno de los dos programas, lo que amplía las posibilidades de conocer el universo del texano), en conmovedoras interpretaciones: Marie, Katie Belle blue, Blaze’s blues, The hole, Lover’s lullaby, A song for, Ira Hayes, Two girls, Dollar Bill blues, Goin’ down to Memphis, Flyin’ shoes y Catfish song.




Townes Van Zandt. A deeper blue

martes, 20 de diciembre de 2011


MÁS DESPEDIDAS CÁUSTICAS

Hoy cerramos la breve serie que iniciamos hace siete días con el tema de la ruptura amorosa como núcleo vertebrador de la emisión. Si recordáis, la semana pasada leía en antena fragmentos de un librito muy interesante y sugestivo, lleno de humor y sutileza. Se trata de Cómo decirle adiós, de la escritora francesa Cécile Slanka, publicado en España por El Aleph y que contiene cien cartas o mensajes de despedida, cien cartas en las que diversos hombres y mujeres parten dejando atrás su matrimonio, su pareja, entre reproches y críticas, entre sarcasmos e ironía, entre acusaciones e improperios, aunque con un tono siempre humorístico y a menudo desternillante.

De esas muy cortas y a menudo hilarantes misivas he seleccionado una decena bien larga para conformar, igualmente, el programa de esta semana. Y entre los textos, canciones con el mismo tema principal protagonista, los adioses, las rupturas, el alejamiento sentimental, el final del amor y de la convivencia, interpretadas por James Blunt, Lauryn Hill, Elvis Costello, Amy Winehouse, Jann Arden, Craig David, Crystal Gayle, Johnny Cash, Sting, The Dixie Chicks, Marvin Gaye, Oasis y Coldplay. El resultado final, el contraste entre la risa sardónica que acompaña a muchos de los mensajes y la emoción, contenida o desatada, que reflejan las canciones, es, a mi juicio, muy atractivo por lo que confío que pueda atraeros y que disfrutéis de una emisión magnífica

En plena época de exámenes y evaluaciones (para mí) no me queda tiempo para alargar esta entrada. Os comento, tan sólo, que la imagen elegida como portada es un cuadro de uno de mis pintores favoritos, Edward Hopper. La obra se titula Summer interior y me parece muy apropiada -aun desconociendo cuál es su tema ‘real’- para evocar una ruptura amorosa. Además, os dejo un vídeo (condenado a desaparecer de aquí, como sucede con tantos de los que ilustran entradas pasadas; así de efímero es el universo de Youtube) de una de las canciones del programa, la intensa Back to black de la excepcional y desgraciada Amy Winehouse, cuyo inmenso talento merece un programa monográfico que os prometo en una futura edición de Buscando leones en las nubes para cuando se apaguen los ecos de su reciente muerte. Aprovecho igualmente para rendir desde aquí un modestísimo homenaje a Cesaria Evora fallecida también hace pocos días. Tendrá su programa especial dentro de unos meses.

Con esta emisión termina la programación regular de Buscando leones en las nubes por este año 2011. No obstante, en las próximas semanas, mientras estén suspendidas las emisiones de la radio universitaria por las vacaciones académicas navideñas, os dejaré aquí un par de programas especiales (exclusivos para los seguidores del blog). Sin embargo, a pesar de que habrá ocasión de reencontrarnos en los próximos días, os deseo ahora felices fiestas a todos.





Más despedidas cáusticas

martes, 13 de diciembre de 2011


CÓMO DECIRLE ADIÓS


Esta semana partimos, como desencadenante nuestra edición de Buscando leones en las nubes, de un libro de referencia. Hace unos años, una autora para mí desconocida, la francesa Cécile Slanka publicó, en edición española de El Aleph y con una muy meritoria traducción de Julieta Carmona Lorenzo, Cómo decirle adiós, un breve librito, muy fresco, original y divertido, pero que encierra, bajo una capa aparentemente ligera y hasta frívola, más enjundia de la que podría suponerse en un acercamiento superficial. De él he entresacado todos los textos que integran tanto el programa de hoy como el de dentro de siete días.

Cómo decirle adiós reúne cien cartas de despedida, de ruptura. Cien formas distintas de separarse, de dejar a una pareja, de abandonar una relación, de romper un matrimonio, de acabar un amor. Al parecer, la autora, decepcionada porque uno de sus novios desapareciera de su vida no ya sin explicación alguna, sino siquiera sin una sola palabra, consideró que ahí, en esa huida silenciosa, estaba el germen de una obra literaria, por lo que, paradójicamente, en ese momento triste empezó a fraguar la idea del libro que hoy le daría una cierta notoriedad, con repetidas ediciones en Francia, traducciones a algunas lenguas europeas, e incluso una adaptación teatral.

Con un tono humorístico, lleno de ironía e incluso de causticidad, con un absoluto desprecio de los ridículos dictámenes de lo políticamente correcto, Cécile Slanka resume en esas cien cartas muy breves, meras notas de despedida muchas veces, las miserias del amor, las expectativas frustradas, los fracasos y el despecho que tantas veces crecen en los sótanos más sombríos de la vida de pareja, las dificultades de la vida a dos mostradas retrospectivamente, con sugerencias, con alusiones inteligentes, a partir de esas últimas palabras que cierran un ciclo que se quiso idílico, que tantas veces se inició con romanticismo y pasión.

Cada una de las cien cartas, aparte de dar cuenta de una despedida, aparte de encerrar en sí, como digo, la historia concentrada de un amor, de una pareja, supone un juego literario, una apuesta de orden lingüístico, podríamos decir. Porque en cada carta la autora cambia de registro, se acomoda a un estilo diferente, a una exigencia técnica distinta, a una nueva constricción del lenguaje, de modo que la lectura de cada carta nos hace participar de ese intento por recrear una voz determinada, un tono particular, un enfoque singular. Por ejemplo, hay juegos literarios: una carta escrita sin utilizar una vocal, otra en las que las primeras letras de cada párrafo encierran un mensaje secreto y categórico; en alguna el lenguaje es el gélido e impersonal propio de la informática o el aún más helador de las cifras y los números. Hay una despedida en la que se recurre a las frases más tópicas que imaginarse pueda en relación a estas cuestiones, como si de un mal culebrón televisivo se tratara; en otra, el estilo elegido es el jurídico contractual; alguna se llena de metáforas acuáticas, fluviales o de términos electromecánicos o de referencias a calles y plazas, o de nombres de pájaros o de expresiones vinculadas al Japón. Ciertas cartas se redactan con estilo enfático o melodramático o profesoral o burocrático, otras remedan la prosa de algunos escritores franceses, como Marguerite Duras, Jean Echenoz o George Perec; estas optan por el tono sádico o intuitivo o desencantado o fúnebre, aquellas son concisas o estilosas o complejas o poéticas o ambiguas. Y todo ello, como señalo, con humor descarnado, brutal sarcasmo, sana incorrección y hasta liberadora crueldad. Un número significativo de esos breves mensajes de adiós, en torno a la treintena, completarán las dos entregas de Buscando leones en las nubes consagradas al libro.

Quiero aprovechar la ocasión para recomendar otro libro, del que este Cómo decirle adiós bebe de modo evidente; otro libro que es su antecedente muy claro, y que a mi juicio presenta una mucho mayor entidad literaria, todo hay que decirlo. Se trata de Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau, publicado en una ejemplar edición de Antonio Fernández Ferrer en la editorial Cátedra en un ya lejano 1987 (desconozco si hoy existe en el mercado alguna otra versión del título, pues aquella, muy probablemente, será de imposible localización). El encuentro fortuito y banal de un hombre que viaja en un autobús y un joven al que divisa, primero desde el autobús y un par de horas después en la calle charlando con otro hombre, se convierte en una aventura literaria formidable gracias a la maestría de Queneau, que recrea, en cien versiones memorables, este acontecimiento trivial convirtiéndolo en lo que hoy ya es, un clásico. El libro de Queneau constituye sin duda la fuente de inspiración de Cómo decirle adiós pese a que ni la editorial, ni la autora, en las entrevistas que le he leído, mencionan, inexplicablemente, esta más que evidente referencia. Una fuente de inspiración que, sin embargo, Cécile Slanka reconoce de modo implícito, pues una de las cartas de despedida, la denominada Numérica, es un transparente homenaje a esos Ejercicios de estilo que también os recomiendo junto a este Cómo decirle adiós que constituye la base de esta pequeña serie de dos programas de Buscando leones en las nubes.

Y desprovistas de ese enfoque cáustico y divertido que impregna a la mayor parte de los adioses del libro, muy al contrario, rezumando dolor y tristeza, melancolía y hasta desesperación, las canciones que acompañan la lectura de los textos, hablan también de la ruptura, del abandono, de divorcios, separaciones, huidas, soledades, vacíos, despedidas. Piezas clásicas, muy conocidas, muchas de ellas con más de treinta años de vida, interpretadas por Paul Simon (cuya espléndida 50 ways to leave your lover he recogido en el vídeo que cierra esta entrada), Harry Nilsson, Bill Withers, Carole King, Fun Lovin’ Criminals, Lloyd Cole and the Commotions, Trisha Yearwood, The Everly Brothers, Nancy Sinatra, Stevie Wonder, Gilbert O’Sullivan, Eric Clapton, Phil Collins, Linda Rondstadt y Billie Holiday.



Cómo decirle adiós

martes, 6 de diciembre de 2011


AMOR EN VENTA


Hoy os traigo la segunda parte de la serie que iniciábamos hace siete días con un mismo tema monográfico, el de la prostitución, como eje central. Aunque Buscando leones en las nubes es un programa de música y literatura, y así será también esta semana con el protagonismo principal de poemas y canciones, de un modo tangencial también pretendemos suscitar el debate o alentar las reflexiones que ya están en la opinión pública. Y la polémica acerca de la prostitución, con sus muchas facetas y posibles enfoques es, sin duda, una de las controversias teóricas o incluso ideológicas e intelectuales más conflictivas y enconadas en estos tiempos de insulsa corrección política. El pasado viernes volvíamos a tener una muestra en Kiev, a las puertas del local en donde se celebró el sorteo para la próxima Eurocopa de fútbol, con la simbólica y muy reducida manifestación en contra de la legalización transitoria de la prostitución durante el campeonato. ¿Debe regularse la prostitución?, ¿accederán algún día sus profesionales a la prestaciones de la Seguridad social?, ¿tienen que ser perseguidas -por el contrario- sus practicantes (no siempre mujeres, como acertadamente se escribía aquí en un comentario la semana pasada), condenados sus clientes?, ¿el inicuo tráfico de personas, la inmoral trata de blancas, la cruel explotación de mujeres son fenómenos que irremisiblemente deben asociarse a la prostitución o cabe la opción libre de quien voluntaria y conscientemente elige esta forma de vida?, ¿deben igualarse de modo indiscriminado en todos las casos los acciones políticas, legales y policiales frente a esta realidad? Adelantaba hace siete días que, a título personal, salvo excepciones muy singulares, me parece deleznable pagar para obtener sexo, doblegar la voluntad de otra persona que en condiciones normales no admitiría el contacto sexual con alguien a quien sin embargo se entrega por una más o menos acuciante necesidad de dinero (vuelvo a mis viajes: jóvenes bellísimas, casi niñas, de piel tersa y resplandeciente, de cuerpos ondulados y elegantes, en Kenia, presumiblemente ‘compradas’ por días, acompañando a ancianos decrépitos y renqueante durante todo su periplo turístico; chicos de piel morena, de ojos luminosos y encendidos, de negra cabellera ensortijada, de la mano en Marrakesh de desvencijados carcamales orgullosos de su ‘éxito’; gañanes groseros y primarios, apenas abandonada su etapa neardentalense, apropiándose con obsceno regocijo de los cuerpos de mulatas deslumbrantes, en Cuba). Pero, en fin, se trata de cuestiones complicadas y espinosas que desbordan el objeto natural de nuestras emisiones, centradas como digo en los más plácidos territorios de la música y la literatura.

En el terreno literario, os leeré, una vez más, versos extraídos de la antología titulada Puta poesía, que publicó la editorial Luces de Gálibo, en edición de Ferrán Fernández. En ella se incluyen varias decenas de poemas que abordan el mundo de la prostitución desde muchas de sus diferentes perspectivas. Os confieso que, en general, no me parecen obras de una excepcional calidad, aunque sí son poemas más que dignos y contienen emoción y sensibilidad y el atractivo suficiente como para disfrutar de su lectura. En particular, esta semana, los versos leídos han sido escritos por Juan Pardo Vidal, Jaime Fernández Muñoz, Karmelo C. Iribarren, José Luis González Cáceres, Pablo Casares, Saray Pavón, Julio Más Alcaraz, Isabel Bono, José María García Martín, Nuria Mezquita y José María Cumbreño.

Desde el punto de vista musical, y como parece obligado, las canciones que suenan -esta vez más vivas y animadas que las de la semana pasada- también reflejan en sus letras ese algo ambiguo aunque casi siempre sórdido universo del comercio carnal. Se trata de estupendas piezas, algunas con más de cuarenta años a sus espaldas, interpretadas por Donna Summer, Blondie, The Rolling Stones, Genesis, Bruce Springsteen, Jethro Tull, Patty Labelle, Bob Seger, Tina Turner, Queen y Joan Osborne.

Para cerrar esta entrada (mera reiteración de lo comentado en el programa, pero estoy muy ocupado estos días) os ofrezco un texto que también he leído en la emisión. Titulado Toulouse-Lautrec y escrito por José María Cumbreño, nos introduce en el mundo de un pintor que en su obra recreó constantemente, con una mirada cercana, compasiva y hasta cariñosa, a sus amigas prostitutas, a las que retrata con piedad y ternura en su vida cotidiana. Para completar la indagación en la interesante vida del artista francés, os dejo también un enlace a una espléndida página sobre el pintor, algunas de cuyas obras sobre las interioridades de la vida en los prostíbulos ilustran estos comentarios.

En la vida y la obra de Toulouse Lautrec se centra también el muy sugestivo documental del Canal Historia que os ofrezco, dividido en cinco partes, en nuestra habitual sección de vídeos.


Toulouse-Lautrec
 
En la antigüedad (Dios aún andaba en casa de todos), los pintores cuya obra alcanzaba el favor de sus coetáneos enseguida recibían encargos para decorar iglesias, basílicas o catedrales. Obviamente, temas tan elevados (se debía trabajar en la mayoría de las ocasiones subido a un andamio) exigían que fuesen los artistas de mayor prestigio quienes los tratasen. Lo primordial era despertar la fe del pueblo a cualquier precio. A tal efecto, no había que pararse en barras (poco importaba la catadura moral del elegido) ni escatimar gastos. Ya se pasaría luego el cepillo entre los feligreses y asunto concluido.

Hay que ver cómo cambian los tiempos.

Corría el año (no me atrevo a decir que del Señor) de 1892, cuando a Toulouse-Lautrec le pidieron que pintara unos cuadros con el fin de colgarlos en el vestíbulo de un burdel parisino muy famoso. La serie consta de dieciséis piezas.

En ellas se exhibe la imagen de distintas mujeres, en la cama, besándose (muchas de las pupilas de aquel tipo de establecimientos practicaban el lesbianismo) o insinuando (y sin insinuar) el inicio de un escarceo sexual. Los lienzos servían como reclamo, puesto que no se buscaba sino animar a los clientes a que subieran a las habitaciones con alguna de las muchachas. El negocio era el negocio.

Un número considerable de trabajos de Toulouse-Lautrec recrean el motivo de la prostitución. Lejos de lo que pudiera parecer en un primer momento, la insistencia en ese tema no es fruto de una mente podrida. Más bien, él siente por las mujeres que se dedican al oficio algo parecido a la piedad. Las retrata en actitudes cotidianas (subiéndose las medias, jugando a las cartas mientras aguardan, aburridas, la llegada de los parroquianos o pasando el obligatorio reconocimiento médico), lo que las convierte en seres próximos, tan indefensos y humanos como el resto de los mortales. Nada que ver con esas representaciones de santas de mirada perdida, mártires que soportan el suplicio sin una queja y vírgenes inalcanzables de tan puras, castas y perfectas.

María Magdalena, tú que conociste el peso de los hombres, ruega por nosotros.