BLUES
El segundo programa que Buscando leones en las nubes dedica a la celebración de la llegada de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica tiene también como eje central, al igual que la semana pasada, a Langston Hughes. Y esta elección viene motivada porque se trata de un poeta también norteamericano, también negro, y porque en el ámbito de la literatura ha podido desempeñar -forzando un poco la analogía- un papel similar al que el joven político estadounidense juega en la política. Un autor que en sus poemas ha recogido temas como la reivindicación social, la queja por la discriminación racial, el lamento por la injusticia y la explotación, por la inhumana esclavitud a la que fueron sometidos los negros en Estados Unidos durante tantos años; todas esas injusticias, todas esas atrocidades, todas esas discriminaciones, todas esas desigualdades que esperamos ver para siempre arrumbadas en el rincón más oscuro de la Historia gracias al esperanzador mandato de Obama.
Langston Hughes es, sin duda, el más destacado de los poetas estadounidenses de color, y sin duda también uno de los grandes nombres de la literatura norteamericana en general, comparado por los expertos con Walt Whitman o Emily Dickinson. Un poeta que constituye una de las expresiones más genuinas de su raza, una de las voces más representativas del padecimiento del negro permanentemente sojuzgado, del sufrimiento de un pueblo -la raza como patria- excluido, perseguido. Langston Hughes nació en 1902 en un pueblecito de Missouri y falleció en Nueva York en 1967. En los años treinta del pasado siglo fue traducido al español por Jorge Luis Borges, nada menos. Mantuvo en vida un muy intenso vínculo con España, pues fue correponsal en nuestro país durante la Guerra Civil y aquí conoció y trató a Miguel Hernández, Rafael Alberti o José Bergamín, entre otras figuras destacadas de nuestras letras. También tradujo a García Lorca al inglés y era un entusiasta del flamenco, siendo admirador incondicional de La niña de los peines.
Los poemas que han salido al aire en estas dos emisiones de Buscando leones en ls nubes han sido extraídos de una excelente antología, titulada, significativamente, Blues, y publicada en una cuidadísima edición por la editorial Pretextos en 2004, siendo la responsabilidad de la selección y la traducción de Maribel Cruzado, que también escribe un largo y muy interesante estudio introductorio.
Dos son las vertientes de la obra de Langston Hughes que constituyen su principal contribución a la Literatura, por las que es fundamentalmente recordado y que están recogidas de modo muy certero en título del libro. Por un lado, sus poemas giran, con un tono subyacente de pesar y de protesta, de queja y añoranza, sobre los temas principales del sufrimiento, el dolor, la miseria y la desgraciada peripecia de su raza, la afirmación de la negritud, el deseo de integración racial y social. Por ello, es un acierto ese título para la antología de sus poemas porque es el blues un género con el que la raza negra ha cantado durante siglos su terrible existencia, sus inhumanas condiciones de vida, su desgracia y sus aspiraciones, su realidad lacerante y sus ilusiones frustradas, su desesperación y también su esperanza. Esta primera vertiente, más combativa, más beligerante, podríamos decir, fue recogida en los poemas leídos en la emisión de hace siete días.
Por otro lado, aparte del interés, del sentido, de la emoción, del ‘mensaje’ que en sí mismos puedan transmitir los poemas de Langston Hughes, la obra de este gran poeta negro es significativa -y ello es quizá su mayor aportación a las letras estadounidenses- por la imbricación de la música negra en sus textos, por su intento de conciliar los lenguajes del blues o del jazz, sus ritmos, sus temas, el desengaño amoroso, el sexo, la muerte, la reivindicación, la protesta racial, con el texto poético. En los versos de este segundo programa la palabra poética de Langston Hughes nos habla de música, tanto de un modo directo, en poemas en los que los cabarets, los clubs de jazz, las bailarinas y los músicos negros son los protagonistas, como de un modo indirecto, en versos que suenan como la música, versos en los que podríamos decir que el poeta canta como las lánguidas melodías, las notas melancólicas, la indecible tristeza y la sufriente intensidad del blues. Poemas, pues, con ritmo de blues, con la cadencia de las piezas con las que sus antepasados y también sus contemporáneos cantaban su persistente pena en las plantaciones de algodón, en los ingenios esclavistas del sur, en las calles de Harlem, en las hirvientes noches de los populosos barrios negros en tantas urbes norteamericanas. El propio Langston Hughes escribió: No soy sureño y los campos de algodón sólo los he visto desde la carretera, pero la vida del negro es tan dura en las calles de Broadway como en la tierra de donde surgió el blues.
Y para acompañar tan musicales poemas, era imprescindible, como parece evidente, la música del blues, algunas canciones desgarradas pertenecientes ese género intenso y emotivo. Para elaborar el programa escuché cientos de canciones, espigué decenas de antologías, para acabar escogiendo una mezcla de cantantes clásicas de blues, algunas nacidas en el siglo XIX, con jóvenes representantes del género, en una muestra que pese a no ser suficientemente representativa, porque es imposible condensar en poco menos de una hora más de cien años de tradición, sí es, al menos, a mi juicio, muy interesante y variada. Y así, en el programa pueden escucharse piezas de blues, de intérpretes, todas mujeres, todas de raza negra, todas excelentes, nacidas entre 1894, la más antigua, y 1972, la más joven. Por orden de aparición han sonado Vera Hall Ward, Etta James, Memphis Minnie McCoy, Shemekia Copeland, Ella Mae Morse, Alberta Hunter, Algia Mae Hinton, Bessie Smith, Dinah Washington, Precious Bryant, Mae Glover, Trixie Smith, Billie Holiday y Beverly ‘Guitar’ Watkins.
He querido también que en estas emisiones se escuchara la voz, la voz auténtica (no sólo en sentido metafórico) de Langston Hughes. Dejo aquí un vídeo en el que el propio poeta recita, de un modo profundo y conmovedor, uno de sus poemas mayores, Weary Blues, con un fondo de imágenes de frenética vida nocturna, tórridos cabarets, elegantes music-halls, alegres orquestas de jazz, cantantes eufóricos y serpenteantes bailarines.
Langston Hughes. Blues