IÑAKI URIARTE. ME GUSTARÍA SER MÁS INTELIGENTE
La presente edición de
Buscando leones en las nubes sigue protagonizada, en su parte literaria, por Iñaki Uriarte, el muy singular escritor vasco, aunque escritor es un vocablo muy pobre para definir la amplitud de registros en los que se desenvuelve el inclasificable personaje. Esta semana os presento la segunda entrega de la serie de tres que estamos dedicando a sus Diarios que, en dos tomos, titulados
Diarios, 1999-2003 y
Diarios, 2004-2007, han sido publicados, en 2010 y 2011 respectivamente, por la riojana editorial Pepitas de Calabaza. Del interés de estos dos volúmenes singularísimos ya os he hablado con detalle hace siete días por lo que me limito ahora a remitiros a la anterior entrada de este blog por si os interesa complementar la información sobre ellos. Os dejo además una elogiosa recomendación de Antonio Muñoz Molina aparecida en su página
web oficial.
Entre los textos de Iñaki Uriarte escucharéis algunas excelentes canciones, casi todas pertenecientes a discos de una relativamente reciente aparición, y caracterizadas por la sensibilidad y la emoción, por el tono íntimo que son señas de identidad de nuestras emisiones. Sus intérpretes: Neil Halstead, Rebekka Karijord (que aparece en el vídeo final con
The noble art of letting go), Tim Burgess, Carrie Rodriguez, Elvis Costello, Joana Serrat, John Hiatt, Sharon van Etten, Tié, Sophie Hunger, Dido, Idir y Johan Örjansson.
Iñaki Uriarte: El retorno. 8 de septiembre de 2011
Lo malo del segundo volumen de los diarios de Iñaki Uriarte no es que me haya arruinado una gran parte de una jornada laboral en la que esperaba dejar resueltas algunas obligaciones inaplazables: es que también me ha malogrado la siesta. Después de comer y de tomar café charlando un rato y viendo las insensateces de la actualidad en el telediario suelo retirarme al gran momento del día, que es cuando me tumbo un diván bastante gastado por las muchas horas de siesta, vagancia y lectura que he disfrutado en él. Al diván vienen conmigo un libro y Lolita. Lolita se tumba a mis pies o pegando el lomo a mi costado, con esa cosa gatuna que tiene, de perra con alma de gato. Leo un rato y en diez o quince minutos me deslizo con gran solvencia de experto de la lectura a la modorra, y de ahí al sueño, que no dura mucho más de veinte minutos, pero del que despierto poco a poco plenamente restaurado, volviendo con gusto a la lectura, que se confunde bastante con la haraganería, y que me concede una disculpa para retrasar el momento de levantarme del narcótico diván y ponerme a trabajar.
Pero hoy me ha llegado el libro de Uriarte y ni he trabajado, ni he dormido la siesta, ni he hecho nada de nada, en toda la tarde, nada más que leer, unas veces reconociendo afinidades, otras admirando agudezas de observación personal o política, en cada página y en cada línea admirando un estilo en el que la naturalidad de la escritura es el equivalente exacto de una actitud ante la vida: ironía y templanza, conciencia aguda del paso del tiempo y disfrute pleno de las cosas, no solo los libros, ni mucho menos, también una comida, la cercanía de un gato o de una persona querida, un paseo por una calle normal de Bilbao, el hecho simple y asombroso de estar vivo. Iñaki Uriarte es una de esas voces que siempre gusta escuchar, pero que quizás se agradecen más ahora, cuando hay tanto desmelenamiento, tanta gesticulación en lo que se dice o se escribe en público. A algunos de los predicadores más apocalípticos de ahora Uriarte los conoció antes de que se convirtieran, pero ni siquiera con ellos es cruel, o sarcástico, porque tiene una disposición de tolerancia y bondad que ha fortalecido frecuentando a Montaigne, a Pla, a Cervantes, a Séneca, a los grandes escépticos que supieron dudar de todo sin caer en la misantropía ni en la frialdad de corazón. Lo que escribe Iñaki Uriarte no es del todo un diario, ni ensayos, ni aforismos, ni cuentos, ni crónicas, ni confesiones íntimas: pero es algo de todo eso al mismo tiempo. A mí a veces me recuerda a un Baroja sin amargura.
Como Iñaki es de una gran tierra de tapas y pinchos, aquí dejo algunas muestras para ir haciendo boca:
Que alguien se meta con tu pinta irrita más que si lo hace con tus ideas, incluso con tu capacidad intelectual.
El dinero no parece ser importante para la mayoría de los novelistas españoles. En sus obras, me refiero. La difunta peseta habrá pasado a la historia como una de las monedas menos usadas de la literatura.
Hay rostros con un fondo de tristeza que son como una prueba viviente de que la felicidad existe y de que la conocieron.
En cualquier nacionalista hay algo de turista del propio país.
Una semana lejos de España es un reconstituyente de primera.
Si estoy solo, nunca tengo la sensación de perder el tiempo.
Y el tiempo más perdido de mi vida son esos eternos minutos que transcurren desde que comienzas a despedirte de una reunión hasta que por fin consigues irte de una vez.